jueves, 26 de octubre de 2017

Hilo Rojo (Capitulo 15)













                                 Capitulo-15










Aquella delicada voz que solo los oídos de José percibieron. Esas miradas se unieron guardando muchas preguntas, pero sus labios, los de ambos no se abrirían para decirlas.
José no dijo nada, ni movió un dedo, tan solo la veía fijamente y ella también. Hasta que Grey noto que había despertado su amiga hizo a un lado a su novio parlanchín quien se calló enseguida.
La amiga de Victoria tomó su mano y la miró de cerca.

—Oye perdón —esta vez sonaba tranquila y consciente—sé que fui algo dura con lo que te dije, pero es verdad. 
—Dije… ¿Qué hace el aquí? —repitió insistente Victoria sin dejar de ver a Pepe.

Tanto Grey como Gabo voltearon a ver a Pepe sin saber que decir. Así que el joven cantante dio un paso atrás.

—Solo traje a Gabriel, ya me iba… —gira en sus talones para irse.

Sale del cuarto del Hospital con sus dedos gordos en los bolsillos de su pantalón viendo el suelo, y Victoria solo lo veía sin saber que pensar sobre él ¿Por qué la miro tanto tiempo? No recuerda que le haya plantado la mirada antes.

Cuando su cuerpo se recupera y parece estabilizarse le dejan irse, no sin antes informarle por medio del médico que la atendió sobre su estado de salud y ella junto con sus amigos Gabriel y Grey escuchan al Doctor lo que tiene que decirles.

—Como saben eso que sufrió fue una Crisis Asmática Severa, y hay que cuidarse de ella bastante ya que es casi fatal, ha habido muy pocos casos de fallecimientos a causa de dicho padecimiento pero de todas maneras nunca está de más tomar las debidas precauciones ¿Comprenden?

Los tres asienten con su cabeza.

—Supongo la señorita Victoria ya se ha dado cuenta que no se trata de la misma Asma que padecía con anterioridad, esta fue más fuerte ¿Verdad?
—Sí… —responde cabizbaja.
—Tu amiga me dijo que el desencadenante fue un ataque de estrés o nervios, entraste muy rápido dentro de una impresión muy fuerte. Solo debes evitar que pase de nuevo o te volveremos a ver aquí si sales con suerte —hace una pausa para ver sus caras y se ríe— No es para asustarlos, es para que realmente sean cuidadosos uno nunca puede estar totalmente seguro de que siempre podremos ayudarla ¿Entienden lo que digo? Ya sabe señorita Victoria, manténgase lejos de cualquier alergia, polvos, ambientes contaminados, humos, todo lo que vaya a inhibir su capacidad de respiración. Y sobre todo manténgase lejos de aquello que la angustia y pone tan alterada, realmente puede hacerle mucho daño.

A victoria se le viene a la cabeza un sonriente Akiba y la seriedad de Pepe al verla en la camilla, por último su esposo con el ceño fruncido al que hace tiempo por fortuna no ha visto.
Los hombres…
Realmente son los hombres lo que le provocan ese problema, quizá tiene mucho miedo, de ser lastimada, de no ser amada.
Con su Asma decadente, de la que creía se había sanado, debe seguir adelante, seguir sonriendo y brillando. Tiene que ser fuerte.

Yendo acompañada de sus amigos Gabo y Grey, se sentó en la parte de atrás de la camioneta del Youtuber y aprovecho para llamar de inmediato a su novio Akiba para avisarle que ha salido del Hospital, ya le había llamado antes pero no le respondía sus llamadas, detalle poco usual en el, seguramente está muy ocupado con su trabajo.
Una parte de ella aunque fuera una muy, muy pequeña dudaba ahora de él ¿Estará siendo realmente sincero cuando dice que es su prima? ¿Estará siendo realmente sincero cuando dice que la ama? Era normal, que tras el ataque verbal que le dio su amiga haciendola reaccionar y abrir los ojos a la fuerza hasta colapsar, la haya hecho sospechar que le está mintiendo y esa mujer es algo más que una inocente prima. La que verdaderamente esta siendo inocente es ella. Sin embargo a pesar de que esa pequeña parte este despierta, su corazón la sigue dominando y estúpidamente desea muy adentro que no sea así, que tanto su amiga como ella estén en un completo error. Que Akiba sea realmente ese hombre tan soñado por las mujeres, un hombre atento, sincero, amoroso, tierno, adinerado, detallista etc, etc. Asi era Akiba, o… eso piensa, eso más bien es lo que desea con toda su alma. Por otra parte en cuanto al señor Jose Madero, ese hombre definitivamente no quisiera que existiera, no porque lo odie sino porque le resulta algo inquietante encontrárselo, o verlo. Hay…, no “algo” hay mucho, bastante en él, en su persona que no le agrada en lo absoluto, él y Akiba son muy diferentes, es por eso que ella se ha enamorado del japonés y no de ese cantautor al que seguramente le falta un tornillo ¿Cómo pudo haberla besado aquella vez? Y ahora ¿Cómo puede ignorarla rotundamente? ¿Por qué no le dijo nada cuando la vio en el hospital hace días? Y ¿Por qué le importa? Si sigue pensando en ese hombre, se volverá loca, por eso prefiere ignorar el que lo haya visto hace poco.
Victoria deja el tema de su “prima” para cuando lo vea en casa, y eso sería hasta el atardecer cuando él llega de su trabajo en el restaurante, y ella le tiene lista una cena de ensueño. O eso era antes, ya que desde la llegada invasiva de su querida prima, todo se vio afectado, sobre todo sus momentos íntimos como pareja, no hay momento en que la japonesa no intervenga, incluso en la noche preguntando tonterías al tocar la puerta de su habitación sin dejarlos tranquilos hasta altas horas de la madrugada, y por supuesto que Akiba es bastante compasivo, tolerante y empático con ella.

Lo recibe como todos los días, para su suerte la prima Miharu no está en casa, dejo una nota que rezaba “Salí de compras al super, besos”
Tras tronarle un beso de bienvenida y servirle el té que tanto le gusta, se sentó frente a él en un sillón largo, viendo como el se acomodaba en el sofá individual de la sala de estar.

—¿Te sientes bien Vicky?
—Sí, como nueva, pero mi estado de salud ahora es más delicado Akiba, tengo que tener más cuidado.
—Entonces tendremos más cuidado, ya sabes que todo lo que te involucra a ti también a mi, somos uno ¿Recuerdas? —lleva su taza de te a sus labios con una pizca de sonrisa.
—Sí, sabes… hay algo que me tiene un poco intranquila.
—¿Qué es?

La mira fijamente como siempre poniendo toda su atención, inclusive deja la taza de te en la mesita, es como si tan solo existiera ella en este momento, solo están sus ojos y ella.

—Es sobre Miharu, tu prima ¿Es tu prima cierto?
—No sé a qué te refieres amor, claro que es mi prima ¿Qué más puede ser? —sonríe mostrando esa línea perfecta de dientes blancos, y ni hablar de su aliento que siempre olía a menta, sencillamente seguía siendo encantador.

Sin perder más el tiempo que no sabía con cuanto contaba de ausencia de la supuesta prima, se precipito a explicarle lo que su amiga le había dicho en la zapatería. Ante sus palabras Akiba no pudo aguantar el reírse, no con burla, si no sonando muy divertido, ya que “por supuesto” se trataba de una buena broma de su parte, o era algo increíble para él.

—Amor… —se pone de pie y se postra en el piso ante ella tomando delicadamente sus manos— Sabes que respeto mucho a tu amiga tanto como a ti y a todas las mujeres, por eso no quisiera decirle algo indebido. Pero sabes que, jamás, jamás, y escúchame bien por favor —acerco sus pequeñas y palidas manos a sus labios y les dio un beso— Jamás te mentiría, porque no hay necesidad de hacerlo —con una sonrisa tajante.
—Lo sé, yo creo en ti. Grey es así, bastante desconfiada, no confía en nadie y tampoco nadie confía en ella, bueno, yo quizá un poquito.

Akiba se ríe de nuevo y Victoria se pone de pie a la vez que su novio y se dan un apretado abrazo, y suspiran.
Ambos quedan aliviados, totalmente se sienten satisfechos pero en el fondo muy en el fondo saben que se están engañando, en base a sus propios engaños encuentran algo parecido a la felicidad, y a la paz. Algo completamente burdo y desabrido, pero no se siente mal, no esta nada mal.


Otro día más de grabación para la banda Panda, apenas empezaban las grabaciones oficiales y ya empezaba a ser cansado, aunque Pepe no le ponía nunca toda su energía tampoco le interesaba que quedara a la perfección, a él siempre solo le importaba complacerse el mismo, y curiosamente le ha funcionado hasta llevarlo al éxito que es ahora, no nada más en México si no en toda América. Podía tener la confianza que su próximo Album “Bonanza” sería un éxito, aunque estuviera jugando con un estilo nuevo, para el no representaba un riesgo.
Mientras hacia frente al micrófono lo que por supuesto para el no era cantar ni hablar, muy adentro se encontraba la pequeña preocupación por la mujer que vio hasta hace poco en el hospital ¿Estara bien? ¿Seguirá con su esposo? Y recuerda ese hombre japonés que se le acerco sospechosamente aquella vez que asistió al restaurante en uno de esos ataques de loquera, que por supuesto ya no le han ocurrido.
Ha estado muy tranquilo tanto que escribió y termino todas las composiciones como siempre basándose en información que ha acumulado a lo largo de su vida y sentimientos que no solo le corresponden a el si no a muchas personas, jamás era personal, o tomaba inspiración de el mismo desde su experiencia, eso solo lo ha hecho una vez con el álbum “Para ti con desprecio” que de hecho fue un rotundo éxito.
A pesar de esas profundas preocupaciones que entierra en lo más profundo de su ser, no es como si quisiera encontrarse a esa mujer, es decir, ahora se siente más libre, puede ignorarla y no darle importancia.

Cuando termina su grabación se encuentra en la salida del estudio a su buen amigo Gabo, otra vez sabiamente han acordado verse sin que este Grey presente asi lo han estado haciendo, era lo mejor para ambos.
Pepe se lleva un cigarro a la boca y se va junto con Gabo a algún bar sin importarles que sean las cinco de la tarde, de todas formas será un Restaurante-Bar como le gusta a Pepe.

—Grey no quiere que invite a todos los youtubers y amigos que conozco a la fiesta que haré por mi cumple wey—mientras lleva el volante de su auto— dice que será problemático y quizá ni se pueda caminar en la casa, le digo que no es seguro asistan todos muchos youtubers ni de Mexico son, aunque algunos andan en la capital de vacaciones o por trabajo.
—No mames wey que mandilón, que te valga lo que quiera esa wera. Sé que es tu novia wey pero no te puede mandar, ni tu vieja es…
—Mmm… pues sí —se le escapa una risita ingenua— Tienes razón ¡Que importa Grey! igual si se enfada no creo haga algo —traga saliva y mira al frente.

José no dice más y fuma del cigarro que lleva en sus labios entrecerrando sus ojos y viendo por la ventana.



Victoria con mucha tranquilidad y cuidado se ponía unos guantes de cocina para sacar lo que había puesto en el horno, se esmeraba con la cena de hoy. Esta vez quería sorprender a Akiba con una receta japonesa que encontró en internet, sus habilidades en la cocina le servían de mucho. Miharu estaba ahí tomando un té en un sofá cercano que daba vista a la cocina y torció sus labios en una mueca de desagrado al percibir el aroma de la comida. Ella no era muy buena cocinando y tomo como un insulto y falta de respeto por parte de Victoria que justo ella estando ahí se le ocurra hacer una cena japonesa, lo tomo como un reto, una competencia, una provocación, que no soportaría. Si sigue así se verá en la necesidad de decirle la verdad sobre su querido Akiba.
“Tonta…, no tienes idea del asqueroso y cobarde hombre que es Akiba, aún asi yo lo quiero pero si tu conoces su verdadero rostro, seguro lo odiarías, no serías capaz de amar a alguien con tantos defectos con tanta oscuridad. Yo sí, y eso jamás lo podrás hacer. Adelante… haz tu cenita, es lo único que sabes hacer, no sabes amar como yo”
Aunque la tentación de molestarla o decirle algo para borrarle esa estúpida sonrisita que tenía Victoria en su cara al moverse en la cocina la carcomiera por dentro…, no lo haría, solo esperaría, quizá el momento indicado.

“Madre… espero haga algo respecto a Akiba, para que esta zorrita se deje de ilusiones”

Mas tarde llega Akiba demostrando y expresando con mucha miel su asombro por la grata sorpresa de la cena japonesa tradicional que el hace mucho no probaba. Halagando sin cansancio la comida que había hecho Victoria frente a Miharu en la mesa, por supuesto Miharu se había preparado su cena aparte, no comería de la porquería que había hecho esa mujer.

—¿Cómo estuvo tu día Vicky?—Akiba no dejaba de sonreirle al mirarla— ¿Te haz sentido bien? —Lleva el último bocado a su boca— Esta delicioso ¿Me puedes servir un poco más?

—¡Vaya! Tú nunca pides más, realmente te ha gustado —dice Victoria sonrojandose y con una sonrisita. 

Toma su plato y va a la cocina por más mientras Akiba le dirije su mirada a Miharu quien lo quiere matar con sus ojos incluso tuerce los labios con rabia.

Victoria vuelve y deja el plato de Akiba servido por segunda vez frente a él.

—Me he sentido bastante bien cariño, descuida. —sus ojos brillaban como  el roció en las hojas.
—Me da gusto saberlo...

Miharu mira a Victoria con el rabillo de su ojo, Akiba puede notar como sus ojos se han rasgado más de lo normal. Esta vez presiente algo; Miharu no tolerara por mucho tiempo, la conoce bien, en cualquier momento puede soltar la lengua y revelar todo lo que seguro se muere por decir, aún sabiendo que eso haría que el la quisiera lejos sin importarle lo que suceda. Llegará un momento en que eso a Miharu no le importe, además tiene a su madre de su lado, lo mejor que puede hacer para evitarse problemas es mantenerlas alejadas lo más posible. No puede echar a Miharu de su casa puesto que eso sería provocar la ira de su madre que ya de por si esta alterada. 


Deja a medio terminar la cena, el temor a que Victoria se entere de todo le ha quitado el apetito. Se limpia los labios con la servilleta y tras lanzarle una mirada a Miharu su prometida, se fijaba en Victoria.

—Bueno cariño, deberías descansar yo me encargo de los platos.
—No, yo lo hago... —se pone en pie y recoge sus cobrizos cabello en una coleta preparándose para la limpieza.
—Ay amor, de acuerdo. Que trabajadora eres.

Con una sonrisa Victoria se despide retirando los platos, palillos y de más de la mesa. Esperando a que estuviera lo más lejos posible asegurándose de que no pudiera escuchar se enfoca en Miharu. 


—No quiero que te acerques a ella ¿Entendido?
—Si lo hago ¿Que harás? —retándolo se cruza de brazos y levanta una ceja. 
—No querrás saberlo, así que no lo hagas, mantén tu distancia de Victoria. 
—Haré lo que yo quiera —se levanta de su asiento y abandona el comedor en un santiamén, golpeando el suelo con sus pasos al marcharse. 


Aunque Akiba no pudiera estar todo el tiempo cuidando de que no se encontraran en casa, cada que tenia oportunidad, separaba con cualquier pretexto a Victoria de Miharu sabiendo en el fondo que quizá sus esfuerzos sean inútiles pero al menos no queria que sucediera estando el presente. Se sentía impotente en su propia casa y eso no le gustaba nada. 



La madre de Akiba se había reunido desesperadamente con su ex esposo. A duras penas ha conseguido que el aceptara  verla por que ya no es su mujer, a sabiendas que su plan puede tanto fracasar como ser un éxito, puede que su ex esposo siga resentido por la separación, puesto que fue ella quien decidió el divorcio haciendole mucho daño, casi lo obligo a firmar y aceptar el divorcio. Ahora tiene que tragarse su orgullo y presentarse para pedirle algo que probablemente y con mucha razón sea rechazado, pero es un riesgo que debe tomar para poder darle una buena lección a su hijo, que tal parece su padre esta malcriando mucho.
Dentro de la privacidad de la oficina de su ex marido en uno de sus mas grandes e importantes negocios, la señora japonesa no ha tocado la taza de té que le han ofrecido hay algo muy importante en juego para ella. El padre de Akiba un señor japones con bello en la barbilla y un poco más arriba de las comisuras de sus labios del área del bigote, notándose que ha perdido cabello, y también que ha comido muy bien, se ha tomado la molestia de dejar a su ex esposa charlar con el, preguntándose que será lo que quiere ahora. Tanto tiempo sin haber hablado ni haberse visto, ella lo quiso así, y ahora ¿A que viene? No cree que sea para volver con él y mejorar las cosas, aunque finga que a el tampoco le importa por dentro es su más grande anhelo, ya que aunque su ex mujer sea como es, el la sigue amando. Sabe que ella realmente no es así, en la época en la que se conocieron cuando jóvenes era bastante buena, noble, tierna y romántica, ella lo acepto pobre, y aunque no fuera ni siquiera guapo, quiso casarse con él, con el paso del tiempo, el creció en sus negocios y económicamente entonces fue ahí cuando su mujer perdió la cabeza, se lleno del veneno de la codicia y cambio rotundamente, ya nada fue como antes. Añora aquellos días, cree firmemente que quizá puedan volver, pero no puede saber lo que tenga ella en mente y sobre todo lo que guarde en su corazón. 

—Puedes decir lo que quieras, pero sigue siendo nuestro hijo, y aunque ya es mayor sigues tratándolo como a un niño.—fruncia su ceño y casi hablaba entredientes— Lo que tiene no lo ha conseguido por sus propios meritos, es por ti. No puedes seguir malcriandolo así. 
—Cuando era más joven, el decidió vivir conmigo, no hace mucho que venimos a México a abrir más restaurantes, y a ti no te importo —habla con calma—¿Porque ahora si?
—Sabes lo que ha hecho, su compromiso con Miharu lo dejo de lado, ni siquiera lo hablo seriamente y acabo con el compromiso como un adulto, solo huyo de sus responsabilidades ¿Crees que eso este bien? 
—Si es lo que le salió del corazón sí.
—¡No digas tonterías! Iré al grano, quiero que le quites ese restaurante, que de hecho ni de él es, es tuyo. Es hora de hacerlo responsable de su vida, que deje de recargarse de su padre. 

El hombre se frota sus ojos y vuelve a verla con un suspiro. Su ex mujer no tiene remedio ¿Y cómo iba a tenerlo? Se tomo un momento para pensar lo que iba a decirle y bajo la mirada, no podía ver más su cara por ahora. Está tan concentrada en perjudicar a su hijo solo porque le importa mucho como la vean en la familia de Miharu, tan solo le importa su propia imagen, incluso más que su hijo, quien aún es joven y sigue aprendiendo el oficio de su padre. No puede quitarle todo a su único hijo y dejarlo en la calle, pero sabe que discutir esto con ella sería pelear, y hacerla enojar más ¿Pero porque le importa? Si ya no estan juntos, de hecho tiene todo el derecho de no verla, ni siquiera escucharla si quiere. Pero hay algo en su corazón que la quiere volver a aceptar y tratar como si siguiera siendo su esposa. Y tal vez ella lo sabe, por eso se aprovecha de eso. 

—No puedo hacer eso Yukari. 

Después de buen tiempo, vuelve a decir su nombre. Se sentía un poco extraño. 

—¡Yamato! 

Grito con furia. Ella sabia que era de hecho ridiculo que intente obligarlo a hacer algo que no quiera, siendo su ex esposo y su hijo ya mayor, no tiene ningun derecho y nada a su favor. 
El plan A no le ha funcionado, entonces debe pasar al B, el que porsupuesto no queria hacer pero deberá hacerlo si desea que su hijo tenga una lección y le obedezca como su madre que es. Toma aire y trata de sonreír.

—Vamos... tienes razón ¿Me he vuelto loca? —se echa a reír.

Su risa le seguia encantando, y ese rostro ha cambiado rotundamente, eso le gusta, ya no es la gruñona de hace rato, es como verla joven de nuevo, como cuando recien se casaron y ante el altar le dijo "si" seguido de un beso inolvidable. 

—Akiba ya aprenderá a seguir su propio camino sin tomar la mano de su padre es verdad, por ahora lo importante es que hablemos, ese fue el motivo de mi visita solo que ya sabes que me preocupa mucho nuestro hijo, porque aunque no estemos juntos es nuestro hijo ¿Verdad? —alza sus cejas y sonríe.


Su cabello azabache teñido y corto en ondas muy elegante, sus labios rosados y ojos que parecian almendras largas, aunque su rostro se ha marcado de algunas lineas por la edad, se sigue viendo hermosa, radiante, y siempre supo como vestir, ese traje de falda hasta las rodillas y saco en color salmón lo luce estupendo y ni hablar del collar grande chapado en oro que lleva bajo su cuello, siempre ha sabido como llamar la atención. 

—Sí ya aprenderá 
—Miharu ha venido conmigo...

Empieza a llevar la charla a un ambiente más agradable, sereno y placentero. Eso cautiva desmedidamente al señor Yamato. Quedando embelesado con la platica que hace años no tenía con Yukari.
Al final se les ha ido dos horas como si fueran cinco minutos, y no se habían dado cuenta. Yamato pudo recordar que justo asi les pasaba aquellos viejos días de juventud en los que se conocieron y empezaban a verse bajo un árbol de sakura que cada que florecía y los pequeños petalos rosas pastel caían sobre Yukari, la hacían brillar. 
Sí, Yamato sigue siendo un tonto enamorado, los años no han pasado por el. El tiempo no pudo borrar ni manchar ningun sentimiento. Sigue siendo puro y real. 
Se despiden ya que ambos tenían cosas que hacer, Yukari le da un fuerte abrazo y le sonríe ampliamente. Yamato por su parte no puede dejar de ver sus ojos y le pide que por favor puedan verse de nuevo otro día para continuar con la platica. La madre de Akiba al salir del gran restaurante se coloca sus gafas de sol y se traza una sonrisa triunfante en sus labios. 

Solo es cuestión de tiempo. 


Estaba lloviendo ligeramente. Bajo una sombrilla transparente Miharu se bajo de su auto y caminó hasta la puerta de la casa de Akiba poniendo la clave numérica para entrar. Adentro se encontró con Victoria esta vez no había rastros de Akiba cerca, la joven mujer de cabello como el cobre sacudía el polvo de un librero y un mueble mas, como se esmeraba con dar la imagen de esplendida ama de casa, ya casi no asisitia a trabajar porque Akiba le decia que no tenia necesidad. Y solo la veía limpiar, cocinar y divertirse viendo animes y leyendo mangas en casa con las visitas de la amiga loca que tenía cuya mujer tenía el gusto de no conocerla ni siquiera presentarse. Mientras ella debe salir a atender citas de trabajo, y soportar vivir bajo el mismo techo de la mujer que por decirlo así, le ha robado a su prometido, Yukari, la madre de Akiba le había dejado bien claro que no hiciera nada precipitado ni imprudente de su parte mientras preparaba la lección para Akiba. Miharu se desplazo con delicadeza hacia la cocina para agarrar una manzana roja del frutero, le dio una mordida fuerte y se quiso distraer pasando su dedo por la impecablemente limpia cocina hasta se podia ver su reflejo en todos lados. 

—¿Tienes hambre? Lo siento no he empezado a preparar la comida —se escuchó la dulce voz de Victoria.

Algo se rompió en la cabeza de Miharu y le provoco una cefalea que la hizo tocar su cabeza y dejar caer la manzana al piso. Enseguida Victoria la recogió y la puso sobre la mesa, poniendole atención a la japonesa.

—¿Estas bien? ¿Quieres un té?
—No, no estoy bien —respondió viendo sus ojos. 
—¿Quieres el té de Akiba... bueno, tu primo? 
—Él no es mi primo —le dio la espalda y se cruzo de brazos.
—Disculpa... no escuche bien ¿Que dijiste? 

Miharu se da la vuelta lentamente para darle la cara y clavarle su mirada.

—Dije... que no es mi primo.







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lunes, 3 de julio de 2017

Hilo Rojo [Capitulo-14]



Hola :) sé que tarde mucho en publicar el capitulo anterior por eso ahora me apresuré con este ademas que aproveche el tiempo libre y la inspiración. Solo les digo que no me gusta abandonar historias, así que tengan seguro que la terminaré. Soy lenta pero segura jaja SALUDOS y que lo disfruten tanto como yo <3 . 












                             Capitulo-14
















—Yo… Soy Victoria, novia de Akiba ¿Y tú quién eres?

Salió la respuesta de parte de Victoria como si analizara cada palabra. No podía dejar de ver esas maletas y por supuesto a Akiba, esperando alguna explicación.
Akiba observó un momento pensando que hacer o decir, y antes de que su prometida pudiera hablar intervino poniéndose entre ambas.

—Miharu…, es una prima que viene de Japón, se quedará conmigo un corto tiempo Victoria, espero no te importe —le regala una sonrisa ligera.

La cara de Victoria cambia al instante a una llena de satisfacción y alivio. Por un momento pensó lo peor. Se tomó un respiro y se levantó del sillón para saludarla más cordialmente aunque no le gusto la cara y el modo de presentarse de ella.

—Mucho gusto prima de Akiba, por lo que veo también hablas bien el español —sonriente le tendió su mano.

Miharu con cara de póker le lanzó una mirada a Akiba y se cruzó de brazos.

—¿Tu prima?

Victoria noto que no le estrecho la mano y la bajó sin entender porque decía aquello. Akiba por su lado antes de que la cosa se pusiera fea no dejo de sonreír y fingir que nada malo pasaba, tomo del hombro a Miharu.

—Si “prima”, así se dice en español, Miharu.

Se observaron a los ojos unos segundos, Miharu no estaba nada contenta. Pero lo dejó pasar de momento y se adentró más a la casa subiendo a las escaleras, buscaría la habitación de Akiba por supuesto. El chofer cargaba dos grandes maletas y la siguió. Victoria parecía algo emocionada al respecto.  

—Me siento parte de tu familia ahora, es una sensación extraña Akiba-san —se acercó para abrazarlo— Cierto casi lo olvido…

Mete su mano en su bolso amarillo plastificado y hurga hasta encontrar la cajita del té especial que había conseguido para él.

—¡Sorpresa! —se le escapa una risita.
—¡Oh vaya! ¡¿Cómo lo has conseguido?! —lo toma en sus manos apreciándolo con sus ojos.
—…es un secreto —dice levantando su barbilla.
—¿Internet? —levanta una ceja y sonríe.
—Está bien, sí.
—¿Qué te he dicho sobre comprar por Internet y verte con extraños? Puede ser peligroso —le frota delicadamente con sus dedos la barbilla.

Victoria se ruboriza sin decir más.
Akiba estaba a punto de decirle que fuera a cambiarse y colocarse ropa seca, pero sabe que Miharu ha ido directo a buscar su habitación y su sentido de orientación es muy agudo, así que se contuvo.

—Sabes, creo que he dejado algo en el horno ¿Podrías revisarlo por mí? Iré a ver cómo va mi prima, debe venir muy agotada del largo viaje.
—Oh de acuerdo, no te preocupes cariño
—Y disculpa por no haberte dicho que vendría a quedarse, tenía miedo de que…—suspiró—no te gustara la idea y no puedo dejar en la calle a mi prima —une sus cejas con angustia.
—Entiendo… —le truena un besito en sus labios y se retira hacia la cocina.


La lluvia no se detenía en esta solitaria noche para José Madero quien, orgulloso de haber avanzado más en su nuevo Álbum sin problemas disfrutaba de su wiski favorito. Ahí echado en un sofá reclinable frente a la ventana de la que había corrido las cortinas dejando ver afuera como escurría el agua en el cristal, el sonido lo relajaba tanto como el cigarro. Se había puesto cómodo con un pantalón deportivo y una polera blanca ajustada aunque aún faltaba para dormir, al fin tenía un momento a solas pero había algo en este momento que no le gustaba, sabía amargo y no era el wiski. Se puso de pie y camino hasta un mueble para dejar ahí el vaso de cristal medio lleno. Paso delante de un espejo y miró su reflejo, se detuvo un momento, se enderezo introduciendo sus manos en los bolsos de su pantalón deportivo, viéndose de frente, viendo su cuerpo, su rostro y…, su cabello.
Lo había empezado a perder hace un par de años, se estaba haciendo viejo, y aún no podía ver a nadie a su lado, y es que aunque todo fuera muy bien en su vida, ganando dinero, siendo famoso, teniendo tantos fans que lo adoran por lo que es y por su inigualable talento, además teniendo a su merced a cuanta mujer quisiera, tenía una vida…, casi ideal, casi perfecta, pero como todas las vidas; faltaba algo. Y el tiempo por lo visto se le estaba acabando.

Se acercó más al reflejo, se inclinó un poco y toco con sus dedos su frente, viendo bien esas entradas, se peinó con su mano hacía atrás regresando al sillón con su vaso de wiski pensando y pensando.
Llevó su mirada a un lado, allá a lo lejos algo brillaba, era el reloj chapado en oro de baja calidad que le había regalado aquella chica asmática. Tomo un trago. Por azar del destino se había vuelto frecuente encontrársela hasta en la sopa, luego irremediablemente la había estado buscando para encontrársela, pero ahora… ya todo acabó. Fin de la historia, y se había quedado con el esa sensación amarga. Es la misma que antes de casi atropellar a aquella chica había sentido, pero era lo usual, ya la conocía, lo acompaño toda su vida, pero ahora… no lo soportaba.

—Debo conseguir una novia ((Ya me cansé de mujeres pasajeras…)) —bebió el Wiski hasta que vació el vaso sintiéndose tan dispuesto, tan decidido, tan listo.

Ya se lo había propuesto, y cada que se propone algo lo consigue, no es un mediocre.

La puerta de su habitación estaba entreabierta y se escuchaban ruidos adentro. Akiba se apresuró a entrar y vio a Miharu desempacando sus cosas de las maletas, el Chofer había bajado rápido para traer las que faltaban.
Aunque ya había notado la presencia de su prometido, ella siguió en lo suyo sin importarle, sacando sus cosas y las acomodaba en donde podía invadiendo su espacio íntimo, su dormitorio. Akiba no le despegaba su mirada llena de desaprobación.
Abrió el armario y noto que había ropa femenina, seguramente perteneciente a la otra chica. La empezó a descolgar y desdoblar para retirarla.
Enseguida Akiba se aproximó y con su mano la hizo a un lado. Era más cómodo comunicarse en su lengua natal.

—¿Qué crees que estás haciendo?
—Sacando a la intrusa
—¿No te das cuenta que la intrusa eres tú? —arruga el ceño.
—Yo soy tu prometida, con quien debes casarte.
—¿Por qué tú y mi madre no se dejan de tradiciones absurdas y antiguas? Soy un adulto, esto es ridículo.
—¿Quién es ridículo? —lo encara— Tú te arrodillaste para pedirme la mano, tú dijiste que me amabas, tú me prometiste. Luego escapaste.
—Eso lo sé, pero…
—¿Pero? —hace una pausa para mirarlo fijamente— ¿Estás seguro que ya no sientes nada por mí?
—No —desvía su mirada.
—¿No qué?
—No te quiero aquí.
—Qué lástima, mejor coopera o tu amiga sabrá la verdad ¿Qué le has dicho de tu vida? ¿Al menos algo de lo que le dijiste fue cierto? ¿Le has dicho que la amas?
—Eso no te interesa, ahora vete —le señala la puerta.
—Sería una pena que echaras a tu prima a la calle, imagina que pensará Victoria de ti.

Le da un beso en la mejilla y le sonríe. A Akiba no le quedaba más opción que aceptarla y seguirles el juego a su prometida y a su madre. Ya le parecía raro que no lo haya sentenciado con más ese día que charlaron y tomaron té.


Había pasado ya una semana de la llegaba de Miharu a casa de Akiba. Una semana también de la decisión de José Madero, tal parece que tardó para asentar cabeza, y está empezando. Intenta relacionarse con las chicas de un modo diferente, se esfuerza por no parecer tan superficial, indiferente y frío. En serio se esfuerza pero nada mas no le resulta como quiere.
Su esencia siempre sale a la luz y se siente como un monstruo o algo peligroso porque apenas lo conocen y huyen. Eso es normal, Victoria también lo hizo y ya no quiso volver.
¿Realmente es tan mal hombre? ¿Por qué es así? Ese romance, que tanto tenía en su forma de ser hace muchos años atrás, parece sostenido. Sostenido por el dolor del pasado, por el miedo, por protección. Pero no se daba cuenta, el inconscientemente cree que es así. Y sí, es así, un arrogante, prepotente, pedante etcétera. Todo eso que le han dicho tantas personas.
De todas formas, era muy tarde para rendirse, debía conseguirse a alguien, ya que nunca antes le había afectado tanto la soledad. Hasta ahora puede ver que tan solo estaba y más va a estar, cada miembro del grupo, cada amigo hasta fuera del grupo estaban formando su vida, se estaban casando, estaban teniendo bebés, otros ya los veían crecer, y algunos más al menos tenían su pareja estable. De Panda, el único que se parecía un poco a él era Arturo, estaba igual de solo o eso creía hasta el día en que lo vio llegar a un Bar siendo acompañado de una mujer alta morena y de buen ver. Se la presentó, para que Arturo presente una mujer sin miedo a decir frente a  sus ojos “Ella es mi novia” es porque era en serio. Esto fue la gota que derramó el vaso para Pepe, inclusive el que veía que al igual que el quedaría soltero de por vida, ya se estaba comprometiendo. Justo el que menos esperaba.
Tenía que respirar para no perder la cabeza, y en eso la música lo ayudaba, cada que se reunían para grabar las canciones,  viendo poco a poco como estaban más cerca de terminar el siguiente álbum, eso era lo único que lo consolaba un poco.


—Pues…, conozco a Caeli, a Joss —le decía su amigo Gabo— A Victoria… —desvía su mirada casi temblando y se rasca su nuca.

Se habían citado en un restaurante de lujo que le gustaba a Pepe, ya habían terminado de comer incluso el postre, después de una larga charla entre camaradas. Pepe se había abierto a su amigo más que nunca, y es que debía sacar todo lo que guardaba o se enfermaría. No se atrevió a hablarlo con ningún otro amigo, ni siquiera los que integran Panda. Gabriel fue el elegido. El ambiente era el adecuado, tranquilo y perfecto, más aún porque esta vez Gabo fue listo y no llevó a Grey, ya no quería problemas con ella.

Lo escuchó mencionar a sus amigas, y una sonrisa se trazó en los labios de José al llevar la copa de vino a ellos.

—Olvídalo wey, al rato se me pasa, debe ser otra etapa —colocó la copa sobre la mesa y el mesero les retiro sus platos con sobras, aprovechó para ponerse cómodo sin ver a su amigo a los ojos, subiendo sus brazos a la mesa y uniendo sus manos con los dedos entrelazados, ahora sí lo miro directo— Además ni están guapas.

Por supuesto no quería verse como un desesperado, ante todo su orgullo.


—No, no, no, no —Se exalta y acelera al hablar Gabo— Estas muy bien ¿Cuál etapa? Haz llegado al tiempo correcto wey, aprovéchalo en conseguir a alguien.
—No sé —mira a la ventana hacia afuera, se veía la ciudad desde arriba a una altura considerable, el cielo se empezó a nublar.
—Conócelas, pero bien, la que quieras y…trátalas bien wey, también hay que hacer un esfuerzo.

Pepe guardó silencio un momento y en esa misma posición volteo a ver hacia las otras mesas e irremediablemente le atrapó su mirada una pareja que comían juntos y se daban de comer en la boca mutuamente mientras reían, parecían estar jugando y ser exageradamente melosos y empalagosos, cursis. Eso le provocó no asco como antes, tampoco risa burlesca, curiosamente le intranquilizo, se sentía incómodo. Gabo seguía hablando y hablando, él no lo escuchaba, seguía viendo a esa pareja, que parecían divertirse cuando el bocado con propósito a la boca del novio cayó en su camisa ensuciándolo y la chica le empezó a limpiar con la servilleta rompiendo en risas. Parecían muy felices…parecían. Y él no podía dejar de verlos.

—… Victoria

Fue lo único que alcanzó a escuchar y entender que dijo Gabo. Pepe se enderezo y movió su cuello que le trono, y le relajo.

—No te escuché ¿Qué decías?

Pasando por alto el nombre mencionado que recordaba muy bien.

—¿En dónde estás wey? Te decía que menos mal que Grey salió con su amiga Victoria, y por lo visto están muy ocupadas ni WhatsApp me envía —miró un momento su celular— Es raro en ella ¿Me pregunto que estará haciendo?
—Victoria cree que soy como su esposo, un loco, un maldito maltratador, gritón y un imbécil.

Dijo con seguridad Pepe viendo a su amigo.

—¿Verdad? —entre abre su boca moviendo su lengua adentro de su mejilla, eso indicaba que no le gustaba nada.
—¿De qué hablas wey? Pues que le hiciste.
—Nada, solo me mostré como soy, el yo que a nadie le gusta, el yo real. Entonces ¿Cómo le hizo ese tipo para convencerla hasta casarse con ella?
—¡Ah! ¡Lo sabía te gusta Vicky! —salto del asiento con una sonrisa de oreja a oreja—

La cara de Pepe cambió a una claramente irritada, basto con esa expresión para que Gabo dejara su celebración y se borrara su sonrisa, recuperando su compostura de inmediato.

Por otro lado Grey y Victoria se encontraban en una zapatería dentro del centro comercial llamado El Palacio de Hierro. Habían decidido ir de compras después de comer en un restaurante italiano que a Victoria le encantaba Italianni`s. Desde hace días hay algo que le revolotea en la cabeza a Victoria, algo que no la deja tranquila y es que  puede notar cierto comportamiento fuera de lo normal en la prima de Akiba. En cuanto vio a Grey quería contárselo pero su amiga empezó liberando su frustración con su novio, decía que lo amaba pero a veces seguía desesperándole que fuera tan bobo, sin embargo no le daba más detalles.
Una señorita vestida formalmente,  le trajo un par de zapatillas rojas de charol a Grey dándoselas en la mano y despidiéndose sonriente. Sin decir nada Grey empezó a probárselas debía sentirlas y caminarlas, verse en el espejo para saber si era su estilo, si quedaba con sus piernas y su silueta. Sin duda esas zapatillas lucían llamativas en conjunto a su vestimenta siempre oscura. Sus cabellos dorados brillaban más pero no tanto como sus ojos azules sombreados de tonos grises y negros.
Victoria la admiraba a distancia, ella ya había elegido dos pares de zapatos muy sencillos y de tonos neutros. Estaba sentada en un sillón pequeño, pellizcando la tela de su falda de encaje voluminosa que le llegaba a las rodillas y un chaleco de mezclilla, no dejaba su forma tan peculiar de vestir. Paso sus dedos a su cabello cobrizo dorado que llevaba suelto y en ondas como casi siempre. Algo la tenía inquieta y tenía que recibir una opinión de alguien, y no existía persona más sincera, franca y realista que su amiga Grey. Se levantó del sillón color arena y dio pasos inseguros para acercarse. Por dentro se preguntaba ¿Qué le diría al respecto? ¿Y si piensa lo mismo que ella? ¿Y si no es así y cree que esta confundida?

—Ey… —dijo a duras penas al estar a su lado.
—¿Qué pasa? —le miro un segundo— ¿Ya te cansaste? ¿Ya quieres irte? Dame un momento.
—No, no… es que quería contarte algo
—Adelante escúpelo

Eso hizo reír a Victoria y sin dejar de sonreír se animó.

—Verás…

Comienza a recordar aquellas escenas que durante la semana ha presenciado entre la prima de Akiba y él.
Un rose de manos al pasar cerca de él, en la cocina. Un guiño de ojo cuando comían juntos. Cuatro veces que le ha llamado “cariño” y Akiba se pone nervioso. Y ese beso en la mejilla que le planto antes de salir y ella vio de lejos. Sin olvidar que cada que puede lo abraza.
Todo esto se lo dice con lujo de detalle a su amiga. Grey se quita los zapatos y los pide para llevárselos, sin importarle quedar descalza. Se toma un momento antes de girar a verla con sus manos a la cadera alzando una ceja.

—Está bien, sabía que eras ingenua e inocente, pero esto es demasiado. Victoria ¿En serio no te das cuenta? —levanto un poco la voz como si estuviera molesta.
—¿De qué? Claro, bueno he pensado mucho y al ver todo esto, creo que… —se acerca más y le susurra casi al oído cuidando que nadie estuviera cerca— Su prima es algo… incestuosa.

Algo adentro de Grey se quebró y la hizo abrir mucho sus ojos.

—¡Por Dios! —Exclamó— ¡Es su amante! ¡Su amante, no su prima! —la señala con un dedo sin importarle que ha atraído todas las miradas con sus gritos. Era lo común— Esos dos te están viendo la cara Victoria ¡No puede ser!
—¿De que estas hablando Grey? —avergonzada por llamar la atención de la tienda.
—Que ese hombre te está mintiendo. Ha metido a su amante a su casa aún a sabiendas de que tú vives ahí con él y supuestamente eres su novia ¡No lo puedo creer! Que descaro ¡Que mierda de tipo!

Victoria queda boquiabierta un momento.

—¡¿Piensas seguir ahí?! Siendo su burla. Puedes venir conmigo y Gabo tenemos espacio.

Hay silencio total. Las trabajadoras volvieron a lo suyo, todo transcurrió como debía a su alrededor, Grey esperaba su respuesta en cuanto a Victoria cerro su boca y frunció el ceño siendo una expresión que Grey en muy contadas ocasiones había visto en ella.

—No te expreses así de ¡Mi novio! Él no es así, quizá solo es un malentendido mío y ellos así se llevan. No los conozco —mira a otro lado conteniendo sus ganas de llorar— A-Además, son japoneses, probablemente sus costumbres sean otras.

Esto último hace estallar de risa a Grey siendo de nuevo el centro de atención.

—¡No sabes nada! ¡¿Cierto?! —la miro sonriendo a la vez que elevo sus cejas— Los japoneses son más recatados y fríos para demostrar sus sentimientos, solo cuando se trata de una pareja son así, ya sean mujeres o hombres, entre familiares no es posible. Si entre nosotros no es normal, menos ellos.
—¿Cómo sabes eso?
—Internet nena además es mi tema favorito ya sabes, Anime, Video Juegos todo eso me gusta ¿Lo sabias no?

Victoria queda sin palabras y sin saber que pensar se cruza de brazos mirando el suelo y sus zapatos nude.
Grey también cruza sus brazos con su cadera a un lado y su pierna doblada viéndose más relajada que ella.

—Te digo, olvídalo y ven con nosotros, es un idiota. La otra mujer una puta ¿Cómo puede estar así contigo ahí? Sabiendo que eres su novia, que desmadre de tipo en serio.
—¡Suficiente Grey! ¡Cállate! —con voz desgarradora.
—¡Es que si hace eso en tus narices no te tiene respeto y ni un poco de amor! Prima.. si claro ¡No seas ciega y tonta! Fíjate bien que…
—¡Basta! —grito con todas sus fuerzas hasta quedarse sin aire y soltar una lagrima.

Le costaba respirar, se empezó a poner pálida, tosía y tosía cada vez más, por más que abría la boca y trataba de inhalar aire no le era posible, sus vías respiratorias y pulmones se presionaban se cerraban, se estaba ahogando, poniéndose más débil le costaba sostenerse de pie. Grey noto su crisis asmática, para Victoria esta vez era más intenso el ataque, las veces anteriores era más leve, siempre fue leve pero ahora sentía que iba a morir…
Su amiga busco en su bolso el inhalador pero no lo encontró, puesto que estos episodios habían desaparecido desde que se emparejo de Akiba ya no veía necesario cargarlo. Grey no pudo hacer más que sostenerla y las señoritas de la tienda empezaron a moverse buscando ayuda, una tomo el teléfono y llamó a una ambulancia.
Victoria se había quedado sin aire, y apoyada en el cuerpo de Grey.
Colapsó.  


Bien sentadas al fondo de la camioneta negra conducida por un chofer en una de las calles principales de la ciudad de Monterrey. Miharu y la madre de Akiba permanecían calladas con su mirada al frente. Como si de estatuas se trataran. No obstante había algo que Miharu todavía no le informaba a su suegra. Algo que estaba segura que la sacaría de quicio, porque es algo que no sabe, y se sentía con la responsabilidad de decírselo.

—Madre…, Akiba te ha mentido.
—Ese muchacho es muy mentiroso ya lo sabes —se detiene un momento a verla de perfil— ¿Por qué lo dices?
—He descubierto su pequeño secreto. Él te había dicho que vivía solo, por eso, tú me mandaste a vivir con él sin previo aviso puesto que al ser su prometida tengo el derecho.
—¿Qué estas diciendo? ¿No vive solo? ¿Vive con otra mujer?
—Así es, esta semana lo he tolerado, pero no pienso soportarlo más. Yo y Akiba debemos vivir solos como una pareja normal, sin intrusas en la relación y en nuestro hogar. He mantenido todo a raya, es decir no he hecho nada fuera de lo normal, ni la he echado porque antes necesitaba hablarlo con usted, puesto que se trata de su hijo. También le ha dicho a esa mujer mexicana que soy su prima.
—¿Su prima? —abre de más sus achinados ojos— ¡¿Cómo permitiste eso?! ¡Tú eres su prometida! ¡¿No le mostraste tu anillo?!

La joven japonesa miró su dedo con su anillo y suspiró.

— No.
—Ese muchacho… —arruga el ceño— Se ha conseguido una novia, y encima vive con ella y te abandono a ti, luego te llama prima —mira la ventana— He tolerado y le he perdonado lo suficiente. Tendré que hacer lo que no quería.

Miharu tan solo la observa sin decir más.


Sobre una cama de hospital. Victoria descansaba y permanecía conectada a algunos aparatos que necesitaba para mantener su estado físico en orden. Grey la miraba con sus brazos cruzados y con una mueca de disgusto.

—Eres una boba, ni creas que le avisaré al idiota de tu novio —extrae el celular de Victoria del bolso de su pantalón y descubre que tiene mensajes de Akiba al igual que varias llamadas perdidas— Já, imbécil descarado, tú y el José, junto con su esposo los tres son igual de tarados… como Victoria tiene tanta suerte para encontrarse pura basura… —hablaba sola.

Le había llamado a su novio Gabriel Montiel, por lo ocurrido con su amiga, y el famoso Youtuber se precipitó al hospital dónde estaba internada Victoria, y  sin decirle nada a su amigo Pepe, quien justo se estaba despidiendo de él después de pasar la tarde juntos. Gabo había exagerado con su reacción ante el acontecimiento, como si se tratara de un caso de vida o muerte casi lo obligó a que lo acompañara, aprovechando que habían salido en la camioneta de Pepe, le pidió como un gran favor que lo llevará al Hospital que se trataba de una emergencia. Esto por supuesto no le agrado en lo absoluto a Pepe, pero ya lo conocía y sabe que seguramente está exagerando, solo espera que no se trate de su novia ya que esa rubia mujer no le simpatiza.

Gabriel, entró corriendo al hospital bastante inquieto, y de un tirón de su playera ajustada y negra, arrimó a su amigo para que lo siguiera. José no se preocupó ya que tenía el día libre y hace tiempo que no la pasaba con su amigo al menos no más de treinta minutos.

—¡Vamos!

Dijo apresurado Gabo tras preguntar en dónde estaba instalada Victoria, cuando preguntó Pepe había mantenido su distancia con sus brazos cruzados así que no fue capaz de escuchar, porque tampoco era algo que le importara.
Siguió dando zancadas sin importarle casi chocar con las enfermeras o pacientes que recorrían los pasillos. Pepe aunque más tranquilo intentaba seguirle el paso más atrás.

—Por aquí wey… —dio vuelta en un pasillo.

Resignado a seguirle el juego, Pepe continuó tras de él solo trotando un poco. Tampoco le preguntaba que pasaba o de que se trataba la emergencia en el Hospital, porque era algo que le resultaba de lo más irrelevante.
Entraron a la sala y lo primero que se encuentra es la incómoda presencia de la novia de Gabo que, en cuanto los escuchó se volteo a verlos con ese típico rostro como si algo no le gustara nada.
Después de que su amigo saludó a su novia de beso, se fijó en la camilla de la sala y ahí estaba una joven muy pálida con sus ojos cerrados respirando gracias a una mascarilla de oxígeno, y con varios tubos delgados conectados a sus brazos que la unían a otros aparatos. La chica tenía un cabello brillante y hermoso como el cobre a pesar de su estado de salud, compensaba todo el color que le faltaba a su piel. Se quedó quieto sin decir nada, ni escuchaba lo que hablaban Gabo y Grey, el solo se concentraba en esa imagen, y se preguntaba ¿Qué le habrá pasado? ¿Por qué está así? En esas condiciones, porque sabe quién es, la reconoce y le produce cierta sensación que apaga el frio de su interior. Es como si su sangre fluyera más rápido y la puede sentir al recorrer su cuerpo, parecía acumularse en su pecho, pero su corazón no latía fuerte ¿Cómo era eso posible?¿Que era ese sentimiento? Quizá lo ha olvidado.

Piensa que probablemente su maltratador esposo la ha dejado así, pero no hay señales de golpes o violencia en su cuerpo, se ve intacta. Muere por preguntarles, pero solo cerró la boca y volteo a verlos un segundo.
Cuando se escuchó una dulce, y débil voz que apenas audible tras las potentes voces de Gabo y Grey.

—¿Qué hace él aquí?

Solo José había escuchado, pero no hizo nada más que verla. Tal parece que los dos se recordaban muy bien.

Había abierto sus ojos, y lo miraba directamente, sosteniéndose la mirada por unos eternos segundos.