Capitulo-16
Han sido días de paz en el bosque,
ayudando a Myriam a cazar, pescar, y de más actividades que emprendía para
sobrevivir. Ha logrado acoplarse a esta nueva vida, y aunque sea incapaz de
olvidar a Connor, puede estar tranquila al saber que no le hará daño. Sigue
confundida, y con las ganas de saber más sobre su pasado pero, deberá resistir.
Se escuchan los pajarillos pillar,
volando por las copas de los árboles que son agitadas por el suave viento. Abajo
hay una vereda que marca un camino largo en medio del bosque. Charlotte, de
vuelta al campamento de Myriam, llevando un balde de madera lleno de agua, se
encuentra con una caravana que viene siguiendo el sendero de tierra. Conoce esos
carros que llevan pan, queso, arroz, todo para vender.
Por un momento un instinto sale de
ella, la tentación de querer robar esa caravana, como solía hacerlo en la
ciudad, ya que sabe que a esos vendedores se les paga con dinero, algo con lo
que no cuenta ahora. Pero solo hace un alto al caminar, sosteniendo de la soga
de ese balde de agua del río, y fijándose en el carro que es tirado por dos
caballos… lo deja ir. ¿Pero en que está pensando? No debe robar, no tiene por
qué hacerlo. Eso tiene que quedar en su pasado, ya no es una ladrona. Baja su
mirada viendo sus botas y su pantalón hechos de piel animal, ahí parada a la
orilla de la vereda, el aire acaricia su larga cabellera carmesí. Cuando el
ruido de un peso caer detrás de ella, la alarma, haciendo que gire su cabeza
hacía atrás, derramando un poco del agua que carga.
Viéndose cara a cara con Garrett, quien
mira sus ojos, con una mirada cansada y profunda, usando esa túnica de Asesino,
pero con la capucha abajo, la chica puede ver su cabeza, con ese cabello castaño
algo enmarañado, y una pizca de barba.
—¿Garrett?
—Charlotte abre mucho sus ojos verdes.
—¿Te
sorprende verme aquí? ¿En serio?
Sin
saber que decir solo lo observa detenidamente.
—Te
estuve esperando —añade el joven— y nunca volviste ¿por qué? ¿Qué haces aquí?
—Yo…
—mira a otro lado, sin saber cómo explicarle.
—Y
después de que no regresaste, me propuse buscarte, y te he estado buscando por casi
una semana.
Invade
el silencio durante unos segundos, solo el delicado sonido de la naturaleza los
rodea.
—Pero
sabes, olvídalo —pone sus ojos en blanco Garrett— no importa por qué no
volviste, y que estás haciendo aquí. Solo quiero que me escuches.
La
chica lo invita a casa de Myriam, quiere sentirse segura. En dónde su amiga le
cuenta que hace un rato, él vino hasta ella, gracias a la información e
indicaciones de la gente del pueblo que
la conoce. Le dijeron que habían visto a una mujer de cabello rojo con ella. Después
el misterioso joven le pregunto por ella.
Entonces
tomando todo con calma, Myriam le ofrece a Garrett algo de comida, y bebida, él
acepta puesto que lleva días sin probar un bocado a causa de la intensa
búsqueda. Y teniendo a Charlotte frente a él sentada en la mesa de madera con
unas velas apagadas, y tan solo la luz del día entrando por las ventanas. Garrett
se cruza de brazos poniéndose cómodo en su silla y fija su mirada en los ojos
de la joven. Myriam ha salido a despellejar un alce.
—Lo
intente Charlotte. Asesinar al líder Templario, pero no pude, como supuse es
muy fuerte. Creía que porque era viejo podría contra él, pero estaba
equivocado.
—¿Por
qué vienes a contarme esto a mí? Yo, no quiero saber nada.
—Espera.
—se inclina hacia la mesa apoyando sus brazos cruzados en la madera— ¿Qué estás
diciendo? ¿Olvidas que hicimos un trato? Tú me ayudarías con esto. ¿Lo haz
olvidado? —frunce el ceño.
La
chica no abre su boca, solo mira abajo muy pensativa. ¿Cómo explicarle? ¿Cómo
hacerle entender?
—He
venido a buscarte, porque te necesito Charlotte. Tengo un par de amigos, pero
ellos no quieren ayudarme, son unos cobardes pero, tú habías prometido…
—Ya
lo sé. Pero ahora, no sé qué hacer.
—¿No
sabes qué hacer? Simple, ayúdame a reclutar Asesinos, gente que quiera unirse a
la causa. Y si es posible, podrías unirte tú también. Tenemos que acabar con
todos esos Templarios.
La
palabra “Templarios” rebota en su cabeza, son los mismos que dijo Connor;
atacaron su aldea. Son los mismos que desean esa cosa llamada “Fruto del Edén”
Sí que son un problema. Quizá Connor también necesite ayuda, para vengarse. Pero
ella, no desea matar a nadie, no desea ver sangre, el solo pensarlo le hace
sentir que se revuelve su estómago. Y no puede respirar bien.
—Garrett,
no quiero ser una asesina, ni tampoco una ladrona. —levanta su mirada para
verlo.
El
rostro de Garrett se enciende, Charlotte puede sentir como la taladra con su
mirada. Se levanta de la silla, y golpea la mesa con las palmas de sus manos.
—Escúchame
bien Charlotte. —grita— Lo harás quieras o no. Esto es muy importante ¿no
puedes entenderlo?
A
pesar de la intensidad en él volumen de su voz, no le provoca nada a la chica,
solo queda callada, inmutable viéndolo. Está segura, de que es lo que no quiere
hacer.
—¿Esto
hacen ustedes los Asesinos? ¿Obligar a que se unan a su “causa”? —permanece
sentada en su lugar— Lo lamento Garrett, yo, estoy muy bien aquí, viviendo con
Myriam, en la paz del bosque. No pensaba regresar, y aún, no pienso hacerlo. —sus
ojos empiezan a verse vidriosos— Entiéndeme por favor.
Garrett
no sabe ¿Qué es lo que le sucede a Charlotte? La nota distinta, pero no puede
dejarlo así. Aparta sus manos de la mesa, incorporándose.
—De
acuerdo, con que así rompes con el trato. En ese caso, tendré que entregarte a
la guardia. Claro, yo no personalmente, ya que, gracias a ti, también me están
buscando, por haberte salvado el pellejo. Pero no me dejas opción, le pediré a
uno de mis amigos que te entregué . ¿Eso es lo que quieres? Dímelo.
—No
serías capaz. —suena su voz con un temblor. Y se pone en pie como queriendo
escapar.
—Ah,
claro que sí. —casi súbitamente llega a ella y la agarra de su brazo— Solo que
cambies de opinión.
—¡Suéltame!
¡¿Qué haces?!
Myriam
ya había percibido los gritos, y entra a la cabaña de madera arrugando el ceño,
al ver como el joven sujeta del brazo a su amiga.
—¿Qué
está pasando aquí?
—¡Myriam
no es nada, solo no te acerques!
Charlotte
conoce las habilidades de Garrett por ser Asesino, y sabe que Myriam y ella no
tienen oportunidad. Pero la cazadora percibe el peligro de la situación, por lo
que se dirige hacia dónde colgaba su mosquete largo para caza, y lo sostiene
con firmeza, viendo por la mirilla para apuntar bien a la cabeza del joven.
—¡Déjala
ir! ¡¿Me oyes?!
—Señora,
será mejor que se calme, y deje esa arma. —la mira un segundo— Yo solo quiero
llevar a Charlotte de vuelta a casa, a cumplir con las obligaciones que ha
olvidado. Vamos Charlotte, hay que irnos. —le da un tirón.
—¡No!
¡Te he dicho que no lo haré!
El
agudo oído de Garrett capta el indicio del gatillo, entonces empuja a Charlotte
quien cae sobre la mesa, y avanza contra Myriam levantando el mosquete para
desviar el disparo al techo, y le encaja su hoja oculta debajo de su axila
haciendo que comience a desangrarse lentamente. Charlotte puede ver como cae su
amiga al suelo de madera, por el dolor y debilidad. Se echa a correr hacia ella
como desesperada. Garrett toma su distancia, sorprendido el mismo de lo que ha
hecho, pero tampoco va a arrepentirse, ella se lo buscó. No puede tolerar haber
fallado a la orden, haber dejado que los Templarios dominaran esta nación, de
eso sí que está arrepentido.
—¡Myriam!
—sostiene su cuello para ver su rostro.
La
cazadora le sonríe muy leve, y la mira a los ojos.
—Estoy
bien, no te preocupes. —con un hilo de voz.
—Te
dije que no te acercaras, no tenías que hacerlo. —con su cara arrugada de la
angustia.
—Charlotte,
ten cuidado…con él.
—Vamos,
levántate, debemos parar ese sangrado cuanto antes.
Toca
la herida por donde brota sangre tibia, y observa su mano manchada de rojo, su
mano tiembla, sus labios también y la invade un mareo. Sangre… justo lo que no
quería ver. Pero debe aguantar, su amiga la necesita. Con esfuerzo posa su
mirada en la faz de su amiga, y cae en la cuenta que, ha cerrado sus ojos.
—¿Myriam?...
Myriam respóndeme. —palmea su mejilla, poniéndose tan pálida como ella—
¡Myriam! —exclama con horror.
Su
amiga se ha ido. Y con sus brazos, la abraza queriendo darle fuerza, darle vida
así, pero es inútil. El llanto brota con naturalidad de ella, acompañado de un
dolor en el pecho que, la presiona, la estruja por dentro, y cree, que esta no
es la primera vez que se siente así. En su cabeza, algo quiere volver, ¿serán sus
memorias?.
El
joven Asesino, ha manchado sus manos con sangre inocente, y sabe que no es
correcto, pero le importa más quitar del mando a los Templarios. Queda ahí
cerca de la puerta de la cabaña viendo como Charlotte derrama lágrimas,
viéndose como ríos en sus mejillas blancas, esas lágrimas que parecen infinitas,
sobre el cuerpo de Myriam, su única amiga.
El
cielo tan azul, y los árboles que rodean la casa de madera en la colina, tan verdes.
Desde la maleza del bosque, muy cerca a la casa; el joven italiano, observa al
ingenuo Connor que, ha hecho caso a su “advertencia” y ahora mismo se dedica a
cavar en la tierra cercana a unas lapidas. Se las ha arreglado para que no lo
descubra, para que no se entere, de que lo ha estado siguiendo hasta aquí. Ezio
se ríe por dentro, ha sido muy fácil convencerlo, tal y como lo esperaba. Y
ahora sabe en dónde esconde esa cosa.
Enfoca
más su atención, cuando ve que el joven nativo permanece quieto observando el
hoyo que ha hecho en la tierra. Sin duda esa esfera dorada de la que tanto
hablan está ahí dentro. Y el muy inocente, se ha dado cuenta que sigue ahí.
Acto seguido, Connor prosigue a extraer de la cavidad una caja de madera. Ezio
sabe que ahí dentro está el “fruto”, y que ahora le buscará otro escondite, tal
y como él le aconsejó, no le queda más que seguirlo como ha hecho hasta ahora
para obtener el fruto y guardarlo para Aveline. Pan comido.
Connor
sube a su caballo, con la caja, que ha amarrado bien con cuerdas atrás de la
silla, para poder llevársela lejos. Espolea, y hace que el caballo corra. Ezio,
va a dónde había dejado su caballo e intenta seguirlo a cierta distancia, para
que no escuche que lo persiguen, y no lo pierda de vista.
Viajan
hasta la jefatura de barcos más cercana. Connor sube al barco, y Ezio siendo lo
más discreto posible aborda también, escondiéndose detrás de unas pilas de
cajas, por dónde ve que Connor se mantiene apoyando sus codos en la borda del
barco, con el dichoso fruto del Edén en sus manos, que brilla como el oro.
Esperan a que el capitán emprenda el viaje a Nueva York.
Tiempo
después viéndose a mar abierto. Connor no ha dejado de contemplar el fruto que
sostiene. Ezio debe tener paciencia y ver que hace con él. Cuando de pronto el
joven nativo con traje y sombrero, se aparta de la borda, retrocediendo unos
pasos, para así poder arrojar el valioso fruto del Edén al agua. Ezio siente
como cae su quijada al quedar boquiabierta. ¿Pero qué está haciendo? Sin tener
cuidado, sale a toda prisa a la borda, y piensa en lanzarse al mar para
buscarlo, se impulsa, pero algo lo atrae de vuelta a la cubierta principal del
barco, donde cae de espalda. Connor se interpone ante sus ojos de pie y con sus
brazos cruzados, Ezio puede sentir como su intensa mirada lo fulmina, y la
expresión en su rostro es oscura.
—¿Qué
crees que estás haciendo? —cuestiona Connor
viéndolo a sus pies.
—Eh…¡Qué
sorpresa! ¿no lo crees? —suelta una fingida risa— No sabía que te encontraría
aquí amigo.
—¿Amigo?
—con énfasis, arrugando el ceño, con un solo brazo levanta a Ezio de la cubierta
y le clava su mirada en sus ojos— Yo lo sabía, sabía que me estabas siguiendo.
Me has mentido ¿no es cierto? Tal y como lo supuse, estás ayudando a esa mujer
Templaria.
El
joven nativo, era un buen cazador después de todo y por supuesto que había escuchado
que lo seguía y ya lo había visto. Lo agarra bien de la manga de su camisa.
—Oye,
tranquilízate, esto es un malentendido, es…una coincidencia. Nada más.
—No,
no es así. ¡Tú me has mentido! ¡¿Por qué lo haces?! ¿Por qué estás ayudando a
esa malvada mujer?
—Te
lo diré, si me sueltas, estás arrugando mi ropa amigo.
Refunfuñando,
Connor suelta a Ezio y levanta su barbilla con dignidad y enfado dispuesto a
escucharlo.
—Verás…,
Aveline, realmente la amo Connor, tienes que entenderme. Sé que quizá tú nunca has amado a una mujer, y
por eso no puedes comprenderme, pero te
juro que, la amo, y la única oportunidad que tengo con ella es esta. Ayudarle.
Pero creo que el Fruto del Edén ya está perdido. —gira su cabeza viendo la
lejanía del mar, que el barco ha dejado atrás.
—Sí,
así es, así que olvídalo. Y olvida mi ayuda también, desde ahora yo trabajaré
solo.
—¿Qué?
¿De qué estás hablando? Te necesitamos. Vamos, sabes que solo nosotros podemos
ayudarte a encontrar a esa mujer asesina que tanto deseas encontrar.
—No.
—lo apunta con su dedo— A partir de ahora, yo la buscaré solo. —se da la vuelta
para marcharse a otra parte del barco, pero se detiene al olvidar aclarar algo.
Voltea para mirarlo— No quiero verte frente a mi jamás, si lo haces te mataré.
Dicho
esto se aleja de él, y Ezio se rasca su nuca arqueando una ceja.
—Vaya
que intensos son todos, por algún motivo siempre quieren matarme. —murmura para
sí mismo— ¿Ahora que le diré a Aveline? —mira sus botas con sus manos en la
cadera, haciendo una mueca de desagrado.
Notando
que Charlotte no para de llorar, Garrett se ve obligado a acercarse y tocar su
hombro, ella se sobresalta de inmediato.
—¡No
me toques! ¡Vete de aquí!
—Charlotte
no me lo pongas más difícil, anda, únete a mi o te entrego a la guardia.
—Solo…déjame
en paz. —con voz ahogada por el lloriqueo imparable.
Garrett
lleva sus brazos a ella para cargarla, pero Charlotte se sacude oponiendo
resistencia. No la levanta del suelo.
—¡Déjame!
—gruñe— Está bien, cumpliré con el trato. Solo déjame tranquila un momento, y
ayúdame a llevarla con Aquiles ¿quieres?. —voltea a verlo con sus ojos
arrasados en lágrimas— Debe tener un entierro digno…
Acaricia
la fría mejilla de la que fue su amiga.
Toda
la hacienda Davenport se entera de la muerte de Myriam. Charlotte y Garrett
tuvieron que mentir, diciendo que un oso la atacó. Aquiles prepara el funeral,
pidiéndole al cura de la única Iglesia del pueblo que viniera a dirigirle
algunas palabras, y oraciones, a la tan querida difunta.
Se
despiden de ella, llenando su sepulcro de rosas blancas, que posteriormente,
rellenan con tierra.
Un
lobo solitario, este es Connor. Ahora más que nunca lo es, y se siente más
seguro, se siente que está cerca de lograr su más importante objetivo;
Encontrar a la ladrona-asesina. Aunque la guardia ya haya retirado los carteles
de “se busca” hace meses, puesto que ya no se ha visto a la Ladrona, y tampoco
se han reportado robos de ella, como si hubiera desaparecido. La han dado por
muerta. Pero, a Connor le es imposible olvidar la muerte de su madre, la
exterminación de su pueblo, por culpa de
ella y los Templarios, que seguro son capaces de exterminar a las otras tribus
que quedan. Eso no puede permitirlo.
Ezio,
y su amigo, junto con las reuniones nocturnas en el Pimienta Negra, habían sido
un gran estorbo, y una gran distracción. De eso se percató, cuando en su ardua
búsqueda durante una noche, sus ojos
divisaron una silueta negra muy conocida, tiene que ser la ladrona sin duda
alguna, las vestiduras son igual. En la oscuridad de una abertura entre dos
casas, la sospechosa abría disimuladamente una pequeña puerta en el suelo, y
conducía a un hombre ahí, dejándolo entrar, ambos llevan capuchas que cubren su
cabeza. Luego ella se introdujo a dicho “escondite”.
Cargándose
de una desesperación que lo impulsa a correr hacía allí, Connor aprovecha esta
oportunidad, que había estado esperando desde hace ya tiempo.
Observa
la puerta de madera cuadrada ubicada
debajo, al borde de una gran casa. Usa su habilidad para forzar la cerradura…,
y entra. Baja por unos escalones, cuidando sus pasos. Es un túnel, un pasadizo
secreto, como una ruta de escape, o un atajo para llegar a cierto lugar de una
forma más rápida y discreta.
A
lo lejos se escuchan pasos, deben ser la chica misteriosa, y el otro sujeto que
acaban de adentrarse aquí. El joven nativo, portando aún ese traje inglés azul,
revisa las paredes de tierra algo estrechas, encuentra con su mirada varias
antorchas encendidas, que iluminan el oscuro túnel. Sigue adelante, avanzando
un poco más rápido, siente que está cada vez más cerca de esas personas. El
sonido de pisadas se detiene, y Connor puede saber que están del otro lado de
una pared, han dado vuelta, pero el joven no los dejará ir. Sale a la vista de
los encapuchados, y atrapa en sus brazos a la chica violentamente.
El
otro hombre encapuchado, y que no se puede ver su rostro, se va contra él con
una hoja directo a su cuello, pero Connor se aparta sin soltar a la chica,
quien forcejea. Agarrándola con un brazo, y con el otro se arma de su Tomahawk
para defenderse del joven que con una daga y una hoja trata de herirlo, cansado
de fallar saca su mosquete corto y apunta a la frente de Connor, pero él se
apresura a cortarle el brazo, seguido de la garganta con su hacha Mohawk, derrumbándolo
al suelo, y viendo como poco a poco la vida lo abandona, dejando una charco de
sangre. Un acero se entierra en su pierna, y con un alarido de dolor afloja su
agarre y la chica puede liberarse de él, y en un grito cae de rodillas a la
tierra preocupada por su compañero muerto.
Aguantando el dolor de la puñalada en su
muslo, Connor entrecierra sus ojos viendo mejor la espalda de la mujer, que con sus manos
tocaba al hombre del suelo, tratando de animarlo. Lleva un arco con flechas a
la espalda, está armada con una espada, un mosquete y ese mecanismo de hoja en
el brazo. Sí, en efecto ella es la ladrona-asesina. Se acerca para descubrirle
su cabeza. Rojo…cabello rojo.
Por
un instante su mente queda en blanco, no es capaz de moverse, ni siquiera de
parpadear. ¿Acaso es Charlotte?
—No,
no Thomas no puedes morir así. —su voz quebrantada—Apenas eras un aprendiz, no
estabas preparado.
Su
voz, esa voz es de…
La
joven da un giro mostrando su rostro sin importarle, está llena de rabia, en un
chasquido suelta su hoja oculta y la dirige al sujeto que los había atacado. Su
brazo que portaba la hoja apuntándolo, desciende.
Se paraliza su cuerpo, al descubrir que se trata de Connor.
Los
dos se miran a los ojos, sin abrir los labios para decir algo, sin hacer nada.
Como queriendo comunicarse solo con miradas. Miradas confundidas, miradas con
temor. Con temor…de enfrentarse.
*
Holaaa soy Marial!!
ResponderEliminarAhhhhh!!!! ese finalll esas miradas!!!!. Yo creo q ya me muero!!!!
No puedo cteer lo que hace Ezio por Aveline!! es un tarado!!! pero md encanto como lo descubrio Connor jaja.
Y Myriam? :((((. no me lo esperaba no ahi de verdad la senti :((.
Como siempre excelente capitulo!!! ;)