lunes, 30 de junio de 2014

La Bruja y el Ángel mestizo [Capitulo 7]












                          Capitulo-7 











Charlotte ha dejado caer el traje blanco. Esa voz la ha exaltado.
Se incorpora viendo detrás de ella al joven encapuchado levantarse también del suelo, con una leve sonrisa. No comprende porqué ha aparecido tan repentinamente, y con qué motivo dijo aquello, que no entiende en lo absoluto. “Nada es verdad, todo está permitido”. ¿A qué se refiere con eso?
El joven suspira con pesadez.

—Sabía que encontrarías esto tarde o temprano. Te has vuelto muy buena para encontrar cosas. ¿Sabes qué es esto? —recoge con su mano el traje con el símbolo del gremio de asesinos— Esto me pertenecía, pero…lo dejé. —observando la vestimenta detalladamente.
—No me importa Garrett. Solo dame lo que necesito.
—Claro, claro. Pero, quizá te sirva saberlo.

Guardando el traje de asesino, nuevamente en su caja debajo del suelo de madera.

—¿Por qué me serviría? —inquiere algo intrigada.
—¿No lo sabes? Hay alguien que se está haciendo pasar por ti. Bueno…por tu lado más buscado. Gracias a ella, te han agregado un crimen más. —hace una pausa viendo su cara— Asesina.
—¿Asesina? ¡¿Yo?! ¡Imposible! ¡Yo no he asesinado a nadie! —protesta— Solo soy… —mira a otro lado— Una ladrona.
—No te preocupes… —atrae una silla de madera, para sentarse cerca de la ventana y ver la lluvia caer en el cristal— Me he encargado de todos los carteles modificados. Los arranqué y también soborne a los pregoneros para que dejaran de hablar de ti. Recién me entere, y actué. Pero…no durará mucho.


¿Qué ha hecho qué? ¿Él hacer algo?
Siempre se mostraba como un completo holgazán, un vago total, que apenas y trabajaba. Pero, se está volviendo algo misterioso. ¿Acaso no muestra su verdadera identidad? ¿O personalidad? ¿Por qué?
Y más aún; ¿Por qué siempre se oculta con ese traje café y lleva la capucha puesta? Si tan solo es un simple vendedor.
La chica descubre su cabeza dejando ver su bello y blanco rostro, y su cabello carmesí bien recogido. No sabe que decir ¿Y si está mintiendo y solo lo dice para llamar su atención?

—¿No te gustaría saber de quién se trata? —viéndose sus uñas con un brazo cruzado por su pecho— ¿Quién, es la asesina?

Garrett sonriente, cruza sus brazos poniéndose cómodo, descansa su pie sobre un pequeño mueble cercano.




El conflicto ha iniciado. Están empapados y Ezio con sus finas ropas embarradas de barro, pero es lo que menos importa. Este nativo lo ha hecho enojar.
Ratohnhaketon intenta controlarse, no debe matarlo, le es muy útil la información que le puede proporcionar. Por lo que aparta su Tomahawk regresándola a su sitio. Sin importarle que Ezio sigue apuntándolo amenazadoramente con su espada. Es audaz, es tenaz, lo tiene todo para enfrentarse contra el usando solo sus puños. No quiere y no debería lastimarlo.

Entonces el nativo se balancea hacia él y en un ágil movimiento evade la espada del italiano que solo le roza en el cabello, y le responde propinándole un fuerte puñetazo. El golpe más fuerte que Ezio ha recibido en su vida, porque lo hace perder el equilibrio y balancearse un poco. Apenas se recupera, Ratohnhaketon sujeta su muñeca, de lado que tenía su espada, y la aprieta estrujándola, dándole otro golpe, pero en su estómago. Logra desarmarlo, arrojando la espada lejos, y con su mano antes de que el joven italiano pudiera decir o hacer algo, lo agarra de su ropa para encararlo con rabia.

—Solo quiero que me digas lo que sabes de esa asesina. —aprieta sus labios.

De la nariz del joven golpeado escurre una gota de sangre, escupiendo más también.  ¿Cómo es que es tan fuerte y ágil? Por supuesto, un salvaje tenía que ser.

—¡Ya te dije que no! ¡No te diré nada! —gruñe el italiano. Y forcejea para soltarse— «¿Asesina? Es una ladrona. »

Esa contestación solo hace enfurecer más al joven nativo, que sin soltarlo con un puño golpea tres veces más su cara, y lo tumba al lodo nuevamente para continuar.
Siente algo frio pegado a su sien.
Suspende enseguida su acción, pero no se mueve un centímetro. En tanto Ezio respirando agitado, voltea a ver de quien se trataba, y una sonrisa brota de sus labios ensangrentados.

—¡Achilles!

Grita el joven alegre. El señor de tez oscura está apuntándole a Ratohnhaketon con un mosquete corto. El joven nativo no ha usado nunca esa arma, pero la conoce. Ha visto algunos, casacas rojos en las cercanías de su aldea, defendiéndose con ellas.
Ezio lamenta no haber cargado  con su mosquete largo, no creyó que lo ocuparía. Achilles le ha salvado el pellejo.

—Suéltalo. —le ordena el señor al nativo.

Hace lo que le pide, y Ezio se levanta de la tierra enlodada, se limpia la sangre con su manga blanca, y acto seguido va a recoger su espada.

—¡Acabemos con él Achilles! —regresando con ellos.

La ira ha pasado para Ratohnhaketon, puede seguir defendiéndose pero sin duda necesita de su ayuda. Solamente queda con la cabeza gacha.

—Espera, Ezio. —baja el arma y se apoya más en su bastón— Tú fuiste quién le pidió que viniera aquí ¿No es cierto? —viéndolo con desaprobación.
—Eh, bueno… —pone sus ojos en blanco un segundo y se encoge de hombros torciendo sus labios.
—Por tu culpa él está aquí. Tú has provocado todo esto ¿Verdad? —con su bastón le golpea cerca de su tobillo.
—¡Ah! —con una mueca de dolor, dobla su pierna sobándose el tobillo— ¿Por qué..? ¡¿Qué no lo ves?! ¡Él fue el que me atacó a mí!
—Pero tú le pediste que viniera, por alguna razón. Todo este ruido… y sus gritos, no me dejan descansar.

Hay silencio, solo se escucha la lluvia caer, siguen mojándose. Achilles le dirige su atención al nativo que permanece cabizbajo.

—Dime, chico… ¿A qué has venido?
—Él me dijo… que me diría todo lo que sabe sobre la mujer asesina.

El viejo ve de perfil al otro joven.

—La ladrona. —le aclara Ezio con desgane y envaina su espada rendido.
—Muy bien, lo sabrás. Pero tendrás que esperar a mañana.

El señor da media vuelta y apoyándose en su bastón se encamina a paso lento hacia su casa.
Ezio lo observa irse interrogante.

—Gracias. —asiente con su cabeza el nativo,  viendo abajo.

Ganándose la mirada del italiano, una mirada que lo taladra por un segundo, para después seguir a Achilles.

—¡Ezio! ¡Enséñale la habitación de Huéspedes!
—¿Qué? —detiene sus pasos—

«¿El viejo, siendo hospitalario con un desconocido y…nativo? Increíble ».

—¡Solo hazlo! —Sin mirarlo, ni dejar de andar.
—Está bien. —mira al joven nativo por sobre su hombro— Ven salvaje, sígueme.
—Me llamo Ratohnhaketon.
—Sí, como sea. —avanza seguido por el otro chico.




Charlotte levanta del suelo su linterna y la deja sobre un mueble para iluminar mejor. Recarga su espalda en la orilla de la ventana y observa a Garrett.
Tiene trabajo que hacer, pero indudablemente el joven ha despertado su interés. Aunque no puede confiar plenamente ni en él, ni en nadie. No puede estar segura de nada, y más vale prevenir lo que fuera.

—Si quiero…necesito saber de quién se trata, pero si es una asesina. Será un gran problema para mí, pero de todos modos ya lo es ahora. No me hace falta que me agreguen más crímenes. —mira el techo y enlaza sus brazos sobre su pecho.

Como queriendo reírse, Garrett se pone en pie y se dirige a otra parte de la habitación perdiéndose en la oscuridad. Un instante después regresa con algo en sus manos. Algo muy parecido a un brazalete, como parte de una armadura.
El joven se lo coloca en su brazo y en un ligero impulso se descubre una hoja que sobresale de su mano.
Charlotte lo observa con curiosidad.

—Tú, también eres asesino. —alza sus cejas esbozando una pequeña sonrisa.
—Haz adivinado. —la señala con su puño y la hoja— Es una historia algo larga. Pero te la contaré algún día. Solo quería decirte que…yo te ayudaré a acabar con ella.
—Creí que, no eras mi amigo.
—No lo soy. Solo que, extraño usar esto, y creo que este es un buen motivo. —guarda su hoja oculta.
—Eres algo raro Garrett.

«Hay algo muy extraño detrás de todo esto. Me da el presentimiento, que hay algo más que aún desconozco».
Dijo la chica en su mente.




Le ha robado un tiempo muy valioso. Pero aún quedan unas horas para llevar a cabo sus artimañas.

Se aventura al centro de Nueva York. Hay un lugar que ya tenía en la mira desde hace tiempo, un lugar que cuenta con una buena cantidad de guardias. Una gran seguridad, pero eso no la detendría. Por eso, ha pasado por tres años de duros fracasos que eran indispensables para crecer.

Si lo están custodiando muy bien, es porque seguro hay mucho dinero, o algo valioso, ahí dentro.

En lo alto de la fortaleza se alza una bandera blanca que exhibe un tipo de cruz roja. Es sacudida por el viento aunque la lluvia ya ha cesado.
Revisando bien que nadie la vea. Ya contaba con su capucha color tierra bien puesta y se cubre sus labios y nariz con su máscara. Saltando del muro se esconde entre la hierba. Desde ahí puede ver que un grupo de guardias van y vienen, y otros tantos están ubicados casi en todas partes.
Sin moverse de su sitio, con su arco atina un flechazo envenenado a un guardia que cae a la tierra inconsciente temporalmente. Varios casacas rojas son atraídos y corren a revisarlo, mientras otros se ponen alerta, saben que la ladrona está  cerca, saben cómo actúa.
Empiezan a buscarla y ella aprovecha que se mueven para arrojar una bomba de humo, que cubre gran parte y los hace toser un poco y perder su claridad visual, esforzándose por ver a su alrededor. Charlotte se desplaza por la yerba y las sombras de los árboles, hasta  infiltrarse más. Escala por las ventanas y paredes, hasta que encuentra un balcón con la puerta abierta. Cuidando sus pasos se adentra a lo que parece un castillo. Y emprende su búsqueda de tesoros en las habitaciones evadiendo a los guardias y lanzando flechas envenenadas, que se clavan al pecho de los hombres cuando se requiere.
Recoge en sus manos algunas joyas, y vacía los cofres repletos de monedas, también coge algunos objetos valiosos solo por gusto. Sintiendo la carga de su bolso pesada. Sonríe con placer del buen botín conseguido.
Es suficiente por hoy. No puede llevar más.

Está por salir de una sala cuando escucha voces y pasos acercarse. Voces de una mujer y un hombre. Alarmada mira a un lado y a otro, apresurándose a entrar a un mueble con puertas en el que tiene que sentarse para caber en la parte baja que está vacía.

—…Por eso, tiene que estar en alguna parte.

Dice la voz de la mujer.

—Estoy segura que ese muchacho lo está cuidando todavía. He vuelto a lo  que fue la aldea, pero…no lo encontré.
—Tienes que buscarlo mejor. ¿Él lo tiene no? Pues búscalo, mátalo y tráeme el fruto del Edén.

Responde la voz del hombre.

—Entendido.
—Ya has perdido mucho tiempo. Ponte a trabajar de una vez. Nadie más que tú puede hacerlo. No me decepciones…
—No lo haré.

Unos pasos se alejan. Otros más rápidos lo alcanzan.

—¡Señor Kenway! Sospechan que la ladrona está merodeando por aquí.
—¿Y, a que están esperando? Encuéntrenla y mátenla. O lo haré yo mismo y ustedes tendrán que morir. Elijan.
—¡Si señor!


Puede oír cómo se marcha rápidamente.

La joven encapuchada invisible adentro del mueble. No comprende lo primero que dicen, pero sabe que tiene que huir ya. Apenas escucha que los pasos  cada vez son más distantes, y sale de su escondite, para brincar por la ventana hacia afuera.






2 comentarios:

  1. Muy bueno :)
    salen haytham y aveline :SPOILER: jajaaja
    :v
    ajaja ezio se chinga Ratonhaketon va quedarse hasta mañana para que le digan sobre la "mujer asesina"
    Garret es asesino :O o mas bien lo era :) y quiere sabe que "alguien" se esta haciendo pasar por ella o__O que AMABLE al quererle ayudar no es un olgazan despues de todo :3
    ah esperare el que sigue esta muy buenooo
    cuidas muy bien las personalidades de los personajes eso es genial y cuando narras en el lugar en donde esta te imaginas todo muy facil tienes mucha imaginacion :3
    bueno esperare la continuacion
    :)

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    1. :´3 Gracias... JAJA WTF ya no comentaste con tu face. Bueno asi es mejor supongo XD

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