Capitulo-23
Los ojos de Garrett reconocen aquel
acero que ha expulsado el brazo del Templario. Una hoja oculta, seguramente que
ha robado de un Asesino. Sabe lo que hará, pero prefiere no entrometerse en
asuntos que no le incumben.
Levanta su mirada, dirigiéndola a los
techos cercanos al puente, descubre que, algunos hermanos están vigilando. Tal
parece que no se retiraron, y siguen haciendo guardia, debe ser a causa de la
presencia de Templarios en el puente a Nueva York, que han preferido custodiar
la zona para lo que se ofrezca. Tienen entendido, que el líder Templario es muy
fuerte, y hasta podría ser un problema para el maestro Asesino; Garrett.
Connor siente ganas de hablar seriamente
con Haytham, sin importarle que sea su padre, y también, tiene tantas ganas de
quitarle la vida, en honor al asesinato de su madre. Ezio mantiene su
distancia, pero su corazón presiente que Aveline está en peligro, así que
avanza con pasos inseguros y medio cojeando, su pierna sigue débil, lentamente
extrae su mosquete corto del cinturón en su pantalón, fijándose solo en aquel
Templario que tiene a Aveline a sus pies. Charles lee, capta el movimiento del
joven Italiano, y se alerta enseguida, mas sin embargo otro movimiento en
contra hace que reaccione pronto. Era el
nativo vestido de soldado inglés, y con su Tomahawk en mano se balancea hacía
su líder, la expresión en su cara se había oscurecido. Charles no podía
permitirlo, así que se interpuso deteniendo el ataque del salvaje a su Maestro.
En tanto Haytham, tranquilo e imperturbable, dobló un poco su cuerpo, para
clavar su hoja en la vena principal que pasa por el cuello de Aveline, sin
darle tiempo de defenderse, arrebatándole así la vida. Ya no es útil, y a
parte, esta patéticamente moribunda. La chica se remueve involuntariamente, y
sale sangre de su boca y nariz, ahogándose mientras la vida la abandona. Ezio palideció
y le costó unos segundos reaccionar.
¡Noooo!...
Se
extendió un grito quebrantable, que
resonó en el vació debajo del puente. La había perdido… corrió a dónde estaba
la chica, y la levanto del suelo de piedra con sus brazos, desbordándose sus
lágrimas, viendo que sus ojos estaban abiertos pero sin el destello de vida, ya
no podría escuchar nada de lo que dijera…, era tarde. Con su mano acaricio su
rostro. La abrazo, pegándola a su pecho destrozándose en silencio.
Haytham presenciaba como Charles lee,
empleaba su espada contra la Tomahawk de Connor, trataba de dañarlo, para
acabar con él.
Era su hijo, pero si se había unido a
los Asesinos, y si guardaba odio a una orden que no conoce, entonces… debía
morir. Paso a ver al líder Asesino, quien se acercó despacio a él. ¿Acaso
quería enfrentarlo?
—¿Todo lo que quieren es el Fruto del
Eden? —pregunta Garrett.
—Es lo único que nos falta. Ah y, también
matar a todos ustedes desde luego. Así que…si me permites. —pone en mano su
mosquete, y le carga una bala— Ahora sin duda, acabare con tu vida. —sonriendo
tajante.
—Inténtalo.
¡Ah!...
Se
quejó Charles. Del corte que le acaba de hacer el filo del hacha de Connor que
atraviesa desde su ceja, pasando por su mejilla y terminando en su barbilla. Se
tocó su cara sangrante, y Connor aprovechó su distracción breve, para darle con
el puño en su quijada, otro golpe en su estómago, y uno más en sus costillas.
El Templario retrocedía a causa del impulso de los fuertes golpes del salvaje,
sintiéndose algo mareado, Connor se posiciona tras de él, para sujetarlo y
apretando sus dientes, amenaza con querer cortarle la garganta con su Tomahawk,
en cuanto Charles resiste, y con sus manos no permite que el filo de ese acero
tocara siquiera su piel. Los dos forcejeaban, ni uno y ni otro iba a rendirse
tan fácil.
Haytham no prestaba atención al peligro
en el que se encontraba su aliado. Solamente se concentraba en aquel objetivo,
en aquel estorbo Asesino, con el que debió acabar hace tanto. Ve que el Maestro
Asesino ni si quiera se mueve, viéndolo como un blanco fácil está dispuesto a
presionar el gatillo de su arma en la mano, para penetrar su frente con un
tiro.
Un gruñido seguido de fuertes pasos,
hace girarse a Haytham. Ezio venía hacía el cargado de ira, con su espada
alzada, su ceño fruncido y sus ojos llameantes, no fueron suficientes para
intimidar ni un poco a Haytham. Solo le dio la cara y lo miró como si tuviera
todo bajo control y no pasara nada. El joven quería matarlo por supuesto,
después de ver como mato sin piedad ni arrepentimiento a Aveline. Garrett ya
había captado a Ezio atrás de Haytham desde antes, por eso no se preocupó,
sabía que el caza recompensas llegaría primero.
Portando también su espada Haytham se
puso en guardia y sin problemas desvió el ataque del joven, pero Ezio no se
detendría, hasta verlo muerto. Una estocada, otra más, y todas fallaban su
propósito. Haytham era un Maestro, y él, solo un tonto lleno de coraje. Terminó
a los pies de Haytham, viendo la cara del Templario desde el suelo, recuperando
el aire poco a poco, su pierna seguía siendo una gran molestia y no le ayudaba
en mucho.
Contuvo el quejido cuando el Templario
le dio un pisotón justo dónde tenia venda su pierna, presionándola para que no
pudiera levantarse del suelo. Prepotente, el Templario lo miro a los ojos, sin
faltar esa sarcástica sonrisa.
Mientras tanto Garrett le dio una mano
a Connor. Logrando desarmar a Charles, dejando las armas del Templario lejos de
su alcance, lo sujeto, cuando Connor estaba por cortarle su garganta. Charles
apretando sus dientes y con un tremendo esfuerzo que se reflejaba en la mueca
de su rostro, se sacudió, y con un rodillazo aparto al Asesino y golpeando con
su codo las costillas del nativo, se liberó tocándose su garganta. El hacha
había logrado hacerle un rasguño.
—¡Malditos Asesinos! —detecto la
ubicación de sus armas y a punto de ir por ellas.
Garrett golpeo su cara y agarrando su
cuello se impulsó hacía él tumbándolo al suelo y suena el chasquido de su hoja
oculta, estando por clavársela para matarlo.
—¡Espera, Maestro Asesino!
Se escuchó la voz de Haytham, quien no
ha dejado de aplastar la pierna de Ezio provocándole un dolor casi insoportable.
—Puedes matar a Lee, pero a cambio yo
mataré a su amigo italiano. ¿Lo es no? —le apunta a Ezio en la cabeza con su
arma.
—No me importa su vida, haz lo que
quieras. —respondió Garrett volviendo a Charles.
El Templario bajo Garrett estaba sangrando
de su cara y por los golpes había quedado con menos fuerzas, aun así se
esforzaba por quitárselo de encima.
—¡Espera un momento! —grita Connor— No
podemos dejar que lo mate…
El joven nativo se acerca a Garrett y
sujeta su mano en la que portaba la hoja. Haytham sonriendo observa a los
Asesinos.
—¡La mataste! —exclama Ezio— ¡Era uno
de los tuyos y la mataste!
Atrae la mirada del Maestro Templario.
—No, no era de los nuestros. Y ya no
servía para nada.
—Maldito… —masculla.
Su pierna seguía siendo pisada, no
podía moverse de ahí. Sintiéndose impotente optó por cerrar la boca y aguantar.
No tenía fuerzas, solo mucho odio.
Tan solo con una mirada directa, Connor
da a entender a Garrett que no es necesario matarlo, que pueden buscar otra
solución. A pesar de tratarse de un Templario, un enemigo, con el cual deben
acabar. No obstante el joven nativo tampoco puede permitir que un inocente
muera por su culpa, en este caso, Ezio, que si bien ya no tiene una muy buena
relación con él, lo conoce, sabe quién es y se le podría considerar un amigo.
Moviendo su cabeza de un lado a otro
como negándolo, observa al líder Asesino. Entonces a Garrett se le ocurre algo.
—Bien. —se aparta de Charles dejándolo libre—
No lo mataré. Y si tan solo quieren el fruto, está bien, pueden tenerlo, es
suyo. Está en el Pimienta Negra, adelante vayan por él.
El rostro perplejo de Connor se giró a
verlo. ¿Estaba loco? ¿Por qué está diciéndoles en dónde esconden el fruto? Algo
que debían proteger. El joven no entendía, pero Garrett parecía saber lo que
hacía. Por supuesto Haytham lo miró incrédulo y con una sonrisa tenue como queriéndose
burlar de lo que ha dicho.
—¿Qué has dicho?... —caminó hacia él
con sus brazos atrás, dejando a Ezio con un gran alivio en su pierna— ¿Acaso
crees que soy tonto? ¿Y voy a creer en lo que dices? —lo encara— No estoy
jugando.
—¿Para eso estás aquí no? —dijo Garrett
serio—¿Quieres que te digamos en dónde está el fruto? Pues ahí tienes la
respuesta.
—¡No, no es verdad! —interviene el
nativo— Garrett ¿Qué crees que haces?
Al juzgar por la actitud tomada de su
hijo Haytham puede ver que sus palabras son ciertas, y si bien no debe estar
totalmente seguro, y no deja de ser sospechoso, podrían intentar buscar ahí.
Además ya tenía sus ojos puestos en ese lugar. Sabía que ocultaba algo. Y esto solo confirma sus sospechas.
—¡¿Qué están haciendo?! ¡Maten a esos
malditos! —Ezio apenas siendo capaz de ponerse en pie reclamaba. No podía permitir
que los dejen libres.
—Muy bien —asintió Haytham— Pero tú
vienes con nosotros. —dirigiéndose al líder Asesino.
—Por supuesto.
Connor viendo a Garrett y a Haytham no
sabía que pensar. Pero frunció el ceño y sujetó al asesino de su brazo antes
que pudiera irse.
—¡No te dejaré ir! —gruñó.
—Sé lo que hago. —miro los ojos del
nativo queriéndole decir algo con su mirada, y se soltó esperando que lo
entendiera.
Ezio llegó a dónde descansaba el cadáver
de Aveline para cargarla en sus brazos, viendo después como los Templarios y el
líder Asesino subían a sus caballos para encaminarse al Bar. El joven italiano,
esforzándose por caminar cargando a su fallecida chica, se aproxima a dónde
está Connor, lleno de dudas y preguntas.
—¡Connor, ve tras ellos!
—¿Por qué Garrett los está llevando al
escondite? —sonando molesto.
—¡Será un traidor! ¡Vamos no puedes
permitirlo, ve a detenerlos!. Prometo ayudarte, solo dame un momento, me
despediré de Aveline. —volteó a mirar el rostro de una Aveline sin vida—La
dejaré en algún sitio dónde pueda…
Suena un caballo correr. Ezio se
percata que Connor se ha ido a toda prisa en caballo.
Ha recordado que Charlotte se encuentra
sola ahí, y ya no confía plenamente en Garrett, ahora le preocupa más la joven
asesina. Probablemente nunca debió confiar en un Asesino.
Con un silbido como señal, Garrett indica
a sus hermanos que asechaban desde los tejados, para que desciendan sobre los
Templarios. Una emboscada, algo que Haytham y Charles no esperaban, así que
tiran de las riendas para detener sus caballos, y bajan de ellos esquivando los
intentos de asesinatos aéreos que hacían los asesinos. Garrett aprovecha la
distracción para seguir adelante, yendo más rápido, para llegar al Pimienta
Negra. Sin embargo son unos Maestros Templarios, y no les tomo mucho tiempo
acabar con las vidas de los Asesinos en la batalla, aunque ya por los años que
cargan sus cuerpos, se veían agotados, no tenían un rasguño, y volviendo a
montar sus caballos ahora con más coraje se dirigen al Bar.
Connor iba a todo galope como podía
entre las calles de Nueva York, llamando la atención de la gente, y guardias
que lo veían pasar a toda prisa. Y cuando pudo divisar a lo lejos a los
Templarios como jinetes, estos dan vuelta por una calle, y Connor se apresura
espoleando a su caballo, levantándose un poco de la silla, para con su arco
apuntar sin detener su caballo hacía ellos. Dirige su flecha como un proyectil,
y esta atina al hombro de Charles quien con un quejido pierde un poco el
control de su caballo quedándose atrás. Haytham enseguida se da cuenta de esto,
y da un giro para buscar el responsable del ataque, viendo como su hijo viene
hacía ellos. Los guardias que vigilaban los techos y una escolta que pasaba por
ahí, descubren el ataque del salvaje al Templario, y rápidamente se atraviesan bloqueándole
el paso al caballo de Connor. Él se detiene forzadamente y ve como Charles se
extrae la flecha, luego Haytham retoma su camino, siguiendo los dos adelante.
Furioso, observa que los guardias le están apuntando todos enfilados con sus
armas. “Apunten…” El comandante de la hilera de soldados que le impedían el
paso empezaba a dar la orden de disparo. “¡Fuego!”
Disparan todos a la vez quedando humo en
sus cañones, y Connor se vio obligado a usar su caballo como escudo, viendo
como este se derrumba con un relinche al suelo de piedra. De inmediato pone su
Tomahawk en mano y avanza contra los guardias, haciendo gala de su experiencia
en batalla, cortándole a uno el cuello, golpeando con su codo a otro de atrás,
usando el mosquete largo de otro guardia para golpear a otro más y emplear el
cuchillo de esa misma arma para matarlos. No podían siquiera tocarlo, acabo con
todos, viéndolos muertos en el suelo, y respirando agitado, guardo su hacha y
se dispuso a correr, trepando por las paredes hasta los techos, lo más veloz
que sus piernas podían ir, Charlotte estaba en el escondite, y ellos iban hacía
allá, o capaz ya habían llegado…
Dejando sus caballos afuera del Bar. Es Haytham quien se acerca
primero a la puerta del sitio, sin perder su tranquilidad y elegancia tan
distinguida. Pero Charles se descontrola, y soportando su hombro perforado por
el flechazo, aprieta sus dientes arruga el ceño y al entrar agarra una silla de
madera y la arroja a la pared. Alarmando
a algunas mujeres que estaban por ahí, deteniendo a los músicos y a quienes
bailaban, alarmando a Hannah y al Señor Johnson. Los borrachos no prestaron mucha atención.
—¡¿Aquí hay asesinos?! ¿En dónde están? ¡Díganme en dónde se
esconden! —alzó la voz.
—Charles, por favor… —toca su brazo con sus dedos, y se
adelanta yendo despacio hacía la barra dónde el señor Johnson y su hija
atendían ganándose todas las miradas.
Hannah con sus ojos muy abiertos se aleja y su padre se
mantiene firme.
—¿Qué es lo que quieren señores? —les pregunto el señor
Johnson.
—Verá, se nos ha informado que… en este lugar, esconden algo
muy valioso. —habla Haytham con seriedad— Le agradecería mucho si me conduce a
dicho sitio. —sonríe tajante.
Charles limpiándose todavía la sangre de su cara con un
trozo de tela aguarda.
—Me temo que su información es incorrecta señor. —responde.
Haytham siente algo filoso en un costado, alguien está
detrás, un Asesino, y sin moverse mira por encima de su hombro, con el rabillo
de su ojo puede ver que se trata de Garrett, cubierto de su nariz y boca con
esa tela color blanca al igual que toda su túnica. Busca a su lado a Charles, y
este también está siendo amenazado por otro Asesino. Arno.
—Vaya, vaya, sí que estaban preparados. ¿Caímos en la
trampa? Pero esto solo me asegura que realmente aquí esconden algo ¿O no es
cierto?
—No creo que vivas para averiguarlo. —susurró Garrett a su oído.
La chica pelirroja vistiendo su túnica blanca de asesina,
corría y corría a través de uno de los túneles de los Asesinos, cargando en sus
brazos la caja en dónde guardaban el fruto del Eden, debía estar lejos del
alcance de los Templarios. Y se apresuraba para cumplir su misión; esconderlo
en un lugar seguro. Jadeando alcanza unas escaleras de madera para subir a la
superficie de la tierra y salir por uno de los escapes.
Mientras tanto Connor con la fuerza de un empujón derrumbó
la puerta del Bar y se encontró con un enfrentamiento. Razón por la que su
tremenda entrada no atrajo miradas. La mayor parte de la gente había huido,
Hannah y el señor Johnson permanecían en una orilla del Bar muy asustados
presenciando la pelea entre los Templarios y Asesinos. Salpicaba sangre, y al
paso de su lucha rompían mesas o tumbaban las sillas. Connor tenía la tentación
de ayudar a los Asesinos, por lo visto Garrett no era un traidor, y aunque no
entendía mucho quería darle una mano, pero antes debía asegurarse de que
Charlotte estuviera con bien, se dirigió a la puerta que lleva al pasillo encaminándose
al escondite Asesino. Viéndolo solo, y oscuro ya que habían apagado la fogata
de la chimenea, buscó con sus ojos todo su alrededor sin ver rastros visibles
de la presencia de Charlotte.
—¡Charlotte! ¿Dónde estás?
Inquieto se fijó en el suelo, se agacho y gracias a su
habilidad de rastreador, por ser un espléndido cazador, pudo encontrar las
huellas de Charlotte. Dándose cuenta de que no hace mucho pasó por ahí, al no
encontrar señales de sangre o alguna batalla, sabe que está con bien. Y aunque debería
quedarse a ayudar a los Asesinos, la dueña de su vida, era para él más importante.
Así que se dispuso a seguir sus huellas, y entro por uno de los túneles.
Cuando la chica salé del túnel y cierra la puerta de madera
bajo sus pies. Se encuentra en un callejón de la ciudad, y protegiendo la caja
con sus brazos, avanza más despacio cuidando que no hubiera guardias cercas o
algo extraño. Algo cayó de golpe frente a ella. Un cuerpo…de un Asesino, y está
muerto, lo que le indica que algún guardia, o templario está cerca, de
inmediato busca cubierto tras una pared, agachándose sin soltar la caja. Alguien
cae sobre sus pies, y escucha como esos pasos, unos pasos delicados, y sonando como
si usara tacones, viene hacía ella, cierra sus ojos y su puño, preparándose para
matar a quien fuera.
—Anda, sal de ahí, sé que estás ahí. Asesina… —la voz de una
mujer.
Tras unos segundos de silencio, Charlotte con sus ojos
encuentra una ruta de escape, es justamente otro pasillo. “No debes ser vista
por nadie” Recuerda lo que le dijo su líder. Y cuidando el sonido hasta de su
respiración, trata de deslizarse cuando una mujer pelirroja al igual que ella
con una vestimenta muy ajustada salta enfrente de ella.
—¿Qué tienes ahí?
Al escuchar bien su acento, puede deducir que se trata de
una extranjera. Una francesa, para ser exacta. Y uniendo sus cejas Charlotte se
pone de pie dignamente viéndola a los ojos. Detecta que lleva una cruz de los Templarios
en el cuello de su chaleco azul.
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