Este Relato está basado en una
historia real.
Es
bíblico que Dios hable en sueños. (Job 33: 14.18)
Dios
le habla al hombre, en general a quien él quiere.
El
sueño de Dios es para traer consejo, y para acercar al hombre a Dios.
El
propósito de Dios es acercarte a él.
Los
sueños de Dios, por tanto, nos llevan a la acción, nos llevan a hacer la
voluntad de
Dios,
y abandonar nuestras ideas y comportamientos.
—¡Dios mío!
¡¿Dónde estás?! ¡Que no te veo!
Luchaba contra
su propio temor.
La señora,
con su cabello blanco, sus ojos llorosos, pero no del llorar, sino del sufrir,
por la edad tan alta que había alcanzado, y esa enfermedad que había consumido
su cuerpo, haciéndola lucir tan débil, tan frágil, tan delgada. Postrada en la
cama, de dónde no podía moverse, si no era con ayuda de su hija. Los veía ahí,
delante de su cama, por toda su habitación; eran esos seres detestables, tan
tenebrosos y horripilantes, que la asechaban… como buitres, a la espera de que
la vida la abandone. La amenazaban con sus llameantes miradas, y no podía dejar
de escuchar sus burlas, no podía dejar de verlos, figuras demoniacas invadiendo
su pequeño espacio. Se aferraba a la vida, porque sabía que esos seres estaban
esperando.
—¡Dios mío,
háblame por favor!
Su hija,
desesperada pero cargada de fe, frente a
una vela encendida, y con un rosario en sus manos, unas pequeñas lagrimas
asomándose de sus ojos, buscaba un poco de luz, un poco de esperanza. Pedía a
Dios con todo fervor, con toda su tristeza, que ayudará a su querida madre, que
alejara a esos entes que la atormentaban, que le diera paz.
Había sido
tiempo de que su madre estaba padeciendo, y ella la acompañaba en su dolor. Su
familia ya no podía tolerar lo molesto y cansado, que resultaba para ellos el
soportar los gritos de su madre todo el tiempo. Pero ella no podía abandonar a
su madre…era su madre. Su único refugio, era Dios.
Tiempo
después.
Una mujer en
sus sueños, pudo ver a su abuelo ya fallecido desde hace años, lo veía vestido con
un traje blanco, que parecía irradiar una luz preciosa, pero no lo veía viejo,
sino joven.
—Pily. —la
llamó.
¿Por qué
esta soñando a su abuelo? ¿Por qué no a su padre? Como le gustaría soñar a su
padre. Fue tan profunda su impresión, que por un momento pensó, que la muerte
había venido a recogerla, sin embargo no sentía miedo. Era extraño, con este
abuelo paterno, casi no tuvo relación, ni siquiera asistió a su funeral, pero
tampoco era algo que le preocupara.
—Sí. —dijo
su abuelo con una sonrisa.
—¿Sí?
En ese
momento despertó. Quería saber que era lo que quería, por qué venía a irrumpir
su sueño, porqué, no puede ser su imaginación, se veía tan real.
Pero no
podía creerlo en su totalidad, era un simple sueño, no puede ser. Además sus
creencias religiosas no le permitían el creer en horóscopos, sueños, entre
otras cosas. ¿Entonces qué hacer?
Recurrió a
su madre.
Apenas
amaneció, tomó el teléfono y le llamó.
—Mamá.
—¿Qué hija?
—¿Mi abuelo
José era Católico?
—No, era de
otra religión
—Ah, bueno.
Deseaba
contarle, hacerle más preguntas, realmente buscaba ayuda, pero la vergüenza era
más. Así que dejó ahí el tema.
Aparte, no
podía acelerarse, no podía creerlo tan rápido. Se basó en lo que dice en la
Biblia; Un sueño que se repite tres veces, es una premonición, o cosa de Dios.
Entonces
quizá eso solo era algo pasajero, algo creado por su mente. Lo dejó pasar.
Por más que
deseaba abandonar la idea de que, era real, algo la trataba de convencer.
La experiencia.
La experiencia.
No había
sido la primera vez que esto le pasaba, esto…era algo que había estado
arrastrando toda su vida. El tener sueños premonitorios, el haber nacido con
cierto sentido con el que no cuentan todos, pero, quería sentir, que de nuevo,
no tenía que pasar por lo mismo. Suplicaba en su interior “No, otra vez no”.
Pero sus
suplicas no fueron atendidas. Era claro que una vez más, no se haría su
voluntad.
Volvió a ver
a su abuelo en sus sueños. Justamente al siguiente día, igual que la primera
vez, con mucha luz.
—Quiero que
le digas algo a tu abuela.
—¿Mi abuela?
Pero si está muerta.
Había
pensado en su abuela Ignacia, que ya había fallecido hace mucho tiempo.
—No. Mi
viejita. Está mal, y no debe temer.
Entonces a
su mente vino otro nombre. Doña Petra. La segunda esposa de su abuelo, pero
nada sabía de ella.
—¿Pero yo
por qué? Dígale usted mismo, o…dígaselo a sus hijas. ¿Qué puedo hacer? ¿Las
busco yo?
Despertó.
Nuevamente
opto por hacerle una llamada a su madre.
—¿Usted cree
que Doña Petra vive aún?
—No hija, ya
ha de haber fallecido esa señora.
—Pero es que
mi abuelo…ya lo soñé dos veces y dijo que quiere que le diga que no tenga
miedo.
—Ay, Pilar,
no hagas caso, mejor reza y ponle una veladora a tu padre.
Sin duda su
madre no era nada de ayuda. De hecho, nadie podía ser de ayuda. Sabía lo que
seguía, lo que pasaría, que la gente hable a sus espaldas, diciendo que está
loca, que los creyentes piensen que tiene demonios, o que es una bruja. Solo
ella sabía que no era así. Y eso…le hacía enojar. El no poder controlar estas
situaciones, el no poder evitarlo, el no poder conseguir ayuda, ni comprensión
de…nadie.
Lo único que
sabía de su abuelo José, era que tenía muchos hijos y nietos. En ese caso ¿por
qué siempre venían a ella? Como si fuese un imán de espíritus, una paloma
mensajera. Pues no era nada fácil ser una paloma mensajera en este mundo. ¿Por
qué siempre la obligaban a quedar en ridículo? No podía manejarlo, no se hacía
su voluntad.
«Muy bien
abuelo… ¿Y si hago lo que me digas? Sin importar lo que la gente crea» Pensó.
Tan solo deseaba descansar.
Y se lo
pidió a Dios, en la tercera noche. Que no se repita, sí es así…
»Dios mío,
quiero dormir y despertar sin soñar nada en lo absoluto»
Otra vez. Ve
a su abuelo frente a ella, en lo que parece la nada, pero rodeado de una
luminosidad hermosa.
—Tú dijiste.
—dijo su abuelo sonriente— Aquí estoy.
—A ver,
suponiendo que busque a sus hijas y las encuentre.
Ni siquiera
tenía contacto con sus tías, ni siquiera sabía cómo llegar a ellas.
—¿Qué les
voy a decir? ¿Cuál es su mensaje?
—Dile a mi
viejita que no tenga miedo, que aquí la espero bien bañado y peinado como le
gustaba.
—Pero abuelo
¿Qué no era mejor que fueras personalmente a darle este mensaje a tus hijas?
Seguro ellas están más cerca, será más fácil para ellas. En cambio para mí será
muy difícil, puesto que ni siquiera sé cómo encontrarlas.
—No, tú eres
inteligente, y sabrás que hacer. No le hagas caso a tu mamá, ella no entiende,
nunca entendió.
¿En serio?
¿Tanto amor? La mujer no podía creerlo. Todo esto indica que su abuelo
verdaderamente amó a su esposa, tanto es su amor que aún en la eternidad la
sigue amando…la sigue esperando. Ella sabía que su abuelo en vida, había sido
mujeriego, al igual que su padre, ella tenía la creencia de que este tipo de
hombres no se enamoran, no pueden amar. Esta señora, era su segunda esposa
¿Cómo puede amarla tanto? Aún más allá de esta vida. Se unió, la sorpresa de
una demostración eterna de amor, con una desesperación, esta mezcla la alteró
tanto. Porque sabe lo que debe hacer, ya se ha cumplido el tercer sueño, lo que
quiere decir, que es cosa de Dios.
¿Debería
buscar ayuda? Imposible, nadie puede ayudarla. ¿De verdad va a ir a buscar a
sus tías y a darles este mensaje? De ser así… sabe que la verán como una loca
que, imagina e inventa cosas. La juzgaran, se burlaran, no le creerán. Pero su
interior le clama; Hazlo.
«Dios mío
ayúdame porque estoy en un dilema, pues esto es más grande, lo siento en mí. Tú
eres el que me dirá como hacer lo siguiente. »
En la cocina
de su casa, prepara un café caliente por la mañana y se sienta a ver el
noticiero buscando tranquilidad.
—Muchos han
encontrado el amor en Facebook. —decía la presentadora— Las redes sociales han
demostrado ser una buena conexión para muchas personas que…
Posó la taza
de café en la mesa, y se quedó un momento escuchando, adentrándose en su mente.
«Puede ser…
es rápido, y gratis. »
Acudió a su
hija mayor, en la que tenía un poco más de confianza. Entró en su habitación y
ahí estaba ella en su laptop precisamente adentro de esa red social, que hasta
ahora no conocía bien. Sabe que su hija si conoce eso, y probablemente pueda
ayudarle. Se sentó en el borde de su cama, y su hija parecía leer en su cara
que algo pasaba.
—Hija ¿Me
haces una cuenta de Facebook?
—¿Por qué?
Era extraño
que su madre quisiera entrar en una red social, así como así. Es por eso que,
se vio en la necesidad de contarle lo que había estado soñando de su abuelo,
con sumo detalle. Con su hija si podía hacerlo, en ella confiaba, y ella la
entendía, no era la primera ocasión que le contaba sobre sus experiencias.
Aunque siempre esperaba para contarle.
Se le vino a
la cabeza su tía Dina Cortez. Ya que era la tía que recordaba que era más
amable.
—Bueno, está
bien. —aceptó—
—Pero no
quiero que salga mi nombre real. ¿No puedes poner otro nombre que no sea el mío?
—Mamá, será
más fácil encontrar a tu familia con tu nombre real y foto. —no quitaba las
manos del teclado— Sí encuentras a tu tía, si es que tiene Facebook, y llegas a
enviarle un mensaje, quizá te ignore, o no te tenga confianza porque no sabrá quién
eres.
—Ah es
cierto…
Teniendo la
cuenta en esa red social, con instrucciones de su hija, pasó casi quince días
buscando a su tía Dina sin éxito. En internet había muchas mujeres que se
llamaban igual, fue agotador, y algo estresante. No conocía otro modo de
encontrarla, desde adolescente que no sabía de esas tías, ni de su otra abuela,
ni siquiera estaba segura de que siguiera con vida. Solo se estaba dejando
guiar por una voluntad, que sin lugar a dudas, no era la suya.
Un día la
halló, ahí estaba el nombre y la foto de…su tía. Rápidamente la reconoció,
busco más fotos de ella y se convenció, esa era su tía. Pero, tenía muy privada
su cuenta, no podía añadirla a amigos en esa red, ni tampoco podía enviarle un
mensaje. ¿Por qué lo tenía tan bloqueado? Se vio obligada a agregar a dos de
los amigos que veía, le comentaban mucho. A través de uno de ellos llegaría a
ella. Necesitaba dar ese mensaje, sabía que tenía que hacerlo. Era un joven, y una chica, algo le dijo que
mejor le hablara a la chica, que gracias al cielo, podía escribirle un mensaje.
“Hola, soy
sobrina de Dina Cortez, y quería decirle algo a mi tía algo importante, pero no
puedo porque no me permite enviarle mensaje o añadirla a amigos. ¿Podrías
hacerme el favor de decirle que soy su sobrina y me agregue a amigos?”
Al parecer
el mensaje si se lo dio. Ya que al poco rato recibió una solicitud de amistad.
De inmediato, le escribió un texto, contándole aunque con pena, y arriesgándose
a ser ignorada, o que pensara lo que pensara. Le explicó sobre su sueño
repetitivo, y también le transmitió lo que su abuelo le pidió que le dijera. Cumpliendo
con su parte.
“Mi mami
está muy enferma”
Respondió su
tía de milagro. Palabras que le impresionaron, siendo que no sabía que la
señora todavía vivía. Su tía continuó…
“Le pedí a
Dios por mi madre, pues ella está muy temerosa, tiene miedo de morir. Me dice
que puede ver demonios que la molestan, que están esperando que fallezca para llevársela
con ellos.”
En ese
momento, comprendió que era Dios quien le mandaba el mensaje a su tía, y que precisamente
era ella quien cuidaba de su abuela. Siguieron conversando por internet un buen
rato, entre más hablaba con su tía, más se impresionaba, puesto que le
confirmaba todo, hasta que era cierto eso que le dijo su abuelo, que en efecto
a su madre le gustaba peinarlo después de que él saliera del baño bien limpio y
vestido. Su tía le decía como se sentía con todo esto que estaba pasando su
madre, y eso, tocó su corazón.
También le
dijo que su familia ya no aguantaba a su madre, sus hijos y su esposo ya no la
querían en casa, pero que ella no quería ser una mala hija y dejarla en un
asilo.
“No se
preocupe tía, quizá Dios quiere que usted no se sienta mal con lo que tiene que
hacer”
Dina, sintiéndose
un poco mejor con el mensaje que le dio su sobrina, mensaje que le parece
asombroso. ¿Cómo una sobrina que no había visto desde hace mucho tiempo, puede
saber que su madre está mal? ¿Cómo es que puede saber algo tan íntimo como que
su madre le gustaba ver a su esposo bien limpio y peinado? Su sobrina era
alguien especial, una herramienta de Dios quizá. Esto le da la fortaleza para tomar
la decisión.
Va con su
querida madre, que acostada en su cama no deja de verse asustada, sus ojos ya
se ven muy cansados, y se quedan viendo fijo a una esquina de la habitación.
—¡Mira hija!
¡Está ahí! ¡¿No lo ves?! —refiriéndose al demonio que solo puede ver ella—
¡Siempre están aquí! ¡No dejan de verme, y sonreír con burla!
Apretando
sus labios reprimiendo su dolor, la mujer camina hacia su madre y toca su
brazo, tan liviano, solo es piel y hueso. Es tan difícil ver a su madre así.
—Mami,
tranquila. Mami mírame. —con su mano en la mejilla de su madre la mueve con
delicadeza para que la vea— Pily me dio un mensaje ¿Te acuerdas de Pily?
La señora no
responde solo observa a su hija.
—Bueno, ella
soñó a papá, y dice que no tengas miedo, que él te espera, bien peinado como te
gusta. Ya no tengas miedo mami. —le da una caricia muy sutil en su rostro y
toma su mano.
Llevó a su
madre a un asilo, ahora estaba segura de que era lo correcto. Y para su alivio,
descubrió que la que iba a ser compañera de cama de su madre, era una señora
que rezaba mucho el rosario, todas las noches. Ella sabía que cuando una
persona reza el rosario, los demonios son ahuyentados, no hay nada mejor que
rezar con mucha fe, y estaba segura que esa señora le podría dar paz a su
madre.
Quien al
poco tiempo, pudo descansar en paz.
A Dina le informaron que su madre había fallecido.
A Dina le informaron que su madre había fallecido.
Cuando entro
al cuarto dónde estaba su madre, la envolvió una paz enorme que hizo rebosar su
corazón, un aroma a rosas que se encontraba en la habitación invadió su nariz.
Todo esto se
lo contó a su sobrina por esa red social. Estando muy agradecida con Dios quien la escuchó, por el mensaje, y también agradecida por su sobrina.
Ahora sabía que su madre estaba con su padre.
“María las protege y cuida, no tengo duda de que Dios usa a las personas para hablar contigo en sueños, pues son más cercanas aquí en la tierra”
Para
la sobrina de Dina, saber que su abuelo amo así a esa mujer que era su segunda
esposa, la hizo pensar que quizá el hombre puede amar aún en la eternidad, y
que Dios responde siempre, solo tenemos que callar, para escucharlo en el
silencio.
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Otra historia de fe y esperanza, con mensajes positivos y alentadores. Ya estás lista para escribir un libro de autoayuda espiritual, Sarah. Te felicito por el relato.
ResponderEliminarSaludos.
Hermoso el relato y muy cierto atte sra pily
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