miércoles, 3 de septiembre de 2014

La Bruja y el Ángel mestizo [Capitulo- 13]









                 Capitulo- 13









Podría quitárselos de encima si quiere; a esos cuatro guardias, que casi a rastras se lo llevan afuera de la taberna. Aunque esté molesto y sabiendo que no es justo, se deja llevar, esperando poder salir de esta en el momento preciso, tampoco es que guste de matar gente, ni tampoco huir. Aveline los sigue con la frente en alto, con esa elegancia que siempre la acompaña. Saliendo del Pimienta Negra. Ya lo tiene en sus manos. Los guardias están de su lado. 

«Eso fue fácil...» Dijo a sus adentros la mujer, con ese rostro sereno. 

Todos en la taberna regresan a lo que hacían. Al único que parece preocuparle Connor, es André. Voltea a ver a Ezio encontrándolo bebiendo y riendo con la rubia de Hannah. Eynard está sentado en la mesa con Jace, conversando y riendo. No lo soporta, y va directo a Ezio, con un tirón a su brazo lo obliga a caminar hasta llegar a la mesa del otro par.

—André ¿qué sucede contigo? —Ezio con esa voz barrida.

El mencionado pasa su mirada por los tres, capturando las miradas curiosas de Eynard y Jace. 

—¿Qué acaso no lo ven? Se han llevado a un camarada.  

Eynard hace una mueca de fastidio, y Jace lo ignora haciendo como si no lo escucha, se quita los anteojos viéndolos como si fueran lo más interesante. Ezio apoya sus manos en la mesa pero no deja de verlo. 

—Eso es lo que gana...por —traga algo que quería salir de su garganta— Molestar a... —su  irritada vista cae a la mesa.
—Muy bien entonces yo lo ayudaré. 

Carga su hacha y su mosquete corto. Es Eynard quien se levanta de la mesa. 

—Yo iré contigo muchacho. 

Jace observa como Ezio empieza a cabecear de sueño, con la mitad de su cuerpo casi sobre la mesa de madera. 

—Los acompañaría, pero alguien tiene que encargarse de él —mirando al italiano— Saben a lo que me refiero. 




El fornido Eynard camina relamiendo sus labios con la ansiedad de buscar pelea para recuperar a Connor. Siempre que persiguen a un delincuente buscado, es el primero en luchar o acabar con sus vidas, como si fuera una de sus pasiones. Sigue conservando algo del soldado sádico en el. André planea hablar con los guardias, ya que son cazarrecompensas, no asesinos y, mantienen y deben mantener una buena relación con la guardia, ya que trabajan para ellos, por así decirlo. Es por medio de ellos que entregan a los delincuentes buscados, y es por medio de ellos que reciben sus recompensas. 
Paso a paso por la fría y oscura calle apenas iluminada, siguen al grupo de casacas azules. ¿Pero por que esa mujer va cabeza a ellos? Connor no deja de ver abajo. Estando más cerca, a Eynard le ganan sus impulsos y salta a querer atacarlos pero el brazo de Andre se le atraviesa. 

—No lo hagas. Piensa bien las cosas.

Nota que se han detenido y la mujer les dirige unas palabras. No alcanza a escuchar pero puede verlo. Con una seña en la mano, André le indica a Eynard que deben ponerse a cubierto. Así que optan por ocultarse detrás de un muro. 

—¿De que otra forma piensas ayudarlo? —parece que escupe la pregunta. 
—Déjame intentar algo. —asoma su cabeza para seguir viéndolos. 
—¿Y que hay de la mujer? ¿Quien diablos es? 
—No lo sé, pero la escuchan y siguen como si fuera una autoridad. Esto no se ve nada bien. Es de ella en la que sospecho. Podría arreglarlo con los guardias, pero por lo que escuche, ella quiere algo que tiene Connor, y es capaz de matarlo. También, por lo visto ella le manda a la guardia. Es con ella con quien no podré hablar. 
—Matemosla y listo —desenvaina su espada y desliza su dedo por el filo esbozando una sonrisa. 
—¿Y tener problemas con la guardia? 
—¿Entonces que sugieres que hagamos? ¡¿Quedarnos aquí parados esperando un milagro?!
—Creo que tengo una idea. Escucha bien. —voltea a verlo. 


Los guardias que llevan a Connor. Le han atado sus manos a su espalda, y lo empujan obligándolo así a seguir caminando, a pesar de que esté herido y sangrando. La lesión no es profunda pero si dolorosa. Se dirigen al fuerte Templario base, en dónde lo presentará a su maestro Haytham, 

Con cautela, el par de cazarecompensas los siguen, no queriendo llamar la atención todavía. Eynard se separa de Andre como si tomara otra dirección pero solo están llevando a cabo el plan. 
Tiempo después, casi llegan a una zona restringida, vigilada por la guardia. El fuerte base. 
Una piedra golpea a uno de los hombres de casacas azules. Justo en su brazo. Esto los pone en alerta enseguida, con sus miradas buscan al osado que arrojó la piedra. Los cuatro guardias con espada en mano empiezan a buscar a su alrededor. Dejando a Connor con Aveline quien lo vigila, y amenaza con un puñal cerca de su costado. 

—¿Dónde estás? ¡Sal de dónde te escondes cobarde! 

Gritó un guardia y en eso sale de entre los arbustos y arboles que rodean al fuerte. Eynard. 

—¡Aquí estoy idiotas! ¡Vengan por mi! —se echó a correr. 


Los soldados lo persiguen cayendo fácil. Solo corre para desviarlos y conducirlos a un lugar mas seguro, sin guardias ni testigos. No muy lejos de ahí. Y en ese espacio,repleto de arboles y nieve, es donde se encargará de ellos. Evadiendo sus ataques, logra cortarle el cuello al primero con su espada. Recibiendo una corta estocada en su espalda y aunque este sangrando un poco. Le entierra su acero en el estomago a otro. Agarrando a otro más, lo impacta en el tronco de un árbol, y le tuerce el cuello. Se agacha dejando que la espada, del ultimo guardia se entierre en el tronco, para clavar su puñal en su garganta. Terminando con las vidas de los cuatro hombres. 
Agotado y riendo entre dientes, al verse bañado de esa sangre ajena que le ha salpicado. Contempla los cadáveres mientras soporta la molestia en su espalda. 

André a intentado noquear a la mujer de piel oscura, pero ha fallado. No se lo esperaba. Que ella fuera más hábil. Ha terminado a sus pies siendo amenazado por un mosquete corto. La dama inalterable no deja de verlo. Ni de apuntar a su frente. 


—Esa fue una mala idea. —dice la mujer. 


Connor con esfuerzo trata de sacarse la soga que ata sus manos, pero no puede. Solo se acerca a la espalda de Aveline arrugando el ceño. 

—No tienes porque hacerlo. Al que quieres es a mi ¿no? 
—Si. —enfocándose en André, que no muestra una pizca de miedo— Vete ahora mismo, o despídete de tu vida. 

André ha medido su fuerza y la habilidad de la chica, no tiene oportunidad con ella. ¿Quién es? Pero por lo menos debe liberar a Connor. Tras unos segundos llega Eynard riendo. 

—Fue pan comido, André. —sus facciones se endurecen al notar que la chica sigue ahí. 
—¿Otro más? Les he dicho que se larguen. 

Quizá sea inútil, pero Andre fija su vista en ella para decir...

—¿Por qué te llevas a Connor como si fuera culpable de algo? El no te lastimo, si no al contrario, tú a él. 

Connor ha dejado de sangrar pero le sigue ardiendo esa herida. No es un dolor insoportable. 


—Cállate. 


Masculla Aveline y le da un tiro en la cabeza. Una gota de sangre brota del orificio y se le escurre por la cara. Andre cae a la nieve sin vida. Connor y Eynard se exaltan. 




—Lo haz matado ¡¿Por qué?! —reclama furioso el nativo. 



La ira se refleja en su rostro, y forcejea la soga de sus muñecas. Un instinto se ha encendido dentro de él. 



Muy tranquila Aveline prepara otra carga en su mosquete corto. No pronuncia palabras. 

Eynard como una fiera se va contra ella con su espada en alto. Aveline salta a un lado, y sujeta su brazo doblandolo a su espalda, golpea su corva y lo tumba al suelo presionando con su zapato un punto preciso en su cuerpo, para inmovilizarlo. Sosteniendo la espada de Eynard.

—Eso es para que me escuchen, cuando les digo que se vayan. —mira a Connor con el rabillo de su ojo— Todavía tienes oportunidad de decirme, en dónde escondes el fruto. Si me lo dices, le perdonaré la vida a tu amigo y te dejaré ir. 

Connor, controla su ira pero no relaja sus facciones. Puede ver al fallecido André en la tierra y como Eynard parece desesperado bajo el peso del pie de Aveline, oponiendo resistencia y apretando sus dientes. 

—No sé que poder tenga ese objeto, tampoco sé porque ustedes lo desean tanto. ¿Para qué? Pero..., es claro que no es para nada bueno, ni justo.

Hay silencio, solo se miran mutuamente mientras Eynard sigue luchando. 

—Te pareces mucho a esa mujer que atacó mi aldea. —continúa Connor— Quien peleo con mi amigo, y también conmigo.


Eynard emite un largo gruñido con su mandibula tensa, poniéndose rojo de la cara, y con su fuerza se levanta de repente derribando a la mujer. Ese vestido largo y medio esponjado no le ayuda mucho a enfrentamientos. Así que apenas se incorpora cuando una hacha grande se encaja en la tierra cerca de su cabeza. Mala puntería de Eynard, que ante ella ha tomado el hacha de André para atacarla. Gruñendo golpea con el filo intentando cortarla pero Aveline sin poder ponerse en pie con facilidad, se corre para esquivar los hachazos y aprovecha lo que tarda en levantar la pesada arma para moverse y golpearlo en su abdomen bajo. Eynard se tambalea y ella logra incorporarse y le arrebata el hacha arrojándola lejos se incrusta a un tronco de un árbol.  

A Connor le gustaría ayudar a Eynard, antes no quería matarla, ni siquiera herirla, pero ha visto de lo que es capaz, ha visto en ella la misma maldad que aquella mujer...ha matado a Andre, eso lo ha llenado de ira. Se siente tan inútil y sufre por no poder hacer nada mas que mirar. 
Aveline con espada en mano encara a Eynard, y en un movimiento el coge su daga y chocan los aceros, rozando los filos. Es un engaño, de su otra mano la mujer saca su hoja oculta y la clava en su costado, no en un punto vital. Brota una mancha roja, pero sigue en pie y se llena de furia ¿Como una mujer va a vencerlo? Eso jamás. Expulsando aire de su nariz con rabia. Observa fijamente a Aveline.

—Será mejor que te rindas.

El hombre furioso se lanza a ella intentando apuñalarla, y la mujer toma distancia evadiendolo hasta que el filo rasga su manga verde, y rompe la tela de su pecho, saliendo ese liquido rojo. Aveline libera un quejido y se toca la herida del pecho sin bajar la guardia. El no se detiene, quiere matarla, ella con su hoja oculta golpea su cuello antes que pudiera herirla más, jadeando ve como el hombre de facciones toscas y sombrero de soldado inglés, cae de rodillas, luego pega la frente al suelo. Saliendo borbotones de sangre de su cuello, que forman un charco de sangre en la blanca nieve. 
Temblando un poco por el dolor de sus heridas que seguro dejaran cicatrices. Aveline voltea a ver a Connor. Quien le clava su mirada cargada de desprecio... quiere matarla. En un momento pensó en arrojarse sobre ella e intentar patearla, pero sería ridículo.
En tanto Aveline, tiene que cuidarse de Connor, ese tipejo la ha herido, nunca creyó que pudieran tocarla, todo es por culpa de ese vestido que es como un estorbo. 
Los copos de nieve vuelven a caer del oscuro cielo. 

—¿Qué haz hecho? —pregunta el nativo con intensidad en su voz. 

Tira la espada y con su mosquete lo apunta. 

—Solo sigue caminando. 
—No.

Sigue forzando las cuerdas que amarran sus manos a su espalda. 

—¡Ya haz visto lo que le ha pasado a tus amigos! ¡Sigue avanzando si no quieres terminar de la misma manera!

Su fuerza ha aflojado un poco mas las cuerdas, lo suficiente para deslizar sus manos y liberarse. Con su mano porta su Tomahawk.

«Ha asesinado a Andre y Eynard. Tiene que pagarlo» 

Exclamando un largo grito avanza hacia ella y Aveline abre mucho sus ojos. El sonido de un disparo que falló... La Tomahawk corta el mismo brazo ya lesionado, su hombro, su abdomen. Aveline cae a la nieve con un profundo ardor en su cuerpo, la falda de su vestido se levanta dejando sus piernas al descubierto. Connor quiere arrebatarle su vida... pero Aveline se mueve para intentar incorporarse, muy tarde... el joven golpea con su Tomahawk sus piernas. Aveline suelta un alarido. Se arrastra, tiene que huir. El nativo es muy brutal, es muy salvaje y está cargado de ese odio. Quizá fue un error matar a sus camaradas, pero ya esta hecho. 
Es muy lenta, fácilmente puede matarla pero...algo viene a su mente. 


Viéndose en sus recuerdos, abriendo el pecho del padre de Charlotte, y extrayendo su corazón sangrante. Teniéndolo en su mano. Sus ojos captaron a alguien en la puerta, que observaba, era Charlotte. Esa cara de horror. El sentimiento de dolor, el arrepentimiento que cayó sobre el con el peso del mundo. 
Queda estático, viendo como la mujer por su vida se esfuerza en arrastrarse mientras va dejando un rastro rojo en la nieve. Rojo... como sus manos al verlas después de que entregó el corazón del padre de su amiga. Rojo...como el cabello de Charlotte. 
No es un asesino. El...no es así. Toma aire y guarda su Tomahawk yendo a recoger el cuerpo de André primero. 


Casi es media noche y a las cuidades Boston y Nueva York, las cubre una lluvia de copos de nieve. 
Gracias a la ayuda de un par de guardias que la encontraron llegando a la puerta del fuerte. Aveline puede llegar a su maestro. Antes de atender sus heridas quiere ver a Haytham. Ya no trae su sombrero verde con plumas negras. Deja ver su esponjado cabello negro. Y no le importa presentarse ante su maestro con su vestido sucio y algo roto. Desangrandose. Debería sentirse avergonzada, conoce bien a su maestro, pero de alguna forma, por más tonto que parezca, está buscando comprensión, consuelo, calor. Sí, tal vez lo busca en el lugar equivocado, pero no tiene mas refugio. 

—Maestro... 

Lo llama con su voz débil, descansando en la puerta apoyada en la pared. 

—Lo encontré. —prosigue— Encontré al nativo. 

En su escritorio lleno de papeles, libros y con unas velas encendidas. Haytham suspende la escritura en su diario para prestarle atención. 

—¿Y...? ¿Dónde está el fruto? 
—Tuve problemas. Sus amigos vinieron a ayudarlo. Me dejaron sin guardias, luego yo los mate a ellos. Pero...el nativo, no sé como se liberó pero lo hizo, y usted sabe que no puedo matarlo sin su concentimiento, casi me deja sin vida.
—¿Te dijo en dónde se encuentra el fruto de Eden? 


Deja su asiento y camina lentamente hacia ella. 

—No, es muy necio. 

Haytham exhibe una sarcástica sonrisa. 

—Qué maravilla. Yo me encargue de informarme en dónde solían verlo. Yo mismo fui quien te dejo a la puerta del sitio que sabia que frecuentaba. ¿Y tu lo encontraste? Vaya... —ensancha su sonrisa. 

Hace un alto frente a ella. Con sus manos atrás formalmente. Y con frivolidad detecta sus heridas. 

—Lo único que debías hacer era conseguir información del fruto y ni eso pudiste hacer. —le da una bofetada— ¡Eres decepcionante Aveline! —entre cierra sus ojos viéndola directamente— Si Sigues así, no me quedará mas remedio que hacer yo mismo el trabajo. Y puedo matarte si quiero. 

Sus ojos se humedecen, pero jamás derramaría lágrimas. Tocándose su mejilla lo mira y asiente. 

—Pido que me perdone. 
—¿Cuantas veces? —hace una pausa— Esta es la última oportunidad que te daré.


Ordenando su mente la chica recuerda. 

—Hay alguien que, parece estar interesado en mi. Y me ha prometido que me ayudará, el hará que el nativo le diga la ubicación del fruto. Lo conoce, parece que siempre están juntos.

Haytham ríe por dentro y se fija en ella. 

—Y tu le haz creído ¿no? 
—Le exigiré que me ayude. El puede servirme, estoy segura. —su rostro ha cambiado a uno determinado. 
—Eso espero. 

Regresa a su escritorio. Aveline se retira y en el pasillo pierde fuerza por el dolor y se cae a la alfombra. La sirvienta de Haytham la encuentra y se espanta corriendo a ayudarle. 

—¡Señorita Aveline! ¡¿Qué le ha pasado?! ¡Rápido traigan a un medico! —vocifera alterada. 


No pueden acusar a Connor de nada. Eso lo llevaría directo a la horca y él es el único que sabe en dónde está esa pieza tan valiosa que desean los Templarios. 


Es otro frío día, sin sol. Casi una semana después de lo ocurrido. Ya han enterrado dignamente a Andre y Eynard. Ezio se siente mal por no haber estado ahí, aunque su rostro no lo exprese. Ahora solo son él, Connor y Jace. Tres cazarecompensas para dos ciudades. 
Jace los acompaña a pasear por las calles de la cuidad a caballo. Aprovechan para echar un vistazo y así buscar a sus futuras recompensas. Connor sigue abatido por la perdida de ese par. Su herida esta en proceso de curación, según el medico no es grave y solo tardara un poco en cicatrizar. ¿Pero quienes son los Templarios? ¿Y que es lo que quieren? Todavía guarda muchas preguntas. Por eso se ha mantenido callado, mas de lo usual. Por otra parte Ezio recuerda poco, solo puede acordarse de la promesa que le hizo a la hermosa mujer y algo sobre una pelea. Pero es Jace quien se encarga de contarle casi todo. 

—Qué frío esta haciendo ¿no creen? —se estremece Ezio. Mira de perfil a Connor de jinete— Entonces eso llamado fruto del Eden ¿Qué es Connor?

No responde.

Al menos intentó preguntar. Ezio necesita saber de ese fruto, si quiere impresionar a Aveline. Pero no será nada fácil, y mucho menos ahora. 
Pasando por la plaza mayor, con esos ojos distingue en el mercado a una mujer, no, varias mujeres preciosas, pero esta atrae mas su atención al ser pelirroja, solo había visto a tres de ellas, pero una era mucho más joven y las otras más viejas. Ella sostiene una canasta y frota sus manos para darse calor mientras busca que comprar. Aunque tenga ese gorrito en su cabeza sabe que su cabello bien trenzado es rojo. 
Tira de las riendas y desmonta su caballo. Connor y Jace detienen sus caballos también. 

—¿A dónde vas Ezio? —pregunta Jace ajustando sus anteojos. 
—En un momento vuelvo caballeros. 

Se marcha y Connor se dispone a seguirlo. Jace se queda a esperar, pero baja del caballo para sentarse en una banca a fumar un cigarro. 
El joven y apuesto italiano se adentra a la muchedumbre del mercado, a lo lejos se puede ver las velas de los barcos, que desembarcan cerca de ahí. El olor a pescado fresco, cereales, carne, y diferentes aromas se mezclan. 

—Buenas días señoritas —saluda a un par de chicas.

Ellas ríen cubriendo sus labios, algo ruborizadas. Tal parece que lo conocen. Connor ha empezado a sospechar de él, y es por eso que lo esta siguiendo. Ezio trajo a Aveline hasta él, y de los tres es el más tranquilo desde aquel día, como si realmente no le importó la muerte de sus amigos. También vió que le susurraba algo al oído de esa mujer. 

Las voces de los pregoneros anunciando los diversos productos en venta, y el murmullo de las personas lo invaden. 
Ezio llega con una mujer que se detuvo a ver unos tejidos que vende una señora. 

—Esos tejidos están muy bien hechos. —acaricia su brazo— Veo que su vestido también, le queda bien. —mirándola seductoramente— 

Charlotte se encoje de hombros y da un paso atrás, enmudecida, nunca un hombre la había tocado así. Además tiene que evitar el contacto con alguien desconocido. No puede confiar en nadie, es una ladrona y una muy buscada, aunque este vistiendo como todas las mujeres de la ciudad, puede reconocerla o eso teme. 
Connor está estático y boquiabierta. Ella tiene ese collar en el cuello. Ese collar de tres colmillos de lobo que solo le ha regalado a una persona, curiosamente es mujer y también tiene el pelo rojo. Puede reconocerla, esos ojos verdes, ese fino rostro, esa blanca piel. Sin duda es... 

—¿Charlotte? —pronuncia con voz insegura pero fuerte. 










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2 comentarios:

  1. Soy Marial!!!!

    Uhhh!!!! ese finall!!!! casi me muero!!! y la cachetada de Haytham a Aveline!??? lo apaludi!! jajja.
    Esa negroide es toda una turra!!! como se atrevio a matarlos!!! Queria matarla yoo!!! Pobre Connor!!! tenia la ira a flor de piel!!!
    YA YAAAA quiero el otro capitulo!!! Excelente!!!!

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  2. Este comentario ha sido eliminado por el autor.

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