Capitulo-10
La organización Templaria
es cada vez más fuerte, tanto así que ya han implantado una base, que es dirigida por
Haytham Kenway. Y casi alcanzan su meta; el control de toda la nación. Por eso
han estado trabajando duro, eliminando a hombres con grandes cargos, hombres importantes,
incluido George Washington, bajo el anonimato. Tienen que permanecer en
secreto. Para eso han estado usando la identidad de la ladrona, que ahora buscan
como asesina. Su objetivo principal es conseguir el fruto del Edén, han
escuchado que se encuentra aquí en América, y por supuesto lo quieren para
obtener el control total.
Aveline de Grandpré,
la pupila favorita de Haytham, ha estado esforzándose cumpliendo con las
encomiendas que le otorga su Maestro, con el fin de tomar su lugar dentro de la
organización. Debe demostrar que es digna, que es fiel, que puede servir a la
orden.
Ha estado buscando sin
éxito al nativo que esconde el fruto del Edén, según especula su Maestro. Esa
es su misión principal.
Han pasado dos semanas
de entrenamiento para Connor. Y son dos semanas que Ezio no ha vuelto a la Hacienda,
se quedó en una posada de Nueva York siendo acompañado por su amigo André, el
más unido a él. Se ha puesto a pensar bien las cosas, todo lo que le dijo
Achilles, su Maestro. Pero la rebeldía e inmadurez le ciega, al menos por
ahora.
El joven italiano ha
bajado al bar de la posada, para desayunar, y tomar cerveza junto con su
compañero. Ahí, sentados en una de las mesas, con un ambiente pacífico,
contrario a lo que se vive de noche en las tabernas más concurrentes.
—Ese ratero fue fácil
de capturar. —dice Ezio haciendo una pausa, al comer elegantemente— Vaya creo
que puedo arreglármelas solo, no necesito a ese viejo para nada. —le da un
trago a su tarro de cerveza— Puede quedarse con su nuevo discípulo.
Engrandecido sigue
comiendo viendo su plato. André deja de comer y retira el plato apoyando sus
codos sobre la mesa.
—No piensas vivir toda
tu vida en una posada ¿o sí?
—Pero por supuesto que
no. Ya veré que hacer, mientras tanto dime. ¿Cómo es que la ladrona se ha hecho
asesina?
—Eso no importa. Lo
que nos importa es encontrarla, alcanzarla y llevarnos esa recompensa ¿o no?.
Es muy veloz y hábil, a veces pienso que un Nativo le enseñó, pero es una
locura —sonríe como queriendo reír, y descansa sus brazos cruzados en la mesa—
—Claro que podemos. —exhibe
una sonrisa de confianza— Si lo hacemos juntos.
Su interlocutor le
responde con un gesto de aprobación, le da grandes tragos a su tarro de cerveza
hasta que lo termina y se limpia sus labios con su manga.
Los cazarrecompensas
guardan un cartel en dónde se exhibió el aspecto físico de Charlotte. Esos
carteles que han sido retirados por el soborno a la imprenta, pero ellos lo
conservan. También el de Garrett, el asesino.
Ha cumplido dos
semanas de reflexión, de analizar profundamente. La joven Inglesa, sale de su
refugio cuidándose de los mirones. Usando un vestido gris, con su cabello bien
recogido oculto bajo un gorro que cubre su cabeza, y emprende su caminata por
las calles. Después de un par de semanas sin salir a respirar aire fresco, a
ver el cielo, esas nubes en todo su esplendor. Sintiendo la libertad. ¿Así
debería ser? Pero si escoge ser libre, no puede quedarse en Nueva York, ni a
Boston, tendría que volver con Miryam. Todos esos pensamientos que apenas por
unos minutos se habían despejado, regresan atormentándola otra vez. Avanzando
entre la gente del mercado, el olor a frutas, pescado y carne fresca, llega a
su nariz.
No puede volver con Miryam,
sigue con esa sensación de no tener nada que hacer ahí, como si corriera
peligro de hacerlo así. Entonces ¿debe unirse a la hermandad? ¿Aceptar la
invitación de Garrett? No…no quiere pensar en tener que matar a una persona.
Sin darse cuenta se detiene en seco frente a un puesto dónde un vendedor tiene
expuesta carne y vísceras bien rojas, como teniendo algo de sangre todavía. Charlotte se queda
pasmada, y se pone bien pálida, como si, algún amargo recuerdo quiere volver.
Una imagen se aparece
en su mente. Puede ver una mano sosteniendo un órgano ensangrentado aún
palpitante. La imagen se va y ella se marea.
—Señorita ¿se
encuentra usted bien? —la sostiene una señora, de su falda se agarra su pequeño
hijo.
La mirada entrecerrada
de Charlotte se posa en el rostro de la mujer y le sonríe una pizca.
—Sí, gracias. —hace un
esfuerzo por sostenerse en pie y seguir su camino.
La idea de ver sangre,
de oler la muerte, no le agrada en lo absoluto, por eso no puede ser Asesina.
Hay algo en ese ¿recuerdo?. ¿Será alguna pieza de su pasado?. No se detiene a
pensar más a fondo. Puesto que en su campo de visión vislumbra al señor August
atendiendo a un hombre en su puesto del mercado.
Acelera el paso.
—¡Señor August!. —muestra
una amplia sonrisa—
—¿Charlotte? Te vez
diferente.
Con su mirada
Charlotte busca al joven Asesino, pero no lo encuentra.
—¿Dónde está Garrett?
—Ah, ese chico. Se ha
puesto a buscar ¿hermanos?. Algo así, para que le ayuden en lo que quiere
hacer. La verdad no le entendí mucho pero ¿lo puedes creer? —alza sus cejas al
verla— Ya no es un holgazán, al menos no como antes —suelta una carcajada—Lastima
que ya no tengo ayudante. Si es que a ese muchacho se le podía llamar así.
—¿Por qué cambió
tanto?
—No, claro que sigue
siendo el mismo, solo que. Se arrepintió de dejar la hermandad. Y ahora quiere
recuperarla. ¿Te unirás a él?
—No. —baja su mirada—
No me interesa su causa ni lo que quiera hacer.
—Bueno chica, me
gustaría seguir hablando contigo, pero tengo trabajo. —le sonríe servicial a
una pareja que acaba de llegar—
El señor se acerca a
su oreja y le murmura.
—Aquí no podemos
hablar tanto ¿verdad? Mejor ven a mi casa esta noche, Garrett llegará a cenar y
puedes hablar con nosotros con más libertad.
—Entiendo. —asiente
con su cabeza.
Las nubes han cubierto
totalmente el cielo y no dejan ver la luna, vienen cargadas de agua, y los
relámpagos suenan cuando empieza a llover. El agua que cae del cielo cubre todo
Nueva York, todo Boston.
Es una noche divertida
en la Taberna Pepper Black, los cazarrecompensas del grupo de Ezio están
celebrando el haber entregado a los guardias dos rateros en esta semana. Ya
había sido tiempo desde que no lograban capturar un delincuente. Anhelan que
llegue pronto la noche de festejo por haber capturado al Asesino del verdugo y
a la Ladrona asesina.
Ezio tiene en sus
brazos a dos hermosas mujeres sentadas a sus lados, ellas lo acarician y besan,
mientras Eynard y Jace beben borrachos platicando y riendo con Hannah. En tanto
André, juega en un tablero con piedras, contra otro hombre joven. Nadie le
puede ganar a André, es muy bueno en eso.
En esos lugares solo
se ven hombres, y mujeres que se dedican a la prostitución.
Por eso es algo raro
cuando una mujer ajena a todo esto, entra a la taberna vistiendo una túnica
oscura con una capucha puesta, empapada por la lluvia de afuera.
Baja su capucha y deja ver ese cabello trenzado y recogido en
una cola de caballo. Su piel es café, y su semblante es serio, inalterable,
como si para ella lo que está viendo no es nada. Su presencia atrae la mirada
de unos cuantos.
Aveline camina hasta
la barra, dónde el padre de Hannah, un señor canoso y con bigote, la detecta
enseguida.
—Bienvenida joven
dama. ¿Apetece algo de cerveza?
—No gracias. ¿Usted ha
visto por aquí a un joven nativo? —saca por dentro de su túnica un papel, con
el retrato de Ratohnhaketon— ¿Alguien así?
Había recorrido casi
todo el bosque, incluso irrumpió en la paz de otras tribus pero sin hacer daño,
solo buscando quien se asemejara a la descripción física que ella recuerda, de
esa vez que lucho contra él. También buscó por todo Lexington sin éxito, por Boston
y ahora en Nueva York, revisará en todos los rincones, no cree que haya ido tan
lejos, siente que está cerca.
El señor se pone sus
anteojos que cuelgan de su cuello y mira con atención un momento.
—No, lo siento pero
no.
—Está bien. Gracias. —gira
en sus talones para seguir con su búsqueda.
—Espere señorita. —la
voz del hombre de la barra.
Aveline lo mira por
encima de su hombro, espera y valga la pena que la haya hecho parar sus pasos.
Con su mano el señor
le indica que se acerque. Y así lo hace, escuchándolo.
—Quizá los
cazarrecompensas puedan ayudarle. —le apunta a una mesa en dónde unos jóvenes
hombres se la pasaban bien.
Sin decir más, solo se
dirige hacia esa mesa ignorando lo que le gritan unos hombres ebrios, incluso
dejando pasar que un hombre le eructara en sus narices. No quiere desenvolver
un pleito con esos asquerosos borrachos, solo quiere conseguir información, por
ahora.
Los platos están en la
mesa, con sobras. Y ha llegado el momento de poner serio el asunto, se la ha
pasado bien riendo y hablando con Garrett y el señor August, es la primera vez
que la invitan a cenar, hasta llega a sentir que esto es amistad. Pero la
realidad cae sobre ella. Los dos están buscando sus propios beneficios, sabe
que a Garrett le interesa que se una a la hermandad, y al señor August que siga
ayudándoles y sea ladrona. Y la conversación surge en esa mesa redonda.
Principalmente aclara
no estar interesada en ser Asesina, dejando callado a Garrett, agregando que no
le gustaría seguir robando. Siendo el señor el que comienza a hablar.
—Muy bien Charlotte,
sigue el camino que quieras, pero ¿Qué más puedes hacer para sobrevivir? —clava
su mirada en ella— Estas sola. Mírate, eres una mujer sola en esta nueva
ciudad. No tienes más opción que los
burdeles, o el convento. ¿Qué vas a hacer? ¿Regresar con Myriam? ¿en serio?
¿Crees que te sentirás segura y tranquila ahí? Tú misma me dijiste que no estas
segura de eso.
Queda un minuto en
silencio. Viendo la mesa.
—Es cierto, no tengo
otra opción. —sus ojos brillan como queriendo soltar lagrimas— Me da…miedo
volver al bosque. Y me frustra el no saber por qué. Lo único que se hacer y
para lo que estoy preparada es, robar. Todavía tengo muchas preguntas sin
respuesta. —levanta su mirada para ver a uno y a otro— ¿Quién era yo? Antes de
hacerme ladrona. ¿Qué pasó esa vez? En ese accidente, si realmente fue
accidente. ¿Cómo es que se escalar, correr tan rápido y tengo esa habilidad del
sigilo? ¿Cómo es que sé todo esto? ¿Cómo es que tengo miedo? De volver, de ver
sangre. Algo pasó —cae una lagrima— Y no sé qué fue. Me gustaría recuperar mis
memorias, pero…no puedo. —deja caer su cabeza.
Se levanta de su lugar,
y pone sus manos sobre la mesa viendo a August a los ojos.
—Sí, seguiré siendo
ladrona, pero solo porque es lo único que puedo hacer, y me ha costado
mantenerlo. —pasa a ver a Garrett— Pero tú me ayudarás a pasar desapercibida.
No quiero terminar de nuevo en la horca.
—Charlotte, no puedo
ayudarte a recuperar tus recuerdos pero, en eso sí puedo ayudarte. —se recarga
en el respaldo de la silla y cruza sus brazos más cómodo— Me gustaría que
también me echaras una mano. Necesito encontrar al mandamás de los Templarios,
reclutar asesinos que se unan a la causa. Tenemos que detener esto, antes de
que sea tarde. No tienes que asesinar. Pero de todos modos te enseñaré a
pelear, para que puedas defenderte por si acaso.
—Por supuesto Garrett,
cuenta conmigo. —muestra una sonrisa.
—Necesito Asesinarlo.
De nada sirve que mate uno por uno, si el que es la fuente de todo sigue vivo.
—Entonces —interviene
August también poniéndose en pie— ¿Nos seguiremos ayudando mutuamente? —le
tiende su mano.
Charlotte sonriente
acepta el apretón de mano.
—Sí.
Realmente no le
importan, solo lo hace por ella, por su bien, por su seguridad…y nada más. Solo
en ellos puede confiar.
Entre risas, Ezio
suspende los besos que repartía por el cuello de una chica para detectar con su
mirada picara a una nueva mujer. Una mujer que no había visto, y es la
expresión en su cara y la luz en su mirada lo que lo hace estremecer
ligeramente, como emocionado. Esa mujer tiene algo…diferente. Hay algo que la
hace destacarse a las demás mujeres que ha conocido y las que suelen venir a
él. Quiere descubrir ¿Qué es?. Su sonrisa crece al ver que definitivamente
viene directo a él, pero no suelta a las chicas de sus lados.
—Buenas noches. Vengo
a saber si han visto a este joven nativo. —extiende su brazo dejándolos ver el
retrato de Ratohnhaketon.
Si no fuera porque el
joven italiano ha quedado embelesado al verla de más cerca y escuchar su voz,
enseguida hubiese reconocido que ese joven que busca, es el mismo que lo
molestó aquella vez, es el mismo que fue hasta la hacienda, y que justo ahora
está siendo entrenado por su mismo Maestro. Está distraído, viendo sus ojos,
perdiéndose en ellos, hasta ha quedado enmudecido. Por primera vez. Los demás
observan bien el dibujo y niegan con sus cabezas, por supuesto que no lo han
visto.
—¿Están seguros? —con
voz más grave.
Arruga el ceño, está
algo furiosa, siente que el señor la ha hecho perder el tiempo.
—¡Ya te hemos dicho
que no lo sabemos mujer! —vocifera Eynard y escupe al suelo el tabaco que
masticaba, no le agradó su tono de voz.
Ezio en un respingo
reacciona y mira con desaprobación a su amigo rudo.
—Por favor relájate
amigo. No permitiré que le levantes la voz a tan…, encantadora mujer. —le
sonríe con esa sonrisa que usaba para conquistar.
Aveline enrolla el
papel y lo guarda con una mueca de desagrado. Se dispone a irse.
—¡Oye, espera un
momento!
Desesperado, no
queriendo perderla, empuja a las chicas para levantarse e ir tras ella.
—Ahí va de nuevo… —murmura
André con una sonrisa y hace su movimiento en el tablero.
La chica se vuelve a
poner su capucha para salir de la taberna, aunque la voz de Ezio le pidiera que
no se fuera, que deseaba hablar con ella un momento, ella sigue su camino.
—¿Al menos puedo saber
tu nombre? —cuestiona Ezio viéndose afuera de la taberna mojándose en la
lluvia.
—Aveline de Grandpré.
—El mío es Ezio
Auditore. Un placer. —sigue sus pasos— Está bien, si quieres irte, te dejaré
ir. Aunque me encantaría ayudarte, en lo que sea.
Hace un alto para
voltear a verlo. Le parece ridículo lo que hace, y más aun viendo esa estúpida
cara por dónde le escurre el agua a chorros. Por su acento al hablar, y su
nombre, sabe que es Italiano, pero uno muy extraño por lo visto.
Entre cierra sus ojos
al verlo.
—No.
Ya había hecho su
pregunta y no respondió, si los demás no saben, mucho menos él, está claro que
solo quiere llamar su atención, y a ella no le interesa, no tiene tiempo para
él. Solo sigue su andar, dejándolo ahí parado en medio de la calle empapándose
más y más.
—Vaya… que mujer.
¿Estará casada? —toca su barbilla mientras la ve irse.
Charlotte está
esperando a que la lluvia termine para volver a casa, mientras tanto toma un
poco de té con Garrett en dos sofás
cercanos a la chimenea. Ha recordado algo que pasó esa vez que la capturó la
guardia, y probablemente pueda ser una información útil para Garrett.
—…estaba escondida en
un armario, dentro del fuerte templario. Recuerdo haber oído algo.
—¿Ah, sí? —poniéndole
atención— ¿Y qué escuchaste?
—Era la voz de una
mujer, y un hombre. Mencionaron algo sobre el fruto del Edén. El hombre le
pedía a la mujer que se lo trajera, que alguien lo tenía, menciono una aldea.
¿Será un nativo?
—Eso quiere decir que
no lo tienen. Menos mal. Tenemos que encontrarlo nosotros primero. —le da un
sorbo a su taza de té y mira abajo— Interesante… ¿Por qué no me habías dicho
esto?
—Apenas lo recordé, y
además, decidí ayudarte ¿no?
—Pues gracias
entonces. —deja la taza de té en una mesita a su lado y bosteza cubriéndose con
su mano— La lluvia me hace tener ganas de dormir.
Charlotte ríe un poco.
—Por favor Garrett, a
ti todo te hace tener ganas de dormir. No has cambiado ¿verdad?
Tienen que encontrar
el fruto del Edén antes que los Templarios. Al menos tienen algunas pistas.
Saben que un joven lo tiene, probablemente sea un nativo. Y aunque parezca
absurdo, Charlotte lo relaciona con su collar de tres colmillos. Quizá el
destino será el que le responda sus preguntas.
Antes de dormir,
Charlotte sopla una vela para quedar a oscuras, y ver por la gran ventana de su
habitación, como se mueven las nubes descubriendo a la luna. La lluvia ha cesado.
Cierra sus parpados
lentamente para intentar conciliar el sueño. Y unas visiones vienen a ella,
esta vez son diferentes, no como las que había estado teniendo, de ella
llorando, o corriendo y divirtiéndose por los árboles con alguien.
Es una esfera brillante,
dorada, justo como se la describió Garrett, sin duda es el fruto del Edén, y lo
ve dentro de una caja cerrada, debajo de un montón de tierra, enterrada a lo
alto de una colina, cerca de una casa de madera, por el bosque.
Abre sus ojos de par
en par y respira agitadamente. Empieza a confundirse ¿será una creación de su
mente, e imaginación? ¿o lo puede tomar en serio? Si puede tomarlo como una
visión real, le tendrá que contar a Garrett.
Nunca les ha dicho que
tiene visiones, la tomarán como una loca, hasta la darán por una bruja. Pero,
si es que esta visión es real, tendrá que revelárselo a Garrett. ¿O lo mejor
será guardárselo y jamás decírselo?.
Permanece en silencio,
acostada en su cama pensando y pensando.
.
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