jueves, 26 de octubre de 2017

Hilo Rojo (Capitulo 15)













                                 Capitulo-15










Aquella delicada voz que solo los oídos de José percibieron. Esas miradas se unieron guardando muchas preguntas, pero sus labios, los de ambos no se abrirían para decirlas.
José no dijo nada, ni movió un dedo, tan solo la veía fijamente y ella también. Hasta que Grey noto que había despertado su amiga hizo a un lado a su novio parlanchín quien se calló enseguida.
La amiga de Victoria tomó su mano y la miró de cerca.

—Oye perdón —esta vez sonaba tranquila y consciente—sé que fui algo dura con lo que te dije, pero es verdad. 
—Dije… ¿Qué hace el aquí? —repitió insistente Victoria sin dejar de ver a Pepe.

Tanto Grey como Gabo voltearon a ver a Pepe sin saber que decir. Así que el joven cantante dio un paso atrás.

—Solo traje a Gabriel, ya me iba… —gira en sus talones para irse.

Sale del cuarto del Hospital con sus dedos gordos en los bolsillos de su pantalón viendo el suelo, y Victoria solo lo veía sin saber que pensar sobre él ¿Por qué la miro tanto tiempo? No recuerda que le haya plantado la mirada antes.

Cuando su cuerpo se recupera y parece estabilizarse le dejan irse, no sin antes informarle por medio del médico que la atendió sobre su estado de salud y ella junto con sus amigos Gabriel y Grey escuchan al Doctor lo que tiene que decirles.

—Como saben eso que sufrió fue una Crisis Asmática Severa, y hay que cuidarse de ella bastante ya que es casi fatal, ha habido muy pocos casos de fallecimientos a causa de dicho padecimiento pero de todas maneras nunca está de más tomar las debidas precauciones ¿Comprenden?

Los tres asienten con su cabeza.

—Supongo la señorita Victoria ya se ha dado cuenta que no se trata de la misma Asma que padecía con anterioridad, esta fue más fuerte ¿Verdad?
—Sí… —responde cabizbaja.
—Tu amiga me dijo que el desencadenante fue un ataque de estrés o nervios, entraste muy rápido dentro de una impresión muy fuerte. Solo debes evitar que pase de nuevo o te volveremos a ver aquí si sales con suerte —hace una pausa para ver sus caras y se ríe— No es para asustarlos, es para que realmente sean cuidadosos uno nunca puede estar totalmente seguro de que siempre podremos ayudarla ¿Entienden lo que digo? Ya sabe señorita Victoria, manténgase lejos de cualquier alergia, polvos, ambientes contaminados, humos, todo lo que vaya a inhibir su capacidad de respiración. Y sobre todo manténgase lejos de aquello que la angustia y pone tan alterada, realmente puede hacerle mucho daño.

A victoria se le viene a la cabeza un sonriente Akiba y la seriedad de Pepe al verla en la camilla, por último su esposo con el ceño fruncido al que hace tiempo por fortuna no ha visto.
Los hombres…
Realmente son los hombres lo que le provocan ese problema, quizá tiene mucho miedo, de ser lastimada, de no ser amada.
Con su Asma decadente, de la que creía se había sanado, debe seguir adelante, seguir sonriendo y brillando. Tiene que ser fuerte.

Yendo acompañada de sus amigos Gabo y Grey, se sentó en la parte de atrás de la camioneta del Youtuber y aprovecho para llamar de inmediato a su novio Akiba para avisarle que ha salido del Hospital, ya le había llamado antes pero no le respondía sus llamadas, detalle poco usual en el, seguramente está muy ocupado con su trabajo.
Una parte de ella aunque fuera una muy, muy pequeña dudaba ahora de él ¿Estará siendo realmente sincero cuando dice que es su prima? ¿Estará siendo realmente sincero cuando dice que la ama? Era normal, que tras el ataque verbal que le dio su amiga haciendola reaccionar y abrir los ojos a la fuerza hasta colapsar, la haya hecho sospechar que le está mintiendo y esa mujer es algo más que una inocente prima. La que verdaderamente esta siendo inocente es ella. Sin embargo a pesar de que esa pequeña parte este despierta, su corazón la sigue dominando y estúpidamente desea muy adentro que no sea así, que tanto su amiga como ella estén en un completo error. Que Akiba sea realmente ese hombre tan soñado por las mujeres, un hombre atento, sincero, amoroso, tierno, adinerado, detallista etc, etc. Asi era Akiba, o… eso piensa, eso más bien es lo que desea con toda su alma. Por otra parte en cuanto al señor Jose Madero, ese hombre definitivamente no quisiera que existiera, no porque lo odie sino porque le resulta algo inquietante encontrárselo, o verlo. Hay…, no “algo” hay mucho, bastante en él, en su persona que no le agrada en lo absoluto, él y Akiba son muy diferentes, es por eso que ella se ha enamorado del japonés y no de ese cantautor al que seguramente le falta un tornillo ¿Cómo pudo haberla besado aquella vez? Y ahora ¿Cómo puede ignorarla rotundamente? ¿Por qué no le dijo nada cuando la vio en el hospital hace días? Y ¿Por qué le importa? Si sigue pensando en ese hombre, se volverá loca, por eso prefiere ignorar el que lo haya visto hace poco.
Victoria deja el tema de su “prima” para cuando lo vea en casa, y eso sería hasta el atardecer cuando él llega de su trabajo en el restaurante, y ella le tiene lista una cena de ensueño. O eso era antes, ya que desde la llegada invasiva de su querida prima, todo se vio afectado, sobre todo sus momentos íntimos como pareja, no hay momento en que la japonesa no intervenga, incluso en la noche preguntando tonterías al tocar la puerta de su habitación sin dejarlos tranquilos hasta altas horas de la madrugada, y por supuesto que Akiba es bastante compasivo, tolerante y empático con ella.

Lo recibe como todos los días, para su suerte la prima Miharu no está en casa, dejo una nota que rezaba “Salí de compras al super, besos”
Tras tronarle un beso de bienvenida y servirle el té que tanto le gusta, se sentó frente a él en un sillón largo, viendo como el se acomodaba en el sofá individual de la sala de estar.

—¿Te sientes bien Vicky?
—Sí, como nueva, pero mi estado de salud ahora es más delicado Akiba, tengo que tener más cuidado.
—Entonces tendremos más cuidado, ya sabes que todo lo que te involucra a ti también a mi, somos uno ¿Recuerdas? —lleva su taza de te a sus labios con una pizca de sonrisa.
—Sí, sabes… hay algo que me tiene un poco intranquila.
—¿Qué es?

La mira fijamente como siempre poniendo toda su atención, inclusive deja la taza de te en la mesita, es como si tan solo existiera ella en este momento, solo están sus ojos y ella.

—Es sobre Miharu, tu prima ¿Es tu prima cierto?
—No sé a qué te refieres amor, claro que es mi prima ¿Qué más puede ser? —sonríe mostrando esa línea perfecta de dientes blancos, y ni hablar de su aliento que siempre olía a menta, sencillamente seguía siendo encantador.

Sin perder más el tiempo que no sabía con cuanto contaba de ausencia de la supuesta prima, se precipito a explicarle lo que su amiga le había dicho en la zapatería. Ante sus palabras Akiba no pudo aguantar el reírse, no con burla, si no sonando muy divertido, ya que “por supuesto” se trataba de una buena broma de su parte, o era algo increíble para él.

—Amor… —se pone de pie y se postra en el piso ante ella tomando delicadamente sus manos— Sabes que respeto mucho a tu amiga tanto como a ti y a todas las mujeres, por eso no quisiera decirle algo indebido. Pero sabes que, jamás, jamás, y escúchame bien por favor —acerco sus pequeñas y palidas manos a sus labios y les dio un beso— Jamás te mentiría, porque no hay necesidad de hacerlo —con una sonrisa tajante.
—Lo sé, yo creo en ti. Grey es así, bastante desconfiada, no confía en nadie y tampoco nadie confía en ella, bueno, yo quizá un poquito.

Akiba se ríe de nuevo y Victoria se pone de pie a la vez que su novio y se dan un apretado abrazo, y suspiran.
Ambos quedan aliviados, totalmente se sienten satisfechos pero en el fondo muy en el fondo saben que se están engañando, en base a sus propios engaños encuentran algo parecido a la felicidad, y a la paz. Algo completamente burdo y desabrido, pero no se siente mal, no esta nada mal.


Otro día más de grabación para la banda Panda, apenas empezaban las grabaciones oficiales y ya empezaba a ser cansado, aunque Pepe no le ponía nunca toda su energía tampoco le interesaba que quedara a la perfección, a él siempre solo le importaba complacerse el mismo, y curiosamente le ha funcionado hasta llevarlo al éxito que es ahora, no nada más en México si no en toda América. Podía tener la confianza que su próximo Album “Bonanza” sería un éxito, aunque estuviera jugando con un estilo nuevo, para el no representaba un riesgo.
Mientras hacia frente al micrófono lo que por supuesto para el no era cantar ni hablar, muy adentro se encontraba la pequeña preocupación por la mujer que vio hasta hace poco en el hospital ¿Estara bien? ¿Seguirá con su esposo? Y recuerda ese hombre japonés que se le acerco sospechosamente aquella vez que asistió al restaurante en uno de esos ataques de loquera, que por supuesto ya no le han ocurrido.
Ha estado muy tranquilo tanto que escribió y termino todas las composiciones como siempre basándose en información que ha acumulado a lo largo de su vida y sentimientos que no solo le corresponden a el si no a muchas personas, jamás era personal, o tomaba inspiración de el mismo desde su experiencia, eso solo lo ha hecho una vez con el álbum “Para ti con desprecio” que de hecho fue un rotundo éxito.
A pesar de esas profundas preocupaciones que entierra en lo más profundo de su ser, no es como si quisiera encontrarse a esa mujer, es decir, ahora se siente más libre, puede ignorarla y no darle importancia.

Cuando termina su grabación se encuentra en la salida del estudio a su buen amigo Gabo, otra vez sabiamente han acordado verse sin que este Grey presente asi lo han estado haciendo, era lo mejor para ambos.
Pepe se lleva un cigarro a la boca y se va junto con Gabo a algún bar sin importarles que sean las cinco de la tarde, de todas formas será un Restaurante-Bar como le gusta a Pepe.

—Grey no quiere que invite a todos los youtubers y amigos que conozco a la fiesta que haré por mi cumple wey—mientras lleva el volante de su auto— dice que será problemático y quizá ni se pueda caminar en la casa, le digo que no es seguro asistan todos muchos youtubers ni de Mexico son, aunque algunos andan en la capital de vacaciones o por trabajo.
—No mames wey que mandilón, que te valga lo que quiera esa wera. Sé que es tu novia wey pero no te puede mandar, ni tu vieja es…
—Mmm… pues sí —se le escapa una risita ingenua— Tienes razón ¡Que importa Grey! igual si se enfada no creo haga algo —traga saliva y mira al frente.

José no dice más y fuma del cigarro que lleva en sus labios entrecerrando sus ojos y viendo por la ventana.



Victoria con mucha tranquilidad y cuidado se ponía unos guantes de cocina para sacar lo que había puesto en el horno, se esmeraba con la cena de hoy. Esta vez quería sorprender a Akiba con una receta japonesa que encontró en internet, sus habilidades en la cocina le servían de mucho. Miharu estaba ahí tomando un té en un sofá cercano que daba vista a la cocina y torció sus labios en una mueca de desagrado al percibir el aroma de la comida. Ella no era muy buena cocinando y tomo como un insulto y falta de respeto por parte de Victoria que justo ella estando ahí se le ocurra hacer una cena japonesa, lo tomo como un reto, una competencia, una provocación, que no soportaría. Si sigue así se verá en la necesidad de decirle la verdad sobre su querido Akiba.
“Tonta…, no tienes idea del asqueroso y cobarde hombre que es Akiba, aún asi yo lo quiero pero si tu conoces su verdadero rostro, seguro lo odiarías, no serías capaz de amar a alguien con tantos defectos con tanta oscuridad. Yo sí, y eso jamás lo podrás hacer. Adelante… haz tu cenita, es lo único que sabes hacer, no sabes amar como yo”
Aunque la tentación de molestarla o decirle algo para borrarle esa estúpida sonrisita que tenía Victoria en su cara al moverse en la cocina la carcomiera por dentro…, no lo haría, solo esperaría, quizá el momento indicado.

“Madre… espero haga algo respecto a Akiba, para que esta zorrita se deje de ilusiones”

Mas tarde llega Akiba demostrando y expresando con mucha miel su asombro por la grata sorpresa de la cena japonesa tradicional que el hace mucho no probaba. Halagando sin cansancio la comida que había hecho Victoria frente a Miharu en la mesa, por supuesto Miharu se había preparado su cena aparte, no comería de la porquería que había hecho esa mujer.

—¿Cómo estuvo tu día Vicky?—Akiba no dejaba de sonreirle al mirarla— ¿Te haz sentido bien? —Lleva el último bocado a su boca— Esta delicioso ¿Me puedes servir un poco más?

—¡Vaya! Tú nunca pides más, realmente te ha gustado —dice Victoria sonrojandose y con una sonrisita. 

Toma su plato y va a la cocina por más mientras Akiba le dirije su mirada a Miharu quien lo quiere matar con sus ojos incluso tuerce los labios con rabia.

Victoria vuelve y deja el plato de Akiba servido por segunda vez frente a él.

—Me he sentido bastante bien cariño, descuida. —sus ojos brillaban como  el roció en las hojas.
—Me da gusto saberlo...

Miharu mira a Victoria con el rabillo de su ojo, Akiba puede notar como sus ojos se han rasgado más de lo normal. Esta vez presiente algo; Miharu no tolerara por mucho tiempo, la conoce bien, en cualquier momento puede soltar la lengua y revelar todo lo que seguro se muere por decir, aún sabiendo que eso haría que el la quisiera lejos sin importarle lo que suceda. Llegará un momento en que eso a Miharu no le importe, además tiene a su madre de su lado, lo mejor que puede hacer para evitarse problemas es mantenerlas alejadas lo más posible. No puede echar a Miharu de su casa puesto que eso sería provocar la ira de su madre que ya de por si esta alterada. 


Deja a medio terminar la cena, el temor a que Victoria se entere de todo le ha quitado el apetito. Se limpia los labios con la servilleta y tras lanzarle una mirada a Miharu su prometida, se fijaba en Victoria.

—Bueno cariño, deberías descansar yo me encargo de los platos.
—No, yo lo hago... —se pone en pie y recoge sus cobrizos cabello en una coleta preparándose para la limpieza.
—Ay amor, de acuerdo. Que trabajadora eres.

Con una sonrisa Victoria se despide retirando los platos, palillos y de más de la mesa. Esperando a que estuviera lo más lejos posible asegurándose de que no pudiera escuchar se enfoca en Miharu. 


—No quiero que te acerques a ella ¿Entendido?
—Si lo hago ¿Que harás? —retándolo se cruza de brazos y levanta una ceja. 
—No querrás saberlo, así que no lo hagas, mantén tu distancia de Victoria. 
—Haré lo que yo quiera —se levanta de su asiento y abandona el comedor en un santiamén, golpeando el suelo con sus pasos al marcharse. 


Aunque Akiba no pudiera estar todo el tiempo cuidando de que no se encontraran en casa, cada que tenia oportunidad, separaba con cualquier pretexto a Victoria de Miharu sabiendo en el fondo que quizá sus esfuerzos sean inútiles pero al menos no queria que sucediera estando el presente. Se sentía impotente en su propia casa y eso no le gustaba nada. 



La madre de Akiba se había reunido desesperadamente con su ex esposo. A duras penas ha conseguido que el aceptara  verla por que ya no es su mujer, a sabiendas que su plan puede tanto fracasar como ser un éxito, puede que su ex esposo siga resentido por la separación, puesto que fue ella quien decidió el divorcio haciendole mucho daño, casi lo obligo a firmar y aceptar el divorcio. Ahora tiene que tragarse su orgullo y presentarse para pedirle algo que probablemente y con mucha razón sea rechazado, pero es un riesgo que debe tomar para poder darle una buena lección a su hijo, que tal parece su padre esta malcriando mucho.
Dentro de la privacidad de la oficina de su ex marido en uno de sus mas grandes e importantes negocios, la señora japonesa no ha tocado la taza de té que le han ofrecido hay algo muy importante en juego para ella. El padre de Akiba un señor japones con bello en la barbilla y un poco más arriba de las comisuras de sus labios del área del bigote, notándose que ha perdido cabello, y también que ha comido muy bien, se ha tomado la molestia de dejar a su ex esposa charlar con el, preguntándose que será lo que quiere ahora. Tanto tiempo sin haber hablado ni haberse visto, ella lo quiso así, y ahora ¿A que viene? No cree que sea para volver con él y mejorar las cosas, aunque finga que a el tampoco le importa por dentro es su más grande anhelo, ya que aunque su ex mujer sea como es, el la sigue amando. Sabe que ella realmente no es así, en la época en la que se conocieron cuando jóvenes era bastante buena, noble, tierna y romántica, ella lo acepto pobre, y aunque no fuera ni siquiera guapo, quiso casarse con él, con el paso del tiempo, el creció en sus negocios y económicamente entonces fue ahí cuando su mujer perdió la cabeza, se lleno del veneno de la codicia y cambio rotundamente, ya nada fue como antes. Añora aquellos días, cree firmemente que quizá puedan volver, pero no puede saber lo que tenga ella en mente y sobre todo lo que guarde en su corazón. 

—Puedes decir lo que quieras, pero sigue siendo nuestro hijo, y aunque ya es mayor sigues tratándolo como a un niño.—fruncia su ceño y casi hablaba entredientes— Lo que tiene no lo ha conseguido por sus propios meritos, es por ti. No puedes seguir malcriandolo así. 
—Cuando era más joven, el decidió vivir conmigo, no hace mucho que venimos a México a abrir más restaurantes, y a ti no te importo —habla con calma—¿Porque ahora si?
—Sabes lo que ha hecho, su compromiso con Miharu lo dejo de lado, ni siquiera lo hablo seriamente y acabo con el compromiso como un adulto, solo huyo de sus responsabilidades ¿Crees que eso este bien? 
—Si es lo que le salió del corazón sí.
—¡No digas tonterías! Iré al grano, quiero que le quites ese restaurante, que de hecho ni de él es, es tuyo. Es hora de hacerlo responsable de su vida, que deje de recargarse de su padre. 

El hombre se frota sus ojos y vuelve a verla con un suspiro. Su ex mujer no tiene remedio ¿Y cómo iba a tenerlo? Se tomo un momento para pensar lo que iba a decirle y bajo la mirada, no podía ver más su cara por ahora. Está tan concentrada en perjudicar a su hijo solo porque le importa mucho como la vean en la familia de Miharu, tan solo le importa su propia imagen, incluso más que su hijo, quien aún es joven y sigue aprendiendo el oficio de su padre. No puede quitarle todo a su único hijo y dejarlo en la calle, pero sabe que discutir esto con ella sería pelear, y hacerla enojar más ¿Pero porque le importa? Si ya no estan juntos, de hecho tiene todo el derecho de no verla, ni siquiera escucharla si quiere. Pero hay algo en su corazón que la quiere volver a aceptar y tratar como si siguiera siendo su esposa. Y tal vez ella lo sabe, por eso se aprovecha de eso. 

—No puedo hacer eso Yukari. 

Después de buen tiempo, vuelve a decir su nombre. Se sentía un poco extraño. 

—¡Yamato! 

Grito con furia. Ella sabia que era de hecho ridiculo que intente obligarlo a hacer algo que no quiera, siendo su ex esposo y su hijo ya mayor, no tiene ningun derecho y nada a su favor. 
El plan A no le ha funcionado, entonces debe pasar al B, el que porsupuesto no queria hacer pero deberá hacerlo si desea que su hijo tenga una lección y le obedezca como su madre que es. Toma aire y trata de sonreír.

—Vamos... tienes razón ¿Me he vuelto loca? —se echa a reír.

Su risa le seguia encantando, y ese rostro ha cambiado rotundamente, eso le gusta, ya no es la gruñona de hace rato, es como verla joven de nuevo, como cuando recien se casaron y ante el altar le dijo "si" seguido de un beso inolvidable. 

—Akiba ya aprenderá a seguir su propio camino sin tomar la mano de su padre es verdad, por ahora lo importante es que hablemos, ese fue el motivo de mi visita solo que ya sabes que me preocupa mucho nuestro hijo, porque aunque no estemos juntos es nuestro hijo ¿Verdad? —alza sus cejas y sonríe.


Su cabello azabache teñido y corto en ondas muy elegante, sus labios rosados y ojos que parecian almendras largas, aunque su rostro se ha marcado de algunas lineas por la edad, se sigue viendo hermosa, radiante, y siempre supo como vestir, ese traje de falda hasta las rodillas y saco en color salmón lo luce estupendo y ni hablar del collar grande chapado en oro que lleva bajo su cuello, siempre ha sabido como llamar la atención. 

—Sí ya aprenderá 
—Miharu ha venido conmigo...

Empieza a llevar la charla a un ambiente más agradable, sereno y placentero. Eso cautiva desmedidamente al señor Yamato. Quedando embelesado con la platica que hace años no tenía con Yukari.
Al final se les ha ido dos horas como si fueran cinco minutos, y no se habían dado cuenta. Yamato pudo recordar que justo asi les pasaba aquellos viejos días de juventud en los que se conocieron y empezaban a verse bajo un árbol de sakura que cada que florecía y los pequeños petalos rosas pastel caían sobre Yukari, la hacían brillar. 
Sí, Yamato sigue siendo un tonto enamorado, los años no han pasado por el. El tiempo no pudo borrar ni manchar ningun sentimiento. Sigue siendo puro y real. 
Se despiden ya que ambos tenían cosas que hacer, Yukari le da un fuerte abrazo y le sonríe ampliamente. Yamato por su parte no puede dejar de ver sus ojos y le pide que por favor puedan verse de nuevo otro día para continuar con la platica. La madre de Akiba al salir del gran restaurante se coloca sus gafas de sol y se traza una sonrisa triunfante en sus labios. 

Solo es cuestión de tiempo. 


Estaba lloviendo ligeramente. Bajo una sombrilla transparente Miharu se bajo de su auto y caminó hasta la puerta de la casa de Akiba poniendo la clave numérica para entrar. Adentro se encontró con Victoria esta vez no había rastros de Akiba cerca, la joven mujer de cabello como el cobre sacudía el polvo de un librero y un mueble mas, como se esmeraba con dar la imagen de esplendida ama de casa, ya casi no asisitia a trabajar porque Akiba le decia que no tenia necesidad. Y solo la veía limpiar, cocinar y divertirse viendo animes y leyendo mangas en casa con las visitas de la amiga loca que tenía cuya mujer tenía el gusto de no conocerla ni siquiera presentarse. Mientras ella debe salir a atender citas de trabajo, y soportar vivir bajo el mismo techo de la mujer que por decirlo así, le ha robado a su prometido, Yukari, la madre de Akiba le había dejado bien claro que no hiciera nada precipitado ni imprudente de su parte mientras preparaba la lección para Akiba. Miharu se desplazo con delicadeza hacia la cocina para agarrar una manzana roja del frutero, le dio una mordida fuerte y se quiso distraer pasando su dedo por la impecablemente limpia cocina hasta se podia ver su reflejo en todos lados. 

—¿Tienes hambre? Lo siento no he empezado a preparar la comida —se escuchó la dulce voz de Victoria.

Algo se rompió en la cabeza de Miharu y le provoco una cefalea que la hizo tocar su cabeza y dejar caer la manzana al piso. Enseguida Victoria la recogió y la puso sobre la mesa, poniendole atención a la japonesa.

—¿Estas bien? ¿Quieres un té?
—No, no estoy bien —respondió viendo sus ojos. 
—¿Quieres el té de Akiba... bueno, tu primo? 
—Él no es mi primo —le dio la espalda y se cruzo de brazos.
—Disculpa... no escuche bien ¿Que dijiste? 

Miharu se da la vuelta lentamente para darle la cara y clavarle su mirada.

—Dije... que no es mi primo.







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