miércoles, 13 de abril de 2016

La Bruja y el Ángel mestizo [Capitulo 28]




















                          Capitulo- 28














Natalia no podía ver su cara, pero sabía que estaba algo inflamada y seguramente tenía un ojo morado. Ya había dejado de sangrar por la nariz y boca y Charlotte seguía siendo la mejor compañía que ha tenido desde que llegó a la prisión, no puede evitar seguir hablando con ella.

—Charlotte ¿sigues ahí? ¿no te has dormido?
—Aquí estoy —respondió.
—Veo que eres fuerte, yo ya no aguanto la cara. —se echa a reír a duras penas ya que le dolía gesticular.

Charlotte solo sonríe una pizca.

—Tuve que hacerme fuerte. Natalia, me gustaría saber más sobre ti.
—¿Más sobre mí?
—Sí.
—Bueno, mi vida ha sido patética ¿Qué te puedo decir?
—Lo que quieras.

Natalia suspiró, y cerró sus ojos un momento. Le costó unos minutos empezar a hablar.

—Antes, vivía en Florencia Italia, pero mi padrastro —siente un nudo en la garganta— era un idiota abusaba de mi constantemente no tenía una vida digna, así que un día me subí a un barco de polizón. Tenía que escapar de ahí. Ese barco me trajo a América y estando aquí tuve que ganarme la vida por mí misma, sabía que sería difícil y muy duro pero prefería eso a vivir con mi padrastro.

Charlotte escuchaba atentamente tocando con su mano su abdomen.

—Me uní a un grupo de ladrones en Boston que conocí de casualidad. Ellos me encontraron, ellos me enseñaron a pelear, a robar, todo lo que necesitaba, incluso a engañar. Pero por supuesto no me dieron todo esto gratis, aparte de tener que trabajar con y para ellos, dándoles una parte de mis botines, debía darles libertad de que pudieran hacer conmigo lo que sus sucias manos quisieran y sabes a lo que me refiero. —sus ojos se llenan de agua por las lágrimas que no saldrán.
—No… ¿a qué?
—¡No puede ser! ¿En serio no sabes?
—No. Lo siento.
—Mi cuerpo Charlotte mi cuerpo ¿cómo eres tan inocente?

Charlotte no dijo nada.

—Bueno…, entonces yo no soporté mucho siendo usada así —su voz tembló— si bien me ayudaron a sobrevivir y valerme por mi cuenta en estas nuevas tierras también sufría. No podía ser feliz no importaba lo que hiciera o dónde estuviera. Una noche, los maté mientras dormían uno a uno. Solo así me independicé y pude valerme sola, luego me di cuenta que no los necesitaba. Al menos estuvo bien por un tiempo.
—¿Por qué?
—Descubrí que ellos también me protegían de la guardia, yo no tuve cuidado en eso y… es por eso que terminé aquí. Pero no me arrepiento de nada, si este es el final que merezco tras abandonar mi casa sin aviso y asesinar a unos hombres, está bien.
—Natalia tu no mereces esto, todo lo hiciste por tu bien y es válido.
—Gracias por entenderme, amiga.


Había caído la noche en Nueva York. El joven nativo dentro de la fosa sin darse cuenta se quedó dormido sentado en el suelo. Y tampoco se percató que el vigilante de la Fosa se ha recargado en la puerta para descansar cruzando sus brazos y sus pies.
El agotamiento era enorme, tanto que hasta era pesado, había llegado a su límite cuando luchó contra esos hombres encima ni siquiera estaba en condiciones físicas, su cuerpo seguía en recuperación.
Algo lo hizo abrir sus ojos lentamente, el recuerdo de la chica de hermoso cabello rojo. Quiso levantarse para fijarse por la ventanilla de la puerta pero no era capaz de mover ni un músculo. Apretó sus dientes, arrugó el entrecejo, intentó no hacer ruido, estaba haciendo un gran esfuerzo para levantarse. Puede que, siendo así sea mejor, tal vez al estar cansado se le facilite mejor el sigilo y delicadeza ¿Será una ventaja? También le puede complicar las cosas. Habría que averiguarlo.
Logró ponerse en pie, pero sin dejar de apoyarse en la pared. Respiró profundamente y miró hacia la ventanilla; ahí estaba la cabeza del guardia, y esa ventanilla abierta. Arrastró sus pies hasta la puerta y con una mueca de dolor miró el cuello del hombre, parecía llevar algo colgando, eso debería ser la llave, tenía que poner manos a la obra de una vez. Estiró su mano, pasándola a través de la apertura y hasta ahora iba bien, alcanzó con sus dedos el cordón de dónde colgaban las llaves, y sin hacer ruido inhalo lo más hondo que pudo para concentrarse. Silencio.
Un desliz lento hacía arriba, debía descolgarle la llave para poder usarla. Sonó un gruñido, el guardia ha despertado. Connor abre mucho sus ojos, no lo esperaba. Aparte ¿Cómo es que ha fallado? ¿Ahora qué hará?  Y Charlotte, Charlotte cada vez se iba más lejos, la estaba perdiendo.

—¡Eh por aquí! —escuchó el grito de ¿Ezio?


El guardia quiso moverse para apartarse de la puerta e ir a cazar a Ezio que estaba asomándose por una pared pero el hombre en la fosa no soltaba el cordón de las llaves lo estaba ahorcando con fuerza. El Cordón no era delgado ni muy grueso, tan solo lo suficiente para poder hacerle daño sin que se rompiera. Connor aprovechó la distracción que causó Ezio y apretó con fuerza. El hombre se estaba ahogando ni siquiera podía gritar. El joven caza recompensas observaba de lejos a cierta distancia, sin hacer ruido, mientras con sus ojos se cercioraba de que no viniera ningún guardia. Los ojos del guardia que asfixiaba Connor se tornaron de blanco, se cerraron lentamente y su cuerpo se desvaneció, el último aliento se fue. Ezio apresuró sus pasos para acercarse a ayudar. Dejaron caer al guardia, tomaron las llaves, y Connor tuvo que ingeniársela en abrir la puerta por fuera, su viejo amigo le ayudó.
Abrió la pesada puerta de metal y lo miró con una amplia sonrisa.

—¡Adelante, es libre Señor Kenway!
—¿Qué haces aquí?

El mestizo, encorvado por la pesadez del dolor y cansancio de su cuerpo lo observa ceñudo como siempre.

—Me aburrí, además tuve que tomar unos riesgos quería probar si podíamos lograrlo juntos.
—Yo iba a hacerlo.
—Lo dudo.
—¿Por qué no lo hiciste antes con los otros prisioneros?
—Porque siento que, te debo una disculpa. —lo mira fijamente.

Connor no dice nada solo lo observa y respira profundamente.

—Tú eras mi amigo ¿recuerdas? ¿Podemos volver a serlo?  —le tiende su mano.
—No.

Con las llaves en su mano pasa por un lado de él, y sale de la fosa caminando algo encorvado y con su brazo sobre su abdomen.

—¡Pero mírate! —lo sigue— Necesitas de mi ayuda quieras o no, y si actuamos rápido es mejor.

Se escuchan muchas botas acercarse rápidamente por un corredor.

—Oh no, ahí vienen. —dice Ezio alarmado.
—¿Quiénes?
—Los guardias que me estaban siguiendo, escape de mi celda y no fue fácil.
—Tengo que ir por mis armas —se adelanta.


Después de escuchar la historia de vida de su ya amiga Natalia; Charlotte se relajó un momento y cerro sus ojos. Pensaba en Ratonhaketon, revivía los recuerdos que guardaba en su corazón. Ahora no había mayor deseo que estar con él, sin importar nada. Y se preguntaba si Connor podría sentir lo mismo. Se preguntaba dónde podría estar justo ahora. Solo esperaba que estuviera vivo, de hecho, solo de eso puede estar segura. Él era un hombre que no podía imaginar muerto.
Respiraba profundamente, la voz de Natalia ya no se escuchó desde hace rato. Se le vinieron imágenes a la mente ¿Otra visión?
Eran tres hermanos Asesinos, uno de ellos cargaba una caja, ahí dentro estaba el fruto del Eden radiante, lo ocultaron tras una pared en la cámara subterránea de una gran Iglesia. Escuchó la voz de uno de los Asesinos “Aquí no lo encontrarán”
Abre sus ojos.
Respira agitadamente.

—¿Qué fue eso? —dijo respirando por su boca.
—¿Qué pasa Charlotte? —la voz de su amiga en la otra celda.
—He tenido otra visión, tal como había visto que yo y Connor estaríamos muy heridos y muriendo, justo como estoy ahora. Pero ahora, era…era.
—¿Qué era? ¿Visión? ¿Tienes visiones? ¿Qué eres una bruja o algo así?
—Calla Natalia, no soy una bruja.
—¿Puedes ver el futuro?
—Algo así.
—¿Y que viste? Dime…
—Era el Fruto del Eden.
—¿El qué?


Charlotte se vio en la necesidad de explicarle a Natalia a detalle, lo que era el Fruto del Eden, lo que son los Templarios, y los Asesinos. Toda esta información a Natalia le costó asimilarla, pero finalmente la aceptó y quiso dar su opinión.

—En ese caso, debes protegerlo, tú y Connor. Imagina lo que nos pasaría a todos si eso se llega descubrir, si cae en sus manos.
—No me importa nada. Yo me iré con Connor muy lejos de aquí. Nada malo podrá alcanzarnos.
—¡¿Estás loca?! Si te dan esas visiones es por algo
—Tú no entiendes Natalia…
—¡No! Tú no entiendes. —hace una breve pausa, respira—Bien como quieras. Entonces también seré egoísta, saldré de aquí y me largaré, veré la forma de volver a Italia.
—Haz lo que quieras.



Gracias a su sigilo, Connor pudo escabullirse hacía otro pasillo, desviándose de los guardias que los buscaban “Por aquí tiene que estar, adelante” Decían mientras pasaban de ellos. Los dos estaban encubierto, y ya que Ezio era quien conocía mejor la prisión, Connor esperaba sus indicaciones. Debían llegar cuanto antes al almacén, que quedaba cerca del despacho de Guardias.
La noche transcurría, ya casi estaba amaneciendo. Pero el sueño no existía para ellos. Avanzaron cuidando el ruido de sus pasos. Encontraron un guardia frente a ellos, Connor le cubrió la boca mientras le rompía la garganta con la presión de su firme brazo. Ezio se encargaba más que nada en vigilar y daba la señal de “seguir”
Cuando llegaron al despacho de guardias, todo estaba en orden, y solo un guardia dormía sentado con sus brazos cruzados en un sofá individual muy cerca de la puerta, Connor alzó su puño queriendo golpearlo pero Ezio lo detuvo con su mano y puso su dedo índice sobre sus labios pidiéndole que guardara silencio y calma, le señaló la puerta del almacén. Y Connor se dirigió hacia allí. Introdujo la llave, pero no entraba. La llave no era la indicada.
Volteo a ver a Ezio con el ceño fruncido.
—Dijiste que tendría la llave del Almacén.
—¡Eso creía también! —dijo en su defensa.


Al escuchar los gritos el guardia se despertó y se puso alerta.

—¡Ey ustedes!
—Mierda. —mascullo Ezio viendo que el guardia se dirigía a hacer sonar la campana de alarma para atraer a más guardias— Connor tenemos que…

No pudo terminar su oración puesto que cayó en la cuenta de que con su grande y fuerte cuerpo, Connor había empujado la puerta de madera con un golpe tan fuerte que la derrumbó. Pero ya que no estaba en buenas condiciones físicas, se quedó ahí tendido en el suelo casi con sus ojos cerrados, ese golpe le ha dañado sus entrañas y los golpes en su cara le ardían. Ezio tuvo que moverse; tomó sus armas y se enfrentó el solo a los siete guardias que se habían reunido. Sin saber si será capaz de vencerlos a todos, sin saber si saldrá victorioso, tan solo luchaba, disparaba, y usaba su espada, hacía de todo para defenderse, pero eran tantos, que dos de los siete fueron directo a Connor.

—¡Levántate sabandija! —le gritó el guardia— ¡Arriba!

Lo alzaron entre los dos del suelo, y Connor se sentía mareado, su visión se hizo más clara y vio sus armas muy cerca ahí en el almacén, que no era pequeño ni tan grande, parecía del tamaño de una de las celdas comunes. Se le vino a su mente Charlotte, y sacó fuerza quien sabe de dónde, para librarse de los guardias en un movimiento, ir por su arco, mosquete, y Tomahawk. Ceñudo y casi gruñendo, se volvió a transformar en una bestia, y luchó contra los guardias, mató uno, mató otro. Y miró como Ezio estaba sangrando, acto seguido acudió a ayudarle enterrándole en su hombro su hacha a uno de los guardias, y empujándolo con su pie lo tumbó al suelo, posicionándose sobre el y presionando el pecho del hombre de casaca azul con su rodilla, le pone fin a su vida partiéndole la cabeza con su Tomahawk.  
Los siete guardias terminan en el suelo, Connor sabía que ninguno de ellos respira. Ezio también estaba descansando apoyado en la pared, tiene dos heridas de espada y se desangra, de sus labios también sangra, le han hecho un corte pequeño que atraviesa sus labios, necesita ser vendado, pero nadie puede ayudarle. Connor también necesita ayuda, sin energía para mover un dedo, sentía que ha dado de más, ya no puede seguir, y se muere por dentro, Charlotte lo necesita ahora más que nunca.  

—Pueden venir más… —dice y escupe sangre Ezio— Hay que irnos.

Connor no responde. Tan solo se concentra en seguir respirando, tiene que vivir por Charlotte. Siente algo en su pecho, una sensación de presión, y sube a su cabeza, brota en dos lagrimas que no pudo contener.

—Char…lotte. —quiere mover su cuerpo, ponerse en pie pero solo consigue temblar.
—Amigo… —respira jadeante— Es nuestra oportunidad.

Ezio sí consigue levantarse y camina hacia Connor.

—Eh, Connor…

Sigue sin contestar. Ezio se acerca más, mientras se toca su brazo sangrante, su espalda también le ardía. Ve que Connor tiene los ojos cerrados, y no se mueve ¿Ha muerto? Eso parece, está pálido. Revisa que este respirando, y su respiración no la capta, o es muy débil. El latido de su corazón tampoco lo escucha. De todos modos, con las pocas fuerzas que le quedaron lo arrastra. Están dentro del despacho de guardias, quedarse ahí no es opción, en cualquier momento llegarán guardias.

La primera luz de la mañana se empieza a ver, está amaneciendo. Charlotte casi no durmió y tampoco es capaz de ver la luz del día, tan solo ve esas antorchas colocadas en la prisión subterránea. Ya no ha escuchado a Natalia, y ni ella le habla, hay silencio, un silencio que hace sentir la soledad más profunda. Parece que su lesión no profunda en su abdomen, está empezando a sanar lentamente, se siente un poco mejor, aunque sigue siendo doloroso. Se escuchó un ruido, como si alguien estuviera bajando por las escaleras arrastrando algo por los escalones. Cierra sus ojos y desea muy en el fondo, que no sean los guardias que quieren hacerle daño, ya que prometieron venir hoy a lastimarla, permanece con sus ojos cerrados, no quiere ver.
Eran Ezio y Connor, aunque sigue como inconsciente o eso parecía, el italiano lo arrastraba. La travesía del despacho de guardias a las celdas subterráneas fue algo complicada, Ezio debía ocultar a Connor de la vista de uno que otro Guardia que rondaba la zona, y él debía encargarse de matarlos en silencio con su espada. Algunas mujeres de las celdas, despertaron y les empezaron a gritar y a Ezio le lanzaron halagos y propuestas indecorosas. Eso solo lo enalteció, incluso hasta les respondió aun estando herido, sonrió y guiñó su ojo, pero Ezio tenía un objetivo, el rostro de una chica pelirroja que recordaba, la chica de Connor, y la estaba buscando, pero no la veía ¿Se habrá equivocado? ¿Y aquí no está?

—¿Charlotte? Dime si estás aquí.

Esa voz era diferente y la conocía, la chica abrió sus ojos y se acercó a las rejas viendo una imagen que no le hubiera gustado ver, Connor en el suelo, dormido o inconsciente por que la idea de que muriera no la podía concebir.

—¡Ah, ahí estás!
—¡Connor! —exclamó Charlotte casi desgarradoramente— ¡¿Qué le paso?! —su rostro se hizo lacrimoso y su frente se arrugó.
—Ah…, eh, está bien no te preocupes.
—Quiero verlo, acércalo más por favor.
—No será necesario, conseguí la llave de las celdas subterráneas. —las muestra— mientras tu novio dormía.

Esto enloqueció a todas las mujeres de las celdas, empezaron a pedir, otras a exigir y reclamar que las liberara. Haciendo mucho ruido.

—¡Tranquilas! ¡Guarden silencio! ¡Las liberaré a todas pero si no cooperan no! Los guardias, aún hay guardias y pueden escucharnos.

Todas callaron al instante. Ezio dejando ahí a Connor, caminó para abrirle la reja a Charlotte, le tomo unos minutos atinarle a la llave. La chica pelirroja se echó a correr a dónde estaba Connor y lo abrazó de rodillas en el suelo, viendo su rostro molido por unos golpes, le acarició con su pequeña mano blanca, le besó la frente y se quedó así un momento.
Natalia miraba de lejos sin decir nada, todas las chicas empezaban a hablarle a Ezio pidiéndole que las dejara libres, ya se la arreglarían para salir de la prisión o al menos querían intentarlo.  Natalia notó como hablaba Ezio, como sonreía y no pudo evitar sonrojarse, pero no dijo nada, ni hizo nada, permaneció a la distancia de su celda retirada de los barrotes.
Ezio estaba a punto de tratar de atinarle a la celda de otra mujer que estaba ansiosa cuando por los escalones bajaron varios pasos firmes. Ezio se detuvo y miró hacia allá, y Charlotte también aferrándose más al cuerpo de Connor, que aunque ella le hubiera hablado no le respondía.
Eran cuatro guardias de casacas rojas, detrás de ellos estaba Haytham Kenway y Charles lee. Inicialmente venían a las celdas subterráneas a buscar a la chica de Connor, ya que era parte del plan de Haytham, les habían informado que el mestizo y su amigo habían escapado de las celdas, y el maestro Templario con mucha seguridad sabía que no pudieron llegar tan lejos, y seguramente estaban en las celdas subterráneas. Su rostro esbozó una sonrisa cuando vio que tuvo razón. Ahí estaba la chica pelirroja, con un cabello rojo sangre, muy cerca de su hijo, y el otro joven tenía unas llaves y lo veía con cara de asustado. Todo esto le dio risa pero no lo expresó, se rio por dentro.
Haytham caminó y los guardias le abrieron paso.
Charlotte pudo ver que colgaba una espada muy brillante, dorada y extraña del Templario.

—¿Está muerto?

Cuestiono Haytham al bajar su mirada a dónde estaba su hijo.
Nadie respondió.

—Qué pena que lo esté, yo necesitaba que me dijera de una vez, dónde esconde el fruto del Eden.

Esto último llamó la atención de Natalia. Charlotte frunció el ceño y con sus ojos como a punto de echarse a llorar.

—¡No está muerto!

Charles lee se rio entre dientes al ver a la chica, y Haytham le dirigió su mirada directa.

—¿Qué dices? ¿Qué no lo ves? Es más que evidente que lo está. —se acerca y con su pie lo mueve. No hay ninguna reacción— ¿Lo ves?
—¡No lo toques! —lo abraza más fuerte y mira el rostro de Connor tronándole un besito en su mejilla.

Ezio se aproxima y desliza su espada sacándola de su funda.
Haytham lo ignora y sigue viendo a Connor.

—Por favor confirmen su muerte, si lo está tendré que buscar otra manera.

Los guardias asienten y se acercan a dónde Charlotte sigue aferrada y no se quiere separar, aunque un guardia la esté sujetando ella no quiere apartarse.

—¡No! ¡No! ¡Ratonhnaketon! —sin aguantar más sus lágrimas salen una tras otra y empieza a llorar a llanto abierto.

Natalia se levanta y se acerca a los barrotes viendo a Haytham.

—No es necesario yo sé dónde está el fruto del Eden. —alzó su voz lo más que pudo.

Haytham la escuchó y quiso reír, le pareció interesante la valentía de la chica y camino hacia ella con sus manos unidas a su espalda. La encaró y sonrió.

—¿Qué has dicho?
—Yo sé dónde está el fruto del Eden. Charlotte me lo ha dicho, ella sabe dónde está por que…tuvo una visión.
—No digas disparates, si es así, tendrás que morir, y tú amiga también.
—No lo son ¡Charlotte diles que tú sabes así dejarán a Connor en paz!
—Ah es verdad ella puede saberlo. —vuelve a dónde Charlotte, mientras los guardias siguen revisando a Connor.

Ezio se queja de dolor por sus lesiones y no sabe si es buena idea enfrentarlos así que guarda su espada.
El maestro templario sujeta a la chica de su brazo y la mira a los ojos. Sabe que es la chica de su hijo.

—¿Tú lo sabes? ¿Dónde está?
—Yo, yo no lo sé.
—¡Dile Charlotte, dile que tuviste una visión!


Aguardando un momento Haytham tan solo la mira a los ojos, y en ellos ve mucha tristeza ¿será cierto que esta chica tiene visiones? ¿O solo están mintiendo y realmente tanto ella como Connor saben la ubicación del fragmento del Eden?
Un paso, otro paso, y está muy cerca de la chica, con su mano agarra su cabello completo como haciendo una coleta y Charlotte siente como vibra su cuerpo y con sus ojos mira como uno de los guardias detrás de Haytham le dicen al oído algo, quizá el estado de Connor y Haytham queda inexpresivo. Apretó su cabello, y le dio un tirón para acercar su oreja a sus labios.

—Seré directo ¿lo sabes o no? Si lo sabes dímelo o terminaré con tu vida, no tendrás que esperar a tu ejecución programada.
—¿Cómo está Connor? —con voz quebrantada sin atreverse a verlo a los ojos, arriesgándose a lo que sea.
—¿Eso importa? Además, yo he hecho la pregunta. Responde. —eleva su voz y la aprieta más.


Natalia esta aferrada a los barrotes, desde ahí está sintiendo la tentación de  decir lo que le dijo Charlotte, por lo tanto Ezio, se mantiene a raya, su plan se ha arruinado y Connor sigue sin reaccionar en el suelo. Sin embargo Charlotte puede ver como se ha movido un dedo de la mano de Connor, lo que hace que la expresión de su cara se ilumine un poco. Pero ¿será real ese movimiento? Tal vez solo esté alucinando. No, Connor, no puede morir, no así.