Capitulo-21
—…así mismo,
estos Asesinos son una gran amenaza para nuestra nación.
Vocifera con
imponencia Charles lee al frente de una multitud de ciudadanos, en la horca de
la plaza mayor.
El cielo se
tornó rojizo por el atardecer, y tres encapuchados de la hermandad de Asesinos
con sus manos atadas con cuerdas, y daños visibles en sus cuerpos por la
batalla. Tenían una soga rodeando su cuello, preparados para ser ejecutados.
—Les recuerdo
que si encuentran a uno de ellos, lo reporten de inmediato a la guardia. Es por
la seguridad de todos, son peligrosos, amenazantes… —lanza esa mirada pesada al
verdugo como avisándole—Como saben, estos asesinos deben pagar sus crímenes. —regresa
su vista al público—¿Y de que otra manera puede ser más que quitándoles la
vida? ¿Eh? ¿Estos Asesinos deben morir? —grita.
—¡Sí! ¡Sí! ¡Mátenlos!
Responden con júbilo
y elevando su puño con fuerza, alentando.
Charles, con
una sonrisa maliciosa, hace una seña con su mano al verdugo indicándole que
haga lo suyo.
Los pies de los
Asesinos cuelgan, y con su propio peso y la gravedad, sus cuerpos tambalean, la
soga les asfixia rompiéndoles el cuello. Mueren.
La masa de
gente se regocija, festejando a gritos y aplausos. Charles lee sigue sonriendo
y con su visión, detecta la venida de su líder, quien camina llegando a la base
de la horca y con una mirada le pide que baje.
Se reúnen y
buscan un espacio apartado del escándalo de la gente, para poder hablar.
—Los
cazarecompensas hacen bien su trabajo, son de gran ayuda a la guardia y sobre
todo a nosotros. —dice Charles viendo los ojos de su líder— Pero no son más
rápidos que nuestros hermanos Templarios, si fuéramos un poco más, seguramente
ya hubiéramos acabado con todos estos Asesinos.
—Llego la hora
de hacernos cargo nosotros mismos Charles. No podemos dejarles todo el trabajo
a esos granujas que encima debemos pagarles. No hay tiempo para esto, los
Asesinos nos superan en cantidad, sí, pero no son mejores que nosotros.
—¿Tienes algún
plan?
—Estaba
pensando en…Pepper Black, tengo mis sospechas puestas en ese tan especial Bar.
Algo me dice que…
—¡Ahhh!
El grito de una
mujer, seguido de otros más. Haytham y Charles giran su cabeza y pueden ver cómo la gente huye con pánico. Un
grupo de Asesinos que parece salieron de la nada, habían llegado tarde para
salvar a sus hermanos, pero cobraron con la vida de unos cuantos guardias,
incluso la del verdugo, y se encontraban luchando contra una tropa de casacas
azules.
—Dejémoslo para
después. Vamos tras esos Asesinos. —Haytham le lanza una mirada a su camarada.
Los Asesinos se
echan a correr y escalan por los muros hacía los techos, solo Haytham y Charles
pueden seguirlos, los guardias no saben seguirlos por los techos, solo los
cazarecompensas, o Templarios, pero no hay a la vista más que ellos. Los
casacas que encuentran en los techos vigilando, los Asesinos pasan de ellos
cortándoles el cuello y salpicando sangre por doquier.
Haytham sabe
que sería más fácil interrogar a uno de esos Asesinos bajo amenaza de muerte,
para que le dijera en dónde se esconden, pero también puede estar seguro que
cuando de Asesinos se trata, esto no serviría para nada, ellos están dispuestos
a dar su vida, y jamás podría conseguir nada de información.
En
esa misma plaza mayor, en dónde dieron muerte a los tres Asesinos. Llegan a
toda prisa Connor y Garrett, el ruido les había atraído, pero no han llegado a
tiempo. Garrett puede ver como tres de sus hermanos cuelgan sin vida. En tanto
el joven nativo revisa su alrededor.
—Se
han ido. —dice Connor— Los templarios son quienes dan muerte a los Asesinos.
¿Cierto?
—Así
es.
—Estaban
aquí. —camina hacia el rastro de sangre, llegando a dónde yacían los cuerpos de
los guardias asesinados—También había Asesinos, fueron tras ellos.
Apretándose
su brazo herido Garrett respira profundamente.
—Vámonos.
—¿Qué?
—voltea a verlo ceñudo Connor— ¿No vamos a buscarlos?
—Ya
es tarde, y necesito descansar.
—Puedes
aguantar, necesitamos encontrar a uno de esos Templarios, ayudar a tus
hermanos.
—Charlotte
está sola ¿Lo olvidas? ¿Y si le ha pasado algo?
—No.
—niega con su cabeza— Ella está bien.
—¿Cómo
lo sabes?
Se
hace el silencio unos segundos. Connor lo mira a los ojos y baja su cabeza como
resignado.
—Tienes
razón.
Después,
al llegar a la base de Asesinos, la luna ya está en el cielo, y Charlotte junto
con otro Asesino, atienden la herida de bala en el brazo de Garrett, envolviéndolo
con un vendaje. Él está recostado cerca a la chimenea. Después Connor toca el
hombro de Charlotte para llamar su atención.
Ha
estado muy callada desde que regresó, como si ocultara algo pero no quiere
decirle.
Charlotte
conoce muy bien a Connor, y sabe que si le dice que Ezio vino a buscarlo y se enfrentó
a ella queriendo matarla, se alterará y no estará tranquilo. No desea darle un
pesar más, suficiente tiene ya. Porque conoce el corazón de Connor, él no puede
perdonarse así mismo por lo que tuvo que hacer con el padre de Charlotte.
No
quiere preocuparle más.
Sus
ojos se miran, y con su mano el joven nativo atrae a Charlotte para apartarla
de Garrett y el otro muchacho, buscando algo de privacidad.
—¿Pasa
algo? —pregunta con una expresión de angustia. Expresión que en rara ocasión
aparece en él.
No
le gusta verla así, así no es ella, ella siempre sonríe, siempre es alegre y
radiante.
—No.
No te preocupes. Todo está bien. —hace un esfuerzo en sonreír, y le truena un
beso en su mejilla.
—No
tienes que tener miedo. —acaricia sus hombros— Siempre estaré aquí.
—No
es miedo, solo…desearía que no estuviéramos metidos en todo esto. —baja la voz,
revisando que no la escuchen— Ratohnhaketón, piénsalo. Podemos abandonar esto,
e irnos al bosque, en dónde pertenecemos, y ser felices juntos. Olvida la
venganza. —le acaricia su mejilla— No vale la pena, que te arriesgues, que nos arriesguemos.
¿No crees, que ya hemos perdido demasiado?
—¿Crees
que está mal?
—Claro
que lo está.
—Tú
eras una ladrona, antes de esto.
—Lo
hacía para sobrevivir. Y yo no quería ser Asesina, yo no quería esto, pero Garrett,
me amenazo, mató a Miryam, mi amiga. —con voz quebrantada, sus ojos lagrimean—
Y si hubiera podido, me hubiera matado a mí también. ¿Quiénes son los buenos
aquí? ¿Asesinos o Templarios? Ambos luchan por sus causas, pero ninguna parece
ser buena. Matan, ambos matan, y no lo hacen por…amor.
—¿Por
qué hasta ahora dices esto?
—Porque,
no quiero perderte. Lo estuve pensando. —lo estrecha en sus brazos, como
acurrucándose en él.
Connor
pasa sus manos con suavidad por su cabeza y espalda, queriendo consolarla.
—Ellos
destruyeron mi aldea, mataron a mi madre. Deben pagar. —la aparta de él, y
clava su mirada en sus ojos—No puedo abandonar eso. Pero no moriré, ni tu
tampoco.
Garrett
con su brazo vendado, los observa con suma atención.
Pasada
una hora, Connor le pide a Garrett seguir buscando, pero él no lo aprueba,
siente que necesita descansar, y que lo mejor será seguir mañana.
Muy
temprano por la mañana, Aveline sale de la estancia del médico, en dónde había
descansado toda la noche, y habían atendido sus heridas. Aunque el doctor le
haya sugerido que reposara un poco más, solo ella sabía por qué no podía
permitirse un descanso más prolongado. Afuera seguía infestado de Asesinos,
todavía tenía una misión que cumplir. Por eso al ser capaz de caminar y
moverse, al ya no sentir más dolor le parece suficiente para retomar su deber.
No debe holgazanear. Recoge sus armas y sale del sitio en busca de más Asesinos
que matar.
Por
otra parte. Ezio ha vuelto al trabajo como cazarecompensas, esta vez ha bajado
de las nubes, para poner los pies en la tierra, no obstante, es incapaz de
olvidar por completo a Aveline, ella sigue presente en su cabeza, y ahora ha pensado
un nuevo plan, que seguramente será exitoso.
Aquel
flechazo que Charlotte clavó en su pierna lo dejo muy lastimado, y aunque se
haya tomado toda la noche, no es tiempo suficiente, no se siente del todo bien,
y camina cojeando pero, quiere seguir adelante, por eso hará un esfuerzo.
Jace
no se ve muy convencido de ser acompañado por un amigo incapaz de correr bien,
y que le será imposible subir a los tejados, pero Ezio es muy necio. Optan por
ir a caballo, de esta forma Ezio podrá ir a un ritmo adecuado, y la búsqueda
será más eficiente, que ir a pie. Cada uno avanza a caballo por entre las
calles de la ciudad Boston, barriendo con su mirada todo su alrededor; los
edificios, los callejones, las calles ocupadas por gente, tropas de guardias y
carruajes, los techos, algunos vigilados por casacas azules. Todo lo que
alcanzan a ver sus ojos.
—Entonces
solo hay que atrapar a uno de esos Asesinos y presentarlo a Charles Lee. ¿Un
Templario cierto? —comenta Ezio, sonriente.
—Sí,
es correcto, lo difícil es encontrarlos y sobre todo, atraparlos. —responde
Jace viendo enfrente.
—Qué
bah, somos expertos en esto amigo.
—Fanfarroneando
como siempre Ezio. Tu estado físico no ayuda mucho, eres incapaz de moverte con
agilidad, y así vamos muy lento, dudo que encontremos uno hoy. Esos Asesinos,
saben moverse, ocultarse de la simple vista. Me ha costado mucho dar con unos
cuantos de ellos. Hay muchos, pero, no es un trabajo fácil.
—Pues
estás de suerte amigo, Ezio ha vuelto, y cuando estoy aquí, las cosas que
parecen difíciles se hacen más fáciles. —ríe por lo bajo—
Connor
se cuelga su arco a la espalda, carga su Tomahawk y echando un vistazo a
Garrett y Charlotte muy cómodos en la sala de la base Asesina, lleva sus pasos
a ellos. Con un semblante sereno y a la vez duro, los contempla un segundo.
—Es
hora, debemos ir a encontrar a esos Templarios.
—Tómalo
con calma Connor. —Garrett sentado en un sofá sostiene una taza de té.
—No
podemos perder más tiempo. —frunce el ceño y se acerca más al líder Asesino— Tú
lo has escuchado, lo que dijo tu hermano Asesino, están acabando poco a poco
con tu gente, así como acabaron con la mía.
—Lo
sé, ya le pedí a Arno, que me avisara cuando escuchará de otra ejecución en la
horca. Tengo a varios hermanos vigilando las plazas. Me han informado que sin
falta uno de los Templarios siempre está ahí a la hora de dar muerte a los
Asesinos en público. Entre tú y yo podremos con un Templario, luego él nos
llevará a los demás.
—¿Cómo
puedes estar tan seguro de eso? Incluso de la vida de Arno. Me voy. —se da la
vuelta para irse.
—Ratohnhaketón.
—lo llama Charlotte poniéndose en pie— Yo iré contigo. Si vamos a hacer esto, hagámoslo
juntos.
Al
escuchar la voz de Charlotte, se gira para encararla, relajando sus facciones.
—No.
Tú aquí te quedas, es más seguro para ti quedarte aquí.
—Charlotte…
—le habla Garrett— Déjalo si quiere irse. Nosotros quedémonos aquí.
La
chica mira a Connor, luego a Garrett sin saber que hacer o decir. Mientras
Connor avanza hacía Garrett y lo señala con su dedo.
—No,
tú vienes conmigo. —lo sujeta de su brazo y lo obliga a levantarse, haciendo
que su taza de té se le resbale de la mano cayendo al suelo.
Se
lo lleva a empujones. Realmente no lo necesitaba, él podía hacer todo por sí
solo, pero el pensar que Garrett se
quedaría a solas con su amada Charlotte, le hizo hervir la sangre. Sin saber
que Garrett no es que esté interesado en ella, solo que es algo holgazán y
sigue sintiendo algo de malestar y debilidad por la bala que se incrustó en su
brazo. Siendo el líder Asesino y casi el de Connor también, debería hacer su
voluntad. Voluntad que no puede cumplir, juzgando por la fuerza y terquedad de
Connor, sumándole su carácter e instinto salvaje, prefiere hacer lo que él le
diga.
Ezio
y Jace, siguen avanzando a caballo, ahora atraviesan la plaza mayor. Sin haber
detectado nada extraño, la vida en la ciudad de Boston transcurre con
normalidad. Así que se dirigen a Nueva York. Pasando de un pueblo, apunto de
subir el puente que los llevará a Nueva York, los ojos del joven Ezio quedan
anonadados. De un tirón a las riendas detiene su caballo. Jace no parece haber
captado lo que ha visto Ezio, pero si como ha hecho un alto, así que también frena,
buscando con su mirada aquello que ha dejado a su amigo boquiabierto.
Era
Aveline, que luchaba contra tres encapuchados de túnicas blancas, sin duda esos
Asesinos.
La
chica le pega tres disparos a uno de ellos dejándolo en el suelo, mientras
aparta a otro de una patada, se defiende bien, pero aun así Ezio no puede
evitar preocuparse por ella. Espolea su caballo y lo hace correr hacía el
puente. Jace no puede hacer más que seguirlo.
Solo
resta un Asesino contra ella, ya casi acaba con él, pero siente un golpe en su
costado vendado, justo su punto más débil ahora, seguido de una punzada de
dolor que la hace tambalearse y soltar un quejido, cuando hace un gran esfuerzo
para seguir luchando. El Asesino cae al suelo con una mancha creciente de
sangre en su pecho. Ezio lo había atravesado con su acero, y la observa.
—Aveline.
¿Te sientes bien? —lleva su mano a ella para tocarla.
De
un manotazo, la chica impide que la toque. Y con el entrecejo arrugado lo
taladra con su mirada.
—¿Por
qué me has ayudado? Lárgate.
—Pero
Aveline. —une sus cejas en un gesto de dolor.
Jace
mantiene su distancia de ellos, ni si quiera ha bajado de su caballo. Aveline
sin más, se gira para caminar lentamente, intentando alejarse y seguir con su
misión. No puede saber cuántos Asesinos quedan vivos, pero necesita seguir
buscándolos, solo así puede saber si continúan siendo un estorbo para los
Templarios. Podría presentarse con su maestro para ponerse al tanto de todo,
pero no se atrevería hasta estar segura de haber servido bien a la orden.
Ezio
no puede dejarla ir, ya no. Entonces, sin moverse ni hacer el intento de
tocarla, porque no desea molestarla. En tanto enfunda su espada, eleva su
barbilla viéndose seguro.
—Vengo
a proponerte algo Aveline.
Levanta
la voz, pero no es suficiente para atraer la atención de la chica, que poco a
poco está más lejos.
—Quiero
unirme a ustedes. Ser uno de ustedes.
Esas
fueron palabras precisas. Logran detener los pasos de la chica y capturar su
mirada. Una mirada atónita. Sin dejar de verlo, Ezio aprovecha para aproximarse
un poco más a ella y seguir su plan.
—¿Todavía
buscan el fruto? Creo que sé dónde puede estar. He visto lo que parece ser la
base de los Asesinos o algo así. Seguramente ahí es dónde lo guardan. —sonríe alzando
sus cejas— Pero antes debes aceptarme como tu fiel compañero, quiero ayudarte,
ser útil para ustedes. —desvanece su sonrisa, para adoptar un semblante serio,
y una mirada fija— Esta vez voy en serio.
La
joven Templaria no puede reaccionar de ninguna manera. Pero tampoco puede dejar
de verlo, tratando de analizar su voz, sus ojos, sus palabras, todo… aparenta
ser tan seguro, tan verdadero. ¿Podrá confiar en él? O, es solo otra de sus
mentiras para estar con ella.
Algo
dentro de su pecho se agita, queriendo llamar su atención, exigiendo que lo
escuche. Ya no puede engañarse, este chico ha demostrado tanto interés en ella,
y además de ser atractivo, es capaz de luchar, podrían ser un buen equipo. ¿Y
si es cierto que sabe dónde puede estar el fruto? Esto…sería una gran ventaja
para ella. Sí lleva el fruto a manos de su Maestro, esa imagen de “Templaria
inservible” desaparecería. Sin embargo, este chico, haría lo que fuera para engañarla otra vez.
Se
da la vuelta, quedando cara a cara, rebuscando en su mirada, algo, para
descubrir si está diciendo la verdad… o se trata de otra mentira más.
.
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