martes, 30 de septiembre de 2014

La Bruja y el Ángel mestizo [Capitulo 15]











               Capitulo- 15






Sus labios se tocan en un roce breve y suave. Charlotte sin abrir sus ojos puede sentir como él se separa de ella.


—Así lo hacías ¿lo recuerdas?


Sale de ese “trance” y lo mira fijamente, con una mirada que expresaba toda esa emoción que se producía dentro de su ser. No responde. Y no vienen memorias a ella, solo sentimientos encontrados.
Para Connor, el tiempo, es como si no hubiera pasado, el verla, es como regresar a esos años, en los que, la pasaban muy bien juntos. De niños, y apenas hace tres años atrás.


Myriam viene con Aquiles a quien ha encontrado después de todo, tiene que mostrarle las pieles, y de paso presentarle a una amiga. Pero encuentra la carilla abandonada; Sin Charlotte.

—¿En dónde se habrá metido? —cuestiona Myriam llevando sus manos a la cadera, pero con tranquilidad.

El sonido de pasos rápidos venir hacia ellos, no deja hablar a Aquiles. Son Connor y Charlotte, que salen corriendo de la casa Davenport como si fueran niños jugando. Pasan de ellos como si no existieran, y siguen el sendero que los adentra al bosque. Aquiles le cuesta creer la cara que vio en Connor, tenía una expresión de alegría, muy ligera pero clara.

—Exactamente… —empieza a decir Aquiles— ¿Quién es esa muchacha? 

Apoyándose en su bastón como acostumbra voltea a ver los ojos de Myriam, esperando que le responda.


Los rayos del sol de primavera bañan los árboles, y en uno de ellos sube Connor con facilidad mientras dice en voz alta:

—Espero no hayas olvidado como hacerlo. Quién llegue primero a la montaña, gana.


Charlotte sabe cómo trepar un árbol, entonces por eso lo sabía. Fue él, quién le enseñó. Está comenzando a tener respuestas, justo lo que buscaba, lo que refuerza su confianza en él. Eso quiere decir, que en un pasado si se conocieron. Eso quiere decir que las visiones de un joven nativo ¿era él?. ¿Un recuerdo? ¿O solo un “sueño”?. Sin tardar más, trepa por otro árbol cercano y alcanza una gruesa rama, por la que observa como él lleva la delantera, esta competencia debe ganarla. Salta al otro árbol y así va avanzando hasta que llega a dónde Connor.

—¡¿Esto también lo hacíamos?! ¡¿Verdad?!
—¡Claro! —baja por un tronco doblado y se echa a correr.

La joven intenta seguirle, pero el “ganar” está muy lejos, y la montaña muy cerca. Connor gana la carrera y con una sonrisa perceptible la mira de frente.

—Lo has hecho muy bien Charlotte. Se nota que has conservado esa habilidad.

Aún jadeante, la chica con su cabello rojizo, suelto y algo alborotado por correr. Esboza una amplia sonrisa.

—¡Eso fue muy divertido! ¡Y ganaste!

Abre sus brazos y se acerca a abrazarlo, apretándolo con afecto. El nativo sin moverse ni perder su tenue sonrisa, toca su espalda con sus manos y cierra sus ojos. Hace tiempo que no sentía esta sensación, de calor dentro de su corazón, hace tanto que no sentía este cuerpo. Permanecen así un momento. Charlotte se dejó llevar por su instinto, y Connor también, no pueden apartarse tan pronto.


Connor puede ver que ella aún recuerda como cazar, lo que es extraño, recuerda las habilidades que le enseñó, pero no recuerda nada sobre él. ¿Por qué?. Le ha prometido que le ayudará a recordar, por eso cree que quizá sea bueno llevarla a un sitio donde solían reunirse para hablar, y admirar el panorama desde lo alto. Muy cerca de la que fue casa de Charlotte.
De camino a la colina, caminando juntos, se miran de vez en cuando a los ojos, y es Connor el que se suelta a hablar con ella.

—Esto, no puedes recordarlo, porque no lo supiste nunca. Mi aldea fue destruida, perdí a mi Madre, amigos, todo. —viendo sus pasos sobre la tierra—
—¿De verdad?

A su cabeza viene el recuerdo de esa visión que tuvo de un joven nativo en una aldea envuelta en llamas.

—¿Fue destruida, con fuego? —inquiere la chica viéndolo interesada.
—Así es ¿Cómo lo sabes? —la observa de reojo.
—Lo adivine. —se encoge de hombros bajando su vista.
—Y sé quién lo hizo, fueron los Templarios, ellos también quieren una piedra brillante, un tesoro, como lo llamábamos nosotros en la aldea, pero según dicen se llama Fruto del Edén.
—¿Fruto del edén? ¿Una piedra? —arruga su frente al verlo.
—Sí, es una especie de… piedra, tan reluciente como el sol.

Otro recuerdo de una visión más, viene a su mente. La esfera dorada que veía dentro de un cofre, enterrada en las cercanías de una vieja casa de madera. Está hablando del mismo Fruto del Edén, del que le habló Garrett. Y los Templarios, son contra los que combate Garrett. Ella lo sabía, eso sí que lo sabía.
Se mantiene en silencio, ordenando sus pensamientos en tanto Connor continúa hablando.

—También sé, quién fue la que asesinó a mi Madre, a mi amigo. La enviada por los Templarios, es también, la que yo y mis amigos caza recompensas estamos buscando, es la misma que en Boston y Nueva York buscan como ladrona y asesina.

Sus palabras dejan a la chica boquiabierta y sus pasos se detienen en seco. Enfocando su mirada fijamente en su interlocutor. Connor al percibir que ha hecho un alto, se vuelve para ver su semblante con su ceño fruncido, la expresión en la faz de su amiga no es buena.

—¿Pasa algo? Charlotte.

Es tan confuso, es tan inquietante, que no es posible pronunciar palabras, es como si su lengua se pegó a su paladar, obligándola a guardar silencio. Esto es imposible, ella…no ha asesinado a nadie. Claro…, Garrett le había dicho que una mujer se hacía pasar por ella, usaba una réplica exacta de su vestimenta de ladrona, para llevar a cabo asesinatos, limpiándose con su identidad. Nunca le había dado importancia a eso…hasta ahora.


En las calles de Boston. Un hombre ratero tenía su cara hinchada, de sus labios y nariz salía sangre, por los golpes que le propina Jace, contra un muro en una calle cerca del puerto.  A lo lejos se veían las velas de los barcos y los edificios de ladrillo en la ciudad.

—Ya es suficiente Jace.

El hombre ha terminado en el suelo muy golpeado. Ezio ante él ratero, se inclina y lo sujeta del brazo haciendo que se ponga en pie con sus últimas fuerzas.

—Habrías evitado todo esto, si desde un principio te hubieras entregado. —Fijándose en el rostro de un ojo morado y el otro hinchado— Agradece que nuestro buen Eynard ya no vive, a él le hubiera encantado matarte. —sonríe mostrando sus dientes— Vamos, camina, tienes una cita con la guardia amigo.

Con el cañón de su mosquete largo, el joven italiano toca su espalda para obligarlo a seguir adelante. Jace hace lo mismo y avanza junto con ellos.

—Este era el último de Boston ¿no? —mira a su lado a Jace.
—Sí, no hay más. —se vuelve a poner sus anteojos redondos con una mano, y con la otra sostiene el arma.
—Genial, solo nos faltaría la Ladrona y su amigo. Eso es trabajo para Connor ¿No lo crees?
—Sí, mejor dejémoselo a él, si no se enfadará y querrá matarnos.

Ezio suelta una carcajada.

—Tienes razón, esas son presas de Connor, no nos corresponden. Pero como a él no le importa la recompensa, entonces nos la quedaremos nosotros. Seguro él estará más que satisfecho al conseguir su “venganza”.
—Tú lo has dicho amigo.

Al doblar una esquina, empiezan a cruzar una plaza pequeña, con una fuente al centro y repleta de gente que va de un lado a otro, niños jugando a perseguirse, perros y gatos callejeros. Y  los ojos de Ezio detectan a unas cuantas mujeres jóvenes y bellas. Se distrae cuando una mano sujeta su brazo, alterándose al creer que es algún enemigo, cuando al girarse apuntando con su mosquete ve el rostro de Aveline, vestida tan elegantemente como siempre, y ella con facilidad a desviado el cañón de su mosquete largo.

—Buenas tardes. —inalterable la mujer.

Una sonrisa se dibuja en los labios del italiano, y su voz se torna más elegante.

—Buenas tardes Aveline de Grandpré. —cuelga su mosquete a su espalda y toca la mano de la chica, pretendiendo besarla.


Aveline aparta su mano de él con delicadeza y con una corta reverencia responde a su saludo.

—Te había extrañado tanto. —agrega Ezio embelesado y rendido a ella.

Jace aclara su garganta a propósito, llamando la atención de ambos.

—Ezio tenemos trabajo que hacer —con un gesto le señala al ratero capturado.
—Ah, vamos Jace… —responde Ezio— Solo debes llevarlo a la guardia, es todo.
—Bien, así lo haré, pero entonces yo me quedaré con toda la recompensa, bueno, quizá la comparta con Connor.

 «Es verdad Connor, ya ha tardado» Se dice en su cabeza Jace.

—¿Estás bromeando cierto? —entre risas.
—No, no estoy bromeando. Adiós, que disfrutes otra de tus conquistas. —resoplando voltea a ver la espalda del ratero que amenaza con su arma— Rápido muévete.


Ezio por más que quisiera reclamar sus derechos de la recompensa, y seguirlo, no puede, sus pies no quieren, y su corazón tampoco, lo obligan a permanecer ahí parado delante de la mujer que le roba suspiros más que ninguna.
Aveline sin decir más, solo lo conduce a otro sitio más privado para poder hablar con él. No ha olvidado la promesa que le hizo Ezio aquella noche. Haytham le ha dado una última oportunidad, y tiene la fe en que Ezio le revele en dónde está eso que busca. Entran juntos a una Iglesia de Nueva York, que como ella esperaba, está casi vacía, solo hay dos señoras en las primeras bancas y otro señor un poco más atrás. El altar esta vació, sin cura o algún otro religioso. Es el sitio perfecto para hablar discretamente y que nadie más sospechara de ellos. Toman lugar en la última banca del recinto. 

—Vaya, es la primera vez que vengo a este lugar. —rompe el silencio Ezio.
—Baja la voz, y dime lo que quiero saber. —casi susurra.
—Me parece extraño este sitio para una cita Aveline, pero, respeto tu gusto. —se pone cómodo, abriendo sus brazos y apoyándolos en el respaldo de madera para “disimuladamente” poner su brazo detrás de la espalda de la mujer.
—¿De qué hablas? ¿Y qué estás haciendo? —se aleja un poco.
—Bien, bien, tranquila. Sé lo que quieres. He conseguido que Connor me diga en dónde está esa cosa. —miente.
—¿Y dónde está? —le pone toda su atención.
—Me temo que, tendrás que darme algo a cambio, si quieres saberlo. —sonriente.
—¿Qué?

Lentamente Ezio aproxima sus labios al oído de la mujer y susurra:

—Un beso.
—¿Un qué?

Enfadada expulsa su hoja oculta y toca las costillas de Ezio con la punta.

—Olvídalo. Es más ¿Cómo puedo saber si hablas en serio?
—¿Quieres pruebas? ¿Qué pruebas puedo darte? —se sienta debidamente y soporta el punzante toque.
—Solo dímelo.

Se miran directamente a los ojos. Ezio podía percibir como de los ojos de Aveline brotaba fuego, pero eso no le intimidaba en lo absoluto, al contrario, le gustaba. Una sonrisa aparece en su rostro y con agilidad une sus labios a los de ella. Y se arriesga a todo, a que ella entierre esa hoja y le quite la vida, pero al menos moriría feliz, la está besando, con sus manos toca su rostro para profundizar más el beso, con la adrenalina en su mayor punto, y su corazón golpeando su pecho. Sufre por no saber cómo se está sintiendo ella, pero puede saberlo, al sentir como aparta su hoja de él, y queda quieta, como paralizada, y él aprovecha para prolongar su roce de labios, le hace el amor con ese beso, sin necesidad de ser pasional.
Deja los labios de Aveline, pero no deja de ver sus ojos con esa misma sonrisa.

—¿Lo ves? Fue fácil.

Se siente alagado, cuando nota el rubor en las mejillas de Aveline, a pesar del tono de su piel. Tras unos segundos esa expresión se borra y su ceño se arruga.

—¿Por qué lo hiciste?
—¿Te gustó? Yo sé que sí. —toca su barbilla.
—No me toques. —con un manotazo aparta su mano— ¿No lo sabes verdad? Solo estás jugando conmigo, jamás lo intentaste.

Sus gritos capturan la atención de las personas presentes.

— No quiero volver a verte. —se levanta de la banca.
—¡Espera Aveline!

La sigue, pero ella al salir de la Iglesia se da la vuelta solo para amenazarlo con su hoja oculta.

—Te lo advierto, si me sigues, o si vuelvo a verte otra vez, no te perdonaré la vida.

En sus ojos se ve como si una capa de lágrimas los cubriera. Eso toca una fibra del corazón de Ezio, y lo hace ponerse serio.

—Escúchame por favor, lamento lo que hice ¿está bien? No volverá a pasar —con su mano al frente como pidiendo que se calme— Esta vez voy en serio, no me importa perder a un amigo. Lo haré solo por ti, conseguiré esa información que buscas. Cuenta conmigo Aveline.
—Espero y sea cierto. Hasta luego. —se da media vuelta para irse.


Su voz sonaba diferente, es eso lo que hace que Aveline pueda seguir confiando en él, solo espera que esta vez realmente lo tome en serio. ¿Por qué le da tantas oportunidades? ¿Quién es él? Muy bien podría encontrar a otro hombre que le sirva, quizá hasta le sirva mejor. ¿Es que quiere volver a verlo? No, de ninguna manera, solo es más rápido.
El italiano, acaricia su propia barbilla mirando al suelo de piedra, pensativo. ¿Cuándo había sacrificado tanto? ¿Cuándo había hecho tanto por una mujer? Todas habían sido simples aventuras en la cama, pero ella… ha movido algo dentro de él, que nadie más había movido. No le importa si haga bien o haga mal, solo quiere ganársela.




No cabe duda, Connor es un caza recompensas, de los mismos que la persiguen. ¿Cómo es que todo ha terminado así? Toda esa confianza que se había reunido dentro de ella, la pierde en segundos, no puede confiar en él, y lo que también es seguro, no puede regresar a Nueva York. ¿Debería decirle la verdad? ¿Pero cómo lo tomara? Quizá no le crea.
Ahí, viéndose el uno al otro, con la imponente montaña tras ellos, y los árboles en su entorno.

—Yo no soy una asesina ¿de acuerdo? —su cuerpo vibra por la alteración que surge.
—¿Asesina? ¿Por qué lo dices? ¡Por supuesto que no eres una asesina!. —toca su hombro para verla más cerca— Charlotte.

Hay algo en ella que no le gusta nada. El temblor de su voz, la expresión en su rostro, la palidez anormal de su piel.

—Tengo que irme.

Dicho esto Charlotte gira en sus talones para marcharse a toda prisa, pero enseguida Connor la persigue.

—Charlotte espera ¿a dónde vas? ¿Qué sucede? ¿Has recordado algo?

Connor, teme que haya recuperado todas sus memorias, yendo entre ellas las más peligrosas: El asesinato de su padre, la despedida del río…
No se rendiría, la sigue y sigue. Por más que Charlotte se esforzara por escabullirse, por salir de su campo de  visión, es imposible. Connor es todo un cazador, y es muy perseverante.
—¡Charlotte espera por favor!



La joven de cabello rojizo, hace caso omiso a sus gritos.
En un claro del bosque, se lanza sobre ella sin dejar caer todo su peso, y la detiene en el pasto, pudiendo verla a los ojos directamente.

—Charlotte…por favor. —respirando agitado, sintiendo como su corazón quería salirse de su pecho.
—Connor, no entenderías. —corre una lagrima por el rabillo de su ojo—
—¡¿Entender qué?! Dime…

Encarándola, respirando su aliento.
No obtiene respuesta. Los ojos verdes de Charlotte brillan.

—Déjame en paz por favor. Solo, déjame ir.
—Jamás. —le da una caricia a su mejilla.
—Por favor, te lo suplico… —sale una lagrima más— Es lo mejor.

Lentamente se incorpora, y le ayuda a ponerse en pie.

—¿Te volveré a ver?

Cuestiona Connor con un rostro lleno de angustia, de dolor. No desea perderla de nuevo. Además sufre por no saber las respuestas. ¿De verdad ha recordado todo?

—No lo sé. Espero que no.
—¿Por qué?

Charlotte cae en la cuenta que Connor está sujetando su mano y ahora la estrecha, no queriendo apartarse de ella. No queriendo dejarla ir. Pero ella poco a poco separa su mano de la ajena y emprende camino a casa de Myriam.
El nativo queda ahí viendo cómo se aleja, hasta que la pierde de vista. Sin entender nada. Mira al cielo, anhelando que vuelva a ver otro encuentro. Ya que lo que guarda dentro de él, todavía no se termina, es como un fuego eterno, que ahora mismo…le duele.


Más tarde, cuando el cielo atardece, Charlotte se encuentra con Myriam en su campamento. Y le cuenta lo que realmente es. Una Ladrona, y la más buscada de Nueva York. También le dice la razón, y después, le cuenta todo lo sucedido con Connor, dando detalle de sus sentimientos, emociones, y pensamientos, desahogándose en los brazos de Myriam, dónde llora y llora. La cazadora como buena amiga, la escucha e intenta consolarla, adentro de su cabaña, en la mesa de madera cercana a la chimenea.

—Ay Charlotte, no sufras por eso. Mira, si quieres puedes quedarte aquí, tú me has dicho que sabes cazar ¿no? Él te enseñó. —la mira a los ojos— Podemos trabajar juntas, te presentare a todos mis amigos de estos terrenos, te caerán bien. —asiente con una sonrisa— ¿Qué te parece?
—Es una, gran idea Myriam, gracias. Eres una buena persona, y una muy buena amiga. —la abraza un breve momento.
—Sí, hay otra opción pero, no creo que sea muy agradable.
—¿Cuál es?
—Que le cuentes todo, vamos, se nota que te ama. —la empuja un poco con su codo— Entonces te creerá. Y quizá tú seas la única que puede hacer que se olvide de todo. —alza sus cejas y mira a otro lado.
—No. Era su aldea Myriam, su familia, su madre. Y él cree que yo… —suspira— no puedo estar por encima de todo su mundo. Es demasiado. Lo mejor será alejarme. Evitarlo.
—Pues bueno, así será.

Charlotte sonríe una pizca y baja su mirada.

—¡Vamos Charlotte anímate! Ya sé, mañana te llevaré con mi amigo Robert Faulkner, para que te de un paseo en la Aquila, tal vez eso te relaje un poco.




Definitivamente, aquí con Myriam, se siente más tranquila, no piensa regresar a la ciudad, quiere dejar atrás su oscuro pasado, el ser Ladrona, hace tiempo que quería abandonarlo, y ahora con mayor razón. Sí, tal vez sea una cobarde, pero no solo lo hace por ella misma, sino también por Connor. Por primera vez, hace algo por alguien más, y no solo pensando en ella.

Durante la noche en Nueva York, Garrett se ha quedado dormido leyendo un libro en un sofá.  Es increíble cómo puede estar tan relajado, sabiendo que estas ciudades están bajo dominio Templario. Se ha dado cuenta que el solo no puede con el trabajo, necesita toda una hermandad, necesita encontrar hombres dispuestos a dar su vida por la hermandad. Pero también, necesita a Charlotte, sabe que es muy buena en el sigilo, y tiene potencial, se siente en la obligación de convencerla en unirse a la hermandad, que sea una Asesina. Después tendría que viajar a Inglaterra, tierra de dónde provenía su Mentor, para buscar la hermandad implantada ahí, y pedir apoyo. Viajaría junto con Charlotte y algunos hombres que quieran unirse de Nueva York, ya lo tiene todo bien planeado, no abandonara tan fácil su objetivo. Es por eso, que ha estado esperando a la joven pelirroja, todo el día, hasta se ha dedicado a buscarla por las calles, pero no tuvo éxito. El ruido del golpeteo que produce su tío al martillar una caja de madera dónde transportan mercancía, lo saca bruscamente del sueño.



—Tío, ¿qué estás haciendo?
—Arreglando estas viejas cajas. —sigue dando golpes con el martillo.


Garrett con su traje de Asesino y su capucha abajo dejando ver su corto cabello café, deja su sofá para acomodar el libro en su lugar.


—¿A dónde dijiste que fue Charlotte?
—A ver a una amiga, no sé exactamente a dónde, si quieres pregúntale al chofer que la llevó.
—Ya tardo ¿no crees?
—Seguro está haciendo otras cosas, ya vendrá.


Le parece extraño, pero con paciencia la espera hasta cuatro días. Terminado el cuarto día, empieza a creer que quizá le ha pasado algo, tiene que ir a buscarla. Justo como le recomendó su tío, le pregunta al chofer que la llevó con su amiga, y guiándose con el mapa. Llega a lo que según llaman Hacienda Davenport. Parece un pequeño pueblo. Da pie a su búsqueda, preguntándole por una tal Myriam, y Charlotte a todo el que ve pasar. Tiene que encontrarla.


Es temprano por la mañana, y Connor, Ezio y Jace despiertan en la posada de Nueva York, donde a veces se quedaban a descansar. Ezio revisa que su ropa este impecable, con su cuello en “V” bien acomodado, y su coleta bien atada con ese lazo rojo. El joven nativo se coloca su sombrero de tres puntas azul al igual que todo su traje. Y Jace solo limpia sus anteojos y los porta, sin importarle su vestimenta muy sencilla, pantalón marrón, botas de agujetas, una camisa blanca al fondo de un abrigo café.
El italiano se reúne con ellos en la planta baja, dónde pueden beber cerveza y comer algo como desayuno. Cree que ahora es el momento, de poner en práctica lo que trae entre manos desde días atrás. Conoce a Connor, sabe que es muy ingenuo, y que confía mucho en los suyos, y claro, que sabe que lo considera un amigo. No es que sea una mala persona, pero cuando hay una mujer en juego, y no solo una mujer, la mujer de su vida, lo vale y mucho. A pesar de saber que también es la misma mujer que asesino a dos de sus camaradas, no le importa, puesto que cree que ellos se lo buscaron.
En una de las mesas Ezio deja de contar anécdotas, y como siempre, ve el rostro tan serio de Connor, del que apenas se podía esperar que sonría una pizca de vez en cuando.

—Connor, te quería decir algo importante. Creo que a ti te importa más que a mí.
—¿Qué es?

Atrapa su atención.
Jace sigue comiendo despreocupado, prefiere no ponerle mucha atención a Ezio a veces.

—Es sobre esa cosa llamada “Fruto del Edén” —se acerca hablándole casi al oído— Hace poco me encontré con Aveline.
—¡¿Qué?! ¿Otra vez ella? —Exaltándose— Te dije que no…
—Espera, esto es más importante, escúchame.

Connor guarda silencio, dándole oportunidad de continuar.

—Solo se burló de mí, y me dijo que ya saben dónde está el fruto. Tú dijiste que era peligroso si lo encuentran ¿cierto? Yo en tu lugar lo escondería en otro lado.
—Pero, tal vez ya sea tarde, ya lo deben tener en sus manos. —baja su mirada apretando sus puños sobre la mesa.
—No, no lo creo, bueno deberías ir al sitio dónde lo ocultaste, solo para asegurarse que siga ahí, si no, creo que deberías detenerlos. Y si esa cosa sigue ahí, escóndela en un lugar más seguro.

«¿Cómo se habrán enterado del escondite del fruto? » Piensa en sus adentros el nativo.

—Tienes razón, gracias —coloca su mano sobre el hombro de Ezio— Por avisarme justo ahora, yo les pondré un alto.
—No es nada. —se encoje de hombros con una sonrisa.


El mentirle, el engañarlo, lo hace sentirse un poco mal, pero ¿Qué tan importante puede ser esa pieza? ¿Es mágica o qué? El simple hecho de pensarlo así, suena ridículo.







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1 comentario:

  1. Holaaa soy Marial!!!

    Odio a Eziooooo tan importante es Aveline para él que va a llevar traicionar a Connor?? Yo lo mato!!!
    Y ese beso entre Charlotte y Connor!!! Aahh!!!! moriiiii!!! esos sentimientosss Y Connor felizzz que mas ouedo pedir???.
    Hermoso el capitulo!!!! y a la espera del próximo! !!

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