sábado, 18 de octubre de 2014

La Bruja y el Ángel mestizo [Capitulo 16]









                          Capitulo-16








Han sido días de paz en el bosque, ayudando a Myriam a cazar, pescar, y de más actividades que emprendía para sobrevivir. Ha logrado acoplarse a esta nueva vida, y aunque sea incapaz de olvidar a Connor, puede estar tranquila al saber que no le hará daño. Sigue confundida, y con las ganas de saber más sobre su pasado pero, deberá resistir.
Se escuchan los pajarillos pillar, volando por las copas de los árboles que son agitadas por el suave viento. Abajo hay una vereda que marca un camino largo en medio del bosque. Charlotte, de vuelta al campamento de Myriam, llevando un balde de madera lleno de agua, se encuentra con una caravana que viene siguiendo el sendero de tierra. Conoce esos carros que llevan pan, queso, arroz, todo para vender.
Por un momento un instinto sale de ella, la tentación de querer robar esa caravana, como solía hacerlo en la ciudad, ya que sabe que a esos vendedores se les paga con dinero, algo con lo que no cuenta ahora. Pero solo hace un alto al caminar, sosteniendo de la soga de ese balde de agua del río, y fijándose en el carro que es tirado por dos caballos… lo deja ir. ¿Pero en que está pensando? No debe robar, no tiene por qué hacerlo. Eso tiene que quedar en su pasado, ya no es una ladrona. Baja su mirada viendo sus botas y su pantalón hechos de piel animal, ahí parada a la orilla de la vereda, el aire acaricia su larga cabellera carmesí. Cuando el ruido de un peso caer detrás de ella, la alarma, haciendo que gire su cabeza hacía atrás, derramando un poco del agua que carga.
Viéndose cara a cara con Garrett, quien mira sus ojos, con una mirada cansada y profunda, usando esa túnica de Asesino, pero con la capucha abajo, la chica  puede ver su cabeza, con ese cabello castaño algo enmarañado, y una pizca de barba.

—¿Garrett? —Charlotte abre mucho sus ojos verdes.
—¿Te sorprende verme aquí? ¿En serio?

Sin saber que decir solo lo observa detenidamente.

—Te estuve esperando —añade el joven— y nunca volviste ¿por qué? ¿Qué haces aquí?
—Yo… —mira a otro lado, sin saber cómo explicarle.
—Y después de que no regresaste, me propuse buscarte, y te he estado buscando por casi una semana.

Invade el silencio durante unos segundos, solo el delicado sonido de la naturaleza los rodea.

—Pero sabes, olvídalo —pone sus ojos en blanco Garrett— no importa por qué no volviste, y que estás haciendo aquí. Solo quiero que me escuches.


La chica lo invita a casa de Myriam, quiere sentirse segura. En dónde su amiga le cuenta que hace un rato, él vino hasta ella, gracias a la información e indicaciones de la  gente del pueblo que la conoce. Le dijeron que habían visto a una mujer de cabello rojo con ella. Después el misterioso joven le pregunto por ella.
Entonces tomando todo con calma, Myriam le ofrece a Garrett algo de comida, y bebida, él acepta puesto que lleva días sin probar un bocado a causa de la intensa búsqueda. Y teniendo a Charlotte frente a él sentada en la mesa de madera con unas velas apagadas, y tan solo la luz del día entrando por las ventanas. Garrett se cruza de brazos poniéndose cómodo en su silla y fija su mirada en los ojos de la joven. Myriam ha salido a despellejar un alce.

—Lo intente Charlotte. Asesinar al líder Templario, pero no pude, como supuse es muy fuerte. Creía que porque era viejo podría contra él, pero estaba equivocado.
—¿Por qué vienes a contarme esto a mí? Yo, no quiero saber nada.
—Espera. —se inclina hacia la mesa apoyando sus brazos cruzados en la madera— ¿Qué estás diciendo? ¿Olvidas que hicimos un trato? Tú me ayudarías con esto. ¿Lo haz olvidado? —frunce el ceño.

La chica no abre su boca, solo mira abajo muy pensativa. ¿Cómo explicarle? ¿Cómo hacerle entender?

—He venido a buscarte, porque te necesito Charlotte. Tengo un par de amigos, pero ellos no quieren ayudarme, son unos cobardes pero,  tú habías prometido…
—Ya lo sé. Pero ahora, no sé qué hacer.
—¿No sabes qué hacer? Simple, ayúdame a reclutar Asesinos, gente que quiera unirse a la causa. Y si es posible, podrías unirte tú también. Tenemos que acabar con todos esos Templarios.


La palabra “Templarios” rebota en su cabeza, son los mismos que dijo Connor; atacaron su aldea. Son los mismos que desean esa cosa llamada “Fruto del Edén” Sí que son un problema. Quizá Connor también necesite ayuda, para vengarse. Pero ella, no desea matar a nadie, no desea ver sangre, el solo pensarlo le hace sentir que se revuelve su estómago. Y no puede respirar bien.

—Garrett, no quiero ser una asesina, ni tampoco una ladrona. —levanta su mirada para verlo.

El rostro de Garrett se enciende, Charlotte puede sentir como la taladra con su mirada. Se levanta de la silla, y golpea la mesa con las palmas de sus manos.

—Escúchame bien Charlotte. —grita— Lo harás quieras o no. Esto es muy importante ¿no puedes entenderlo?

A pesar de la intensidad en él volumen de su voz, no le provoca nada a la chica, solo queda callada, inmutable viéndolo. Está segura, de que es lo que no quiere hacer.

—¿Esto hacen ustedes los Asesinos? ¿Obligar a que se unan a su “causa”? —permanece sentada en su lugar— Lo lamento Garrett, yo, estoy muy bien aquí, viviendo con Myriam, en la paz del bosque. No pensaba regresar, y aún, no pienso hacerlo. —sus ojos empiezan a verse vidriosos— Entiéndeme por favor.

Garrett no sabe ¿Qué es lo que le sucede a Charlotte? La nota distinta, pero no puede dejarlo así. Aparta sus manos de la mesa, incorporándose.

—De acuerdo, con que así rompes con el trato. En ese caso, tendré que entregarte a la guardia. Claro, yo no personalmente, ya que, gracias a ti, también me están buscando, por haberte salvado el pellejo. Pero no me dejas opción, le pediré a uno de mis amigos que te entregué . ¿Eso es lo que quieres? Dímelo.
—No serías capaz. —suena su voz con un temblor. Y se pone en pie como queriendo escapar.
—Ah, claro que sí. —casi súbitamente llega a ella y la agarra de su brazo— Solo que cambies de opinión.
—¡Suéltame! ¡¿Qué haces?!


Myriam ya había percibido los gritos, y entra a la cabaña de madera arrugando el ceño, al ver como el joven sujeta del brazo a su amiga.

—¿Qué está pasando aquí?
—¡Myriam no es nada, solo no te acerques!


Charlotte conoce las habilidades de Garrett por ser Asesino, y sabe que Myriam y ella no tienen oportunidad. Pero la cazadora percibe el peligro de la situación, por lo que se dirige hacia dónde colgaba su mosquete largo para caza, y lo sostiene con firmeza, viendo por la mirilla para apuntar bien a la cabeza del joven.

—¡Déjala ir! ¡¿Me oyes?!
—Señora, será mejor que se calme, y deje esa arma. —la mira un segundo— Yo solo quiero llevar a Charlotte de vuelta a casa, a cumplir con las obligaciones que ha olvidado. Vamos Charlotte, hay que irnos. —le da un tirón.
—¡No! ¡Te he dicho que no lo haré!


El agudo oído de Garrett capta el indicio del gatillo, entonces empuja a Charlotte quien cae sobre la mesa, y avanza contra Myriam levantando el mosquete para desviar el disparo al techo, y le encaja su hoja oculta debajo de su axila haciendo que comience a desangrarse lentamente. Charlotte puede ver como cae su amiga al suelo de madera, por el dolor y debilidad. Se echa a correr hacia ella como desesperada. Garrett toma su distancia, sorprendido el mismo de lo que ha hecho, pero tampoco va a arrepentirse, ella se lo buscó. No puede tolerar haber fallado a la orden, haber dejado que los Templarios dominaran esta nación, de eso sí que está arrepentido.

—¡Myriam! —sostiene su cuello para ver su rostro.

La cazadora le sonríe muy leve, y la mira a los ojos.

—Estoy bien, no te preocupes. —con un hilo de voz.
—Te dije que no te acercaras, no tenías que hacerlo. —con su cara arrugada de la angustia.
—Charlotte, ten cuidado…con él.
—Vamos, levántate, debemos parar ese sangrado cuanto antes.


Toca la herida por donde brota sangre tibia, y observa su mano manchada de rojo, su mano tiembla, sus labios también y la invade un mareo. Sangre… justo lo que no quería ver. Pero debe aguantar, su amiga la necesita. Con esfuerzo posa su mirada en la faz de su amiga, y cae en la cuenta que, ha cerrado sus ojos.

—¿Myriam?... Myriam respóndeme. —palmea su mejilla, poniéndose tan pálida como ella— ¡Myriam! —exclama con horror.


Su amiga se ha ido. Y con sus brazos, la abraza queriendo darle fuerza, darle vida así, pero es inútil. El llanto brota con naturalidad de ella, acompañado de un dolor en el pecho que, la presiona, la estruja por dentro, y cree, que esta no es la primera vez que se siente así. En su cabeza, algo quiere volver, ¿serán sus memorias?.
El joven Asesino, ha manchado sus manos con sangre inocente, y sabe que no es correcto, pero le importa más quitar del mando a los Templarios. Queda ahí cerca de la puerta de la cabaña viendo como Charlotte derrama lágrimas, viéndose como ríos en sus mejillas blancas, esas lágrimas que parecen infinitas, sobre el cuerpo de Myriam, su única amiga.


El cielo tan azul, y los árboles que rodean la casa de madera en la colina, tan verdes. Desde la maleza del bosque, muy cerca a la casa; el joven italiano, observa al ingenuo Connor que, ha hecho caso a su “advertencia” y ahora mismo se dedica a cavar en la tierra cercana a unas lapidas. Se las ha arreglado para que no lo descubra, para que no se entere, de que lo ha estado siguiendo hasta aquí. Ezio se ríe por dentro, ha sido muy fácil convencerlo, tal y como lo esperaba. Y ahora sabe en dónde esconde esa cosa.
Enfoca más su atención, cuando ve que el joven nativo permanece quieto observando el hoyo que ha hecho en la tierra. Sin duda esa esfera dorada de la que tanto hablan está ahí dentro. Y el muy inocente, se ha dado cuenta que sigue ahí. Acto seguido, Connor prosigue a extraer de la cavidad una caja de madera. Ezio sabe que ahí dentro está el “fruto”, y que ahora le buscará otro escondite, tal y como él le aconsejó, no le queda más que seguirlo como ha hecho hasta ahora para obtener el fruto y guardarlo para Aveline. Pan comido.
Connor sube a su caballo, con la caja, que ha amarrado bien con cuerdas atrás de la silla, para poder llevársela lejos. Espolea, y hace que el caballo corra. Ezio, va a dónde había dejado su caballo e intenta seguirlo a cierta distancia, para que no escuche que lo persiguen, y no lo pierda de vista.

Viajan hasta la jefatura de barcos más cercana. Connor sube al barco, y Ezio siendo lo más discreto posible aborda también, escondiéndose detrás de unas pilas de cajas, por dónde ve que Connor se mantiene apoyando sus codos en la borda del barco, con el dichoso fruto del Edén en sus manos, que brilla como el oro. Esperan a que el capitán emprenda el viaje a Nueva York.
Tiempo después viéndose a mar abierto. Connor no ha dejado de contemplar el fruto que sostiene. Ezio debe tener paciencia y ver que hace con él. Cuando de pronto el joven nativo con traje y sombrero, se aparta de la borda, retrocediendo unos pasos, para así poder arrojar el valioso fruto del Edén al agua. Ezio siente como cae su quijada al quedar boquiabierta. ¿Pero qué está haciendo? Sin tener cuidado, sale a toda prisa a la borda, y piensa en lanzarse al mar para buscarlo, se impulsa, pero algo lo atrae de vuelta a la cubierta principal del barco, donde cae de espalda. Connor se interpone ante sus ojos de pie y con sus brazos cruzados, Ezio puede sentir como su intensa mirada lo fulmina, y la expresión en su rostro es oscura.

—¿Qué crees que estás haciendo? —cuestiona Connor  viéndolo a sus pies.
—Eh…¡Qué sorpresa! ¿no lo crees? —suelta una fingida risa— No sabía que te encontraría aquí amigo.
—¿Amigo? —con énfasis, arrugando el ceño, con un solo brazo levanta a Ezio de la cubierta y le clava su mirada en sus ojos— Yo lo sabía, sabía que me estabas siguiendo. Me has mentido ¿no es cierto? Tal y como lo supuse, estás ayudando a esa mujer Templaria.

El joven nativo, era un buen cazador después de todo y por supuesto que había escuchado que lo seguía y ya lo había visto. Lo agarra bien de la manga de su camisa.

—Oye, tranquilízate, esto es un malentendido, es…una coincidencia. Nada más.
—No, no es así. ¡Tú me has mentido! ¡¿Por qué lo haces?! ¿Por qué estás ayudando a esa malvada mujer?
—Te lo diré, si me sueltas, estás arrugando mi ropa amigo.

Refunfuñando, Connor suelta a Ezio y levanta su barbilla con dignidad y enfado dispuesto a escucharlo.

—Verás…, Aveline, realmente la amo Connor, tienes que entenderme.  Sé que quizá tú nunca has amado a una mujer, y por eso no puedes  comprenderme, pero te juro que, la amo, y la única oportunidad que tengo con ella es esta. Ayudarle. Pero creo que el Fruto del Edén ya está perdido. —gira su cabeza viendo la lejanía del mar, que el barco ha dejado atrás.
—Sí, así es, así que olvídalo. Y olvida mi ayuda también, desde ahora yo trabajaré solo.
—¿Qué? ¿De qué estás hablando? Te necesitamos. Vamos, sabes que solo nosotros podemos ayudarte a encontrar a esa mujer asesina que tanto deseas encontrar.
—No. —lo apunta con su dedo— A partir de ahora, yo la buscaré solo. —se da la vuelta para marcharse a otra parte del barco, pero se detiene al olvidar aclarar algo. Voltea para mirarlo— No quiero verte frente a mi jamás, si lo haces te mataré.

Dicho esto se aleja de él, y Ezio se rasca su nuca arqueando una ceja.

—Vaya que intensos son todos, por algún motivo siempre quieren matarme. —murmura para sí mismo— ¿Ahora que le diré a Aveline? —mira sus botas con sus manos en la cadera, haciendo una mueca de desagrado.



Notando que Charlotte no para de llorar, Garrett se ve obligado a acercarse y tocar su hombro, ella se sobresalta de inmediato.

—¡No me toques! ¡Vete de aquí!
—Charlotte no me lo pongas más difícil, anda, únete a mi o te entrego a la guardia.
—Solo…déjame en paz. —con voz ahogada por el lloriqueo imparable.

Garrett lleva sus brazos a ella para cargarla, pero Charlotte se sacude oponiendo resistencia. No la levanta del suelo.

—¡Déjame! —gruñe— Está bien, cumpliré con el trato. Solo déjame tranquila un momento, y ayúdame a llevarla con Aquiles ¿quieres?. —voltea a verlo con sus ojos arrasados en lágrimas— Debe tener un entierro digno…


Acaricia la fría mejilla de la que fue su amiga.

Toda la hacienda Davenport se entera de la muerte de Myriam. Charlotte y Garrett tuvieron que mentir, diciendo que un oso la atacó. Aquiles prepara el funeral, pidiéndole al cura de la única Iglesia del pueblo que viniera a dirigirle algunas palabras, y oraciones, a la tan querida difunta.
Se despiden de ella, llenando su sepulcro de rosas blancas, que posteriormente, rellenan con tierra.



Un lobo solitario, este es Connor. Ahora más que nunca lo es, y se siente más seguro, se siente que está cerca de lograr su más importante objetivo; Encontrar a la ladrona-asesina. Aunque la guardia ya haya retirado los carteles de “se busca” hace meses, puesto que ya no se ha visto a la Ladrona, y tampoco se han reportado robos de ella, como si hubiera desaparecido. La han dado por muerta. Pero, a Connor le es imposible olvidar la muerte de su madre, la exterminación de su pueblo,  por culpa de ella y los Templarios, que seguro son capaces de exterminar a las otras tribus que quedan. Eso no puede permitirlo.
Ezio, y su amigo, junto con las reuniones nocturnas en el Pimienta Negra, habían sido un gran estorbo, y una gran distracción. De eso se percató, cuando en su ardua búsqueda durante  una noche, sus ojos divisaron una silueta negra muy conocida, tiene que ser la ladrona sin duda alguna, las vestiduras son igual. En la oscuridad de una abertura entre dos casas, la sospechosa abría disimuladamente una pequeña puerta en el suelo, y conducía a un hombre ahí, dejándolo entrar, ambos llevan capuchas que cubren su cabeza. Luego ella se introdujo a dicho “escondite”.

Cargándose de una desesperación que lo impulsa a correr hacía allí, Connor aprovecha esta oportunidad, que había estado esperando desde hace ya  tiempo.
Observa la puerta de madera cuadrada  ubicada debajo, al borde de una gran casa. Usa su habilidad para forzar la cerradura…, y entra. Baja por unos escalones, cuidando sus pasos. Es un túnel, un pasadizo secreto, como una ruta de escape, o un atajo para llegar a cierto lugar de una forma más rápida y discreta.
A lo lejos se escuchan pasos, deben ser la chica misteriosa, y el otro sujeto que acaban de adentrarse aquí. El joven nativo, portando aún ese traje inglés azul, revisa las paredes de tierra algo estrechas, encuentra con su mirada varias antorchas encendidas, que iluminan el oscuro túnel. Sigue adelante, avanzando un poco más rápido, siente que está cada vez más cerca de esas personas. El sonido de pisadas se detiene, y Connor puede saber que están del otro lado de una pared, han dado vuelta, pero el joven no los dejará ir. Sale a la vista de los encapuchados, y atrapa en sus brazos a la chica violentamente.
El otro hombre encapuchado, y que no se puede ver su rostro, se va contra él con una hoja directo a su cuello, pero Connor se aparta sin soltar a la chica, quien forcejea. Agarrándola con un brazo, y con el otro se arma de su Tomahawk para defenderse del joven que con una daga y una hoja trata de herirlo, cansado de fallar saca su mosquete corto y apunta a la frente de Connor, pero él se apresura a cortarle el brazo, seguido de la garganta con su hacha Mohawk, derrumbándolo al suelo, y viendo como poco a poco la vida lo abandona, dejando una charco de sangre. Un acero se entierra en su pierna, y con un alarido de dolor afloja su agarre y la chica puede liberarse de él, y en un grito cae de rodillas a la tierra preocupada por su compañero muerto.

 Aguantando el dolor de la puñalada en su muslo, Connor entrecierra sus ojos viendo mejor  la espalda de la mujer, que con sus manos tocaba al hombre del suelo, tratando de animarlo. Lleva un arco con flechas a la espalda, está armada con una espada, un mosquete y ese mecanismo de hoja en el brazo. Sí, en efecto ella es la ladrona-asesina. Se acerca para descubrirle su cabeza. Rojo…cabello rojo.
Por un instante su mente queda en blanco, no es capaz de moverse, ni siquiera de parpadear. ¿Acaso es Charlotte?

—No, no Thomas no puedes morir así. —su voz quebrantada—Apenas eras un aprendiz, no estabas preparado.

Su voz, esa voz es de…

La joven da un giro mostrando su rostro sin importarle, está llena de rabia, en un chasquido suelta su hoja oculta y la dirige al sujeto que los había atacado. Su brazo que portaba la hoja  apuntándolo, desciende. Se paraliza su cuerpo, al descubrir que se trata de Connor.

Los dos se miran a los ojos, sin abrir los labios para decir algo, sin hacer nada. Como queriendo comunicarse solo con miradas. Miradas confundidas, miradas con temor. Con temor…de enfrentarse.










                                                                                  *

1 comentario:

  1. Holaaa soy Marial!!

    Ahhhhh!!!! ese finalll esas miradas!!!!. Yo creo q ya me muero!!!!
    No puedo cteer lo que hace Ezio por Aveline!! es un tarado!!! pero md encanto como lo descubrio Connor jaja.
    Y Myriam? :((((. no me lo esperaba no ahi de verdad la senti :((.

    Como siempre excelente capitulo!!! ;)

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