Capitulo.- 26 (Final) —Engranajes dentro de mi corazón—
El laboratorio, la concentración del Haarp y sus alrededores. Han
quedado reducidos en cenizas. Tras la potente explosión que produjo la
alteración y destrucción del Haarp.
Solo queda humo invadiendo el aire. No muy lejos de ahí, yace el señor
Gerard, quien no pudo salvarse. Su cadáver se sigue quemando.
Por la tecnología con la que cuentan las naves del equipo Break, volaron
tan rápido que fue como si se hubieran desaparecido. Y alcanzaron la distancia
adecuada para su seguridad. Fijándose en el radar, logran localizar la
ubicación de Lea, pero no les es posible detectar a Break, o Edric.
Emprenden viaje a Nueva York. Un viaje de un minuto.
Al centro de una de las más transitadas calles de la ciudad. El grupo de
sirenas deslumbrantes bajan, pero sus colas no tocan el suelo. Es su mera presencia
lo que provoca el susto de los ciudadanos, quienes se alejan, otros corren, pero
la mayoría se queda a ver con asombro. Y por curiosidad los van rodeando.
Estos seres han traído a toda esa agente que el Haarp había manipulado.
Sana y salva. Esas personas no les agradecen, por miedo a lo desconocido, huyen
de inmediato.
María hace un esfuerzo por mantener su compostura, por supuesto estos
seres no se ven nada malos. Está claro que están de su parte.
Por eso observa los orbes platinados y tan bellos, del ser que la ha
cargado y traído hasta aquí. Lo mira detenidamente, como queriéndose comunicar
así. Luego sus ojos se fijan en Lea, que reposa en el suelo y ella sostiene su
cabeza con su brazo.
—Lea…
Pronuncia su nombre y enseguida los sirenos agitan sus colas y se elevan
al cielo dónde son perdidos de vista. La muchedumbre murmura, y poco a poco
vuelven a tomar su rumbo. No entienden nada. Pero muchos han tomado capturas,
han memorizado este suceso.
«Por Dios ¿Qué ha sido eso? ¿Y las naves? » Dijo por dentro María, sin
quitar su visión de arriba. Buscando con su mirada alguna señal.
Lea no ha muerto. La liberación mental que desato Break, ha sido
precisa. Solo esta desmayada.
Segundos después recobra sus sentidos, y su conocimiento. Abriendo de
par en par sus hermosos ojos azules, con rasgos felinos.
—¡Break! —brota de sus labios y se levanta viendo a todas partes muy
alarmada— ¡¿En dónde está Break?!
Como si no recordara todo muy bien, solo con la sensación de que Break
está en peligro.
Revisa bien con su limitada visión. Viendo gente, gente y más gente. Los
autos pasando por encima de su cabeza, proyecciones a lo alto de los edificios.
Por ahora, no importa cómo llegó ahí, sino que, hay algo que le está exigiendo
saber de Break.
Cuando voltea a ver el rostro de María, tan normal, tan tranquilo, puede
saber que Break…probablemente él. Lo ha hecho. Y todo viene de golpe a su
cabeza. Y se le corta el aire unos segundos. Volviendo a María, esta vez,
sujetándola de sus hombros con rudeza.
—¿Qué ha pasado con Break?
—Con él… no lo sé.
—¡¿Cómo no vas a saberlo?!—le da una sacudida arrugando el ceño— No me
digas que…
—Lea, por favor detente.
Apunto de decirle algo más se detiene. Y recuerda que fue ella misma
quien le pidió que lo hiciera. “Break, tienes que sacrificarte. Debes
ofrecer tu vida a cambio. Morir…”.
Pero estaba siendo influenciada por los espíritus que sentía dentro de
ella. ¿Debería arrepentirse? No del
beso. Sintió que debía despedirse y sus sentimientos se abrieron. Permanece
reflexiva un momento.
—Mira…
María le señala con su dedo el cielo.
Ahí están las tres naves. Y de una de estas sale, una especie de energía
que las hala hacia la puerta, permitiéndoles entrar. Todas las personas
detuvieron su paso y quedaron boquiabiertas.
Ya no importa ser vistos. Ya no importa ser descubiertos, todo ya ha
acabado y no tardarán en revelar el secreto. Sobre un campo a las afueras del
ruido que han ocasionado en la ciudad. Reposan las naves, y han salido a tomar
aire, el cielo sobre ellos luce nublado. Un día gris.
—Entonces Break… —Lea encara a Steve. El más maduro de todos.
—Así es. Y su cuerpo me fue arrebatado por esa… sirena.
—¿Zafrina? ¿Para qué…?
—Ah. Asi que la conoces. —alza su ceja al verla— No lo sé. Pero por lo
visto, sus intenciones son buenas. ¿Viste lo que han hecho los suyos? Trajeron
a salvo a toda esa gente. Nosotros solos, jamás hubiéramos podido mover a toda
esa gente tan rápido. Apenas pudimos ponernos a salvo nosotros mismos. Y yo que
comenzaba a creer que tramaban algo.
—Espero también traiga a Break a…
Un creciente destello de luz, no deja que Lea termine de hablar. Ha
capturado la atención de todos. Es Zafrina, quien se muestra ante ellos en el
aire, como si la gravedad no le afectará.
—Saludos hermanos. Ahora tengo el honor de volver a llamarlos así.
Exhibiendo una amplia sonrisa nunca antes vista por Lea en la faz pálida
de la sirena.
—¿Hermanos? ¿De qué está hablando? —interroga Jake reparando en Lea.
Pues sabe que es la única que parece conocerla.
—Ven Lea. Tienes que venir conmigo…
Se desliza con suavidad por el aire como si estuviera nadando con
elegancia por el mar, para tomar la mano de la solicitada chica, y la abraza
retrocediendo hasta desvanecerse junto con ella.
Steve, Greg, Derek, Jake y María, en silencio intercambian miradas.
—Vamos…no hay nada de qué preocuparse. Sus intenciones son buenas y
además la conoce ¿O no? —les dice Greg como siempre, tratando de calmarlos.
—Bueno, bueno —interviene Jake acercándose a ellos— ¿Qué les parece si
vamos a tomar algo en algún antro de la ciudad? He leído mucho sobre los
centros de diversión, del pasado, y tengo muchísima curiosidad. —toca su
barbilla con un gesto interrogante.
—¿Cómo pueden ser tan despreocupados? —les pregunta María cruzada de
brazos, viéndolos con desaprobación.
—Ah, hola linda. Te extrañé mucho ¿tú a mí también? —Jake le sonríe.
—Yo no estaré a gusto, hasta saber que ha pasado con Lea.
—Lo que es seguro… —habla con ironía Derek— Es que no podemos hacer
nada, más que esperar. No gastemos energía. La chica volverá.
—¡Eso! ¡Tú si me entiendes amigo! —con entusiasmo Jake lo arrima de un
tirón de su brazo.
—No, no, no. Tampoco me estrujes así.
María pone sus ojos en blanco y resopla. Le cuesta un segundo cambiar su
cara y aceptar.
—En el principio de los tiempos, fuimos hermanos. Convivíamos con
ustedes. Todo era maravilloso, todo iba bien. La única diferencia es que
teníamos piernas en ese entonces. Éramos blancos, como las nubes, y más grandes,
pero vivíamos en armonía. Compartiendo nuestros alimentos, en el paraíso
natural de la tierra.
Contaba Zafrina a un lado de Lea mientras nadan al fondo del océano. El
agua es como oxígeno para Lea, al sostener la mano de la preciosa sirena,
también puede hablar.
Peces, pasan nadando por enfrente de sus ojos, y pequeñas medusas
también. Bajan más y más al fondo, cada vez es más oscuro y frio.
—Nuestra misión era protegerlos, guiarlos por el buen camino. Pero… —pestañea
pesadamente y voltea a verla— El maligno sedujo a dos de nuestros hermanos.
Ellos no podían quitarse de encima la tentación de hacer el mal. Nadie se
atrevió a detenerlos, tuvimos miedo, fuimos cobardes. Terminó siendo más fuerte
que nosotros. No pudimos protegerlos, cayeron en la maldad. Por culpa nuestra.
—Creí que eso solo era un cuento de Hadas. —viéndola a los ojos.
—Entonces, eso nos condenó junto con ustedes. Por eso, nos separaron. Se
alzó el mar, en toda su extensión. Fuimos condenados a vivir en lo más oscuro
del océano, lejos de ustedes, dónde no pudieran alcanzarnos. Conforme fue
pasando el tiempo se fue borrando nuestra memoria. Él se encargó de eso, hasta
que nos olvidaron por completo.
—Se creía en ustedes como una fantasía.
—Y así permanecimos. —hace una pausa, mientras nada con Lea— El Diju y
el Lubus, son espíritus enviados del cielo para nosotros. Ellos nos dieron una
esperanza. Pero teníamos que esperar por siglos, el día en que ocurriera, para
así, ayudarlos, protegerlos. Tú y Seungri fueron su elección. Como lo fueron Adán
y Eva en ese entonces, solo que esta vez, los guiamos por el buen camino.
Salvar el mundo.
—¿ Y eso… en que les ayudó a ustedes?
—Regresaremos, pero como uno de ustedes. Seremos humanos. Tú y Seungri,
han sido importantes para nuestra humanización. Piezas importantes. Y como
agradecimiento por eso. Los espíritus marinos, te concederán algo.
—¿A mí?... —incrédula.
Se desplaza por el agua más rápido produciendo burbujas.
Están las almas de Seungri, Break y Edric siendo sujetadas por Hilos
dorados que parecen brillar clavados desde su espalda a la tierra. Ellos flotan
como si fueran globos de helio. Con sus ojos como sumidos en un sueño.
—Son tres de tus amigos fallecidos. Uno de ellos podrá resucitar. Los
otros dos que resten, irán al cielo. Tú eliges Lea.
Le da un toque con su dedo en su nuca, dejándole así la capacidad de
poder respirar y hablar bajo el agua. Lea se posiciona ante las ánimas que
lucen relucientes.
—Yo…no podría. Los quiero a los tres de vuelta. —voltea a ver suplicante
a la sirena— No merecían morir.
—Lo lamento mucho. Solamente puedes escoger a uno.
—¡Ninguno merecía morir! ¿No puedo cambiar mi vida por la de ellos?
—No.
Lea clava su mirada en Edric.
«Él siempre fue lindo conmigo. Siempre lo creí bastante cohibido y
debilucho. Pero, esa vez, en ese conflicto. Prefirió sacrificarse por mí. »
Pasa sus ojos a Break y adelanta un poco, para tocar con su mano su
helada mejilla.
«Break…siempre me entendió, es un buen amigo y…»
Aquel momento del beso entre ellos viene a su mente.
»Me mostró sus sentimientos. »
No puede aguantar las ganas de abrazarlo y lo hace. Con fuerza,
queriéndose unir a él, como queriendo entregarle su vida a cambio de la suya.
«Este bobo… »
Separándose de Break al reparar en Seungri.
»Siempre fue molesto pero... echo de menos sus tonterías. »
—¡Seungri eres un tonto! La manera en la que moriste fue ridícula.
¡Tanto tiempo entrenando para nada! —exclama con voz quebrantada— Deberías
estar avergonzado, muy, muy avergonzado. ¡Mírate ahora! Me pones en un aprieto.
Por el agua no se distingue, pero está llorando. Solo sus ojos se ven
enrojecidos.
—Aun así…te quiero. —baja su mirada.
—Lea, él no puede escucharte. Está muerto.
—¡Eso lo sé! —talla sus ojos con su puño.
—Entonces…
Silencio total durante un minuto.
—Quiero a… —se muerde el labio inferior.
—¿Si?.
Ve a Edric, luego a Break, y por último a Seungri. ¿Quién era ella para
decidir quien vive y quién no? Pero no puede engañarse, quiere a uno…más que a
los otros dos.
—Break.
Una pequeña sonrisa se traza en Zafrina, y con una mano la aparta
lentamente, para con sus dedos índice y pulgar cortar los hilos dorados de
Edric y Seungri, quienes se van como globos de helio al aire. Hacia arriba.
Hasta salir de la superficie del agua, directamente al cielo. En dónde pueden abrir sus parpados,
viéndose entre las hermosas nubes, cerca de los rayos del sol. Se desintegra su
ánima en destellos dorados que se esparcen por doquier.
Una expresión lacrimosa se graba en la faz de Lea, al verlos partir. En
tanto Zafrina trae consigo el cuerpo intacto de Break, y lo une con su alma.
El rostro de Lea cambia a uno lleno de fascinación. Siendo capaz de ver
como Break la mira, la está mirando nuevamente. Una sonrisa se ensancha en ella y Zafrina se desliza hacia atrás.
La chica envuelve en sus brazos al hombre. Break no logra comprender ni
asimilar mucho, pero se deja llevar, colocando su barbilla sobre el hombro de
la chica, y apretándola entre sus brazos. Lea con su corazón golpeando su pecho
casi lo estruja con sus brazos por la emoción de tenerlo de nuevo con ella.
—B-Break, Break. Estás vivo.
—Sí... —sonriendo leve.
Los seres marinos se transforman en seres humanos adultos, pero como
recién nacidos. Quizá les cueste acostumbrarse, adaptarse pero son felices,
libres. Han vuelto con sus hermanos como uno de ellos. Ya no hay diferencias.
Tiempo después, por la noche.
—Está bien Jake, saldré contigo.
Sonríe María sentada con el chico, en una de las mesas del Antro donde
hay robots muy humanizados al servicio de los clientes. Suena la música
eléctrica y hay luces por todo el lugar, otros bailan alocados.
De la emoción Jake se levanta de su asiento y la levanta del suelo con
sus brazos, dando un giro con ella.
—¡Sí! ¡Gracias!
Greg, Steve, y Derek; comían y bebían, no muy lejos de ellos.
—Vaya, vaya, hasta que lo consiguió Jake.
Comenta Derek queriendo reír, al sostener una copa con una bebida que su
liquido brilla fosforescente en su mano.
—Sí, ya era hora, empezaba a ser molesto. —Steve mira entorno a él como
buscando algo— Por cierto ¿Y Break?
—Salió con Lea un rato. —contesta Greg llevando con un palito una bola
de carne a su boca.
En lo que parece un balcón, pero largo, que se extiende por todo lo
amplio del lugar. Break admira el movimiento y la vida de la ciudad ante sus
ojos Han pasado unos días desde lo ocurrido, y todavía le cuesta acoplarse a su
nueva vida. Una vida sin preocupaciones. Y extraña un tanto a Edric y Seungri.
—Aún no puedo creer que todo haya acabado así. —se apoya en el barandal
transparente y luminoso— Quedar atrapado en esta época, perder a dos amigos y… —la
mira de reojo— Tenerte a ti conmigo.
Lea se aproxima a él invadiendo su espacio personal, apoyándose también en
el pasamano.
—Sí. Sobre todo la pérdida de todos ellos.
Cabizbaja al saber que si no fuera por Break, estaría totalmente sola.
Ha perdido a su familia, amigos. Y por Break radicará en Estados Unidos,
olvidando a Francia, dejando todo su pasado atrás. Sus ojos se humedecen, pero
no suelta lágrimas, y levanta su mirada. Sus seres queridos y Seungri han
dejado un vacío permanente en ella.
—Pero lo logramos. La gente ahora es libre. El mundo entero lo es, todo
ha vuelto como era antes del Haarp, justo como lo recuerdo.
—Eso me es suficiente, el ver que logre ayudarlos, el ver a parte de mis
amigos conmigo, y a ti a mi lado. —Sonríe una pizca— Es más que suficiente,
aunque jamás los olvidaremos ¿verdad?
—No, jamás.
—Lo has hecho bien Lea. —pasa su brazo por encima de sus hombros, atrayéndola
más a su cuerpo.
La joven descansa su cabeza en su hombro.
—Pero, todo es tan increíble. Esto, que estoy viviendo justo ahora. —añade
el hombre.
Contemplando el panorama nocturno de la ciudad. Repleto de luces
coloridas y brillantes. Autos volando, gente caminando de un lado a otro.
Enormes proyecciones.
—Siempre…lo vi como un sueño. Un sueño inalcanzable. Si hubieras visto
el mundo en dónde nací y crecí. Lo entenderías.
—Te entiendo. —suspira y una sonrisita aparece— Pero, todo ha acabado.
—Sí…todo ha acabado.
Lea pasa su brazo atravesando su espalda para sentirlo más cerca, y
cierra sus ojos lentamente.
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