Capitulo-4
La memoria fotográfica que
posee Victoria, le hace recordar claramente el rostro de ese joven. Claro…lo
había visto en el restaurante. Será
mejor relajarse si no quiere que esa opresión en su pecho aumente.
—Solo déjala en paz…
Responde José viendo fijo al
señor de barba medio cana. El esposo de Vicky, suelta su brazo y sonríe con
descaro.
—A ti esto no te incumbe. —vuelve
su vista a su esposa— ¡Anda! ¡Que se me hará tarde! —grita dándole un leve
empujón.
La chica de melena como el
cobre, baja su mirada y obediente sujeta el carro de compras para avanzar.
Esa es la gota que derramó el
vaso, para José. Ni siquiera sabe que no es la primera vez, que ha visto a esa
mujer siendo agredida por él, y en público. Ni se imagina lo que acaba de “accionar”
en sus adentros. Y le quema, le quema tanto como el fuego.
Impacta su puño contra el
perfil de ese hombre, notablemente más viejo que ella. Antes de que pudiera dar
un paso más.
¿Ha perdido el control? ¿O la
tolerancia? Es más… ¿Por qué reacciona así? No acostumbra defender a alguien,
ni siquiera a personas que para el son importantes. Tampoco simula ser algún
tipo de héroe… simplemente le nació, ese hombre lo ha provocado, es todo. A
pesar de que la chica es una completa desconocida, y por más extraño que
parezca; el encontrársela varias veces, el coincidir en los mismos lugares…
—¿Pero qué mier…? —el hombre
toca con su mano su nariz viendo una pequeña mancha roja en sus dedos.
José está cargado de coraje,
hasta la piel de su cara se ha colorado. El esposo de Vicky poco a poco empieza
a verse igual que José.
La chica no alcanzó a ver el
golpe, pero si su reacción, la sangre, y como comienzan a verse tensos. La
expresión en sus rostros se endurece. Sí… indudablemente están por matarse.
Ella se limita a observar, no
puede hacer nada para detenerlos, no puede hacer nada al respecto.
Uno de los empleados había
notado el conflicto y trajo a tres hombres de “seguridad” de la tienda. Los
guardias caminan hacia ellos con autoridad y firmeza.
—Señores ¿Está todo bien?
Si no hubiera sido por que la
voz del guardia llegó a oídos de José. Se hubiese lanzado a pelear con ese
sujeto tan molesto. Que basta con ver los ojos de aquella chica, para saber que
la hace sufrir una vida terrible, y eso, no es justo para nadie. ¿Le importa?
¿De verdad le importa? ¿Qué sucede con él?
Ni uno ni otro podían
responder. Cada uno hacia su propio esfuerzo en disimular su furia y ganas de
iniciar un pleito.
Eso le afectaría más a José,
por ser famoso ¿Cuántos rumores y
chismes, reales y falsos se crearían si esta situación crece? Quizá no sea tan
importante para él lo que digan los medios o la gente, pero no conviene ahora,
justo ahora que están preparando un nuevo material. Ya que eso le traería
problemas, y es lo que menos quiere. No es nada inspirador, perder la paz.
—No pasa nada… —se escucha la
voz tímida de Vicky.
Se ha atrevido a contestar por
ellos, y muestra una sonrisa, que tal vez no sea tan natural por culpa de sus
nervios pero, es lo mejor que puede hacer.
El pequeño rastro de sangre en
la nariz del esposo de Vicky, que por su alteración no prestó atención y
limpió. Es algo tan claro, que los guardias no pueden pasar por alto, en verdad
se ha desenvuelto un conflicto. Seguramente por asuntos personales, por lo que
los guardias prefieren no intervenir o hacerlo más grande, ya que sería
exagerado. Toman su distancia y se ponen a charlar sin quitarles los ojos de
encima, deben cerciorarse de que se calmen y todo vaya bien.
No están en el lugar indicado
para enfrentarse. Eso es frustrante y desesperante para José, así le es
imposible darle una lección a ese bastardo. No sabe que más hacer, ni porque lo
hizo. Fue tan… natural.
Lo deja ir con esa mujer….
Por supuesto que no será
suficiente con un golpe. Pero no puede hacer más…aparte. ¿Quién es ella?
Ha puesto especial atención en
cada marca, cada señal del maltrato de su marido. Gracias a Dios no son golpes
tan graves o intensos. Pero si hay abuso, si hay violencia…
Sigue maquillándose como
normalmente hace. Soportarlo todo, aguantarlo todo…para no sentir la soledad.
Esa inseguridad de creer que ningún otro hombre la va a querer por ser estéril.
El pensar que es mejor que estar sola. Es lo que la amarra a él, la aprisiona a
él. Está tan cegada por sus creencias que para ella esto no es sufrir,
simplemente es algo que tiene que pasar. Su esposo no es alguien perfecto, así
como ella no es una mujer perfecta.
Es incapaz de dar vida. Eso que
distingue a una mujer de un hombre…y es bastante débil, con su padecimiento de
asma, es un milagro que siga viva y aparte vaya a trabajar. Si no fuera por
esos medicamentos y el tratamiento, por ese inhalador… desde cuando que estaría
bajo tierra.
Pero esto… ¿es vivir o
sobrevivir?
Como suele hacerlo cada día
libre, mientras su esposo se encuentra trabajando. Ha ido en taxi, hasta la
lujosa casa de Akiva y le ha llevado algo. Al bajar del taxi llevando en manos
una caja con un lazo azul, llega a la puerta y toca el timbre.
Una señora de facciones asiáticas,
pero vestida como criada, le da la bienvenida a la morada. Al adentrarse a la
casa con diseño oriental en decoración. —el solo entrar es sentirte en Japón.
Conserva la esencia— Le es muy agradable y acogedor.
Justo el día en el que Vicky
descansa, “curiosamente” Akiva también y es común que la espere en la sala
principal.
Esta vez, lee un libro de pasta
dura mientras degusta de un frio té asiático. Al escuchar los delicados pasos
de Vicky, que conoce muy bien. Deja el libro y su taza en la mesa de centro,
para levantarse y con una amplia sonrisa, le ofrece una reverencia como es su costumbre.
—Hola Victoria —con voz amable.
—Akiva.
Su rostro se ilumina claramente
al verlo, y su corazón se inquieta. Siempre la hace sentir así.
—Te…he traído algo. —extiende
sus brazos ante él, exponiendo la caja del lazo azul-
—Como siempre. Que gusto…
aunque te he dicho muchas veces, que no lo hagas, no es necesario.
—Pero, yo quiero traerte algo.
Es lo menos que puedo hacer.
«Solo haces que me enamore más
de ti. »
Piensa Akiva. Pero lo guarda para sí mismo.
El japonés sabe que Vicky está
casada, por eso retiene sus sentimientos, sus ganas de confesárselo todo, como
debería. Le guarda respeto.
Lo que desconoce es la
violencia en la que vive la chica. Nunca lo ha descubierto, porque también
respeta su vida íntima, por lo que no le formula muchas preguntas al respecto.
—Bien… —con sus manos acepta la
caja sonriente— ¿Quieres sentarte? —con un ademán le indica.
Vicky asiente con su cabeza.
—¿Por qué dices que es lo menos
que puedes hacer? Tú no me debes nada, en lo absoluto.
Conversan en tanto la sirvienta
de cierta edad, les pone a su alcance unos bocadillos dulces y visualmente
llamativos, coloridos, el solo verlos se antojan. ¿Algún postre japonés?
Y les sirve un exquisito té
caliente para acompañar.
Están sentados en el mismo sofá
color gris, prueba de la confianza que se tienen. ¿De verdad es tanta su
confianza? ¿Entonces, por qué Vicky es incapaz de revelarle lo de su marido?
—Claro que sí. Yo…soy muy torpe
en el trabajo. La peor empleada que tiene. Siempre usted me está ayudando, me
cuida. —sintiendo sus mejillas arder y más al ver los rasgados pero atrayentes
ojos de su interlocutor.
—Ese es mi deber, soy el
encargado ¿no? —frota su mano sobre la cabeza de la chica con gentileza.
—Sí pero… solo lo hace conmigo.
—baja su mirada algo apenada.
Akiva carraspea apropósito y le
da un trago a su té, enfocando su mirada en los pequeños pastelillos.
—Son deliciosos.
Es más que evidente su escape
al tema de conversación, que resulta más que incomoda. No sabe cómo responder.
Con una sonrisa leve coge uno de los postres y lo acerca a los labios de Vicky.
—Pruébalos. Te gustarán estoy
seguro.
Vicky abre sus labios solo para
morder sin ganas el pastelillo. Saborea y sus ojos se hacen grandes.
—Son riquísimos ¡es verdad!
Entusiasmada toma uno por su
cuenta y lo devora en un bocado. Con la boca ocupada, sus mejillas se ven algo
infladas.
El joven japonés disfruta
verla. Se ve tan linda, tan dulce, aún más dulce que los bocadillos que comen
juntos.
Aquel acto…aquel acto que
realizo el joven para defenderla no lo ha olvidado. Está muy presente en su
mente. Revoloteando por su cabeza, la imagen, la escena, que vuelve a recordar
una y otra vez, dando vueltas.
Como si haya sido tan
importante o de mucha ayuda, de todos modos cuando regresaron a casa. La
agresión se hizo presente y su esposo le pregunto y pregunto: “¿Lo conoces?” “¿Acaso
lo conoces? ¿Es tu novio? ¿Estás saliendo con él verdad?”.
Como era de esperarse, sus
celos salieron a flote. Pero si lo único que hizo fue empeorar las cosas ¿Por
qué siente la necesidad de agradecerle? ¿Será que ha sido el primero que la
defiende de su esposo? Y no tuvo la oportunidad de decirle “gracias”. Ella
usualmente agradece hasta lo más mínimo. Entonces… es por eso, que no puede
estar tranquila, está muy inquieta y se le nota. Su única esperanza es que
algún día vuelva a restaurante, pero aquella vez no se veía muy contento,
incluso lucía incomodo, diferente a lo que veía en las caras de sus
acompañantes. Tiene que olvidarlo.
Anochece en la ciudad de San
Pedro. El viento que lentamente se trae las nubes, el aire que se siente y respira espeso de
humedad. Indica una posible lluvia. Pero en Monterrey no puedes estar seguro de
los cambios climáticos.
Se ha presentado la oportunidad,
José tenía tantas ganas de reunirse con sus amistades más allegadas y claro
entre ellos están también sus compañeros y amigos del grupo.
José está feliz, porque terminó
la letra de una canción hace poco, y está trabajando en otra. De hecho cada uno
de los integrantes se encuentra trabajando por su lado. Aunque se han juntado
pocas veces para discutir sobre el Álbum y exponer ideas. Esta noche quieren
relajarse, y dejar el asunto de la creación del álbum que aún no tiene nombre,
para después. José sabe que debe beber para olvidarlo todo, sobre todo a esa
chica que lo atormenta, porque le preocupa ¿Le preocupa?
Las jugosas y gruesas piezas de
carne para asar están en la parrilla, siendo atendida por uno de los amigos de
José. El joven voltea la carne cando es necesario, habla con otros más y ríen.
El alcohol y algunas chicas no pueden faltar.
La música regional suena a un
volumen considerado, en el jardín de casa de José, con vista al cerro de la
silla, que a pesar de ser noche puede distinguirse a lo lejos.
El anfitrión se ha quedado en
compañía de dos amigos; Arturo y Gabriel. Ahí en pie, como la mayoría. El resto
de Panda, está por su lado.
—…Sí, y era grande, como de 3
metros. Y entonces dijimos; ¡Ah! No puede ser…
Contaba Gabo sin parar. Habla
mucho y con energía, además cada palabra la expresa hasta con sus manos. Como
es usual en él. José y Arturo lo escuchan y emiten breves risas.
Se la están pasando muy bien y
eso es más que claro. Cuando un par de chicas, de las pocas que han asistido “amigas”
de José y Gabo, pasa frente a ellos con vasos de cristal casi vacíos y meneando
su cadera a un lado y a otro en cada paso.
Arturo le lanza una mirada a
José y levanta sus cejas como diciendo “Mira, están bien buenas”
—Tal vez me dé un gustito hoy
güey. —comenta José terminando su Whisky de un trago.
Y gira su cabeza hacia atrás
para alcanzar a ver la buena zona trasera de las chicas.
—Pues sobres güey. Tú que
sigues soltero aprovecha. —dice Arturo con una sonrisa de complicidad. Revienta
en carcajadas— ¡A la mierda yo también lo haré!
Gabo los escucha y se pone muy
intranquilo, ya que le encanta hablar pero no comparte sus mismos deseos, así
que sin más lleva a sus labios la copa de vino tragando lentamente.
—No me jodas güey. —con un
gesto de perplejidad— ¿Ya todos tienen novia o qué onda?
—Sip. —suelta una carcajada
resonante.
—No lo sabía. No me lo dijeron.
—relaja sus facciones, restándole importancia.
Aún así se adueña de él la “presión”.
Ya todo Panda tiene novia, excepto él. Aunque nunca le ha importado “una pareja
formar y estable” A veces se siente…raro.
—Ya vengo, traeré una botella
de Whisky. —se dirige Gabo a su amigo José con una sonrisa.
—Sí por favor Gabo.
Gabriel sin querer se queda
hablando con tres chicas regias, de sutil belleza. Ellas como cada una de las
casi diez mujeres que están presentes; usan vestidos que entuban sus cuerpos o
faldas y blusas, en colores y diseños de moda, zapatillas. Lo normal.
Sus “estilos” no le atraen en
lo más mínimo a Gabo, pero le gusta charlar.
—Si esta es buena. —afirma el
moreno al escoger una botella con una amplia sonrisa.
—Así que… eres del distrito
federal. Genial —una chica castaña acorta la distancia, y pasa su mano por su
pecho con esas uñas de acrílico brillantes.
—Eh, si… —en su voz resaltan
sus nervios.
En el momento que sus ojos
captan la presencia de su pareja; Grey. Quién inesperadamente ha aparecido en
la puerta a punto de entrar al jardín, y pasa su mirada a su entorno como
buscando algo. Con esa ropa negra, y de aspecto rudo, rebelde. ¿Cómo no
reconocerla? Su cabello rubio pálido, y su intenso maquillaje. Es tan llamativa,
e inconfundible.
—¿Grey? —apenas logra
articular.
La canadiense que radica desde
hace años en México viene directo a él, con una mirada que dice “Te mataré”. Un temblor controla el cuerpo de Gabo y las
chicas enarcan sus cejas viéndolo interrogantes, confundidas.
—Será mejor que se vayan. ¡Váyanse!
—les sugiere el joven.
—¿Qué? —pregunta una de ellas,
con una mueca.
Grey empuja a dos chicas que
caen fácilmente al suelo y a la que había tocado a Gabo recibe un golpe en su
cara, que la derrumba al piso. Acto que atrae la atención de todos, entre ellos
José y Arturo.
—¿Cómo pudo entrar? —Cuestiona
José con una copa casi llena en su mano y sin inmutarse.
Entretanto, Arturo no puede con
su risa. La chica le parece divertida. Ricardo y Jorge, siendo los más pacíficos
y conscientes, intentan ir a tranquilizarla, pero Grey les dice “Largo, ni se
acerquen” con sus ojos azules. Y así lo hacen, dedicándose solo a ayudar a las
chicas afectadas.
Con sus brazos cruzados y
alzando una ceja observa a su pareja con desaprobación.
—¿Por qué no me dijiste que
vendrías a esta estúpida fiesta?
—A ver, tranquila linda ¿sí? —sonríe
y toca su hombro.
Grey sujeta la mano que ha
tocado su hombro y tuerce su brazo provocándole un grito y quejidos. Lo suelta
y vuelve a cruzarse de brazos, arrugando el ceño.
La música sigue sonando pero
casi todos los invitados, no pueden evitar contemplar la escena que se desenvuelve.
Unos ríen, otros se asombran. Esa mujer está completamente loca.
Una de las chicas que Grey
empujó, va con José.
—Pepe haz algo. Córrela de
aquí. ¿Qué diablos le sucede? —voltea a verla— Es una “friki”
—Esta es mi casa. Ese es mi
amigo —señala desde lejos a Gabo— Y esa Friki es su novia. Si no te gusta…
vete. Nadie te obligo a venir.
—¿Qué?
José lleva la copa a sus labios
cerrando sus ojos con tranquilidad y desdén.
—Eres un idiota. Prometiste ver
anime conmigo esta noche. Y te desapareces sin decir nada.
—Perdón, perdón. —baja su
mirada avergonzado.
Sabe que tiene muchos ojos
encima.
—¡Nunca quieres hacer conmigo,
nada de lo que me gusta!
—Sí, sí lo sé. Perdóname. —mira
su rostro— ¡Ah! ¡Ya se! ¿Y si vamos mañana a Itadakimasu? Y te dejo comer todo
lo que quieras ¿Qué dices?
La expresión facial de la chica
cambio al instante.
—¡Sí! —alza sus cejas y sonríe.
—¡Sí vamos! Bueno… ahora si
quieres, vamos a casa. Todavía… —la toma de sus manos y mira sus ojos con esa
sonrisa tan peculiar—…podemos ver anime juntos. ¿No?
Esa mirada de Grey, como “aprobándolo”
perdonándolo. Lo dice todo para Gabo. Aunque ella no mueva más sus labios.
Al ver que el asunto se
arregló, pierden la atención de todos y las chicas se resignan. La que fue
golpeada es atendida por Jorge y Ricardo, asombrados discuten si llevarla o no
al médico y hacen un esfuerzo, por no involucrar a Grey, aunque fuera algo
injusto.
Gabo encamina a Grey a la
puerta y en el camino, la canadiense pasa cerca de un chico que come una pieza
de carne sentado con sus amigos en una mesa de jardín. Y ella le roba su carne.
—¡Hey! —protesta el chico al
verla y lo deja pasar. Solo es carne.
Hipnotizada por el filete como
si tuviera mucha hambre, continúa caminando tranquilamente junto a Gabo, quien
pasa su brazo sobre los hombros de la chica, viendo como empieza a devorar la
pieza de carne.
Para muchos parecerá una loca,
una rara, una…
Sin embargo, para Gabriel es
como una diosa que no pertenece a este patético e insignificante mundo, una
mujer única, e irrepetible. El amor de su vida.
La mesa de la pareja es servida
y llena de platillos, bocados, bebidas. A gusto de Grey. La chica expresa su
alegría en silencio pero se puede ver en su cara. Y empieza a degustar sin
esperar a Gabo, el apenas recuerda como coger los palillos, ahora tiene que
recordar cómo usarlos.
—Creí que nunca me volverías a
traer aquí.
Habla con voz ahogada, aún
tiene comida en su boca. Parece disfrutarla y no importarle si se ve bien o
mal. Es evidente su falta de modales.
Usando un cucharón. Victoria
sirve uno de los platillos que debe llevar a una mesa. Siempre con una sonrisa
intacta, fresca. Pasando como un fantasma por sus compañeros y compañeras. A
pesar de que ella los saluda y sonríe cada que puede. Ellos la ignoran, no le
dirigen la palabra, como si no estuviera ahí. Pero ya está acostumbrada a que Akiva
sea el único que le presta atención, el único que le muestra afecto, en todo el
mundo. ¿Afecto? Para nada… solo es su responsabilidad como él dice.
Cargando en sus manos, con
porte, esa bandeja para llevar el pedido. El cual, entrega muy cerca de la mesa
en donde Gabo y Grey conversan al comer.
Siendo servicial les ofrece una
reverencia a los clientes atendidos, pronunciando en tono agradable “Que
disfruten sus alimentos” Sin faltar una sonrisa, que al contrario de sus
compañeras le sale muy natural. Involuntariamente voltea a ver la otra mesa
antes de irse con la bandeja vacía.
Un momento… Su memoria fotográfica
empieza a trabajar…
Enseguida recuerda sus rostros
emocionados al darles las galletas de la suerte, y el rostro de aquel chico que
se veía muy serio, ese mismo que la defendió de su esposo. Son dos de los “clientes
nuevos” Últimamente no ha visto nuevas caras, todos los que frecuentan el
establecimiento ya son muy conocidos.
Sus grandes ojos color avellana
se clavan en esa pareja. En efecto, son “amigos” de ese hombre.
“Déjala en paz…” Viene a su
mente junto con la imagen de su rostro, con esas facciones duras y esa voz
ronca.
La sensación de “necesidad” que
surge en ella es incontrolable. Debe preguntarles por él. Quizá el hoy no ha
venido pero, es seguro que se conozcan.
¿Será muy atrevido? ¿Por qué la
empieza a atacar un “impulso”? Para ir hacia ellos. No… no puede hacerlo.
Romperá con la ética de su trabajo, va en contra de todo, del reglamento, de su
persona. Ella no es así, jamás se atrevería. Es decir… es una total desconocida
para ellos, quedara como una rara.
Su respiración se acelera. Una
respiración entrecortada a causa de su asma, sus pulmones se contraen, produciéndole
un dolor soportable, pero incómodo.
«¿Qué
está pasando conmigo? ».
.
Pepe me cae bien ;D Ahhh!! por diooos! ame todo este capitulo fue muy buen oAsdfgsdf me hubiera gustado que pepe golpeara bien a el estupido esposo de vicky ¬¬ jaja
ResponderEliminarajajaja Gabo mejor no se involucro en la charla de cuando vieron a la viejas esas aww CUTE
ajajajaja sin duda la parte en la que llego Grey fue genial y me encanto,todo con cara de WTF? arturo riendose,Pepe valiendole madre y gabo asustado y la chica que lo toco golpeada jajaj y jorge y ricardo querian detenerla o.o hubieran batallado (??) para detener a Grey se necesitan como 5 hombres contra ella Adfgsd que bueno que no hicieron nada,ajajaj aww gabo es bien lindo :3 le es fiel <3 es un amor <3 jaajaj Gabo mejr se fue de la fiesta y se fue a comer con grey y luego a ver anme !!! *__* es es MUCHO MEJOR que estar en una de esas fiestas aburrida -.- Grey sabe cmo divertirse (??)
Akiva es tan asdfgfsdfghgfdsdfghgfdsdfg <3 liiindooooooo awww!!! :D y la tonta de vicky no se cuenta de que le gusta D: por eso es asi con ella :\
siii que Vicky hable con Gabo y Grey para preguntarle sobre pepe Afdngcgk D: le esta doliendo el pecho tora ves? que le pasa? D:
ah estuvo muuuy genial espero el que sigue adsdfgsdf