Capitulo- 2
Enfrente del espejo grande de su amplia habitación. Vicky
contempla su apariencia, su delgado cuerpo sin curvas, aunque sano, un sostén
pequeño, piel muy pálida, por no exponerse al sol. Y en sus brazos y piernas,
resaltan los moretones que le marcó su esposo. Sin embargo, su rostro tan bello
y con esa mirada melancólica, enmarcado en esas ondas de cabello cobrizo, luce
intacto. Claro, su marido es capaz de golpear y estrujar violentamente su
cuerpo, pero, jamás ha tocado su cara. No quiere que el mundo haya afuera
descubra lo maldito que es.
«Cualquier cosa… es mejor que estar sola». Dijo en su mente, y esboza una sonrisa viendo su reflejo. Empieza a maquillar cuidadosamente con
un algodón esas marcas para que no se vean.
Ese hombre que tiene como pareja, de cabello medio cano,
barba apenas creciendo, aún descansa en la cama matrimonial. Irá a trabajar un
poco más tarde, a su oficina. Pero Vicky, tiene que asistir a su empleo desde
muy temprano. Y pronto llegará la sirvienta.
El reloj indica las seis con quince minutos de la mañana. Y
una mañana fresca se hace presente. Así que Vicky sale de casa con una falda
larga, negra y de vuelo, en conjunto con una blusa blanca con detalles de
encaje.
Tiene que apurarse para tomar un taxi, o llegará tarde a su
empleo. Antes de ir más lejos de su enorme casa, echa un vistazo a la cochera,
ahí su esposo tenía una Foro de Honda último modelo en color azul, solo para
uso exclusivo de él.
Sonriendo, disfruta el caminar por la calle, aunque son
pasos lentos y será poco, su asma no le permite más, como por ejemplo; correr, o caminar largas distancias.
José y Ricardo, suben a una Ford Edre, de modelo reciente. Ricardo
toma el volante, la maleta la han acomodado atrás. El cigarrillo de los dedos
de José se une a sus labios muy constantemente, casi fumaba con ansiedad. El
humo va invadiendo poco a poco el interior de la camioneta en el recorrido.
—José… ya güey. No deberías fumar tanto.
Ricardo voltea a verlo al conducir y aparta su mirada
suspirando. Abre un poco la ventana para que se escape el humo del cigarro.
Se escucha la risa de José.
—¿Eres mi Doctor? ¿O qué güey?
Haciendo caso omiso, lleva a sus labios el cigarrillo y
observa por su ventana ahumada con sus ojos medio cerrados, llenando sus pulmones
de tabaco.
Finalmente llegan al aeropuerto, siendo la una con
veinticinco de la tarde. Ricardo acompaña a José voluntariamente. Esta
dispuesto a viajar a Los Ángeles, para distraerse y poder componer sus letras.
Arrastra su maleta de ruedas preparándose para tomar su vuelo. Van platicando
amenamente y la mirada de José detecta a un ser bastante familiar para sus
ojos.
Es un joven moreno, aparentemente de su misma edad,
físicamente es similar a un simio, pero muestra una carismática sonrisa en su
rostro, cuando también se percata del encuentro inesperado con José.
—¡Pepe!
Exclama el joven y viene hacia él, contento y con sus brazos
abiertos pretendiendo abrazarlo. José, sin inmutarse, exhibe una incontenible y
casi imperceptible sonrisa, al verlo venir. Claro que lo ha reconocido.
Ricardo se detiene al percibir el alto de José, algo
desubicado al no saber que sucede. José, es apretado por los brazos de ese
joven, y con solo una mano, palmea la espalda gentilmente, de quien parece ser
un amigo.
—¡Pepe! ¡Cuantos años! ¿No? —con esa sonrisa.
—Sí, exactamente cinco años.
Ricardo truena sus dedos.
—¡Ah! Eres Gabriel. ¿Verdad? —atina y lo señala con su dedo—
El amigo de la infancia de José. Casi te había olvidado güey. —suelta una risa.
—Es bueno verte después de tanto. —añade José— Pero, supongo
que es la despedida. Voy a salir de Monterrey por un tiempo, debo ir a Los Ángeles.
—sonando serio.
—¿Qué? —extenuado— ¿Por qué? Si apenas regrese. Quédate…
mira, mi novia Grey desde hace días está en mi casa y como no te conoce te la
quería presentar. Le hable mucho de ti, aparte vine para poder verte y hacer
fiestas como antes ¿No te gustaría?.
—¿Tienes novia? Felicidades. —le medio sonríe José.
Ricardo se limita a escuchar sin querer intervenir en el
encuentro de amigos, aunque debería. José puede llegar tarde a su vuelo.
—¡Sí, tengo novia! —responde Gabo. Su rostro se ilumina— ¿Y
tú güey? ¿Cómo vas en el amor?.
Hay silencio. Solo el ruido del aeropuerto, voces de la
gente alrededor y pasos, se escuchan. José, gira su cabeza con una mirada
perdida. Un tema que sin duda es “Tabú” con él.
El dolor, que ha enterrado muy dentro, quiere brotar, pero
lo contiene con todas sus fuerzas, con todas sus ganas. Transformándolo en
odio, en rencor, en lo más negativo. Así ha sido… desde hace tiempo. Así es
mejor.
Ricardo mira a José, luego a Gabo, esperando que uno de los
dos diga algo, o el silencio va a matarlo. ¿Qué puede hacer?. Es un tema
delicado para José.
—¿Qué pasa güey? —cuestiona Gabo perdiendo su sonrisa. Busca
su mirada, no le gusta como se ve— ¿Paso algo con Victoria?
La última… la más reciente, ahora, ex-novia de José. El
simple hecho, de escuchar su nombre, le revuelve el estómago, le retuerce sus
entrañas. No puede haber nombre más horrible, más repugnante y más odioso.
Todas sus novias, lo habían decepcionado, engañado,
traicionado, tratado… como si no les importara el tanto amor que él les
brindaba. De cada una, recibió una puñalada al corazón, un golpe a su orgullo.
Pero Victoria, fue la más detestable, la que más jugó con sus sentimientos, la
que por ningún motivo deben recordársela.
—No vuelvas a decir su nombre. —masculla viendo al suelo—
Desde hace mucho se acabó. Ya no hay nada.
Ricardo, lo observa de reojo y Gabo traga saliva. El modo
tan crudo con que lo dice, lo pone nervioso. ¿Lo habrá hecho enojar?
—De acuerdo. Perdón, no lo haré más. —promete Gabo,
sintiéndose incómodo.
Aclarando su garganta a propósito. Ricardo interviene.
—Pepe, perderás el vuelo… se hace tarde. —intenta
recordarle.
Su amigo, no deja de ver el piso. Tras unos segundos levanta
su vista para ver los ojos de Gabo.
—Tienes razón güey —ignorando a Ricardo— Podemos hacer
fiestas como antes ¿Lo recuerdas?
—¡Sí, claro que me acuerdo! ¡No te vayas! ¡¿Para qué te
vas?!
José vuelve a bajar su mirada, pero frunce el ceño.
—Para estar solo, relajado, en paz. Silencio… para componer
la lírica del nuevo álbum, pero… —mira a Gabo— Tú tienes novia y eso hay que
festejarlo. Es un milagro. —alza su barbilla haciendo una mueca en lugar de
soltar la risa.
Ricardo interrogante no deja de ver a José. Y Gabo festeja
bailando de una manera improvisada, sin importarle el ridículo que esté
haciendo, sacándoles risas a los dos integrantes de Panda.
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Un restaurante grande, y llamativo, por su elegancia en
matices dorados y rojos por fuera, y por dentro, mesas, y suelo de madera,
aunque con asientos cómodos. Arriba, en el techo cuelgan linternas de papel
rojo, junto con los adornos y detalles tradicionales en la fusión de tres
culturas orientales, hacen que “Itadakimasu” sea el restaurante de comida
extranjera más destacado de todo Monterrey y de todo San Pedro.
Algunos clientes se encuentran degustando sus platillos de
comida coreana, japonesa o China. Con su uniforme de mesera en blanco y negro,
Vicky, se dirige a servir a unos clientes, con una amplia sonrisa, tan natural
y dulce.
El joven encargado y subjefe del restaurante, no le quita la
vista de encima. Mientras finge revisar unos papeles “supuestamente
importantes”. Es tan radiante su presencia que lo hace sonreír sin querer.
Sus ojos son rasgados pero no pequeños, su cabello oscuro y
lacio, pero bien peinado. Siempre viste un traje con todo y corbata, o solo
camisas abotonadas. Para ser japonés es bastante atractivo. Indudablemente fue
la sonrisa de esa chica lo que lo cautivo demasiado, siempre sonríe, pase lo
que pase, y nunca deja de trabajar, ante todo enfocada en lo suyo. Aunque es
muy callada y algo torpe, para él es...
¡Crash!. Algunos platos con sobras que recoge de una mesa se
le resbalan de las manos. Los pedazos de vidrio, yacen en el piso. Enseguida
comienza a recogerlos avergonzada y el joven japonés aprovecha para acercarse a
ella. Inclinándose para ayudarla.
Algunas personas se ofenden o les incomoda el ver tal escena
y los miran con desaprobación antes de ignorar.
—Ten cuidado. Te puedes cortar. —con su mirada cuida las
pequeñas y delicadas manos de Vicky.
Domina muy bien el español, después de vivir tantos años en
San Pedro Monterrey. Ayudándole a su padre a administrar uno de sus negocios.
—No, no Akiva. Usted no debería hacer esto. Déjeme hacerlo
yo por favor. Gracias. —un rubor brota de sus pálidas mejillas y se apresura a
recoger los trozos, enderezándose y llevándolos a otro lado.
Al japonés se le escapa un suspiro y la sigue con su mirada
admirado.
Un par de meseras que lo vieron todo asomando sus cabezas
desde la puerta que lleva a la cocina, arrugan el ceño disgustadas.
—Es tan obvio. —dice una, que tiene el cabello teñido de
rubio.
—Lo sé, y sé también que a ella tiene mejor sueldo. No es
justo. —dice la otra, de piel canela.
Siempre se esfuerzan para agradarles a Akiva, incluso lo
seducen, con el fin de ganar más dinero, pero él no cae en sus trucos baratos.
Prefiere mirar de lejos a la dulce, inocente, torpe e ingenua Vicky.
Para sus compañeras es tan rara, infantil, e inmadura. Y
bastante tonta, sin gracia. Pero para Akiva, es un tesoro, un diamante en
bruto, ya que es diferente a todas las mujeres que ha conocido. Es de esas
mujeres que parece que se habían acabado con el tiempo, lo que la destaca y la
hace tan especial, tan única.
—El hilo rojo… es un lazo invisible, que une y conecta a las
personas destinadas a estar juntas, sin importar tiempo o circunstancias…
Le cuenta Akiva a Vicky, en su hora de descanso. Están
juntos en el comedor para empleados del restaurante, sentados en una mesa, él
frente a ella. Algunos otros empleados
en su contorno con rostros cansados, comen sin muchas ganas.
Siempre le hace compañía, ya que ningún compañero le habla
por ser “rara”. El tomando una de sus manos, mirando sus ojos fijamente y lo
más cerca que puede de ella, dibuja un circulo con su dedo en la palma. Haciéndole
sentir un cosquilleo que recorre su espalda y sus mejillas se colorean,
mientras ve como acaricia su mano, de una forma tan peculiar.
—Ese hilo puede doblarse, estirarse, pero jamás podrá
romperse. —mira su rostro y deja de tocar su mano, tomando su distancia.
Vicky ya no tocó sus tres tacos de bistec que llevó para el
almuerzo.
—¿Esa es… la leyenda Japonesa que más le gusta? —con una
expresión de asombro.
—Es mi favorita y creo en ella. —le sonríe.
Se traza una sonrisita en los labios rosados de Vicky.
—Pues… es muy bonita, pero. ¿No sería genial poder ver si
tiene ese hilo rojo con alguien?
Permanece un momento viendo sus ojos avellana, y manteniendo
esa sonrisa.
—No sabes… como quisiera.
Una mujer rubia con sombras negras y espesas en sus grandes
ojos azules. Vestida de negro y al juzgar por la expresión de su rostro podrían
jurar que está enojada. Es quien les abre la puerta.
—¡Grey, mi amor! —la saluda sonriente Gabo.
—Estaba escribiendo, pero llegaron ustedes. —en un tono seco
y con voz grave.
—Ay, perdón. Llegamos en mal momento entonces. —agacha su
cabeza intimidado.
José inevitablemente la examina de pies a cabeza. La chica
tiene lo suyo, si no fuera la novia de su mejor amigo, la llevaría a la cama
sin dudarlo. Lo que más le impresiona es ¿Cómo hizo su amigo para relacionarse
con una mujer tan sensual?
—Bueno… —con un hilo de voz, Gabo, voltea su mirada a su
amigo— Mira… él, es mi amigo Pepe. Casualmente nos encontramos en el aeropuerto.
—Más relajado.
José no puede con la tentación de mirar las piernas de la
chica. Usa un pantalón muy corto de mezclilla y unas medias negras, junto a unos
botines “Martin´s” en rojo, hacen que luzca muy sexy.
—¡Eh! ¡Acá arriba! —Grey cruza sus brazos por su pecho y mira
a José disgustada.
—Hola. —alza sus cejas y medio sonríe— Es un placer.
Grey solo lo contempla frunciendo el ceño.
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—A Itadakimasu —pronuncia Grey viéndolos a los dos con un
rostro inexpresivo— De hecho, desde que llegué a Monterrey el sábado, quería
ir, pero no sola. Así que… ya que has venido Gabo y te reencontraste con tu
amiguito, vamos. Sabes que amo esa comida.
En una sala color marrón, dentro de un espacio acogedor y elegante
de la casa. Le han ofrecido Whisky a José por cortesía. Mientras disfruta sus
tragos, ve como discute la pareja. Grey,
es muy hermosa, una rubia sensual, pero su actitud deja mucho que desear. No le
gusta el modo en el que se expresa, ni siquiera lo conoce, y le llama “el
amiguito” en su cara.
—¿Por qué quieres comer ahí?. ¡Qué asco! ¡¿Comida china?!
—No solo China, también hay Coreana y… ¡Japonesa!. Comeré
todo lo que pueda. —se traza una sonrisa en sus labios— La mejor parte, es que
tú lo pagarás todo.
Grey es una gran aficionada al Anime y Manga, por lo tanto también
a esas culturas orientales, aunque no lo aparente.
—¡O vas conmigo… o! —lo apunta con su dedo dando así énfasis.
—Sí, sí, sí está bien —sonando resignado— Vamos a comer ahí.
Y sí, yo lo pagaré todo —dice sin muchas ganas.
José con confianza agarra la botella de whisky y se sirve un
poco más, desinteresado totalmente de su conversación.
—Pero, que Pepe también vaya. —añade Gabo.
El mencionado alcanza a escuchar y voltea a verlos
interrogante.
—¿Yo?... —con un gesto de extrañeza. Ahoga una risa— Jamás,
no me gusta esa comida. Y si yo digo no, es no. —sonríe una pizca al verlos.
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Grey es maestra de Tae kwon do. Así que de un simple empujón
los hizo entrar al restaurante sin importarle nada.
Le había gritado a ambos, casi los golpeaba y termino obligándolos
a ir al restaurante con ella. No quiere ir sola, y aparte desea convencerlos de
que la comida es deliciosa. El escucharlos decir “no me gusta” es inaceptable
para ella, cuando ni la han probado.
—¿Qué le sucede a tu novia güey?. Ha de tener algún
problema. —murmura viéndolo con el rabillo del ojo.
Grey camina tras ellos, fascinada viendo cada detalle del
lugar. Un empleado, el mismo que les dio la bienvenida los conduce a su mesa.
—Déjala, ella es así. Y así la amo —responde Gabo haciendo
una breve pausa— Es diferente ¿No crees? —le guiña un ojo al sonreír
Pepe con una mueca mira a otro lado.
Toman su asiento y una música tradicional japonesa se
escucha levemente por todo el sitio. El joven les entrega el Menú.
—Enseguida los atienden.
Con una sonrisa tajante el joven se retira.
—No quiero comida china. —aclara Gabo evitando ver a su
novia.
—Ni yo. —le sigue José viendo la carta del Menú.
—Pues, se las recomiendo. La japonesa y coreana les parecerá
más extraña, créanme. —sugiere Grey levantando una ceja.
—Já, para mi es igual, toda es comida china. No hay diferencias.
—se burla José.
—Eh… Pepe, mejor no digas nada güey. —algo nervioso Gabo
puede notar como la mirada de Grey, cambió.
—¿Por qué? —inquiere José, fingiendo no entender que hay de
malo— Es la verdad güey.
Con su puño Grey golpea la mesa y estando por ponerse de pie
y decirle algo. Una voz interrumpe.
—Disculpen…
Una joven morena y de nariz ancha, alta y muy delgada. Con
su mirada se dirige a Grey.
—¿Puedo tomar su orden señorita?
—Ah, sí, claro.
La novia rubia de Gabo empieza a pedir su platillo japonés.
Luego Gabo opta por uno chino, en tanto José medio aburrido desvía su mirada y
con ella viaja por el lugar. Viendo los comensales, mesas, adornos, cuadros en
las paredes con pinturas interesantes, esculturas de dragones dorados, hasta
hay una fuente llena de luz al centro del restaurante.
Y su mirada tiembla cuando siente que su corazón da un
brinco. No puede ser posible. ¿Otra vez la está viendo?. La chica de cabello
como el cobre, es el mismo rostro sonriente, está atendiendo otra mesa. ¿Estará
alucinando?. No… se ve tan real, sin duda es ella de nueva cuenta ¿Pero, por
qué? ¿Por qué siempre se la encuentra? Ni siquiera la conoce, y ya van tres
veces que la ve. No es común.
Aunque este, obviamente es su trabajo, es demasiada
casualidad. ¿Por qué se ha quedado congelado? No deja de verla. ¿Quién es
ella?. Ladea su cabeza para no perderla de vista, ya que otro mesero le impide
verla directamente.
Ahhh pepe te gusta Vicky no te hagas -w- kekeke
ResponderEliminarXDD me da risa como hace enojar pepe a grey,aun que eso es muy facil :\
XDD no manches me dio risa esta parte:
José inevitablemente la examina de pies a cabeza. La chica tiene lo suyo, si no fuera la novia de su mejor amigo, la llevaría a la cama sin dudarlo. Lo que más le impresiona es ¿Cómo hizo su amigo para relacionarse con una mujer tan sensual?
—Bueno… —con un hilo de voz, Gabo, voltea su mirada a su amigo— Mira… él, es mi amigo Pepe. Casualmente nos encontramos en el aeropuerto. —Más relajado.
José no puede con la tentación de mirar las piernas de la chica. Usa un pantalón muy corto de mezclilla y unas medias negras, junto a unos botines “Martin´s” en rojo, hacen que luzca muy sexy.
—¡Eh! ¡Acá arriba! —Grey cruza sus brazos por su pecho y mira a José disgustada.
—Hola. —alza sus cejas y medio sonríe— Es un placer.
Grey solo lo contempla frunciendo el ceño.
XDD ese pepe!! y gabo ni se dio cuenta aww tan lindo el
XDD esto tan bien me dio risa
—Tienes razón güey —ignorando a Ricardo— Podemos hacer fiestas como antes ¿Lo recuerdas?
—¡Sí, claro que me acuerdo! ¡No te vayas! ¡¿Para qué te vas?!
José vuelve a bajar su mirada, pero frunce el ceño.
—Para estar solo, relajado, en paz. Silencio… para componer la lírica del nuevo álbum, pero… —mira a Gabo— Tú tienes novia y eso hay que festejarlo. Es un milagro. —alza su barbilla haciendo una mueca en lugar de soltar la risa.
Ricardo interrogante no deja de ver a José. Y Gabo festeja bailando de una manera improvisada, sin importarle el ridículo que esté haciendo, sacándoles risas a los dos integrantes de Panda
XDD !! pinche Gabo es un lokillo <3 aww tan cute....y pepe XD bien mamon
Aww el jefe de Vicky es bien amable con ella :D y sus compañeras son envidiosas con ella ;D pobre de Vicky D: tiene su fragil cuerpo lastimadito u.u que egoista y malo es su esposo QUE LO DEJEE!! >__<
AHH!! quiero leer maaas no aguantoo kekeke <3 ame este cap fue muy entretenido y XDD Grey los obligo a pepe y gabo a comer comida china XD CUIDADO!! por que los puede golpear ;D
que jose tome valor y le hable a vickyy!! <3 keke ok no no creo que haga eso
ah me encantoo continualo estare esperando el que sigueee!!
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