lunes, 4 de agosto de 2014

La Bruja y el Ángel mestizo [Capitulo 10]























                           Capitulo-10
















La organización Templaria es cada vez más fuerte, tanto así que ya  han implantado una base, que es dirigida por Haytham Kenway. Y casi alcanzan su meta; el control de toda la nación. Por eso han estado trabajando duro, eliminando a hombres con grandes cargos, hombres importantes, incluido George Washington, bajo el anonimato. Tienen que permanecer en secreto. Para eso han estado usando la identidad de la ladrona, que ahora buscan como asesina. Su objetivo principal es conseguir el fruto del Edén, han escuchado que se encuentra aquí en América, y por supuesto lo quieren para obtener el control total.
Aveline de Grandpré, la pupila favorita de Haytham, ha estado esforzándose cumpliendo con las encomiendas que le otorga su Maestro, con el fin de tomar su lugar dentro de la organización. Debe demostrar que es digna, que es fiel, que puede servir a la orden.
Ha estado buscando sin éxito al nativo que esconde el fruto del Edén, según especula su Maestro. Esa es su misión principal. 


Han pasado dos semanas de entrenamiento para Connor. Y son dos semanas que Ezio no ha vuelto a la Hacienda, se quedó en una posada de Nueva York siendo acompañado por su amigo André, el más unido a él. Se ha puesto a pensar bien las cosas, todo lo que le dijo Achilles, su Maestro. Pero la rebeldía e inmadurez le ciega, al menos por ahora.

El joven italiano ha bajado al bar de la posada, para desayunar, y tomar cerveza junto con su compañero. Ahí, sentados en una de las mesas, con un ambiente pacífico, contrario a lo que se vive de noche en las tabernas más concurrentes.

—Ese ratero fue fácil de capturar. —dice Ezio haciendo una pausa, al comer elegantemente— Vaya creo que puedo arreglármelas solo, no necesito a ese viejo para nada. —le da un trago a su tarro de cerveza— Puede quedarse con su nuevo discípulo.

Engrandecido sigue comiendo viendo su plato. André deja de comer y retira el plato apoyando sus codos sobre la mesa.

—No piensas vivir toda tu vida en una posada ¿o sí?
—Pero por supuesto que no. Ya veré que hacer, mientras tanto dime. ¿Cómo es que la ladrona se ha hecho asesina?
—Eso no importa. Lo que nos importa es encontrarla, alcanzarla y llevarnos esa recompensa ¿o no?. Es muy veloz y hábil, a veces pienso que un Nativo le enseñó, pero es una locura —sonríe como queriendo reír, y descansa sus brazos cruzados en la mesa—
—Claro que podemos. —exhibe una sonrisa de confianza— Si lo hacemos juntos.


Su interlocutor le responde con un gesto de aprobación, le da grandes tragos a su tarro de cerveza hasta que lo termina y se limpia sus labios con su manga.
Los cazarrecompensas guardan un cartel en dónde se exhibió el aspecto físico de Charlotte. Esos carteles que han sido retirados por el soborno a la imprenta, pero ellos lo conservan. También el de Garrett, el asesino.



Ha cumplido dos semanas de reflexión, de analizar profundamente. La joven Inglesa, sale de su refugio cuidándose de los mirones. Usando un vestido gris, con su cabello bien recogido oculto bajo un gorro que cubre su cabeza, y emprende su caminata por las calles. Después de un par de semanas sin salir a respirar aire fresco, a ver el cielo, esas nubes en todo su esplendor. Sintiendo la libertad. ¿Así debería ser? Pero si escoge ser libre, no puede quedarse en Nueva York, ni a Boston, tendría que volver con Miryam. Todos esos pensamientos que apenas por unos minutos se habían despejado, regresan atormentándola otra vez. Avanzando entre la gente del mercado, el olor a frutas, pescado y carne fresca, llega a su nariz.
No puede volver con Miryam, sigue con esa sensación de no tener nada que hacer ahí, como si corriera peligro de hacerlo así. Entonces ¿debe unirse a la hermandad? ¿Aceptar la invitación de Garrett? No…no quiere pensar en tener que matar a una persona. Sin darse cuenta se detiene en seco frente a un puesto dónde un vendedor tiene expuesta carne y vísceras bien rojas, como teniendo  algo de sangre todavía. Charlotte se queda pasmada, y se pone bien pálida, como si, algún amargo recuerdo quiere volver.
Una imagen se aparece en su mente. Puede ver una mano sosteniendo un órgano ensangrentado aún palpitante. La imagen se va y ella se marea.

—Señorita ¿se encuentra usted bien? —la sostiene una señora, de su falda se agarra su pequeño hijo.

La mirada entrecerrada de Charlotte se posa en el rostro de la mujer y le sonríe una pizca.

—Sí, gracias. —hace un esfuerzo por sostenerse en pie y seguir su camino.


La idea de ver sangre, de oler la muerte, no le agrada en lo absoluto, por eso no puede ser Asesina. Hay algo en ese ¿recuerdo?. ¿Será alguna pieza de su pasado?. No se detiene a pensar más a fondo. Puesto que en su campo de visión vislumbra al señor August atendiendo a un hombre en su puesto del mercado.
Acelera el paso.

—¡Señor August!. —muestra una amplia sonrisa—
—¿Charlotte? Te vez diferente.


Con su mirada Charlotte busca al joven Asesino, pero no lo encuentra.

—¿Dónde está Garrett?
—Ah, ese chico. Se ha puesto a buscar ¿hermanos?. Algo así, para que le ayuden en lo que quiere hacer. La verdad no le entendí mucho pero ¿lo puedes creer? —alza sus cejas al verla— Ya no es un holgazán, al menos no como antes —suelta una carcajada—Lastima que ya no tengo ayudante. Si es que a ese muchacho se le podía llamar así.
—¿Por qué cambió tanto?
—No, claro que sigue siendo el mismo, solo que. Se arrepintió de dejar la hermandad. Y ahora quiere recuperarla. ¿Te unirás a él?
—No. —baja su mirada— No me interesa su causa ni lo que quiera hacer.
—Bueno chica, me gustaría seguir hablando contigo, pero tengo trabajo. —le sonríe servicial a una pareja que acaba de llegar—

El señor se acerca a su oreja y le murmura.

—Aquí no podemos hablar tanto ¿verdad? Mejor ven a mi casa esta noche, Garrett llegará a cenar y puedes hablar con nosotros con más libertad.
—Entiendo. —asiente con su cabeza.



Las nubes han cubierto totalmente el cielo y no dejan ver la luna, vienen cargadas de agua, y los relámpagos suenan cuando empieza a llover. El agua que cae del cielo cubre todo Nueva York, todo Boston.
Es una noche divertida en la Taberna Pepper Black, los cazarrecompensas del grupo de Ezio están celebrando el haber entregado a los guardias dos rateros en esta semana. Ya había sido tiempo desde que no lograban capturar un delincuente. Anhelan que llegue pronto la noche de festejo por haber capturado al Asesino del verdugo y a la Ladrona asesina.
Ezio tiene en sus brazos a dos hermosas mujeres sentadas a sus lados, ellas lo acarician y besan, mientras Eynard y Jace beben borrachos platicando y riendo con Hannah. En tanto André, juega en un tablero con piedras, contra otro hombre joven. Nadie le puede ganar a André, es muy bueno en eso.
En esos lugares solo se ven hombres, y mujeres que se dedican a la prostitución.
Por eso es algo raro cuando una mujer ajena a todo esto, entra a la taberna vistiendo una túnica oscura con una capucha puesta, empapada por la lluvia de afuera.
Baja su capucha  y deja ver ese cabello trenzado y recogido en una cola de caballo. Su piel es café, y su semblante es serio, inalterable, como si para ella lo que está viendo no es nada. Su presencia atrae la mirada de unos cuantos.
Aveline camina hasta la barra, dónde el padre de Hannah, un señor canoso y con bigote, la detecta enseguida.

—Bienvenida joven dama. ¿Apetece algo de cerveza?
—No gracias. ¿Usted ha visto por aquí a un joven nativo? —saca por dentro de su túnica un papel, con el retrato de Ratohnhaketon— ¿Alguien así?


Había recorrido casi todo el bosque, incluso irrumpió en la paz de otras tribus pero sin hacer daño, solo buscando quien se asemejara a la descripción física que ella recuerda, de esa vez que lucho contra él. También buscó por todo Lexington sin éxito, por Boston y ahora en Nueva York, revisará en todos los rincones, no cree que haya ido tan lejos, siente que está cerca.

El señor se pone sus anteojos que cuelgan de su cuello y mira con atención un momento.

—No, lo siento pero no.
—Está bien. Gracias. —gira en sus talones para seguir con su búsqueda.
—Espere señorita. —la voz del hombre de la barra.

Aveline lo mira por encima de su hombro, espera y valga la pena que la haya hecho parar sus pasos.
Con su mano el señor le indica que se acerque. Y así lo hace, escuchándolo.

—Quizá los cazarrecompensas puedan ayudarle. —le apunta a una mesa en dónde unos jóvenes hombres se la pasaban bien.

Sin decir más, solo se dirige hacia esa mesa ignorando lo que le gritan unos hombres ebrios, incluso dejando pasar que un hombre le eructara en sus narices. No quiere desenvolver un pleito con esos asquerosos borrachos, solo quiere conseguir información, por ahora.



Los platos están en la mesa, con sobras. Y ha llegado el momento de poner serio el asunto, se la ha pasado bien riendo y hablando con Garrett y el señor August, es la primera vez que la invitan a cenar, hasta llega a sentir que esto es amistad. Pero la realidad cae sobre ella. Los dos están buscando sus propios beneficios, sabe que a Garrett le interesa que se una a la hermandad, y al señor August que siga ayudándoles y sea ladrona. Y la conversación surge en esa mesa redonda.
Principalmente aclara no estar interesada en ser Asesina, dejando callado a Garrett, agregando que no le gustaría seguir robando. Siendo el señor el que comienza a hablar.

—Muy bien Charlotte, sigue el camino que quieras, pero ¿Qué más puedes hacer para sobrevivir? —clava su mirada en ella— Estas sola. Mírate, eres una mujer sola en esta nueva ciudad. No tienes más opción  que los burdeles, o el convento. ¿Qué vas a hacer? ¿Regresar con Myriam? ¿en serio? ¿Crees que te sentirás segura y tranquila ahí? Tú misma me dijiste que no estas segura de eso.

Queda un minuto en silencio. Viendo la mesa.

—Es cierto, no tengo otra opción. —sus ojos brillan como queriendo soltar lagrimas— Me da…miedo volver al bosque. Y me frustra el no saber por qué. Lo único que se hacer y para lo que estoy preparada es, robar. Todavía tengo muchas preguntas sin respuesta. —levanta su mirada para ver a uno y a otro— ¿Quién era yo? Antes de hacerme ladrona. ¿Qué pasó esa vez? En ese accidente, si realmente fue accidente. ¿Cómo es que se escalar, correr tan rápido y tengo esa habilidad del sigilo? ¿Cómo es que sé todo esto? ¿Cómo es que tengo miedo? De volver, de ver sangre. Algo pasó —cae una lagrima— Y no sé qué fue. Me gustaría recuperar mis memorias, pero…no puedo. —deja caer su cabeza.

Se levanta de su lugar, y pone sus manos sobre la mesa viendo a August a los ojos.

—Sí, seguiré siendo ladrona, pero solo porque es lo único que puedo hacer, y me ha costado mantenerlo. —pasa a ver a Garrett— Pero tú me ayudarás a pasar desapercibida. No quiero terminar de nuevo en la horca.
—Charlotte, no puedo ayudarte a recuperar tus recuerdos pero, en eso sí puedo ayudarte. —se recarga en el respaldo de la silla y cruza sus brazos más cómodo— Me gustaría que también me echaras una mano. Necesito encontrar al mandamás de los Templarios, reclutar asesinos que se unan a la causa. Tenemos que detener esto, antes de que sea tarde. No tienes que asesinar. Pero de todos modos te enseñaré a pelear, para que puedas defenderte por si acaso.
—Por supuesto Garrett, cuenta conmigo. —muestra una sonrisa.
—Necesito Asesinarlo. De nada sirve que mate uno por uno, si el que es la fuente de todo sigue vivo.
—Entonces —interviene August también poniéndose en pie— ¿Nos seguiremos ayudando mutuamente? —le tiende su mano.

Charlotte sonriente acepta el apretón de mano.

—Sí.


Realmente no le importan, solo lo hace por ella, por su bien, por su seguridad…y nada más. Solo en ellos puede confiar.



Entre risas, Ezio suspende los besos que repartía por el cuello de una chica para detectar con su mirada picara a una nueva mujer. Una mujer que no había visto, y es la expresión en su cara y la luz en su mirada lo que lo hace estremecer ligeramente, como emocionado. Esa mujer tiene algo…diferente. Hay algo que la hace destacarse a las demás mujeres que ha conocido y las que suelen venir a él. Quiere descubrir ¿Qué es?. Su sonrisa crece al ver que definitivamente viene directo a él, pero no suelta a las chicas de sus lados.

—Buenas noches. Vengo a saber si han visto a este joven nativo. —extiende su brazo dejándolos ver el retrato de Ratohnhaketon.

Si no fuera porque el joven italiano ha quedado embelesado al verla de más cerca y escuchar su voz, enseguida hubiese reconocido que ese joven que busca, es el mismo que lo molestó aquella vez, es el mismo que fue hasta la hacienda, y que justo ahora está siendo entrenado por su mismo Maestro. Está distraído, viendo sus ojos, perdiéndose en ellos, hasta ha quedado enmudecido. Por primera vez. Los demás observan bien el dibujo y niegan con sus cabezas, por supuesto que no lo han visto.

—¿Están seguros? —con voz más grave.

Arruga el ceño, está algo furiosa, siente que el señor la ha hecho perder el tiempo.

—¡Ya te hemos dicho que no lo sabemos mujer! —vocifera Eynard y escupe al suelo el tabaco que masticaba, no le agradó su tono de voz.

Ezio en un respingo reacciona y mira con desaprobación a su amigo rudo.

—Por favor relájate amigo. No permitiré que le levantes la voz a tan…, encantadora mujer. —le sonríe con esa sonrisa que usaba para conquistar.


Aveline enrolla el papel y lo guarda con una mueca de desagrado. Se dispone a irse.

—¡Oye, espera un momento!

Desesperado, no queriendo perderla, empuja a las chicas para levantarse e ir tras ella.

—Ahí va de nuevo… —murmura André con una sonrisa y hace su movimiento en el tablero.

La chica se vuelve a poner su capucha para salir de la taberna, aunque la voz de Ezio le pidiera que no se fuera, que deseaba hablar con ella un momento, ella sigue su camino.

—¿Al menos puedo saber tu nombre? —cuestiona Ezio viéndose afuera de la taberna mojándose en la lluvia.
—Aveline de Grandpré.
—El mío es Ezio Auditore. Un placer. —sigue sus pasos— Está bien, si quieres irte, te dejaré ir. Aunque me encantaría ayudarte, en lo que sea.

Hace un alto para voltear a verlo. Le parece ridículo lo que hace, y más aun viendo esa estúpida cara por dónde le escurre el agua a chorros. Por su acento al hablar, y su nombre, sabe que es Italiano, pero uno muy extraño por lo visto.
Entre cierra sus ojos al verlo.

—No.

Ya había hecho su pregunta y no respondió, si los demás no saben, mucho menos él, está claro que solo quiere llamar su atención, y a ella no le interesa, no tiene tiempo para él. Solo sigue su andar, dejándolo ahí parado en medio de la calle empapándose más y más.

—Vaya… que mujer. ¿Estará casada? —toca su barbilla mientras la ve irse.




Charlotte está esperando a que la lluvia termine para volver a casa, mientras tanto toma un poco de té con Garrett  en dos sofás cercanos a la chimenea. Ha recordado algo que pasó esa vez que la capturó la guardia, y probablemente pueda ser una información útil para Garrett.

—…estaba escondida en un armario, dentro del fuerte templario. Recuerdo haber oído algo.
—¿Ah, sí? —poniéndole atención— ¿Y qué escuchaste?
—Era la voz de una mujer, y un hombre. Mencionaron algo sobre el fruto del Edén. El hombre le pedía a la mujer que se lo trajera, que alguien lo tenía, menciono una aldea. ¿Será un nativo?
—Eso quiere decir que no lo tienen. Menos mal. Tenemos que encontrarlo nosotros primero. —le da un sorbo a su taza de té y mira abajo— Interesante… ¿Por qué no me habías dicho esto?
—Apenas lo recordé, y además, decidí ayudarte ¿no?
—Pues gracias entonces. —deja la taza de té en una mesita a su lado y bosteza cubriéndose con su mano— La lluvia me hace tener ganas de dormir.


Charlotte ríe un poco.

—Por favor Garrett, a ti todo te hace tener ganas de dormir. No has cambiado ¿verdad?


Tienen que encontrar el fruto del Edén antes que los Templarios. Al menos tienen algunas pistas. Saben que un joven lo tiene, probablemente sea un nativo. Y aunque parezca absurdo, Charlotte lo relaciona con su collar de tres colmillos. Quizá el destino será el que le responda sus preguntas.

Antes de dormir, Charlotte sopla una vela para quedar a oscuras, y ver por la gran ventana de su habitación, como se mueven las nubes descubriendo a la luna. La lluvia ha cesado.
Cierra sus parpados lentamente para intentar conciliar el sueño. Y unas visiones vienen a ella, esta vez son diferentes, no como las que había estado teniendo, de ella llorando, o corriendo y divirtiéndose por los árboles con alguien.
Es una esfera brillante, dorada, justo como se la describió Garrett, sin duda es el fruto del Edén, y lo ve dentro de una caja cerrada, debajo de un montón de tierra, enterrada a lo alto de una colina, cerca de una casa de madera, por el bosque.
Abre sus ojos de par en par y respira agitadamente. Empieza a confundirse ¿será una creación de su mente, e imaginación? ¿o lo puede tomar en serio? Si puede tomarlo como una visión real, le tendrá que contar a Garrett.
Nunca les ha dicho que tiene visiones, la tomarán como una loca, hasta la darán por una bruja. Pero, si es que esta visión es real, tendrá que revelárselo a Garrett. ¿O lo mejor será guardárselo y jamás decírselo?.
Permanece en silencio, acostada en su cama pensando y pensando.




.

No hay comentarios:

Publicar un comentario

¡Gracias por leer!. Puedes comentar no importa si no tienes Blog, comenta como Anónimo, o pon tu nombre y el link de cualquier pagina, ahí te da opciones el Blog. Recuerda tus comentarios son gratificantes e importantes para mi :)