Hola :) sé que tarde mucho en publicar el capitulo anterior por eso ahora me apresuré con este ademas que aproveche el tiempo libre y la inspiración. Solo les digo que no me gusta abandonar historias, así que tengan seguro que la terminaré. Soy lenta pero segura jaja SALUDOS y que lo disfruten tanto como yo <3 .
Capitulo-14
—Yo… Soy Victoria, novia de
Akiba ¿Y tú quién eres?
Salió la respuesta de parte de
Victoria como si analizara cada palabra. No podía dejar de ver esas maletas y
por supuesto a Akiba, esperando alguna explicación.
Akiba observó un momento
pensando que hacer o decir, y antes de que su prometida pudiera hablar
intervino poniéndose entre ambas.
—Miharu…, es una prima que
viene de Japón, se quedará conmigo un corto tiempo Victoria, espero no te
importe —le regala una sonrisa ligera.
La cara de Victoria cambia al
instante a una llena de satisfacción y alivio. Por un momento pensó lo peor. Se
tomó un respiro y se levantó del sillón para saludarla más cordialmente aunque
no le gusto la cara y el modo de presentarse de ella.
—Mucho gusto prima de Akiba,
por lo que veo también hablas bien el español —sonriente le tendió su mano.
Miharu con cara de póker le
lanzó una mirada a Akiba y se cruzó de brazos.
—¿Tu prima?
Victoria noto que no le
estrecho la mano y la bajó sin entender porque decía aquello. Akiba por su lado
antes de que la cosa se pusiera fea no dejo de sonreír y fingir que nada malo
pasaba, tomo del hombro a Miharu.
—Si “prima”, así se dice en
español, Miharu.
Se observaron a los ojos unos
segundos, Miharu no estaba nada contenta. Pero lo dejó pasar de momento y se
adentró más a la casa subiendo a las escaleras, buscaría la habitación de Akiba
por supuesto. El chofer cargaba dos grandes maletas y la siguió. Victoria
parecía algo emocionada al respecto.
—Me siento parte de tu familia
ahora, es una sensación extraña Akiba-san —se acercó para abrazarlo— Cierto
casi lo olvido…
Mete su mano en su bolso
amarillo plastificado y hurga hasta encontrar la cajita del té especial que
había conseguido para él.
—¡Sorpresa! —se le escapa una
risita.
—¡Oh vaya! ¡¿Cómo lo has
conseguido?! —lo toma en sus manos apreciándolo con sus ojos.
—…es un secreto —dice
levantando su barbilla.
—¿Internet? —levanta una ceja
y sonríe.
—Está bien, sí.
—¿Qué te he dicho sobre
comprar por Internet y verte con extraños? Puede ser peligroso —le frota delicadamente
con sus dedos la barbilla.
Victoria se ruboriza sin decir
más.
Akiba estaba a punto de
decirle que fuera a cambiarse y colocarse ropa seca, pero sabe que Miharu ha
ido directo a buscar su habitación y su sentido de orientación es muy agudo, así
que se contuvo.
—Sabes, creo que he dejado
algo en el horno ¿Podrías revisarlo por mí? Iré a ver cómo va mi prima, debe
venir muy agotada del largo viaje.
—Oh de acuerdo, no te
preocupes cariño
—Y disculpa por no haberte
dicho que vendría a quedarse, tenía miedo de que…—suspiró—no te gustara la idea
y no puedo dejar en la calle a mi prima —une sus cejas con angustia.
—Entiendo… —le truena un
besito en sus labios y se retira hacia la cocina.
La lluvia no se detenía en
esta solitaria noche para José Madero quien, orgulloso de haber avanzado más en
su nuevo Álbum sin problemas disfrutaba de su wiski favorito. Ahí echado en un
sofá reclinable frente a la ventana de la que había corrido las cortinas
dejando ver afuera como escurría el agua en el cristal, el sonido lo relajaba
tanto como el cigarro. Se había puesto cómodo con un pantalón deportivo y una
polera blanca ajustada aunque aún faltaba para dormir, al fin tenía un momento
a solas pero había algo en este momento que no le gustaba, sabía amargo y no
era el wiski. Se puso de pie y camino hasta un mueble para dejar ahí el vaso de
cristal medio lleno. Paso delante de un espejo y miró su reflejo, se detuvo un
momento, se enderezo introduciendo sus manos en los bolsos de su pantalón
deportivo, viéndose de frente, viendo su cuerpo, su rostro y…, su cabello.
Lo había empezado a perder
hace un par de años, se estaba haciendo viejo, y aún no podía ver a nadie a su
lado, y es que aunque todo fuera muy bien en su vida, ganando dinero, siendo
famoso, teniendo tantos fans que lo adoran por lo que es y por su inigualable
talento, además teniendo a su merced a cuanta mujer quisiera, tenía una vida…,
casi ideal, casi perfecta, pero como todas las vidas; faltaba algo. Y el tiempo
por lo visto se le estaba acabando.
Se acercó más al reflejo, se
inclinó un poco y toco con sus dedos su frente, viendo bien esas entradas, se
peinó con su mano hacía atrás regresando al sillón con su vaso de wiski
pensando y pensando.
Llevó su mirada a un lado,
allá a lo lejos algo brillaba, era el reloj chapado en oro de baja calidad que
le había regalado aquella chica asmática. Tomo un trago. Por azar del destino
se había vuelto frecuente encontrársela hasta en la sopa, luego
irremediablemente la había estado buscando para encontrársela, pero ahora… ya
todo acabó. Fin de la historia, y se había quedado con el esa sensación amarga.
Es la misma que antes de casi atropellar a aquella chica había sentido, pero era
lo usual, ya la conocía, lo acompaño toda su vida, pero ahora… no lo soportaba.
—Debo conseguir una novia ((Ya
me cansé de mujeres pasajeras…)) —bebió el Wiski hasta que vació el vaso sintiéndose
tan dispuesto, tan decidido, tan listo.
Ya se lo había propuesto, y
cada que se propone algo lo consigue, no es un mediocre.
La puerta de su habitación
estaba entreabierta y se escuchaban ruidos adentro. Akiba se apresuró a entrar y
vio a Miharu desempacando sus cosas de las maletas, el Chofer había bajado
rápido para traer las que faltaban.
Aunque ya había notado la
presencia de su prometido, ella siguió en lo suyo sin importarle, sacando sus
cosas y las acomodaba en donde podía invadiendo su espacio íntimo, su
dormitorio. Akiba no le despegaba su mirada llena de desaprobación.
Abrió el armario y noto que
había ropa femenina, seguramente perteneciente a la otra chica. La empezó a
descolgar y desdoblar para retirarla.
Enseguida Akiba se aproximó y
con su mano la hizo a un lado. Era más cómodo comunicarse en su lengua natal.
—¿Qué crees que estás
haciendo?
—Sacando a la intrusa
—¿No te das cuenta que la
intrusa eres tú? —arruga el ceño.
—Yo soy tu prometida, con
quien debes casarte.
—¿Por qué tú y mi madre no se
dejan de tradiciones absurdas y antiguas? Soy un adulto, esto es ridículo.
—¿Quién es ridículo? —lo
encara— Tú te arrodillaste para pedirme la mano, tú dijiste que me amabas, tú
me prometiste. Luego escapaste.
—Eso lo sé, pero…
—¿Pero? —hace una pausa para
mirarlo fijamente— ¿Estás seguro que ya no sientes nada por mí?
—No —desvía su mirada.
—¿No qué?
—No te quiero aquí.
—Qué lástima, mejor coopera o
tu amiga sabrá la verdad ¿Qué le has dicho de tu vida? ¿Al menos algo de lo que
le dijiste fue cierto? ¿Le has dicho que la amas?
—Eso no te interesa, ahora
vete —le señala la puerta.
—Sería una pena que echaras a
tu prima a la calle, imagina que pensará Victoria de ti.
Le da un beso en la mejilla y
le sonríe. A Akiba no le quedaba más opción que aceptarla y seguirles el juego
a su prometida y a su madre. Ya le parecía raro que no lo haya sentenciado con
más ese día que charlaron y tomaron té.
Había pasado ya una semana de
la llegaba de Miharu a casa de Akiba. Una semana también de la decisión de José
Madero, tal parece que tardó para asentar cabeza, y está empezando. Intenta
relacionarse con las chicas de un modo diferente, se esfuerza por no parecer
tan superficial, indiferente y frío. En serio se esfuerza pero nada mas no le
resulta como quiere.
Su esencia siempre sale a la
luz y se siente como un monstruo o algo peligroso porque apenas lo conocen y
huyen. Eso es normal, Victoria también lo hizo y ya no quiso volver.
¿Realmente es tan mal hombre?
¿Por qué es así? Ese romance, que tanto tenía en su forma de ser hace muchos
años atrás, parece sostenido. Sostenido por el dolor del pasado, por el miedo,
por protección. Pero no se daba cuenta, el inconscientemente cree que es así. Y
sí, es así, un arrogante, prepotente, pedante etcétera. Todo eso que le han
dicho tantas personas.
De todas formas, era muy tarde
para rendirse, debía conseguirse a alguien, ya que nunca antes le había
afectado tanto la soledad. Hasta ahora puede ver que tan solo estaba y más va a
estar, cada miembro del grupo, cada amigo hasta fuera del grupo estaban
formando su vida, se estaban casando, estaban teniendo bebés, otros ya los
veían crecer, y algunos más al menos tenían su pareja estable. De Panda, el
único que se parecía un poco a él era Arturo, estaba igual de solo o eso creía
hasta el día en que lo vio llegar a un Bar siendo acompañado de una mujer alta
morena y de buen ver. Se la presentó, para que Arturo presente una mujer sin
miedo a decir frente a sus ojos “Ella es
mi novia” es porque era en serio. Esto fue la gota que derramó el vaso para
Pepe, inclusive el que veía que al igual que el quedaría soltero de por vida,
ya se estaba comprometiendo. Justo el que menos esperaba.
Tenía que respirar para no
perder la cabeza, y en eso la música lo ayudaba, cada que se reunían para
grabar las canciones, viendo poco a poco
como estaban más cerca de terminar el siguiente álbum, eso era lo único que lo
consolaba un poco.
—Pues…, conozco a Caeli, a
Joss —le decía su amigo Gabo— A Victoria… —desvía su mirada casi temblando y se
rasca su nuca.
Se habían citado en un
restaurante de lujo que le gustaba a Pepe, ya habían terminado de comer incluso
el postre, después de una larga charla entre camaradas. Pepe se había abierto a
su amigo más que nunca, y es que debía sacar todo lo que guardaba o se
enfermaría. No se atrevió a hablarlo con ningún otro amigo, ni siquiera los que
integran Panda. Gabriel fue el elegido. El ambiente era el adecuado, tranquilo
y perfecto, más aún porque esta vez Gabo fue listo y no llevó a Grey, ya no
quería problemas con ella.
Lo escuchó mencionar a sus
amigas, y una sonrisa se trazó en los labios de José al llevar la copa de vino
a ellos.
—Olvídalo wey, al rato se me
pasa, debe ser otra etapa —colocó la copa sobre la mesa y el mesero les retiro
sus platos con sobras, aprovechó para ponerse cómodo sin ver a su amigo a los
ojos, subiendo sus brazos a la mesa y uniendo sus manos con los dedos
entrelazados, ahora sí lo miro directo— Además ni están guapas.
Por supuesto no quería verse
como un desesperado, ante todo su orgullo.
—No, no, no, no —Se exalta y
acelera al hablar Gabo— Estas muy bien ¿Cuál etapa? Haz llegado al tiempo
correcto wey, aprovéchalo en conseguir a alguien.
—No sé —mira a la ventana
hacia afuera, se veía la ciudad desde arriba a una altura considerable, el
cielo se empezó a nublar.
—Conócelas, pero bien, la que
quieras y…trátalas bien wey, también hay que hacer un esfuerzo.
Pepe guardó silencio un
momento y en esa misma posición volteo a ver hacia las otras mesas e
irremediablemente le atrapó su mirada una pareja que comían juntos y se daban
de comer en la boca mutuamente mientras reían, parecían estar jugando y ser
exageradamente melosos y empalagosos, cursis. Eso le provocó no asco como
antes, tampoco risa burlesca, curiosamente le intranquilizo, se sentía
incómodo. Gabo seguía hablando y hablando, él no lo escuchaba, seguía viendo a
esa pareja, que parecían divertirse cuando el bocado con propósito a la boca
del novio cayó en su camisa ensuciándolo y la chica le empezó a limpiar con la
servilleta rompiendo en risas. Parecían muy felices…parecían. Y él no podía
dejar de verlos.
—… Victoria
Fue lo único que alcanzó a
escuchar y entender que dijo Gabo. Pepe se enderezo y movió su cuello que le
trono, y le relajo.
—No te escuché ¿Qué decías?
Pasando por alto el nombre
mencionado que recordaba muy bien.
—¿En dónde estás wey? Te decía
que menos mal que Grey salió con su amiga Victoria, y por lo visto están muy
ocupadas ni WhatsApp me envía —miró un momento su celular— Es raro en ella ¿Me
pregunto que estará haciendo?
—Victoria cree que soy como su
esposo, un loco, un maldito maltratador, gritón y un imbécil.
Dijo con seguridad Pepe viendo
a su amigo.
—¿Verdad? —entre abre su boca
moviendo su lengua adentro de su mejilla, eso indicaba que no le gustaba nada.
—¿De qué hablas wey? Pues que
le hiciste.
—Nada, solo me mostré como
soy, el yo que a nadie le gusta, el yo real. Entonces ¿Cómo le hizo ese tipo
para convencerla hasta casarse con ella?
—¡Ah! ¡Lo sabía te gusta
Vicky! —salto del asiento con una sonrisa de oreja a oreja—
La cara de Pepe cambió a una
claramente irritada, basto con esa expresión para que Gabo dejara su
celebración y se borrara su sonrisa, recuperando su compostura de inmediato.
Por otro lado Grey y Victoria
se encontraban en una zapatería dentro del centro comercial llamado El Palacio
de Hierro. Habían decidido ir de compras después de comer en un restaurante
italiano que a Victoria le encantaba Italianni`s. Desde hace días hay algo que
le revolotea en la cabeza a Victoria, algo que no la deja tranquila y es
que puede notar cierto comportamiento
fuera de lo normal en la prima de Akiba. En cuanto vio a Grey quería contárselo
pero su amiga empezó liberando su frustración con su novio, decía que lo amaba
pero a veces seguía desesperándole que fuera tan bobo, sin embargo no le daba más
detalles.
Una señorita vestida
formalmente, le trajo un par de
zapatillas rojas de charol a Grey dándoselas en la mano y despidiéndose
sonriente. Sin decir nada Grey empezó a probárselas debía sentirlas y
caminarlas, verse en el espejo para saber si era su estilo, si quedaba con sus
piernas y su silueta. Sin duda esas zapatillas lucían llamativas en conjunto a
su vestimenta siempre oscura. Sus cabellos dorados brillaban más pero no tanto
como sus ojos azules sombreados de tonos grises y negros.
Victoria la admiraba a
distancia, ella ya había elegido dos pares de zapatos muy sencillos y de tonos
neutros. Estaba sentada en un sillón pequeño, pellizcando la tela de su falda
de encaje voluminosa que le llegaba a las rodillas y un chaleco de mezclilla, no
dejaba su forma tan peculiar de vestir. Paso sus dedos a su cabello cobrizo
dorado que llevaba suelto y en ondas como casi siempre. Algo la tenía inquieta
y tenía que recibir una opinión de alguien, y no existía persona más sincera,
franca y realista que su amiga Grey. Se levantó del sillón color arena y dio
pasos inseguros para acercarse. Por dentro se preguntaba ¿Qué le diría al
respecto? ¿Y si piensa lo mismo que ella? ¿Y si no es así y cree que esta
confundida?
—Ey… —dijo a duras penas al
estar a su lado.
—¿Qué pasa? —le miro un
segundo— ¿Ya te cansaste? ¿Ya quieres irte? Dame un momento.
—No, no… es que quería
contarte algo
—Adelante escúpelo
Eso hizo reír a Victoria y sin
dejar de sonreír se animó.
—Verás…
Comienza a recordar aquellas
escenas que durante la semana ha presenciado entre la prima de Akiba y él.
Un rose de manos al pasar
cerca de él, en la cocina. Un guiño de ojo cuando comían juntos. Cuatro veces
que le ha llamado “cariño” y Akiba se pone nervioso. Y ese beso en la mejilla
que le planto antes de salir y ella vio de lejos. Sin olvidar que cada que
puede lo abraza.
Todo esto se lo dice con lujo
de detalle a su amiga. Grey se quita los zapatos y los pide para llevárselos,
sin importarle quedar descalza. Se toma un momento antes de girar a verla con
sus manos a la cadera alzando una ceja.
—Está bien, sabía que eras
ingenua e inocente, pero esto es demasiado. Victoria ¿En serio no te das
cuenta? —levanto un poco la voz como si estuviera molesta.
—¿De qué? Claro, bueno he
pensado mucho y al ver todo esto, creo que… —se acerca más y le susurra casi al
oído cuidando que nadie estuviera cerca— Su prima es algo… incestuosa.
Algo adentro de Grey se quebró
y la hizo abrir mucho sus ojos.
—¡Por Dios! —Exclamó— ¡Es su
amante! ¡Su amante, no su prima! —la señala con un dedo sin importarle que ha
atraído todas las miradas con sus gritos. Era lo común— Esos dos te están
viendo la cara Victoria ¡No puede ser!
—¿De que estas hablando Grey? —avergonzada
por llamar la atención de la tienda.
—Que ese hombre te está
mintiendo. Ha metido a su amante a su casa aún a sabiendas de que tú vives ahí
con él y supuestamente eres su novia ¡No lo puedo creer! Que descaro ¡Que
mierda de tipo!
Victoria queda boquiabierta un
momento.
—¡¿Piensas seguir ahí?! Siendo
su burla. Puedes venir conmigo y Gabo tenemos espacio.
Hay silencio total. Las
trabajadoras volvieron a lo suyo, todo transcurrió como debía a su alrededor,
Grey esperaba su respuesta en cuanto a Victoria cerro su boca y frunció el ceño
siendo una expresión que Grey en muy contadas ocasiones había visto en ella.
—No te expreses así de ¡Mi
novio! Él no es así, quizá solo es un malentendido mío y ellos así se llevan.
No los conozco —mira a otro lado conteniendo sus ganas de llorar— A-Además, son
japoneses, probablemente sus costumbres sean otras.
Esto último hace estallar de
risa a Grey siendo de nuevo el centro de atención.
—¡No sabes nada! ¡¿Cierto?!
—la miro sonriendo a la vez que elevo sus cejas— Los japoneses son más
recatados y fríos para demostrar sus sentimientos, solo cuando se trata de una
pareja son así, ya sean mujeres o hombres, entre familiares no es posible. Si
entre nosotros no es normal, menos ellos.
—¿Cómo sabes eso?
—Internet nena además es mi
tema favorito ya sabes, Anime, Video Juegos todo eso me gusta ¿Lo sabias no?
Victoria queda sin palabras y
sin saber que pensar se cruza de brazos mirando el suelo y sus zapatos nude.
Grey también cruza sus brazos con
su cadera a un lado y su pierna doblada viéndose más relajada que ella.
—Te digo, olvídalo y ven con nosotros,
es un idiota. La otra mujer una puta ¿Cómo puede estar así contigo ahí?
Sabiendo que eres su novia, que desmadre de tipo en serio.
—¡Suficiente Grey! ¡Cállate! —con
voz desgarradora.
—¡Es que si hace eso en tus
narices no te tiene respeto y ni un poco de amor! Prima.. si claro ¡No seas
ciega y tonta! Fíjate bien que…
—¡Basta! —grito con todas sus
fuerzas hasta quedarse sin aire y soltar una lagrima.
Le costaba respirar, se empezó
a poner pálida, tosía y tosía cada vez más, por más que abría la boca y trataba
de inhalar aire no le era posible, sus vías respiratorias y pulmones se
presionaban se cerraban, se estaba ahogando, poniéndose más débil le costaba
sostenerse de pie. Grey noto su crisis asmática, para Victoria esta vez era más
intenso el ataque, las veces anteriores era más leve, siempre fue leve pero
ahora sentía que iba a morir…
Su amiga busco en su bolso el
inhalador pero no lo encontró, puesto que estos episodios habían desaparecido
desde que se emparejo de Akiba ya no veía necesario cargarlo. Grey no pudo
hacer más que sostenerla y las señoritas de la tienda empezaron a moverse
buscando ayuda, una tomo el teléfono y llamó a una ambulancia.
Victoria se había quedado sin
aire, y apoyada en el cuerpo de Grey.
Colapsó.
Bien sentadas al fondo de la
camioneta negra conducida por un chofer en una de las calles principales de la
ciudad de Monterrey. Miharu y la madre de Akiba permanecían calladas con su
mirada al frente. Como si de estatuas se trataran. No obstante había algo que
Miharu todavía no le informaba a su suegra. Algo que estaba segura que la
sacaría de quicio, porque es algo que no sabe, y se sentía con la
responsabilidad de decírselo.
—Madre…, Akiba te ha mentido.
—Ese muchacho es muy mentiroso
ya lo sabes —se detiene un momento a verla de perfil— ¿Por qué lo dices?
—He descubierto su pequeño
secreto. Él te había dicho que vivía solo, por eso, tú me mandaste a vivir con
él sin previo aviso puesto que al ser su prometida tengo el derecho.
—¿Qué estas diciendo? ¿No vive
solo? ¿Vive con otra mujer?
—Así es, esta semana lo he
tolerado, pero no pienso soportarlo más. Yo y Akiba debemos vivir solos como
una pareja normal, sin intrusas en la relación y en nuestro hogar. He mantenido
todo a raya, es decir no he hecho nada fuera de lo normal, ni la he echado
porque antes necesitaba hablarlo con usted, puesto que se trata de su hijo.
También le ha dicho a esa mujer mexicana que soy su prima.
—¿Su prima? —abre de más sus
achinados ojos— ¡¿Cómo permitiste eso?! ¡Tú eres su prometida! ¡¿No le
mostraste tu anillo?!
La joven japonesa miró su dedo
con su anillo y suspiró.
— No.
—Ese muchacho… —arruga el
ceño— Se ha conseguido una novia, y encima vive con ella y te abandono a ti,
luego te llama prima —mira la ventana— He tolerado y le he perdonado lo suficiente.
Tendré que hacer lo que no quería.
Miharu tan solo la observa sin
decir más.
Sobre una cama de hospital.
Victoria descansaba y permanecía conectada a algunos aparatos que necesitaba
para mantener su estado físico en orden. Grey la miraba con sus brazos cruzados
y con una mueca de disgusto.
—Eres una boba, ni creas que
le avisaré al idiota de tu novio —extrae el celular de Victoria del bolso de su
pantalón y descubre que tiene mensajes de Akiba al igual que varias llamadas
perdidas— Já, imbécil descarado, tú y el José, junto con su esposo los tres son
igual de tarados… como Victoria tiene tanta suerte para encontrarse pura
basura… —hablaba sola.
Le había llamado a su novio
Gabriel Montiel, por lo ocurrido con su amiga, y el famoso Youtuber se precipitó
al hospital dónde estaba internada Victoria, y sin decirle nada a su amigo Pepe, quien justo
se estaba despidiendo de él después de pasar la tarde juntos. Gabo había
exagerado con su reacción ante el acontecimiento, como si se tratara de un caso
de vida o muerte casi lo obligó a que lo acompañara, aprovechando que habían
salido en la camioneta de Pepe, le pidió como un gran favor que lo llevará al Hospital
que se trataba de una emergencia. Esto por supuesto no le agrado en lo absoluto
a Pepe, pero ya lo conocía y sabe que seguramente está exagerando, solo espera
que no se trate de su novia ya que esa rubia mujer no le simpatiza.
Gabriel, entró corriendo al
hospital bastante inquieto, y de un tirón de su playera ajustada y negra,
arrimó a su amigo para que lo siguiera. José no se preocupó ya que tenía el día
libre y hace tiempo que no la pasaba con su amigo al menos no más de treinta
minutos.
—¡Vamos!
Dijo apresurado Gabo tras
preguntar en dónde estaba instalada Victoria, cuando preguntó Pepe había
mantenido su distancia con sus brazos cruzados así que no fue capaz de
escuchar, porque tampoco era algo que le importara.
Siguió dando zancadas sin
importarle casi chocar con las enfermeras o pacientes que recorrían los
pasillos. Pepe aunque más tranquilo intentaba seguirle el paso más atrás.
—Por aquí wey… —dio vuelta en
un pasillo.
Resignado a seguirle el juego,
Pepe continuó tras de él solo trotando un poco. Tampoco le preguntaba que
pasaba o de que se trataba la emergencia en el Hospital, porque era algo que le
resultaba de lo más irrelevante.
Entraron a la sala y lo
primero que se encuentra es la incómoda presencia de la novia de Gabo que, en
cuanto los escuchó se volteo a verlos con ese típico rostro como si algo no le
gustara nada.
Después de que su amigo saludó
a su novia de beso, se fijó en la camilla de la sala y ahí estaba una joven muy
pálida con sus ojos cerrados respirando gracias a una mascarilla de oxígeno, y
con varios tubos delgados conectados a sus brazos que la unían a otros aparatos.
La chica tenía un cabello brillante y hermoso como el cobre a pesar de su
estado de salud, compensaba todo el color que le faltaba a su piel. Se quedó
quieto sin decir nada, ni escuchaba lo que hablaban Gabo y Grey, el solo se
concentraba en esa imagen, y se preguntaba ¿Qué le habrá pasado? ¿Por qué está así?
En esas condiciones, porque sabe quién es, la reconoce y le produce cierta
sensación que apaga el frio de su interior. Es como si su sangre fluyera más
rápido y la puede sentir al recorrer su cuerpo, parecía acumularse en su pecho,
pero su corazón no latía fuerte ¿Cómo era eso posible?¿Que era ese sentimiento?
Quizá lo ha olvidado.
Piensa que probablemente su
maltratador esposo la ha dejado así, pero no hay señales de golpes o violencia
en su cuerpo, se ve intacta. Muere por preguntarles, pero solo cerró la boca y
volteo a verlos un segundo.
Cuando se escuchó una dulce, y
débil voz que apenas audible tras las potentes voces de Gabo y Grey.
—¿Qué hace él aquí?
Solo José había escuchado, pero
no hizo nada más que verla. Tal parece que los dos se recordaban muy bien.
Había abierto sus ojos, y lo
miraba directamente, sosteniéndose la mirada por unos eternos segundos.