Para el capitán Edward Kenway, la vida
no se lo ha puesto nada fácil. Viendo su situación económica, se vio obligado a
aventurarse en los mares, y seguir el camino de Pirata. Su esposa al no estar
de acuerdo, lo dejó. Y parece estar solo, pero con personas que lo animan a
seguir adelante.
Personas que se han ganado su confianza.
Personas…a las que incluso llegaba a considerar amigos. Colegas piratas.
¿Realmente se puede confiar en un Pirata? En aquel momento no se lo preguntó.
Se ha cansado de nadar y nadar, para
llegar a lo que parece una pequeña isla, pero tiene que continuar, con todas
las ganas, si es que quiere sobrevivir y alcanzar la tierra, antes de que
oscurezca.
De Pirata a Naufrago. ¿Cómo es que ha
terminado así? No hay tiempo de quejarse, no hay tiempo de lamentarse.
« ¡Maldito Rackham!… » Recordando en su mente al hombre que lo
traicionó.
Lo despojo de todas sus posesiones, incluyendo
su barco, su tripulación, sus armas, hasta su traje de capitán. De nuevo vuelve
a estar en cero, a no tener nada. Pero esta vez, sí que no tiene nada. Ni
siquiera tiene a Caroline, la que fue su esposa.
Se arrastra agotado por la orilla de la
isla, el suave oleaje lo empujaba. Al fin puede descansar, ahí tirado en la
arena. Se da la vuelta para ver el cielo, un cielo enrojecido por el atardecer.
Su rubia cabellera empapada, su pecho desnudo sube y baja al respirar, sus
pantalones también están mojados.
Cierra sus ojos.
—¡Te dije que no me sigas!
—Dorian, mi amor…por favor. Esta isla es
peligrosa, ya viste los animales salvajes que hay por aquí.
Escucha gritos de una mujer y un hombre.
Esas voces se aproximan más y más. Edward levanta su espalda, y queda sentado
logrando divisar un par de humanos que vienen caminando.
—No soporto esto. Me quedaré aquí a
esperar que algún barco venga por nosotros.
El hombre de caballera negra, y barba
corta va tras la mujer. Su pelo luce sucio, y al revisar sus ropas, el Pirata
puede deducir que es un inglés de clase alta. Al igual que la mujer, de cabello
largo color marrón, usa un vestido elegante. Pero las telas de sus vestimentas,
están desgastadas y muy sucias. ¿Cuánto tiempo han durado en esta isla? ¿Desde
cuándo naufragaron?. Edward le resta importancia a sus cuestiones y se pone en
pie, para irse a buscar algún refugio, para pasar la noche.
Ignora a la pareja que sigue discutiendo
para echar un vistazo al horizonte del mar. Ni una sola pista de velas a lo
lejos.
—¡Eh! ¡Tú! El hombre medio desnudo. —le
grita el joven que a zancadas se acerca.
—¿Sí? —lo observa de reojo interrogante.
—¿Dónde está tu barco?
Edward contiene una risa, sin dejar de
verlo.
—Me parece que estamos en la misma
situación amigo.
—¿No hablas en serio o sí?... —resopla y
baja su mirada.
—Veo que tienes problemas con la
señorita. —la señala con su mano.
La joven se sentó a orilla del mar
contemplándolo, con sus brazos cruzados.
—Ah…Dorian. Desde que naufragamos ha
estado así, pero sigue con la esperanza, de que alguien vendrá por nosotros. —suspira
con tedio— Yo lo dudo mucho, probablemente ya nos dieron por muertos pero, es
bueno ver a otra persona aquí. Un gusto, mi nombre es Ethan Kennedy. —le
extiende su mano—
—Edward James Kenway. —acepta el apretón
de manos con una sonrisa.
Se desenvuelve una conversación entre
ellos. Edward termina sabiendo que, ellos forman parte de la nobleza en
Inglaterra, se trata de un Conde y una Marquesa. Que tomaron un viaje
importante, y a causa de una tormenta naufragaron, hace una semana
aproximadamente. Ethan tuvo que nadar llevando a su prometida a la Isla, ya que
ella no sabe nadar.
El Pirata encuentra unas rocas alzadas y
unidas de forma que parece un buen refugio. Se hace una cama con hojas de
palmas, y levanta su vista viendo que está por anochecer.
La Marquesa no quiere conocerlo, ni
estar con su prometido, pero Ethan no se separa de ella, sabe que tiene que
cuidarla. Siendo muy inútiles, y no estando preparados para una situación de
tal magnitud, no han comido nada, no tienen refugio, si siguen así morirán.
El sol anuncia un nuevo día. Y Edward ya
empezaba a buscar su comida. Ha atrapado un par de cangrejos, y unas cuantas
almejas. Trepa a una palma para conseguir unos cocos.
Toma asiento en la arena y con una roca
puntiaguda que encontró rompe el coco partiéndolo a la mitad para tomar de su
jugo. Le arranca las patas al cangrejo y apunto de probarlo, un lloriqueo
cercano taladra sus oídos distrayéndolo.
Indudablemente es la Marquesa que llora
detrás de una roca. Edward, se asoma para verla, notando que está sola.
—Eh…¿disculpe? ¿Dónde está su prometido?
—Aléjate de mí. —le da la espalda y
cubre su rostro sin dejar de llorar.
—No te haré daño. Pero, como quieras. —se
dispone a irse.
—¡Espera! —lo sigue.
Edward la voltea a ver frunciendo el
ceño con curiosidad.
Es tanta su hambruna que no le importa
comer un cangrejo. Con desesperación lo consume, y también una almeja, sus lágrimas
ya se han secado. Dejando atrás la etiqueta, su educación, su fineza, la
elegancia…todo. A Edward le parece gracioso, ver a una persona de tan alta
sociedad en la miseria junto con él.
—Él siempre dice lo mismo. —habla la
chica mientras come— Que buscará comida y nunca trae nada…
—Bueno, es comprensible supongo. —con
una sonrisa, de algún modo le parece simpática.
El sonido de unas pisadas hace que el
Pirata gire su cabeza. Es Ethan quien lo ve con sus ojos medio cerrados, con
recelo.
—Aquí estás Dorian. Que bien… —viendo lo
que come, y a Edward. Se sienta en la arena junto con ellos.
—Hola Ethan —saluda entusiasmado el
hombre rubio.
El joven no le responde, ni siquiera lo
mira, pero si tiene el descaro de agarrar unas almejas y comerlas.
Edward lo deja pasar, no quiere una
pelea innecesaria, no ahora.
Transcurre un mes. La pareja de nobles,
ha estado buscando a Edward para pedirle la comida que él se dedica a
conseguir. Esto comienza a molestarle al Pirata, pero solo por tratarse de una
dama y su prometido, accede y lo tolera. También empieza a pensar en un gran
beneficio que podría tener gracias a ellos. El llevar a Ethan y Dorian de
vuelta a casa, como si fuera todo un héroe, seguro le traería buen dinero, como
ganancia por su buena voluntad. ¿Pero cómo saldría de la isla sin un barco?
Caminaba por una vereda de la isla, con
sus manos se habría paso por entre las ramas y
el herbaje, en busca de agua. Le da la sensación de que algo o alguien,
lo ha estado siguiendo. Pero no le presta atención y continúa.
Un rugido resuena, y un peso salvaje se
le viene encima. Es una pantera negra que intenta clavar su mandíbula en él,
pero Edward forcejea y le da un empujón, para separarlo de su cuerpo, y con
habilidad usa su cuchillo que siempre carga, para enterrárselo de golpe,
cazando al animal. Lo deja en la tierra y ahí mismo empieza a despellejarlo. A
recibido unos rasguños que sangran, pero valió la pena, tiene carne fresca.
Detiene sus manos ensangrentadas. Hay
algo más, hay algo que lo está observando, seguro es otra pantera. Se escucha
que se acerca, y rápidamente se levanta y con su hoja lo apunta listo para
atacar o defenderse, pero es… Dorian.
—Edward. —susurra viéndolo como
embelesada.
Una mirada extraña, que Edward sabe lo
que significa.
—Dorian, no deberías estar aquí, es muy
peligroso. Vuelve con Ethan. ¿De acuerdo? —tratando de mantener su compostura.
—¡No! Él es un inútil. No sirve para
nada. —Vocifera llevando sus pasos a él —
Yo…quiero estar contigo.
Naturalmente, Dorian se siente atraída por
Edward, ya que es más fuerte, hábil, y se siente protegida cuando está cerca de
él. Ethan solo sabe esconderse y esperar a por Edward, para pedirle comida.
Deja sin palabras al pirata. Entonces la
joven de vestido harapiento, avanza hacia él y le planta un beso, abrazándolo
con deseo. El pirata solo la recibe en sus brazos y sin poder resistirse, queda
rendido ante el roce, besándola también pasando sus manos a su cintura, acariciándola.
—¡Aléjate de ella!
Se oye el grito sonando a rugido de
Ethan, seguido de un disparo, que perfora el tronco de un árbol que estaba a un
lado de ellos. Edward y Dorian se sobresaltan apartándose de inmediato, pero la
chica no deja de abrazarlo.
—¡Ethan! ¡¿De dónde haz sacado eso?! —con
sus brazos protege a la joven.
—Lo encontré junto con un cadáver a
orilla del mar—recarga su mosquete con una sonrisa— tengo también cargas. Pero
lo estuve guardando para algo importante. ¡Sabía que esto pasaría! —lo apunta
nuevamente— ¡Dorian, mi querida Dorian! ¿Crees que no me daba cuenta de cómo lo
mirabas? ¿De lo mucho que lo deseabas? Creo que después de todo no es un gusto
tenerte aquí Kenway.
—¡Basta Ethan! —Interviene la mujer—
¡¿Estás loco?! ¿Qué no lo ves? Sin él no sobreviviremos. Ni se te ocurra…
—¿…Matarlo? ¿Por qué? Está claro que
nadie vendrá y estamos perdidos, aquí mismo será nuestra tumba. Pero el primero
en irse será…Kenway —sonriendo con malicia intenta apuntarle con el cañón a su
cabeza.
El pirata con sus manos aleja a la chica
de él y evade el disparo, echándose a correr por la vereda, y sube por un árbol,
saltando a otro y así huye por los árboles y troncos que se le atraviesan.
Mientras es seguido por Ethan, quien desde
abajo le dirige disparos fallidos, por lo visto tiene mala puntería.
Dorian se ha quedado ahí en la tierra a
llorar y llorar.
—¡Estás desperdiciando munición Kennedy!
¡¿Qué harás cuando se termine?!
Dice Edward y escapa sin parar.
—¡Aún me queda la suficiente para que
una te alcance y te vea caer! —emite una carcajada y corre y corre, alzando su
mosquete intentando ver dónde disparar.
—¡Por favor, no me obligues a matarte!
—Já, Já. ¿Tú…matarme? Pues huyendo no lo
conseguirás. ¡Cobarde!
Disparo tras disparo. Ethan se percata
que solo le queda una bala. Y no hay señales de que Edward este en los árboles,
le ha perdido de vista. Solo el sonido de los pájaros y el aire al pasar, es lo
único que captan sus oídos. Pasa su mirada torno a él, buscándolo, pero nada…
El pirata se ha escondido muy bien entre
los arbustos, desde ahí lo asecha, esperando el momento adecuado.
—¡Sal de dónde quiera que estés!
¡Edward! —camina buscándolo con su mirada— ¿Te has ido? No importa, te
encontraré y acabaré contigo.
El joven le ha dado la espalda, el capitán
Kenway lentamente y con sigilo se acerca para enganchar su brazo en el cuello
de Ethan y con su otra mano le arrebata su mosquete. Y lo suelta, ahora siendo
él quien le apunta con el arma.
—Vaya cambio de papeles. —esboza una sonrisa tajante.
—Vamos Edward, perdóname…solo estaba
algo celoso es todo. Tú me entiendes ¿o no? —con sus manos al frente como diciéndole
“no lo hagas” — Es más, si quieres…puedes quedarte con Dorian, es toda tuya.
Pero por favor…
—Hace un momento yo era el cobarde
¿verdad?. Yo no necesito de esto para matarte si quiero.
La respiración acelerada de Ethan era
muy sonora, está claramente asustado. Si no valiera dinero, Edward ya le
hubiese disparado.
—Que esto no se repita, o ya no me detendré.
—dirige el disparo a otro lado perdiendo la única bala que quedaba y acto
seguido arroja el arma al suelo, retirándose.
Es un nuevo amanecer, después del
peligroso día.
El
cielo luce despejado, soleado. Y Edward ha trepado un árbol para echar un
vistazo a todo el esplendor, y extensión del mar que los rodea. Una sonrisa
brota de sus labios, sus ojos han captado la lejana presencia de unas velas. Un
barco viene en camino, o eso parece, y al juzgar por su apariencia, es muy
similar al JackDaw, su JackDaw. Espera
no estar alucinando.
—¡Nooo!
Un desgarrador grito, que expulsa Dorian.
Atrapa sus sentidos y baja de la palmera yendo a dónde provenían los quejidos,
lo más pronto posible.
La mujer de castaños cabellos sueltos, está
berreando de dolor, de tristeza. Ante ella está una palmera y de ella cuelga el
cadáver de Ethan. Se ha quitado el mismo la vida. ¿Por qué? Jamás tendrá la
respuesta. ¿De dónde sacó esa resistente cuerda?.
A paso lento, acorta la distancia de la
chica que arrodillada sigue hundida en un llanto sin fin. Toca su hombro,
queriendo confortarla, consolarla. No es bueno para estas cosas, pero lo
intentará.
—Estoy seguro que te amaba. —con voz
suave.
—¡Edward! —se rinde en sus brazos
humedeciendo con sus lágrimas la piel del pecho del pirata— ¡Es un idiota!
¡¿Por qué lo hizo?!
—No lo sé. Pero, debió esperar un poco
más. —abrazándola mira hacia dónde podía verse que viene el barco— Ya vienen
por nosotros. —sonríe— Vamos. —se endereza y tomándola de la mano la conduce
hacia la orilla de la isla.
—¡No, suéltame! —con un gesto de
angustia— No puedo…no, me siento bien. —sus lágrimas siguen saliendo.
—Entiendo, pero quieras o no vienes
conmigo. —le da un tirón llevándola a la fuerza.
Dorian abre mucho sus ojos, sintiendo
sus mejillas arder. ¿Eso quiere decir que le importa? Deja de llorar, dejándose
guiar.
—Vales mucho dinero. Recuerda decirles
que yo te rescate, y que deberían recompensarme por ello. Diles también que te
alimente y te salve cuatro veces de ser atacada por los animales salvajes. Ah,
y Ethan, se suicidó porque así lo decidió ¿no?. Aquella vez no quise matarlo,
yo quería salvarlos a ambos.
Sus palabras borran la sonrisa de la
chica y destrozan su ilusión.
—¿Eso…era todo? —hace un alto.
Edward siente que ha parado sus pasos, y
se gira a verla, prestándole atención.
—Solo te importa lo que llegues a ganar.
¡Eso es todo!. Yo que creí que… —suspira viendo abajo— Olvídalo, he sido muy
tonta.
Interrogante el Pirata la observa un
momento. Ella se suelta y arrugando el
ceño le da una bofetada en la cara.
—¡Eres un miserable! ¡Puedes irte! ¡Yo
me quedaré aquí!
Da media vuelta y toma su propio sendero,
contrario al de él. Pero el capitán apurado la carga sobre su hombro, como si
fuera un costal de papas. Y así, la lleva a la orilla del mar, soportando sus
golpeteos, y gritos.
—¡Bájame, que me bajes te digo! ¡Ni
creas que haré que te recompensen por esto! ¡Eres un desgraciado! ¡Haré que te
lleven directo a la horca!
Espera a que, sea quien sea que este
navegando con su JackDaw, suelte el timón. Ojalá que sean amigos.
Mary Read bajo la identidad de James kidd,
baja del barco y se encuentra con Edward.
—Vaya, vaya, veo que no has perdido tu
tiempo capitán. —se cruza de brazos enarcando una ceja al ver que carga a una
dama.
—También naufragó. ¿Cómo has hecho para…?
—notando que su tripulación y su Jack Daw han vuelto.
—Digamos que Rackham fue muy cobarde. Esa
rata no aguanto ni un mes con tu barco, antes de volver arrastrándose a Nassau,
y pidió perdón de inmediato.
La joven se remueve intentando bajarse.
—¡No pienso ir con ustedes! ¡Déjame ir
ahora Kenway!
Mary le dirige una mirada de complicidad
a Edward, conoce sus intenciones, y su ambición.
—Adelante.
Dicho esto le da palmadas en el brazo al
capitán sonriendo una pizca.
Encierra a Dorian en el camarote del
JackDaw, pero no sola. Con el capitán adentro. Se tiene que encargar de que
todo salga según lo ha planeado.
—¿Qué haces? No me toques.
La tiene acorralada en una pared y
sujeta sus manos para no permitirle el huir. Se ha puesto su traje de capitán con
la capucha.
—Estás temblando. —sonriendo acaricia su
mejilla, viéndola a los ojos.
—Vete, déjame sola. Ya te dije, que no…
La calla con un beso, pasa del labio
inferior al exterior, uniendo su cuerpo con el de ella. Siempre quiso hacerlo,
pero se había contenido. Está confundiéndose ¿Lo hace para convencerla o por
placer?. Despega lentamente sus labios.
—Vamos sé que quieres, y yo también.
—¿D-De que estás hablando?
El rubor en sus mejillas la delata.
—Edward, basta… —desvía su mirada sintiéndose
avergonzada.
—No puedo parar. Tú me ínsitas
demasiado. —ataca con besos suaves su cuello.
—Ah, no…no hagas eso. —cierra sus ojos
lentamente.
La noche ha caído en Nassau, y en la
taberna se ha reunido Edward, con Mary, Anne y Adéwalé. Beben ron mientras
comen algo, en una de las mesas.
—Nunca vas a cambiar. ¿Cierto Edward? —dice
Anne Bonny.
—La verdad no creí que funcionaría. De
todos modos les debo una, otra vez. —contento bebe de su botella de ron.
.
ajajajaj pinche Edward chiflado D:
ResponderEliminarjaajaj estuvo bueno me entretuvo :v
pero por que ethen se quito la vida? D:
ajajaj pobre Edward le quitaban la comida
queda demostrado que ante esa situación ya no importa si uno es rico o pobre :v
me gusto muy bueno me imagine todo buena narración
(Y)