miércoles, 8 de abril de 2015

La Bruja y el Ángel mestizo [Capitulo 22]














                              Capitulo-22











Con calma. Jace arriba del caballo, lleva uno de sus cigarros encendido, contemplando a Ezio y Aveline que, frente a frente, se han quedado en un completo silencio, que a decir verdad, empieza a ser aburrido para él. Una mujer más, su amigo siempre ha sido así, pero nunca antes se había obsesionado tanto con alguien a tal punto de proponerle algo tan absurdo como lo que acaba de decir. Espera y no esté hablando en serio.
Al analizarlo, la chica detecta esa tela envuelta en su pantorrilla, una obvia herida de batalla, pero no es que le importe. Da un paso adelante y tocando su costado que aún le molesta un poco, mira sus ojos.

—No necesito tu ayuda, ni la de nadie. Yo trabajo sola.
—¿Y no necesitan más Templarios? Mi amigo Jace me ha contado, que ha escuchado que los Templarios son pocos, y que son más los Asesinos. ¿Es verdad?
—¿Tú qué sabes de los Templarios? Ni yo puedo ser todavía parte de ellos. No tomes la orden Templaria a la ligera.
—¿No lo eres? Pero, les estás sirviendo. ¿Así que ponen a prueba?
—Eso no te importa, y deja de seguirme, o…
—¿Me matarás? —levanta sus cejas con incredulidad— Muy bien, entonces hazlo de una vez. —abre sus brazos como esperando recibir su ataque— Adelante…mátame, porque no pienso dejar de seguirte. Lo único que deseo, es ayudarte. Y no digas que no necesitas ayuda. —clava su mirada en su costado— Es claro que esa lesión aún no te cicatriza, no dejas de tocarte.
—Tú no estás mejor. —le señala la pierna—
—Vamos cariño, mátame ¿Qué esperas?
—Lo haré cuando me plazca. No recibo órdenes más que de mi Maestro.

Ezio baja sus brazos y no deja de verla. Aveline retrocede unos pasos, debería irse ya pero hay algo que se lo impide.

Garrett tenía que apañárselas para subir por los muros con un solo brazo, era más difícil de lo que creía. Connor le dejaba atrás, iba muy rápido, como desesperado. Llevaba mucha prisa, por terminar con todo de una vez.
Sobre uno de los techos en Boston, Garrett con sigilo llega a dónde un guardia vigilaba a la orilla del tejado, y desde atrás, le cubre su boca con una mano, y con la otra le apuñala con su hoja oculta, bajándolo con delicadeza al suelo cuidando de no hacer ruido. Un ligero golpe en su hombro lo obliga a voltear hacia atrás, Connor le señala uno de sus hermanos; Arno. El mismo con el que se había puesto al tanto ayer.
Arno Dorian, era un Asesino importante, que hace tiempo, justo cuando la hermandad estaba renaciendo, había viajado con Garrett desde Francia, para brindar apoyo a la hermandad en América. Había estado todo el tiempo afuera, y casi sin descanso, cuidando de sus hermanos Asesinos, y llevando a cabo su misión. Podría considerarse, un tipo de sub-líder en este momento, y también la mano derecha de Garrett.
Con un porte elegante, y altanero, tan característico de Arno, se presenta ante su líder.

—Me han informado la ubicación de Aveline de Grand Pre, discípula de Haytham Kenway. Podríamos haberla asesinado ya, hay un grupo cerca, se han encargado de despejar el lugar de casacas azules. Precisamente me dirigía a la base de Asesinos, necesito saber tu opinión. Ya que esa era misión de Connor. —voltea a ver al joven nativo de traje azul.
—Si la tienen en la mira ¿que están esperando? —cuestiona Garrett.
—Hay ciertos riesgos. Ella es muy fuerte. La última vez que un grupo se enfrentó a ella, solo uno  de ellos salió con vida, pero tuvo que huir. Parece que la habían dejado herida, pero a como la hemos visto, no parece muy debilitada.

Connor toma su distancia y solo se dedica a escuchar a los Asesinos sin interrumpir, pero su mirada de halcón, y oído agudo, no descansan. Todo el tiempo ha estado custodiando su alrededor. No baja la guardia, ni tampoco Garrett.

—Ahí lo tienes, está herida ¿no? Debe estar algo debilitada, tienen que aprovechar justo ahora que se encuentra así.
—Garrett. —se acerca un poco más casi para decirle al oído— El número de Asesinos ha disminuido, cada vez somos menos. No podemos arriesgar a más hermanos.
—Entiendo. Entonces yo y Connor nos encargaremos. Tú sigue en lo tuyo, y que los demás se dediquen solo a buscar a más Templarios, luego me lo haces saber a mí.

Arno asiente.

—Aveline —añade Arno— se encuentra en el puente que lleva a Nueva York. A las afueras de Boston. Estaba hablando con dos cazarecompensas, deben darse prisa.

Enseguida el Asesino francés se marcha. Con una seña Garrett le indica a Connor seguir adelante.
Para ir más rápido  montan dos caballos, y los hacen correr a todo galope.




No podía irse, y tampoco era capaz de matarlo. Su corazón vibraba con tanta energía, como nunca había sentido antes. Es como si, algo dentro de ella, ha reaccionado. ¿Será la sangre que fluye como un torrente por todo su cuerpo? ¿O, aquel vibrar en su pecho? Un sentir tan agradable, tan cálido, lo que la hace apenas sonreír. Una sonrisa tenue, pero clara. Sonrisa…que toma por sorpresa al joven Italiano, que con un rostro perplejo la observa. No había dicho nada, no habían dicho una palabra, solo se habían estado mirando. Capaz y había sido su silencio, lo que le ayudó. De hecho, jamás se había tomado un momento de silencio con ella.
Con Aveline no servían sus estrategias, sus tácticas de conquista, nada…
Tampoco las había usado, solo se había dejado guiar por su corazón, los deseos que de él salían. No la conocía, y eso lo sabía bien, pero, el simple hecho de ser diferente a todas las mujeres de Boston y Nueva York, la hacía tan irresistible. A pesar de ser un mujeriego, tal parece, que podía enamorarse de una forma tan pura y simple. Y Aveline, aunque fría y cruel, Ezio, le ha ayudado a sentir lo que hace tiempo creía estaba muerto. Revivió algo en ella, que, después de tanto, la ha hecho sonreír. Y no puede dejar de hacerlo.

—Está bien. Puedes acompañarme, pero, no será fácil que te unas a los Templarios.
—¿En serio? ¿Hablas en serio? ¿Aveline? —lleva sus pasos a ella.
—Sí. —su sonrisa sigue ahí.
—Aveline… ¿Puedo abrazarte? —extiende sus brazos, anonadado al ver su sonrisa.


Estando a punto de responderle…

—¡Aveline de Gran Pré!

Exclamó Connor viniendo hacia ellos. Ezio al mirar hacia dónde estaba Jace, sufre un sobresalto y lo primero que hace es tocar el mango de su espada, y fruncir el ceño. Garrett depositaba en el suelo el cuerpo sin vida de Jace. Después de todo era un cazarecompensas, de esos que han estado capturando a sus hermanos para llevarlos directo a la horca.

—¡Asesinos!

Ezio grita y levanta su espada, echándose a correr hacía Garrett que sin inmutarse permanece quieto, mirándolo venir fijamente.
Un peso lo empuja antes de que pudiera llegar al Asesino y cae al suelo. Es Connor quien lo retiene ahí en el suelo, y no lo deja moverse.
Garrett se encarga de Aveline, intentando matarla. La chica a duras penas se defendía, no tenía la fuerza de siempre. Con su espada Aveline intentaba cortarle, pero Garrett se cubría con su hoja, que chocaba con el acero de la chica, brotando chispas. Con una vuelta logra desarmar a la chica, adueñándose de su espada, con su brazo bueno tiende la espada tocándole con el filo su garganta. Garrett respira profundamente viéndola a los ojos. Aveline ha quedado inmovilizada.

—¿Por qué no me matas? Pudiste hacerlo. —sin un rastro de temor en su faz, la chica  le sostiene su mirada.
—¿Quieres morir? Como tu amigo Templario, Shay.
—Tú debes ser el Maestro Asesino, quien dirige a la hermandad en América.
—Sí. Y tienes razón podría matarte justo ahora, pero me serviría de mucho tu ayuda. Podrías llevarnos con tu Maestro.
—¡Déjala en paz!

Se escuchó el grito de Ezio, quien seguía siendo retenido por Connor.

—Connor. —mira el rostro de quien fue su amigo— ¿En qué te has convertido?
—Eso no importa. —ceñudo— Los Templarios, ellos fueron quienes destruyeron mi aldea, mataron a mi gente y ahora, quieren esclavizar a la gente de América. No puedo permitirlo. Aveline es uno de ellos.
—¿De qué estás hablando? ¿Acaso te has vuelto uno de esos Asesinos? Connor, tú eras de los nuestros, los Asesinos no son más que…
—¡Hombres libres que desean simplemente defender la libertad de la gente!
—¿Y ahora vas a matarme? Asi como tu amigo mató a Jace.
—Aveline asesinó a Eynard y André. ¿Lo haz olvidado?

Sin responder, Ezio solo lo observa.

Recién acababan de desayunar. Haytham y Charles lee dejan ahí sus copas de vino, para levantarse de la mesa dentro de la comodidad de la base Templaria. Y salen del fuerte directo a un carruaje para emprender su camino hacia el centro de Nueva York. El famoso bar Pimienta Negra, estaba en la mira del líder Templario desde hace rato. Quería despejar sus sospechas de una vez por todas, y no había mejor forma que visitando el sitio.
Caminaban juntos hacía el carruaje que ya los esperaba con todo y chofer, el clima es templado y con un sol brillante en el cielo. Suben al carro y este los lleva hacía la ciudad. A través de una carretera, pasando del campo. Es cuando Haytham delante de su compañero se dispone a hablar.

—Es mi hijo…

Atrae la mirada interrogante de Charles lee.

—Ese joven nativo, es mi hijo —continúa—, y estoy seguro que sigue protegiendo el fruto.
—¿Qué te hace tener sospechas en ese bar? La última vez que me lo comentaste, no me quedó claro.
—Él —refiriéndose a Connor— frecuenta mucho ese bar, y me han dicho que se lleva muy bien con los dueños. No me sorprendería que hubiese elegido ese sitio, para esconder ahí el fruto. Siendo una buena alternativa, de gran confianza.
—Pero ¿Por qué en un bar?
—¿Quién podría sospechar de un Bar Charles? Es mi hijo, heredo la inteligencia de su padre.

Sin decir más Charles desvía su mirada. Haytham empezaba a sonar tan orgulloso de su hijo, que resultaba extraño, más aún porque jamás lo había visto, ni lo había conocido bien.

Bajan del carruaje estando frente a esa dichosa taberna, y de pronto un grupo de guardias llegan a ellos. Al juzgar por la expresión en sus rostros, Haytham podía deducir de lo que traían para decirle, eran malas noticias, y eso no le gusta nada. Con sus manos unidas atrás como de costumbre, los escucha.

—Señor, muchos guardias han sido asesinados cerca del puente a las afueras de Nueva York. Nos han informado que está invadido por Asesinos. Su discípula Aveline de Grand Pré está ahí. También el salvaje que tanto buscan.

Tras un breve silencio Haytham abre sus labios.

—Déjenle ese trabajo a Aveline.
—Está herida señor, y está en el suelo. Podrían estar a punto de matarla, si no es que ya lo hicieron.

Con una mirada dirigida a Charles. Haytham vuelve a subir a su carruaje suspendiendo la inspección al Bar, para tomar rumbo hacia dónde le indicaron los guardias se desenvuelve el conflicto.
Llegó la hora de encargarse el mismo de los asuntos de la orden.

Connor había liberado a Ezio, para ser el mismo quien se ocupará de Aveline, pero Ezio no podía permitir que le hicieran algo a su amada, y por eso, Garrett se vio obligado a retenerlo, y cuando estaba a punto de asesinarlo, fue Connor quien lo impidió con un grito, haciendo que Garrett tan solo lo agarrara fuerte para no dejarlo meterse entre la pelea de Connor y Aveline.

—¡Suéltame de una vez! ¡Asesino! —reclamaba Ezio sacudiéndose con violencia—
—Eh, será mejor que te calmes y guardes silencio. Solo por Connor te he perdonado la vida, pero en cualquier momento puedo cambiar de parecer.


Estaba completo, sin ninguna herida, con toda su fuerza, imponencia y coraje contenido. Connor, con su Tomahawk había rasgado la piel de Aveline tres veces, dejando marcas en su abdomen, brazo, pierna. Siendo suficientes para derrumbarla en el suelo. Ya estaba debilitada y ahora más. El salvaje es muy fuerte, muy brutal, pero sabe que, no quiere matarla. Dentro de ese aspecto rebelde, duro y potente, se esconde una nobleza, bondad y un corazón tan grande. Cualquier otro ya la hubiera matado. ¿Por qué no? Si es parte de los Templarios, aunque todavía se estuviera ganando su lugar oficial, dentro de la orden. Podría pensar que está obedeciendo al líder Asesino, de no matarla, porque la necesitan, pero tiene la oportunidad de terminarla. Se está desangrando, está ahí tendida en el suelo apenas pudiendo sostenerse con sus débiles brazos, dejando una mancha de sangre que crece lentamente, respirando con dificultad, y aquel líder no ha dicho que se detenga, no ha dado ninguna orden. Tal parece que lo está dejando a su criterio, a su voluntad. Pero este joven nativo, se ha quitado su sombrero de tres puntas azul, y con una rodilla en la tierra ahí, cerca del puente, se inclinó para mirarla.

—Fueron ustedes ¿Verdad? Quienes atacaron mi aldea hace años. Enviaron a una mujer, quien usó la identidad de la ladrona para acabar con mi gente.
—Puedes matarme de una vez. Yo fui quien se disfrazó de la ladrona para atacar tu aldea. —revela mirando sus ojos, con una vista cansada.

Sin inmutarse el nativo simplemente la contempla detenidamente, espera seguir escuchando más.

—Estaba siguiendo órdenes. Nos enteramos que… el fruto del Edén, lo tenían ustedes. Debía ir al valle mohawk y… buscar en esa aldea específicamente. Casi era mío, pero apareciste tú, a querer salvar a tu amigo y… me lastimaste, menos que ahora pero. —queda cabizbaja.
—¿Por qué sigues a los Templarios?

A lo lejos Ezio se había tranquilizado, y ahora ponía toda su atención a Aveline, sabía que no estaba muerta, que estaba hablando y, estaba haciendo un esfuerzo por escuchar. Garrett no se confiaba y no dejaba de retenerlo.
Como si Connor pudiera ver dentro de las personas, con solo mirar sus ojos, se percata que, en esta mujer, había un gran dolor comprimido, y que realmente, no era una mala persona.

—Yo…

De los orbes de la chica de piel morena se escapan unas lágrimas, y en su voz se percibe su sentimiento.

—Solo quería honrar la memoria de mi padre. —dice— No eres el único que ha perdido a seres importantes en su vida. Por eso quiero entrar en la Orden.
—Puedes honrar a tu padre, haciendo el bien.
—No, tú no entiendes. ¿No vas a matarme? Ya lo sabes, fui yo quien asesino a tu madre, fui yo quien incendió tu aldea, no la ladrona…yo. ¡¿Qué estás esperando?! ¡Mátame!
—Mátala.

Tercea la voz de Garrett, en un tono alto, para poder ser escuchado por Connor. Ezio empieza a alterarse.

—¡No! ¡Si la matas! ¡Te juro Connor, que lo pagaras con tu vida!
—¡Vamos Connor! —lo alienta Garrett con una sonrisa de complicidad— Tú deseas vengarte, no lo olvides, ella dirá y hará lo que sea, para que no la asesines. Incluso fingir esas lágrimas.

Connor se pone de pie y lleva su sombrero a su cabeza colocándolo correctamente, y no deja de ver a la chica, quien agachada ya no dice más, ni siquiera hace un último esfuerzo para defenderse. Es como si ya está totalmente agotada de ese camino que ha tomado, esta rendida, y probablemente, dispuesta a pagar por lo que ha hecho. Hay algo en ella que a Connor le impide tomar venganza, creía que no le importaría. Pero al verla ante él, moribunda, al igual que su madre, y además, también es mujer. ¿Qué clase de hombre sería, si asesina a una mujer? Su madre era una, y ella siempre le exigió respeto hacia las mujeres. No puede hacerlo.

—No… tú no morirás. Pero promete que dejarás a los Templarios, y te unirás a nosotros por el bien. —le tiende su mano.

Sin recibir contestación alguna. Connor baja su mano, y enseguida Garrett al ver lo que ha hecho, mejor dejó ir a Ezio hacía la chica. Como si su presencia le ayudará en algo, pronto llega a ella y la sostiene en sus brazos sin importarle el mancharse de sangre sus mangas blancas y chaleco elegante.

—¡Aveline! ¡Respóndeme por favor! Dime que me escuchas.

La chica había cerrado sus ojos, perdió mucha sangre y la sigue perdiendo.

—Te llevaré al médico.

La levanta en sus brazos y al dar la vuelta para retirarse…

—Vaya, vaya… que reunión tan peculiar. —dice Haytham—

Haytham junto a Charles lee habían llegado, y caminaban lentamente hacía ellos, tomando su distancia para verlos. Garrett y Connor estaban en guardia, y Ezio no sabía si huir con Aveline en brazos para salvarla, o quedarse a defenderla.

—Será mejor que la dejes en el suelo, ahora. —se dirige Haytham al joven italiano.
—Debe ser uno de esos cazarecompensas, señor. —comenta Charles, al descubrir con su mirada el cadáver de un cazarecompensas conocido cerca.
—No me importa. —con sus brazos atrás avanza hacía el joven que tenía en la mira y no había obedecido su orden.

Estando frente a él, entrecierra sus ojos viéndolo más de cerca.

—¿No escuchaste lo que te dije?

Quería protegerla, ese hombre no le inspiraba confianza, pero supone que, siendo de los Templarios, ayudará a Aveline, será mejor dejarlo en sus manos. Poco a poco se agacha dejando a Aveline a los pies de Haytham. Quien sonríe una pizca.

—Bien. —pasa a ver a Connor y Garrett, yendo hacia ellos— Ustedes deben ser los Asesinos. Déjenme adivinar… —sonriendo muy leve— ¿Ustedes fueron quienes se infiltraron a nuestro fuerte principal, acabaron con los guardias, y asesinaron a Shay Cormac?
—Es correcto. —responde Garrett poniéndose frente a Connor— Para ser más precisos, fui yo quien acabo con la vida de ese tal Shay Cormac.
—Ah… ya recuerdo ¿Tu eres el Asesino mediocre, que intentó enfrentarse a mí, aquella vez? Y no lo consiguió, me vi en la necesidad de no darte importancia para que siguieras vivo.
—Un gran error de tu parte ¿cierto?
—Dime ¿Qué piensas hacer ahora?
—¡Basta! —exclama Connor— ¡Tú fuiste quien dio órdenes a Aveline para que atacará mi aldea, y todo por el fruto! Aquí el que debe morir eres tú.
—¿Y qué esperas que no lo haces? —cuestiona Haytham medio burlón.

Connor, se había enterado que el líder de los Templarios, era su padre, justamente a él quería llegar, para cobrarle lo que hizo, y todo por un artefacto de la primera civilización. Haytham, lo reconoce como su hijo, pero primero está la orden, y es capaz de lo que sea para defender los ideales y objetivos de los Templarios.
Aveline con esfuerzo se levanta del suelo y da pasos, que parecen pesados, hacía su Maestro. Al haber escuchado su voz, se siente arrepentida de estar apunto de rendirse a la muerte, y abandonarlo todo, quiere recuperarlo todo de nuevo. No sabe como es que ha terminado así, ella siendo tan esplendida en las peleas. ¿Se estaba debilitando? ¿O simplemente no era tan fuerte como creía?.
 Ezio intenta ayudarla, sosteniéndola, pero Aveline lo aparta con un ligero empujón.

—Maestro… —extiende sus brazos hacía él— Maestro ayúdeme por favor. —cae de frente cerca de sus pies y se arrastra para tocar su pantalón— He acabado con gran cantidad de Asesinos, a pesar de estar herida continúe y… le prometo que, cuando me recupere, yo…

Nadie hace nada, solo la observan. Al igual que Haytham, pero lo que expresa su mirada es diferente, lleva repulsión, vergüenza, odio.

Suena un chasquido, de algo que sale expulsado de la muñeca de Haytham, algo que mantenía oculto, y puede ser percibido solamente por Garrett.


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