lunes, 8 de septiembre de 2014

( One-Shot ) —Enjaulado—


*
















En estos momentos es cuando creo que no puedo confiar más que en las sombras. Estoy aquí en un rincón de esta ciudad, camuflado entre la oscuridad, puedo ver a ese grupo de guardias pasar corriendo, me están buscando, pero jamás podrán verme. Están lejos, pero aún puedo divisarlos y escuchar como me llaman. ¿De verdad creen que haciendo eso voy a saltar a la vista de ellos? 
No puedo perder más tiempo, tengo que ir con Basso, me ha prometido un buen reto. Está cerca. 
Me desplazo en otra dirección, mi figura negra podría ser vista si alguien estuviera cerca. La luz de las farolas están sobre mi, pero con rapidez llegó a apoyarme contra un muro doblando una esquina y me pierdo nuevamente en la negrura. Abro una pesada puerta de madera, de par en par, y me adentro al callejón cercano, del despacho de Basso. Fácilmente me deslizo y entro por la ventanilla. 
  Ahí está, como siempre, revolviendo unos papeles sobre la mesa, todo este sitio esta bien iluminado por las velas esparcidas por doquier, pero no me molesta. Aunque ahora mi presencia es clara, puedo presentarme ante Basso con confianza, puedo decir que es de las pocas personas en las que puedo confiar. Vistiendo como mejor puedo para hacer mi trabajo; con traje y capucha de cuero negro, cargando un arco, flechas, y la porra por si acaso. No necesito más.

  —¡Ah! Garrett—me miro algo impresionado— Tus pasos si que son silenciosos ¿Por que no entraste por la puerta, eh? 
  

Me descubro mi nariz y boca bajando mi mascara negra. 

  —Sabes que no me gusta entrar por las puertas. 

Acerco mis pasos a su escritorio lentamente. 

  —Sí, lo sé. ¿A que haz venido? ¿Que te trae por aquí? —deja sus papeles para verme— Ya tenías tiempo sin aparecerte por aquí. 
  —El trabajo que me prometiste, Basso. 
  —Ah es verdad ¿Estás seguro? —se lleva su delgada pipa a su boca.
  
Solo alzo mi ceja y lo observo queriendo obviar mi respuesta. Él retira su pipa para hablar.

  —Está bien Garrett, sé que te gustan los retos y este es uno bueno créeme. Se trata de una mujer... con problemas serios. Lady Christina, sí que está mal de la cabeza. Colecciona cuervos en jaulas. Eso, por lo poco que he sabido, y su casa se encuentra custodiada por una buena cantidad de guardias. 

Vuelve a ver sus papeles como buscando, y escoge uno para entregármelo. Un tipo de mapa, para saber la ubicación de esa casa. 

  —Y no solo eso... —continúa Basso— También dicen que hay muchas trampas. El botín es bueno Garrett, cinco joyas, pero son tesoros invaluables. Sé que no tendrás problemas con este trabajo. 
  —No parece un reto tan...difícil. 
  —Eso lo sé. —con su pipa en la boca.
  —Pero esas joyas. Tienen que ser mías. 
  —Como quieras Garrett, es todo tuyo el trabajo. Te desearía suerte, pero sé que tú no la necesitas.


Dejo el mapa en su mesa, y me apresuro a retirarme. Entre más pronto empiece con este trabajo mas pronto terminaré. 


Es una noche muy oscura y fría, tal y como me gustan. No hay un guardia a la vista, estoy cerca de la casa de esa mujer. Entro a un callejón sin iluminación, y un par de ratas huyen al percibirme. Miro arriba, hay un soporte de madera que sobresale del techo de la casa. Con mi arco apunto directamente y arrojo mi flecha con cuerda. Pero no es suficientemente larga, subo a un barril y doy un brinco para sujetarme de la soga, y así voy subiendo hasta saltar al interior de la ventana abierta. Que descuido, claro... ¿quien entraría por una ventana? Creen que solo el aire. 
Cuido mis pasos, y uso mi concentración visual para revisar mi alrededor, hay trampas, me dirijo a desactivarlas para poder abrir los cajones, y las puertas de los muebles, tengo que vaciar esta casa de todo objeto de valor. Llevarme todo el oro, pero tengo que ser silencioso y eficaz. La puerta para salir de la habitación está cerrada. Con mis ganzúas y maestría la abro sin problemas. Escucho un ronquido; es un guardia, que se quedó dormido sentado en una silla, muy cerca de la puerta por donde acabo de salir. Despacio, avanzo agachado hacia la otra puerta, tengo que dar con esos cinco tesoros. De nuevo trampas, me deshago de ellas, y busco por doquier, pero hay tres jaulas con cuervos, y empiezan a chillar. Apago las velas para quedar en la oscuridad. Y se oyen pisadas en la madera. Alguien viene, seguro es el guardia que estaba dormido y se despertó por el ruido de estos pájaros. Me escondo dentro de un mueble con puertas.


  —¿Qué? ¿Hay alguien ahí?. 

Silencio.

  —¡Sal dónde pueda verte!


Espero a que se rinda y pase de la puerta para volver a su silla a dormir. Salgo lentamente y me escabullo hacia otra habitación. Trampas, dinero, objetos de plata y oro, más trampas, más cuervos, y cada vez más cuervos. Tengo que tener más cuidado.
Afuera de la habitación que he dejado sin luz. Me asomo para echar un vistazo. Hay tres guardias vigilando, vienen y van desde las escaleras hasta la habitación de a lado. De dónde se escucha la voz de una mujer. 

  —...¿Hombre cuervo es usted? Por favor venga conmigo, y quédese, hay té caliente. Podemos bailar toda la noche...


No paraba de hablar. Comienzo a buscar, con mas detenimiento adentro del mismo cuarto. Encuentro un diario, lo abro y hay una pluma de cuervo entre las hojas. 

     "...Sé que algún día vendrá a mi y bailaremos, y probaré sus labios, nada podrá separarnos. Lo he visto, ayer, me han dicho los guardias, que es alto, y oscuro como mis cuervos. Ellos lo están buscando...y yo solo lo espero, sé que un día vendrá." 


Abajo del texto hay una clave de números; 708. Dejó ahí el diario. Y memorizo los números, probablemente me sirvan después. Hay un librero sospechoso, con mi visión reviso bien, y deslizo mi mano por los libros, encontrando uno flojo, le doy un tirón y ese librero se aparta revelando un pasadizo secreto. Bajo por las escaleras, y veo más trampas, pero no caigo en ellas. Es una cámara llena de polvo y telarañas, con un olor pestilente, como a algo muerto. A mis pies descubro que hay cuervos muertos, como si alguien los dejo ahí en el suelo a propósito. Y hay un cofre grande, que con mis ganzúas abro fácilmente. La primer joya. Brilla mucho. Examinándola en mis dedos; es un anillo de oro puro y una piedra preciosa carmín.

  —Vaya... ¿que tenemos aquí? —susurro para mi mismo. 


Lo guardo, y salgo de ahí, yendo afuera de la habitación con sigilo. Burlo a los guardias, y detrás de un cuadro en una caja fuerte con la combinación 708, encuentro un brazalete de diamante, rubí y oro. En un cajón de un tocador, en lo que parece la habitación de Lady Christina, obtengo un broche, y sigo buscando hasta hallar en una vitrina que abro con mis ganzúas un par de aretes, relucientes en oro, con pequeños diamantes y rubí. 
Ya tengo cuatro de las cinco joyas. 
Por más que he buscado por toda la casa, pasando desapercibido y teniendo cuidado con las trampas y cuervos, no veo la ultima joya. He vaciado toda la casa sin llegar a ese último tesoro. El único lugar dónde no he entrado, es la habitación de dónde proviene esa voz de la mujer hablando sola todavía. No cabe duda que ahí debe estar esa ultima joya, no puedo irme sin ella. 
Poco a poco me voy acercando a la puerta, esos guardias siguen ahí, pero apago las velas con mi mano, para que la oscuridad me ayude a no ser detectado, y aprovechando que los dos guardias me dan la espalda fuerzo el cerrojo con mis ganzúas.

  —...Si tan solo estuviera aquí. —solloza la mujer desde el otro lado de la puerta— Todo sería mejor, pero no... aquí estoy...sola. —algo se rompe— ¡¿Que haz hecho Cedric?! ¡¿Por qué no me obedeces?! ¡¿Por qué no haces lo que te digo?!. 


Antes de que los guardias regresen abro la puerta y me desplazo agachado hacia un mueble. Para cubrirme.

  —¡Alguien entro! ¡Alguien esta aquí! ¡Escuché abrirse la puerta! —la mujer se levanta de su sofá que se mecía para cerrar la puerta de golpe. 


Los hombres que custodiaban no prestan atención a los gritos de la mujer. Es como si no les sorprendiera en lo absoluto que reaccione así. Basso tenía razón, esta mujer tiene problemas, pero también joyas muy preciosas. 
Lady Christina es joven todavía, seguramente ronda alrededor de los treinta años. Su rostro es muy pálido, y sus ojeras muy grandes, pero con una belleza que, si usara estas joyas la opacarían totalmente. Por lo visto no hablaba sola, estaba charlando entre risas con el cuervo que tiene en su hombro, como si se tratara de una persona. Le llama Cedric.
Está alcoba no tiene trampas, ni nada sospechoso. Es la más grande sin duda, y tiene pocos muebles, pero muchas velas encendidas, un gran estorbo para mi. La mujer se mece en su silla con vista a la ventana, contempla la luna y no deja de hablar con el pájaro. Yo sé que aquí tiene que encontrarse la ultima joya. Al observar con más detalle, hay una especie de marca en la pared de madera. Para moverme hacia ahí, apago la mayor cantidad de velas. Y reviso bien ese orificio. Es del mismo tamaño que el anillo. Sin pensarlo mucho inserto la piedra del anillo allí, y tras unos segundos, la pared desvela un pequeño almacén. Me preocupa el ruido que ha hecho, así que volteo a ver a la mujer que sigue meciéndose tranquilamente. Ni su cuervo se ha percatado. Me aseguro que no haya alguna clase de trampa o algo parecido. Nada. 
Finalmente veo frente a mi un pedestal, que expone sobre una almohadilla roja, esa última joya. Un collar de piedras rojas y con un buen peso en oro por lo que veo, tal y como cada una de las joyas que he conseguido. La tomo en mis manos y ahora solo queda irse de aquí, con el botín completo. 
Unas rejas que salen expulsadas del suelo me cierran el paso, y no hay salida. Ni abajo, ni arriba. Estoy atrapado. ¿Cómo pudo pasar algo así? Era una trampa, y... no la vi. Vaya, que bien colocada estaba. Lady Christina se muestra ante mi, con ese elegante pero sombrío porte, casi tan sombría como yo. 

  —Hombre Cuervo ¿Es usted? ¿Está aquí? Ha venido conmigo. —acaricia su pájaro sobre su muñeca— Sabía que vendría... 

Su voz ahora es suave y delicada. Solo guardo silencio, y la observo directamente sin inmutarme. 

  —¿Gusta tomar un poco de té? ¿O, tal vez prefiera bailar conmigo? —se traza una amplia sonrisa en sus labios. 


¿Que decir? No hace falta, necesito hallar un modo de salir de aquí. 
Tarareando la mujer se dirige al tocadiscos, y empieza a sonar una música tranquila. Deja a su pájaro en su jaula, y regresa a las rejas. 

  —Podrías quedarte ahí, o podrías venir a tomar té conmigo. Dime... —se sujeta de las rejas para verme de más cerca.


Definitivamente no es normal. Sin embargo no es la primera vez que me enfrento a una lunática mujer. Viktoria entra en esta categoría.



  —Algo de té estaría bien. —digo con calma.

Solo quiero que me saque de aquí, para poder escapar por la ventana. Riendo, presiona un interruptor de la pared y las rejas descienden. Es justo ahora, que debo correr. Pero es más lista y enseguida se me acerca, para presionarme entre sus brazos. Eso me deja quieto, no deseo lastimarla, y mientras no llame a los guardias. Creo que debo sobrellevar esto. 

  —Vamos a bailar hombre cuervo. —susurra a mi oído.

Un susurro, que cualquier persona que no fuera yo, habría sentido un escalofrío. De pronto siento que una flecha se entierra en mi hombro. Suelta un gas que me dificulta el respirar. ¿Cómo pude distraerme? Esta mujer, ha tomado una de mis flechas que cargaba en mi espalda y me la ha clavado, quizá con la intención de matarme. Es una de las flechas asfixiantes. Mis ojos arden, y tan solo puedo ver con mi ojo azul. Me cuesta respirar. Sintiendo débil mis piernas, caigo... pero me sostengo con mi mano y rodilla en el suelo. Ella me hala, arrastrándome hacia afuera. Al centro de la habitación. Todo lo veo en azul, con un solo ojo, sigo haciendo ruido al inhalar y exhalar. Lady Christina enciende todas las velas que apague. Y vuelve a mi, se arrodilla y  descubre mi rostro completo, tocándome con sus frías manos, como examinando mi cara.


  —Eres tal y como esperaba hombre cuervo. ¿Quieres dormir? Adelante...duerme. —une sus labios lentamente a los míos.

Mi visión, la siento cansada, no, yo me siento cansado. Pierdo fuerza, la concentración... 
Mi cuerpo se rinde y cae al suelo. 
Y cuando abro mis ojos, logrando aspirar correctamente el aire. Me veo atado con cadenas de mis brazos y piernas, sobre una cama. En la habitación de Lady Christina. ¿Cómo he terminado así? Hay tres guardias rodeando la cama. Y en una pequeña mesa, la mujer con su cuervo al hombro tararea sirviéndose té inexistente.


  —El té esta servido. Hombre cuervo. —se levanta de su asiento y viene hacia mi.

Sonriéndome. Tiene puesto en el cuello ese collar, la última joya. La debió haber sacado de mi maletín detrás de mi capa. ¿Y las demás joyas? Espero sigan conmigo. Ella, sostiene una taza de oro en su mano y me besa la frente, bajando sus labios a mi mejilla, me acaricia con su lengua. Cierro mis ojos sin quejarme ni sentir nada en lo absoluto, pienso en alguna forma de hacer que me libere y esos guardias se vayan o no sean un problema. 

  —Que hermoso collar tienes puesto Lady Christina. 

Solo hablaba por hablar, debo librarme pero para eso, me veo obligado a seguir la corriente. 
La joven se retira y parece ruborizarse con una sonrisita.

  —A mi me gusta tu ojo, brilla tanto. ¿Puedo sacártelo? Lo guardaré como una joya. —lleva su mano a mi cara.
  —¿Y el té? 

Su mano se detiene apunto de tocar mi ojo. Y da un brinco con jubilo.

  —¡Es verdad! ¡Liberenlo! Vamos a tomar el té. Y luego bailaremos eternamente. —da giros como bailando sola e inspirada.

Los guardias me miran desconfiados. 

  —Te estaremos vigilando, rata inmunda. —gruñe uno de ellos.

No me gustaría irme sin la ultima joya. Ahora estoy libre y puedo sentir el peso del botín, ella solo me quitó ese collar. ¿Me pregunto por que los guardias no me revisaron? Tal vez ella no les permitió acercarse, por que de otra forma me hubieran vaciado. Esos guardias tienen los ojos puestos en mi todo el tiempo, y he terminado aquí acompañando a la curiosa dama con el cuervo en su hombro, a tomar té invisible. Ella actúa como si realmente bebiera té, y no deja de sonreírme. Mientras yo sin "beber" del té, reviso mi posible escapatoria. La ventana; que está cerrada pero puedo abrirla si quiero. Ese collar es mi punto de atención, es lo que más brilla en esta habitación, si lo quiero debo acercarme o hallar un modo de poseerlo. Sin que esos guardias salten a detenerme o disparen sus ballestas. 

  —Hombre cuervo ¿quiere bailar?

Se pone en pie y yo igual, es mi oportunidad...
Acorto la distancia que me separa de ella, y hago como si fuera a besarla, poniendo mis manos a su cintura, y subiéndolas lentamente. Ahora que la veo de más cerca parece algo atractiva. Ella cierra sus ojos, entregada a mi. Mi escurridiza mano, está por arrancar el collar de la mujer. Los guardias me han visto. Qué atentos, creí que no lo notarían. Empiezan a disparar con sus ballestas. Yo me muevo para huir, directo a la ventana, forzándola para abrirla y saltar hacia afuera, cayendo a la orilla sobre un camino de madera. Los guardias desde la ventana intentan darme con sus flechas, pero yo doy un gran salto a la casa de enfrente y me sujeto a una cuerda deslizándome hacia abajo, y me echo a correr hacia la oscuridad. 

El botín no está completo. Tengo que ir a la torre de reloj a despejar mi cabeza. 

Ahí veo ante mis ojos mi gran colección, le he encontrado un lugar a mi nuevas joyas obtenidas. Parece que tendré que volver ahí después, esta vez no la dejaré deseando un beso... ¿Pero que estoy pensando? Ah... parece que ese suceso ha afectado mi cabeza. Ya tendré en mis manos ese collar.










.








  

No hay comentarios:

Publicar un comentario

¡Gracias por leer!. Puedes comentar no importa si no tienes Blog, comenta como Anónimo, o pon tu nombre y el link de cualquier pagina, ahí te da opciones el Blog. Recuerda tus comentarios son gratificantes e importantes para mi :)