lunes, 24 de marzo de 2014

Hilo Rojo [Capitulo-5]









                        Capitulo- 5 









Es una tensión creciente la que hace respirar entrecortadamente a Vicky. Sus pulmones y garganta se contraen.
Enseguida busca dentro del bolsillo de su mandil, su “Inhalador”, y llevándolo a su boca puede entrar el aire, pero un ataque de tos incontrolable, se hace sentir. Cubriendo su boca con su mano, se avergüenza y retrocede. Consiguiendo las miradas curiosas de algunos comensales, entre ellos…Gabo.

—Oye…

El joven no puede evitar ponerse en pie para verla de cerca.

—¿Estás bien?

Vicky hace un esfuerzo por dejar de toser y tocando su pecho, logra respirar profundamente, viendo al joven ante ella.

—Sí. Me pasa a menudo. Nada de qué preocuparse. —le muestra una sonrisita.
—Bueno…

Con una amplia sonrisa, regresa a su lugar frente a la comilona de Grey. Quien no muestra ni el más menor interés.
Gabo ha roto la tensión y le ha inspirado confianza. Así que Vicky se posiciona cerca de su mesa guardando su inhalador en el mandil.

—Disculpa… tú, ¿conoces a…?

Baja su mirada. Ni siquiera sabe su nombre. Que torpe.
Siendo gentil, Gabo le presta atención, como si se tratara de una amiga. Algo normal en él.

—¿Ajá? —espera que termine de formular su pregunta.

—¡Habla ya! —pierde la paciencia Grey, exaltando sus ojos.

Después de todo también está presente.

—Disculpen… —cabizbaja— La verdad, no conozco a ese hombre, pero sé que es su amigo, y bueno…

«¿Qué estoy haciendo? Debo parecer una idiota. »

—¡Ah! ¡Ya se! —chasquea sus dedos el joven— ¿Quieres decir Pepe no? —atina.
—¿Co-Cómo lo sabes?
—Bueno, siempre las chicas me preguntan por él. Y sí, es mi amigo. Mi mejor amigo de hecho. —con orgullo.

Los parpados de Vicky se abren de más, y boquiabierta lo observa. Sin poder dejar de verlo.

—¿Quieres su número cierto? Siempre es así… a ver. —voltea a ver a su novia, quien lo ignora con su boca llena de comida— Grey, préstame tu bolígrafo.

Como respuesta solo clava su mirada en él, diciendo así “no”.

—Por favor. Anda… sé que lo llevas a todos lados junto con tu pequeña libreta en tu bolso.

Sin pronunciar una palabra le pasa su bolígrafo junto con su libreta de apuntes. Y la abre justo en una hoja en blanco. Gabo escribe el número del celular de José, y como un extra, su dirección. Al notar esto, Grey hace una pausa al comer para murmurarle de cerca.

—¿Qué crees que estás haciendo? ¿Estás loco? ¿Cómo puedes confiar tan rápido en una desconocida?
—No creo que sea una completa desconocida. —susurra sin quitar su vista del papel— El otro día… —baja más el volumen de voz, aproximando más su cara a la de Grey— Vi como Pepe no dejaba de verla. —le guiña un ojo sonriente.

No muy convencida, y negando con su cabeza, Grey vuelve, y termina su platillo. Restándole importancia al asunto.
Vicky, pudo escucharlos mas no entender lo que decían entre ellos. Recibe en su mano un papel bien doblado.

—Ahí tienes amiga. El número de celular y su dirección.

Regresa al pasillo que conduce a la cocina, deteniéndose para recargar su espalda en la pared, desdoblando poco a poco ese papel, con sus manos temblorosas, y observa detenidamente el número y dirección. Sintiendo la tentación de marcarle de una vez, pero al mismo tiempo, los nervios se desenvuelven en su interior.

—Por primera vez, veo que ha violado nuestra ética. Eso da mala reputación e imagen a nuestro restaurante… señorita Victoria.

La varonil y suave voz de Akiva.
Sufriendo un sobresalto, la joven lo mira y con ansiedad intenta guardar rápido el papel.

No está en posición de decir algo, solo de bajar su cabeza.

—Estaba relacionándose con un cliente, más allá de lo que requiere un buen servicio. ¿No es así?

Da un paso hacia ella, quedando cara a cara. Tan cercano que Victoria puede percibir su respiración.
Akiva coloca su mano derecha contra el muro y mira sus ojos, pero Vicky los cierra intranquila y tratando de controlar su respiración… ¿O sus emociones?

—Que no se vuelva a repetir. —va disminuyendo su volumen y sonríe— Me extraña viniendo de usted.
—Sí, discúlpeme. —se aparta yéndose de vuelta al trabajo.

Akiva guarda una vez más, sus ganas de besarla, por respeto.





En medio de la soledad y el silencio de la noche. José transcribe otra de sus composiciones. La oscuridad no es problema, una lámpara de luz blanca, lo acompaña en su trabajo.
De cuando en cuando, revisa su escrito, y vuelve a su guitarra acústica, probando algunas notas que le puedan servir, siguiendo la secuencia y resonancia. Tan concentrado, tan ocupado y dedicado.

El sonido del tono de su celular taladra sus oídos. Sacándolo violentamente de su entorno musical.
Pobre desafortunado, el que está llamando. José se ha dignado a contestar, pero viendo un número que no viene en su directorio, se detiene, y lo deja pasar.
Tras unos instantes el silencio y paz vuelven a él, retomando el viaje. Su composición va muy bien.

Otra vez su celular ruidoso, escandaloso. Perdiendo su concentración y también su tolerancia. Preguntándose ¿Quién es? Esta vez lleva a su oreja el móvil. Sentado y aun sosteniendo su guitarra.


—¿Quién mierda eres? ¿Y cómo es que tienes mi número? —en su voz se distingue su disgusto.
—Eh… lo siento.

Una voz de mujer, que no logra reconocer. Lo que despierta su curiosidad, sin dejar de buscar el rostro relacionado con esa voz, en su mente.

—Tampoco te conozco. Aunque… ahora sé que te llamas José.

No es una admiradora, puesto que apenas sabe su nombre, y esa voz… esa voz…
Claro… “Son galletas de la suerte. Dentro de ellas encontrarán un mensaje”. Es esa chica del restaurante, la que se ha estado encontrando varias veces, a la que defendió. No… imposible ¿Cómo va a ser ella? No se conocen, por lo tanto es ilógico que tenga su número de celular.

Al no estar seguro, prefiere sellar sus labios. Esto es como para volverse loco.
Sin atreverse a colgarle, algo dentro de él, le exige que siga escuchando.


—Solamente te hablaba para…
—No sé quién seas, y no me interesa. Tampoco sé cómo conseguiste mi teléfono. Ahora mismo estoy muy ocupado, como para perder mi tiempo contigo, ya no quiero que se te ocurra volver a hablarme ¿De acuerdo?.
—Pero…
—¿Acaso es una “bromita”? No quiero que me molestes. Te lo advierto, no sabes con quien te estás metiendo.

Cuelga.

Arroja su celular sobre su escritorio y con el entrecejo arrugado, empieza a rascar con suavidad las cuerdas de su guitarra. Sabe que así se relajará.




¿Lo mejor es dejarlo en paz? Tan solo desea agradecerle. Quizá deba  verla en persona. El tono en el que José se dirigió a ella no se compara al tono y trato que recibe de su esposo. Por eso, seguirá insistiendo, algo le dice que siga insistiendo que no se dé por vencida.

Su día libre lo toma para ir a buscar a José hasta su casa, a pesar de no estar segura si esté en casa o no. Es un riesgo que tiene que tomar.
Llega en taxi. Encontrándose con Gabo, lo puede ver  más delante de su camino, como si tuvieran el mismo destino. Quiere gritarle, correr para alcanzarlo, pero son acciones, que no puede hacer, por su padecimiento.
Lo alcanza cuando Gabo está ante la puerta de barandal mecánico de seguridad. El joven, parece estar hablando a través de una bocina expuesta, a un costado del portón de rejas que se abren deslizándose automáticamente, y Vicky toca con las puntas de sus dedos su hombro.

—¡Hey! ¡¿Qué onda?!


Saluda con júbilo, el moreno. Girándose para verla de frente.

José ya espera a su amigo en la sala, preparando dos vasos de cristal y abriendo con tranquilidad, una botella  nueva de Whisky. Unos pasos aproximándose lo hacen levantar su vista. Y la expresión en su rostro cambia rotundamente. Ahí está, su gran amigo.

—Tú… y…





También es día libre para Akiva. Estando en su casa aguardando como de costumbre, la visita de Vicky. Revisa el reloj, y una preocupación se apodera de él. No es nada normal, que Victoria no haya venido a la hora de siempre. Es inevitable para él, coger su celular para llamarle a su empleada. Sin importarle, que le había dicho que solo le marcaría en una emergencia.


José no les ha quitado la mirada de encima a Gabo y Vicky.

—¿Se conocen?
—Eh… algo así. —responde su amigo, inseguro.
—¿En serio? ¿Cómo se llama? —arruga su frente.
—Eh…

Gabriel gira su cabeza hacia su nueva amiga, como buscando una escapatoria, una “ayuda” de su parte.
El móvil de Vicky sonar. Los salva.

—¿Hola? —contesta la chica de inmediato— ¿Akiva? ¡¿Pasa algo?! ¡¿Está todo bien?!

Vibra en su oído una risa suave y profunda.

—No…no pasa nada, en lo absoluto. Solo… creí que vendrías a mi casa ¿Te encuentras bien? Pensé que, quizá te había sucedido algo…
—Estoy en perfectas condiciones.

José ignora lo que habla la chica, y se sirve un trago de Whisky. Enseguida lo siente correr por su garganta, soportando sus ganas de echarla de su casa ¿Por qué se aparece aquí? Y no es la primera vez que la ve. ¿Quién es ella?.
Gabo incomodo permanece inmóvil ahí parado a un lado de la joven.

—Lo lamento de verdad. Pensaba ir más tarde a su casa…
—No hay problema, yo comprendo. Como te decía… creía que te había pasado algo, pero veo que estás bien. Eso me deja tranquilo… pero, cuídate.
—Sí.

Con su cabeza gacha, guarda su celular, y se percata que entre Gabo y José existe una tensión, una tensión que dispara la mirada de Pepe directamente a los ojos de su amigo.
Sabe que probablemente él tuvo que ver, para que esa mujer este aquí.

—Quiero que se vaya.

Siendo preciso José.

—Pero, ella…
—No me interesa. Es una descarada ¿Y la traes a mi casa? ¿Qué sucede contigo güey?
—Vamos güey, no seas así. Es una buena chica.
—No la conozco. —posa con fuerza el vaso de vidrio vacío en un mueble cercano.

El sonido de unos delicados pasos, son cada vez más cercanos para José.

—Lo lamento. No fue mi intención, molestarte, ni causar esto.

Suena la fina y profunda voz de Vicky.
José succiona un poco sus mejillas hacía adentro, con altanería, alzando su barbilla al mirarla.

—Yo solo quería decirte…gracias. —mirándolo tímida—Gracias, por defenderme. Me gustaría saber cómo podría agradecerte ¿Qué hacer para..?
—Dejándome en paz.
—En…Entiendo. —cabizbaja.

¿Por qué le parece “insuficiente”? Quiere darle más.

—Ahora vete. —pone sus manos contra los hombros de la chica, y le da vuelta, empujándola suavemente obligándola así, a caminar.

Gabriel viendo esto, se entromete sin  poder evitarlo.

—Güey no te pases. No está haciendo nada malo. ¿Qué te hace?

Yendo tras él. Sin obtener respuesta.
Llegando a la puerta, José la abre con una mano y con la otra le da un empujón a la frágil Victoria, expulsándola de su casa.

—Pepe, te estás pasando ¿Qué no lo ves? Es una mujer.
—Una que no conozco, y es molesta.

La chica avergonzada se marcha viendo abajo.

—Güey…

Se miran fijamente un momento.

—¿Qué te pasa? Andas muy raro, tú nunca…
—Largo.
—¿Qué? ¿Yo? —se apunta a sí mismo.
—¡Sí, largo!

Lo avienta afuera de un impulso con sus manos y resuena un portazo.

Acabaron con la única pizca de humor que le quedaba.



Encontrándose con la soledad y el silencio de su habitación. José, se dispone a terminarse esa botella de Whisky.
¿Qué era lo que había sentido? Su corazón, se sacudía violentamente, tan violentamente que hasta dolía. Como si una capa de hierro que lo había estado protegiendo desde su último romance, se estuviera quebrando. ¿A causa de que, y por qué?

¿Quién es esa mujer? Que como fantasma se le ha estado apareciendo en todas partes, y sigue dando vueltas en su mente.
Su fiel amigo…el alcohol, le ayudará a olvidar, y vaciar su mente, por el momento.

No quiere caer, no puede caer, no debe caer…una vez más.



Al salir del portón de seguridad. Gabriel llega a Vicky.

—¡Oye!

Su grito la hace parar y darle la cara.

—Disculpa a mi amigo, el así es. Malhumorado, mal genio… tú sabes.
—Lo entiendo. No tienes que preocuparte. —su expresión dice otra cosa.
—Ha pasado por tantos problemas. Por tantas decepciones, traiciones, que… le es muy difícil, confiar en alguien. Por eso no tiene novia —se le resbala de la lengua.

Eso atrapa el interés de Vicky. Quedando enmudecida.

—Bueno, no te quito más tiempo —suelta una risita— ¡Oh cierto! —toca sus labios— ¡Grey! Debe estar enojada, le prometí… —voltea a verla, resaltando su sonrisa— ¡Adiós, te veo luego!

Se va dando grandes zancadas, hacia dónde había dejado estacionado su coche.

«Le es difícil…confiar en alguien. Eso debe ser tan…amargo »

Existe una conexión entre los dos. Ya que Vicky logró sentir, y comprender como si hubiera vivido todas esas traiciones, decepciones, todo ese dolor. ¿Debería ayudarlo? Pero si ni siquiera lo conoce. Algo la quiere halar hacia él, algo…la quiere obligar a hacerlo. La ata, la atrae… con más fuerza, aunque no quiera, tiene que intentarlo.

Su siguiente día libre, lo aprovecha para ir a buscar a José. Al estar componiendo, tuvo suerte porque ahí se encontraba, pero ignora el llamado del portón de seguridad. Y teme que sea quien está pensando y lo atormenta.


—…Por favor, soy yo. La chica del otro día, la que vino con tu amigo. Solo quiero…darte algo.

Continúa hablando por la bocina del portón de seguridad sin respuesta alguna.

—Por favor…

Lo esperaba…que no la dejara entrar. Por lo que, opta en infiltrarse de todos modos. Hay una fuerza que la sigue atrayendo, y es irresistible, incontenible, imparable.
Hace el intento por trepar la barda que protege el frente de la casa, al usar esa falda a sus rodillas y zapatillas, le es difícil el ser flexible. Resbalándose y cayendo al suelo, sin éxito alguno. Vuelve a intentarlo, y consigue pasar del muro, pero se da un doloroso golpe adentro del territorio de la casa. Sin importarle que se ensucie su elegante ropa, se pone en pie con esfuerzo.

« ¡Lo logré! » Festeja dentro de ella, esbozando inconscientemente una sonrisa.

Ahora trata de abrir una ventana pero es inútil, no cuenta con la suficiente fuerza o habilidad. Además será imposible usando solo sus manos.

El entrar sin permiso, ha hecho que la alarma de seguridad suene dentro de la gran casa de José, en cada rincón. Volviendo a desconcentrarlo.
Se supone que debería llamar a la policía, pero sabe de quién se trata, ha escuchado su voz, a través de la bocina.
Incorporándose con un gesto que refleja su rabia, camina a pasos pesados, hacia la escalera.
Bajando los escalones de prisa, a sus oídos llega el sonido de unos golpeteos insistentes de una de las ventanas amplias de la planta baja. Sin dudarlo va a afrontar a esa mujer, de la cual ya se está cansando.

Sale de su casa y la encara, clavando su mirada en sus ojos.


—¿Qué crees que estás haciendo aquí? ¿Quieres problemas? —exaltando sus ojos— Ah, cierto… eres también tú, la que me llamo al celular ¿verdad?.

Vicky le mira viéndose dispuesta, determinada, y se le nota en su mirada. No logrará intimidarla, ahora sabe el porqué es así.
Sin contestar, enlaza sus brazos a su cuerpo, uniendo su mejilla con la contraría, sonriendo de placer. Sintiéndolo tan cerca…tan cerca, que por esos segundos, José calla, y ambos experimentan una sensación plena, como si un lazo los estuviera rodeando y rodeando hasta ajustarse en ellos, aferrándolos, aprisionándolos, sin dejarlos moverse.
Hasta que eso se rompe, mas no la unión.

—Vine… a verte José.

—¿Pero qué…? ¿Estás loca? ¡Aléjate! —la separa con su mano y mira sus ojos directamente— Escucha…vete, o llamaré a la policía. 





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viernes, 21 de marzo de 2014

Sobre mi...pasión. (Escritora Despistada)

*




Es la primera vez que hago esto, en estos casi 4 años que cumplirá mi Blog. Creo que hace falta un apartado, para todo aquel, lector o interesado en mí. Sinceramente no me gusta mucho hacer esto, este Blog lo cree para mis Novelas y Fanfics, no es para mí, pero estoy inspirada o algo así.
Empezaré contando mi historia, de cómo inició todo esto, que realmente he llegado a amar, a tal grado que se ha transformado en mi pasión.

Tenía tan solo 14 años, cuando sin saber lo que hacía o porque lo hacía, y también sin preguntármelo… escribía, en cuadernos, libretas, como lo quieran llamar.
Cuentos, o eso creo que parecía. En ese entonces yo no sabía si de verdad era un cuento o no, yo solo, tenía las ganas de escribir, de contar. A pesar de mi edad era alguien muy infantil jaja, por eso no lo tome en serio. Y mis padres no son para nada lectores, asi que no me enseñaron ni me acostumbraron a leer libros. Extrañamente yo quería escribir, a pesar de no haber crecido conociendo lo que es la lectura. Iba a la escuela y en mi ignorancia creía que los únicos libros que existían eran los del colegio.
No me interesaba que alguien leyera lo que escribía, y escondía mis escritos debajo de mi cama, eran INTOCABLES, como cuando una niña oculta y cuida su diario. Era tan ingenua, que creía que era lo mismo, y que todos los adolescentes lo hacían, que era algo normal (Y escribir cuentos lo es, solo que no todos lo hacen) Escribía todo el tiempo, sin parar, cada que podía, porque sentía que me daba vida, y que era algo que debía hacer. En la escuela era muy callada, muy sería, pero tenía una mente muy activa, una imaginación incontrolable, no tenía muchas amigas, ni tampoco les daba importancia. Podían estar haciendo escándalo y mucho ruido a mí alrededor entre clases, y yo viajaba en mi mente a otro mundo, sin darme cuenta lo hacía. Por lo mismo era muy distraída, pero esa es otra historia….

Así pasaron los años, y los cuadernos se fueron acumulando, unos ya eran viejos y aun así, me rehusaba a desecharlos, no quería tirarlos a la basura (De hecho todavía los conservo, hasta hoy en día). Llegué a los 19, y comencé a preguntarme ¿Por qué sigo haciendo esto? La adolescencia ya pasó. Investigue… ¡Pero que estúpida fui! No es algo que hagan todos los adolescentes, normalmente piensan en novios y novias, en diversión, o pasan por una crisis existencial. ¿Pero yo? Yo solo quería escribir… Y lo seguía haciendo, seguía sintiendo lo mismo.

Ahí fue cuando lo tome “en serio” y con esto quiero decir que, ahora sí, me puse a escribir “decentemente” corrigiendo mis errores y fallos, informándome, escuchando, leyendo consejos, leyendo y leyendo. Ahora si sabía que existían libros (Novelas) Lo que me interesó más. Y así he ido creciendo poco a poco hasta ahora.

¿Metas? ¿Aspiraciones? ¿Qué si me gustaría publicar algún día mis Novelas en libros? La verdad no me interesa…
Los concursos, evaluaciones y todo eso carecen de relevancia para mí, nunca me han gustado, a mí me gusta hacer lo que yo quiera, y no competir. Esto no es una competencia…
Además, siento que a nadie le gustará lo que escribo, no tengo muchos lectores y claro ya saben, tampoco me importa. Yo lo hago porque es una necesidad, si no lo hago ¿Entonces a que rayos vine a la vida? ¿Qué será de mi vida? Ya no sería vida, asi de sencillo. Por eso no me interesa si mis Novelas llegan a publicarse, si a alguna editorial pone sus ojos en ellas, o me dan oportunidad. ¿Oportunidad para qué? Hay mil cosas más que hacer para ganar dinero. No necesito más que ESCRIBIR para seguir alimentando esta gran pasión. Amo esto…
Y sé, que todavía me falta BASTANTE para hacerlo bien, sé que no soy buena, de hecho creo que soy mala, si mis novelas son malas ¿Y qué? Escribo principalmente para mí.
Publicarlas en un Blog, créanme que para mí ya es demasiado jajaja. Si de adolescente no me importaba que alguien me leyera. Ahora menos. Pero claro, están al alcance de cualquiera aquí en internet.

Ahora es 2014, tengo 24 años, en este septiembre tendré 25. ¿A dónde quiero llegar? A seguir mejorando, y hacerlo bien, y ya… seguir escribiendo. Disfruto todo lo que hago para cada entrega, cada capítulo. Escribir el borrador en la libreta, pasarlo a la LapTop, para corregir, y corregir, releer y releer. Es un proceso hermoso, que me agrada y amo tanto, que por eso me cuesta, de verdad me cuesta verlo y llamarlo TRABAJO. No… para mí no es trabajo, para mi es una pasión, un amor, es vida….


Y como todo… no espero que compartas la misma opinión o visión que yo tengo sobre esto. Hay Escritores que buscan el reconocimiento, la aceptación, la fama el dinero, y está bien, cada ser es diferente, pero… lo siento, no es mi caso. GRACIAS por leer. 

viernes, 14 de marzo de 2014

Teengears [ Frenesí ]





Capitulo- 22           —Frenesí









Una oleada de gruñidos y gritos, resuena a las afueras del laboratorio Eastlund. Es toda esa masa de personas rabiosas, de ojos exaltados, que desesperados se empujan unos a otros, buscando los “intrusos”.
Solo se hacen daño entre ellos, congelándose hasta los huesos, pero no lo pueden sentir. La mente es poderosa, la mente lo es todo, y es también el juguete del Haarp. Son esas mismas personas que Break y su equipo desean salvar.
Los héroes acceden al laboratorio, abandonando sus naves, pero siendo custodiados por su grupo de Alienbots. En sus manos, llevan el control en forma de un plato mediano y fino, casi transparente. Con el que pueden controlarlos, moviendo sus pulgares.

Steve, Greg y Derek, no saben lo que piensa hacer su líder ahora. Break recuerda a Jake, sabe que debe estar por alguna parte dentro de este laboratorio, pero no hay tiempo de buscarlo, aparte, está claro que si desea recuperarlo, tiene que acabar con el Haarp primero. Ese es el objetivo principal, y el enemigo, es su propio antepasado: Gerard Eastlund.

Se dejan conducir por el radar que les indica en donde se encuentran sus compañeros, y por lo visto son acompañados por su objetivo. Gerard.



A sus pies, hay un montón de nieve, y en su contorno, pinos, pinos y más pinos… bañados de blanco. Su aliento, sale por sus labios convirtiéndose en vapor, al respirar, agotados de caminar. Cada paso es pesado y cada vez es más difícil seguir adelante.
Siguen buscando, algún refugio en dónde ocultarse, pero más haya, a la distancia, no ven más que nieve y montañas. Tan solitario…tan vacío, sin vida, sin una pizca de civilización. Piensan ir a las montañas, lo único que quieren es alejarse lo más posible del laboratorio, del peligro. María no desea ser un estorbo, y Edric se siente con la responsabilidad de cuidar de la mujer latina, y no abandonarla, es también una compañera, además esta herida.

—Solo… —se desliza de los labios entumidos, de una pálida María— necesito, un momento.

Sus ojos se cierran y deja caer su peso. Con todas sus fuerzas el joven que la acompaña le da soporte con sus brazos. Se ha desmayado, o eso parece.

—¡María! —la sacude un poco.

Vuelve en sí, y lo impulsa con sus manos sosteniéndose en pie.

—¡No! ¡No voy a desfallecer! ¡No aquí, no ahora! ¡Yo puedo seguir! —mira atrás. El laboratorio— Aunque… —baja el volumen— Me gustaría ayudar. El Haarp… por culpa del maldito Haarp, perdí a Tim… —sus orbes brillan, conteniendo sus lágrimas— ¡¿Cómo sabremos si todo va bien?! ¡¿Qué haremos?!
—Tranquila… —toca su hombro con inseguridad—  Por ahora no…

—¡Qué sorpresa! —suena una tercera voz— ¿Así que no soy la única que está huyendo?

Las cabezas de María y Edric se giran hacía donde proviene la voz. La soldada Alexa, de cabello tan oscuro como el carbón y lacio, enmarcando un rostro caucásico, con facciones duras y atractivas.
En un movimiento los apunta con su arma de doble cañón, que sostiene con las dos manos.

—¡Pero, mi misión es acabar con todo aquel intruso! ¡Están muertos! —les sonríe.





—Ahora que lo sabes. Adelante…mátame. —abre sus brazos invitándolo a atacarlo.

Las palabras de Gerard se enredan en la mente de Seungri, creando miles de nudos, confundiéndolo, haciéndolo entrar en duda. ¿Es verdad, o es mentira? ¿Y si en parte tiene razón? No sabe que, o como responder.
Ahogando una risa escabrosa, Gerard lo observa. En tanto su compañera continúa en el suelo, incapaz de hacer algo, siquiera de moverse, por culpa de esos aros que presionan su cuerpo.

—¡Seungri no seas estúpido! ¡Mátalo!
—¿Y si lo que dice es cierto?
—¡¿Cómo puedes creer en tremenda tontería?! ¡Eso es falso!

El heredero ha medido su fuerza, sabe que sus guardias serán inútiles contra él. Es por eso que quiere distraerlo para que caiga en “una trampa”
Esa trampa, que con un chasquido de dedos, le indica a sus hombres que la “activen”. Pero…


Un sonido ensordecedor, puede ser escuchado. La puerta y parte de la pared, son destrozadas. Los Alienbots robóticos se han abierto paso a la fuerza, tomando por sorpresa a Gerard.

«Esos son… » Apenas se ha percatado.

Siendo muy tarde el hombre de cabello cano, echa un vistazo a la proyección tras él.
El campo de batalla se ha despejado. Ni los cadáveres de sus soldados han quedado. Los Alienbots, los desintegraron…volviéndolos polvo. Y la gente manipulada por el Haarp, se ha esparcido en su locura por encontrar a esos intrusos que les ha programado “destruir”.

Sus ojos se abren más y más. Y cuando vuelve su vista a los demás. Sus guardias ya son polvo en el piso. La chica rubia es liberada, y un Alíen le ayuda a ponerse en pie. Temblando incontrolablemente es encarado por Break. Frente a frente, viendo directo a sus ojos, el líder se cruza de brazos con disgusto.


—Gerard Eastlund. —pronuncia con énfasis.
—¿Qué diablos son ustedes? —estupefacto.

Derek cubre sus labios escondiendo su sonrisa.

—Eso pregúntatelo tú mismo anciano. Después de todo, tú eres quien ha provocado todo esto ¿O no?
—Derek, mantén la boca cerrada. Deja que Break se encargue. —espeta Steve viéndolo de perfil.


Dejando salir un suspiro. Break retrocede unos pasos.

—Vamos directo al grano, Gerard. Sabes lo que queremos… desactiva la función del Haarp o tendremos que matarte e intentarlo nosotros.


—¡Eso no es posible Break!

Interviene la voz del coreano. Atrayendo la mirada de Break.

—Si lo matas destruirás el Haarp… —continúa el joven— ¡Pero, junto con él, las mentes de las personas, ocasionando eventualmente su muerte! La máquina solo funciona con el ADN de la familia de Gerard. Solo los herederos pueden manipularlo.
—Así es… —agrega el heredero— Esta máquina, genera una enorme red llena de conexiones invisibles, que lo une todo en una sola materia. Siendo el heredero, quien lo programa y controla todo, claro… —exhibe con orgullo una sonrisa.

Desconoce que Break es su descendiente.

«Suena lógico, jamás lo hubiera pensado. Así que ese era el secreto que nunca pudimos descubrir, y por eso nuestra contra-maquina no funcionó como esperamos. Pero, aquí hay algo, algo que falta por saber. ¿Solo los herederos? Que llevan la misma línea de ADN… ya veo… »







Distinguiendo que la mujer está por dispararles. Edric se aparta llevándose de un tirón a María.


—¿En serio crees que vas a poder evitarlo?


La soldada se acerca para agarrar de sus viejas ropas a Edric. Son las mismas que no ha podido cambiar desde que los aprisionaron.
Con sus manos, débilmente el científico hace un esfuerzo por separarla de él. María se va contra la mujer, empujándola con lo que queda de sus fuerzas.

—¡Suéltalo!

En eso, el cañón lo dirige a María, en cuanto Edric estira su brazo para apartar de ella el arma, tronando el disparo a otro lado.

—¡María! ¡Vete! ¡Rápido! —alcanza a gritar.

Recibiendo un golpe con el codo en su mentón, es tan fuerte el impacto que lo hace balancearse y marearse un poco. María duda unos segundos, viendo la escena, pero le gana el temor yéndose lo más veloz que puede, por la pesada nieve, de vuelta al laboratorio, con la intención de ocultarse en algún rincón. Porque está más cerca que las montañas.
Su brazo aún lastimado no deja de tocarse con su mano. Alexa tiene la intención de dispararle, cuando el valor se inyecta en Edric, echándose sobre ella para tumbarla a la nieve, en la que se hunden por su peso. Dándole así, más tiempo a María para que huya.

Edric, forcejea para impedirle el levantarse o moverse, pero no resiste mucho y Alexa logra tocar con su doble cañón el pecho del contrario, muy cerca de su corazón.
En un disparo acaba con la vida de Edric, y así se lo quita de encima, dejándolo a un lado boca arriba. Se incorpora para ir tras María, quien ha logrado retirarse una buena distancia, pero el camino para llegar al laboratorio, todavía es largo. Alexa dispara pero la chica se esfuerza para serpentear su camino y asi evitar los tiros.




Aquel grupo de seres marinos, han regresado al océano. Y en las más oscuras profundidades se han vuelto a reunir, rodeando esa esfera luminosa “Migima”. Solo pueden vigilarlos, y estar dispuestos a recibir órdenes de sus espíritus.

—El Diju y el Lubus aún no liberan todo su poder. Todavía no es el momento.

Suena en eco, la voz pacifica de Zafrina.



Esa puerta de plata que Lea y Seungri tumbaron de golpe, y por donde habían escapado, también ha sido el medio de salida para un Jake alterado, enloquecido. Ha subido a un piso más elevado, dejando atrás la oscuridad. Puede percibir en su olfato la presencia no muy lejana de Lea y Seungri, se deja guiar, avanzando lentamente por el largo pasillo bien iluminado del laboratorio, deslizando su cuerpo por la pared. Su mirada es vacía, opaca…y su cuerpo vibra y produciendo bufidos, continúa.

La multitud de humanos con la misma situación que Jake, pero un poco más violentos, detectan a una “intrusa”. María, quien vulnerable y cansada, corre y corre entrando por la puerta principal del laboratorio que Break y sus Alienbots han dejado perforada.

Con un miedo creciente al ver aquellas personas que como abejas al panal van siendo atraídas a ella. Unos caen, otros tropiezan pero no la dejarán escapar. Han sido programados para eso.
¿A dónde puede ir María? No le queda más que atravesar la puerta. Sabe que la soldada está persiguiéndola y ahora se le ha sumado esas personas que como animales intentan alcanzarla, llenando las habitaciones, y corredores reducidos del laboratorio.

Alexa se detiene afuera viendo como terminan de entrar hombres y mujeres,  alborotados, desesperados. Toma un respiro.

«¡Já! Dudo que salga viva de eso. Mejor me largo de aquí. »
Pasa su mirada por los suelos. En donde encuentra cenizas a montones.
» No quiero terminar como Nick… hecha polvo. O Asesinada por esos locos ».

Se retira.




—Eso tendré que comprobarlo yo mismo.

Articula Break viendo a su antepasado frente a él. Ese que no sabe que es su descendiente.
Un semblante sereno permanece en Gerard. Realmente no comprende lo que quiere decir Break.

—Llévame al control del Haarp.

El suelo y las paredes tiemblan como si fuera un terremoto leve. A sus oídos llegan lejanos sonidos guturales, ahogados por las paredes. El peligro se avecina, es esa gente bajo el control mental del Haarp. Han entrado al laboratorio.
Sin dudarlo Break voltea a ver a su equipo.

—Son “ellos”. Tengan cuidado, ya vienen.
—¿Ellos? No me digas que son…—Seungri se espanta al instante.
—¡Podremos acabar con ellos! —asegura Lea con firmeza.
—¡No, no lo hagan! ¡Ni se les ocurra lastimar a esas personas! ¡¿Entendido?! —los señala con su dedo.
—¿Entonces qué haremos? —cuestiona Steve con suma seriedad.  
Sin dudarlo Break voltea a ver a su equipo.
—Solo reténganlos, lo más que puedan. Ellos quieren atacarlos, pero si trabajan en equipo, pueden detenerlos, mientras...


Una mujer aparece. Es la misma que ya han visto antes, con su brazo inmóvil se adentra a esa habitación, al ser la única abierta que le quedó  más cercana. Quiere esconderse, escapar por su vida. Alarmada pasa por en medio, atravesando el cuarto y por impulso, se abraza al cuerpo de Break. El hombre se mantiene estático sin responder de ninguna forma, simplemente la observa.
A Seungri le asombra que no venga acompañada de Edric ¿Dónde está Edric?

—¡Son muchos! ¡Y vienen hacia acá!

En sus ojos se refleja el temor, la adrenalina. Y se aferra a Break con todas sus ganas, y un manojo de nervios. Como si haciendo eso, se protegiera.

—¡Ya saben que hacer! —les grita su líder.

Se separa de la mujer cuidadosamente, apoyando sus cálidas manos sobre los hombros de la chica.

—Ven conmigo. —mirando sus ojos.

Después pasa su vista a Gerard.

—¡Tú también! —arruga el ceño.


El equipo, con controles en sus manos dirigen a los seis Alienbots a lo que fue la puerta, para bloquear desde afuera, atravesándose en el corredor. El otro par de robots quedan inactivos, ya que le pertenecen a Break. En breve, llega toda esa gente, acumulándose. Los de adelante empujan y golpean con la intención de apartar a los Aliens, para alcanzarlos y destruirlos.

Lea y Seungri ven que los Alienbots a duras penas pueden controlar el paso. Por lo que se unen a los Aliens ayudándoles a detener a la muchedumbre.
Break ha detectado un elevador en esa misma habitación, y pasando de las puertas, llevando a María enganchada a su brazo. Con su mano libre le da un empujón a Gerard, obligándolo a entrar al ascensor.

Las puertas del ascensor se cierran y suben dejando abajo al equipo encargado en retener a las personas.
María no deja de temblar como si sintiera frío. Para confortarla un poco, Break la hace soltar su brazo, pasándolo a sus hombros acercándola más a su cuerpo.

—Cálmate, no te pasará nada. —voltea a ver a su enemigo de reojo con repugnancia.

Mientras los brazos de María rodean su torso intentando asi relajarse, cierra sus parpados lentamente.

¿Cómo puede compartir sangre con él? No puede tolerar que tenga un lazo sanguíneo con ese hombre tan asqueroso para sus ojos.




Del otro lado del pasillo que protegen Lea, Seungri y los Alienbots del equipo. Se acerca el salvaje Jake. Viniendo a sus espaldas, nadie se percata de él, hasta que sus dientes se clavan en el cuello de Seungri, arrancando su carne, al tiempo que salpica sangre.
Lea logra ver como su amigo se desploma al suelo. Su estruendoso grito horrorizado, retumba en las paredes.

—¡Seungri!

El mencionado ya no respira en el piso. Un charco rojo va haciéndose más grande, conforme brota desde su cuello.
Apenas el equipo de Break se da cuenta de lo ocurrido, y a Greg le resulta muy difícil asimilarlo. A pesar de lo impactante que es, no pierden su concentración en los Alienbots, que no dejan pasar a la gente.

—¿Ese es Jake? ¿Nuestro Jake? Dios mío… Seungri —el rubio está completamente perplejo.

Acto seguido, Lea se defiende de él, golpeándolo con sus puños y pies, llena de furia. Lastimándolo de verdad.
Sus ojos guardan lágrimas, su pecho se contrae, un fuego inmenso recorre su interior, quemándola, haciéndola arder.

Jake aunque quiera atacarla no puede, son tan duros los golpes del recipiente de uno de los espíritus, que lo dejan como aturdido, pero sin siquiera perder el equilibrio. Sale sangre de su boca, bajando por sus labios, aparte de la ajena que ya tenía. Le esta hinchando el rostro, si Lea sigue así…lo matará. Pero así se está desahogando… lo ha perdido, ha perdido a Seungri.


—¡No Lea! ¡Recuerda lo que dijo Break! ¡Además es Jake! —exclama Greg preocupado.
—¡Este maldito ha matado a Seungri! ¡Ahora yo lo mataré a él!
—¡Pero es contra su voluntad! ¡Tienes que entender! —insiste Greg.

Steve aparta a sus dos Alienbots de dónde estaban para tratar de controlar a Lea. Sus Bots la sujetan, pero ha dejado libre el paso a algunas personas que rápidamente los sobrepasan, yendo directo a ella y los demás.
Todo se ha salido de control. Están siendo invadidos, por esos manipulados, quienes quieren acabar con sus vidas, y Jake, está por derrumbarse, aunque ya no reciba un golpe más de la chica, ha quedado muy dañado de su cara y cuerpo.

El espíritu que habita en Lea la hace fuerte e imparable, su poder revienta en su interior, y con un impulso de energía que expulsa su cuerpo destroza en pedazos a los dos Alienbots de Steve que la sujetaban.




No quiere morir, no sabe que pueda hace este hombre que viene del futuro. Por eso adopta una actitud sumisa ante Break, ya no tiene defensores a su favor, por lo tanto, lo lleva a donde desea.
Salen del ascensor y caminan hasta llegar a una gran sala, la cual ocupa toda el área de la “torre” más alta del laboratorio, pero con un techo cristalino, por donde se puede apreciar la lluvia de nieve.

Están en lo más elevado y ahí pueden ver una imponente máquina, al centro. No tiene pantallas, ni tableros, ni ningún tipo de mando o control. Solo tiene una pequeña puerta y arriba se extiende una antena delgada y parpadeante que sobresale del cristal que hay por techo.

Están en el verdadero “corazón” del Haarp. 





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